Inflación Veraz por Francisco J. Quevedo - Runrun
Luisana Solano Ago 12, 2014 | Actualizado hace 10 años

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“Una cosa es lo que dice el burro y otra quien lo monta” reza el dicho popular. Ciertamente, en materia de precios, una cosa es la inflación que nos informan y otra la que pagamos en Caja. Pero cuando el Banco Central de Venezuela nos dice que los vehículos solo han aumentado un 24% entre Mayo de 2013 y Mayo de 2014, pareciera que es a nosotros a quienes nos ven la cara de burro.

Si hay algo que hemos aprendido con esta “revolución” es a dudar de la información y las versiones oficiales. Las estadísticas se manipulan y se retrasan, la noticia se falsea, como la “lesión pélvica” aquella, y hasta la historia se tergiversa, a pesar de lo que diga el Artículo 58° de la Constitución Bolivariana, que “toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura…”

El BCV no ha informado el comportamiento de la inflación desde Mayo, es decir, Junio y Julio son una incógnita, pero el bolsillo la siente. El cuadro a continuación resalta el INPC general que –según ellos– se ubicaba en 61% anual, y destaca los aumentos en algunos rubros, desde los paquetes vacacionales, que saltaron un 101%, es decir, se duplicaron en un año, el agua, la leche y los jugos que nos dicen aumentaron un 92%, casi al doble, hasta los vehículos que supuestamente solo subieron 24%. ¡Sí, Luís! 

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¿Mienten? Digamos que no, que estas cifras se basan en precios oficiales. ¡Ah, claro! Pero resulta que “el producto más caro es el que se consigue” también dice el pueblo. ¿Acaso hay carros y camionetas (que no sean los chinos desechables)? Y si es que consigue uno, diga usted si pagará solo un 24% más que el precio del año pasado. Y diga, además, si solo pagó 32% más por la renovación de sus pólizas de seguro de salud o automóviles este año. ¡Nada que ver! Definitivamente, parece muy cierto que “una cosa es lo que dice el burro y otra quien lo monta.” Hay una inflación oficial, y hay una inflación real, la que pagamos por lo que a la final se consigue tras mucho zanqueo.

Y así como hay una verdad legal y una verdad verdadera, también hay una inflación para el pobre y una inflación para el rico, por cuanto los presupuestos y patrones de consumo de cada estrato social varían. Primeramente, los pobres viven de viernes a viernes, como cobran los obreros, o día a día, por los informales y el servicio doméstico. Gastan lo que ganan, y más. La clase media vive de quincena en quincena pero aguanta, y los ricos viven de la renta, invierten y hasta les sobra para ahorrar.

Consecuentemente, a quien no le alcanza el sueldito le pega más la inflación que a quien le sobra. Luego, los pobres gastan más de su ingreso en comida, bebida y transporte que los ricos, renglones éstos más afectados por la inflación, promediando un 80% anual. Si, de acuerdo al INE, estos rubros consumen un 46%del presupuesto familiar, es lógico pensar que entre las Clases D y E representen el 80% ó más, máxime cuando consideramos que la canasta alimentaria supera ya los Bs. 11.000 y que en Venezuela son pocos los que ganan tanto. Cuando observamos que el salario mínimo aumentó el 1° Mayo solo un 30%, hay que preguntarse: ¿Cómo hacen los pobres?

Según un informe conjunto del INE y el BCV, el efecto de Mercal Pdval en el gasto popular solo alcanza 3,9%. Es más, 94,4% de los compradores de estas misiones declaran buscar en otros lugares los productos que no consiguen allí. A pesar de las misiones, la inflación termina siendo el impuesto sobre la renta que ineludiblemente pagan los pobres.

La afamada revista Forbes informa que Venezuela sufre la tasa de inflación más alta del mundo. Le sigue Corea del Norte, con un 55%. Como dijera aquel, “no importa cuánto te tongonees, siempre se te ve el bojote…” Y el que paga se llama “Cheverito”.

@qppasociados