El Muro de Nicolás por Jorge Millán - Runrun
Luisana Solano Ago 27, 2014 | Actualizado hace 10 años
El Muro de Nicolás por Jorge Millán

MurodeBerlin

 

La historia de la estupidez humana se repite cada cierto tiempo, así en Venezuela, a pesar de la evidencia empírica del fracaso del socialismo en la Unión Soviética, en sus países satélites, en Corea del Norte y muy especialmente en Cuba, capital del sueño revolucionario de quienes nos gobiernan, se decidió demostrarle al mundo que sí era posible realizar la utopía del comunismo en estas tierras.

 

El proceso para concretar esta utopía igualitaria ha estado acompañada en cada uno de los casos con elementos similares, primero, una clase gobernante que monopoliza el poder político y económico para su provecho personal y para su perpetuación en el poder, segundo, el empobrecimiento de la población en general, tercero, el declive de la producción nacional, y por último, el atraso tecnológico y del conocimiento.

 

Estos factores antes mencionados han generado grandes dificultades para quienes dirigen los Estados socialistas en la convivencia con sus vecinos. La comparación de una sociedad con otra y la diferencia de bienestar ha obligado a buscar culpables de estas desigualdades generando el cierre de las fronteras que los separan. De esta manera, podemos observar las marcadas diferencias de las dos Coreas, la del Norte atrasada, bélica y esclavizada y la del Sur, avanzada, competitiva y democrática. De igual forma ocurrió con Berlín, que en el paroxismo de la estupidez, Alemania Oriental decidió, frente a la perspectiva de la comparación y la convivencia de los dos modelos, construir  el muro de Berlín, denominado por ellos «antifascista», y conocido hoy por el mundo entero como el de «la vergüenza». 

 

Querido lector, esto nos invita a preguntarnos porqué si el socialismo era tan maravilloso  los berlineses orientales se trasladaban a Berlín Occidental a buscar empleo y los bienes de consumo que no se conseguían en su territorio, por qué los norcoreanos construyeron un largo túnel, como lo descubrió recientemente un satélite chino, para escapar de su patria o por qué miles de cubanos prefieren sufrir la inclemencia del mar, para al igual que Papillón, buscar la tan ansiada libertad y una vida digna y de progreso.
El más reciente ensayo socialista no escapa de esta realidad y a pesar de contar con una renta petrolera que le daba ventaja frente a sus predecesores, la inviabilidad del modelo se devoró esa riqueza y ahora los venezolanos viven en un país depauperado, con una clase gobernante enriquecida como nunca antes y un pueblo cada vez más pobre. Frente a este drama que ha traído como consecuencia la escasez y el desabastecimiento, consecuencia del fracaso del modelo y de la corrupción roja, no queda más que asombrarse como repitiendo la receta, el presidente Maduro ha pretendido construir un nuevo muro de la vergüenza virtual,  a partir de la manipulación del contrabando. Cabe preguntarnos por qué el contrabando no ocurre en sentido inverso de Colombia o Brasil  hacia Venezuela, o por qué, si en el país la mayor red de alimentos es pública, como logran los productos entrar en la cadena de contrabando, estando bajo resguardo del Estado venezolano. Otra interrogante que hay que plantearse es por qué el gobierno sabiendo que el contrabando era la causa de la escasez, no había actuado antes y que hacían nuestra honorables fuerzas armadas, responsables de cuidar las fronteras, frente a tamaño latrocinio. Por otra parte, si el problema ha sido la fuga de los bienes de consumo de nuestro país hacia otras latitudes, una vez nuestro presidente convertido en comandante en jefe de las fuerzas antisecuestro del pollo, arroz, gasolina y lubricantes, y con el cierre de fronteras resolviendo la cuestión, ya no debería ser necesaria ninguna medida adicional, porque como dice el refrán popular: «muerto el perro se acabó la rabia», por lo cual, controlado el contrabando se debería acabar la escasez y el desabastecimiento. Pero la realidad es que el presidente sabe que no basta con el cuento del contrabando y siguiendo la cartilla de su soberano Fidel recurre a otra acción común en este tipo de regímenes, el racionamiento, que no por ser biométrico deja de ser otra estupidez que no resolverá el problema del desabastecimiento y generará más carestía de los productos, que ya en la actualidad son inalcanzables para quienes tienen un salario mínimo de apenas  Bs. 212 diarios.
La realidad es que el modelo fracasó y Maduro no quiere asumir esto con la responsabilidad del caso, agudizando la crisis cada día más. Las consecuencias las pagan en mayor medida quienes menos tienen, y por esto en los sectores populares de Caracas la Unidad es un reclamo constante, la gente no comprende mucho las diferencias, ni las razones por las que Ramon Guillermo Aveledo renunció, pero si entiende que el liderazgo opositor debe mantenerse unido. Por esto debemos hacer votos porque los esfuerzos desde la MUD para relanzarse fructifiquen y debemos insistir en la necesidad de poner sobre la mesa una agenda responsable, capaz de convencer al otro que sí existe una alternativa en donde cabemos todos. Dejar los atajos, y empezar a apostar por una dirigencia que pueda incorporar y comprometer al venezolano que sueña por un mejor país, para luchar contra quienes enquistados en el poder chupan las riquezas y el futuro de la patria, cual sanguijuelas. Es hora de recorrer cada rincón de Venezuela con el mensaje del cambio, dejar sembrada una organización capaz de ser el canal de activación y comunicación para las luchas por nuestros derechos y libertades. El liderazgo de oficina y de micrófono tiene sus días contados, así que el pueblo espera por un liderazgo que sea la expresión de su sentir, lo cual sólo se logra compartiendo, debatiendo y palpando la realidad de nuestro país, esta es la única forma de derribar el muro que Maduro construye y pretende convertir en permanente.
Después del túnel viene la luz, ya veremos!!!