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Venebarometro

Sendai Zea Nov 26, 2012 | Actualizado hace 11 años
Se solicitan Ideas

Hace ya varios años, Fukuyama decretó –equivocadamente– el “fin de la Historia” y con ella, el de las ideologías. Precisamente a partir de ese momento, su aseveración alentó un debate que demostró que aún existía mucho por discutir y comprender sobre las maneras en que una sociedad debe funcionar y cómo debe organizarse. Aunque los tiempos de los grandes metarrelatos y los grandes sujetos políticos ya lucen pasados de moda, el mundo se sigue preguntando cómo seguir democratizando la democracia más allá de una simple y estricta dimensión política, cómo implementar modelos económicos que no empobrezcan o debiliten a las naciones y cómo abordar otros temas referidos al mejor uso de las energías o la unión de parejas del mismo sexo, por tan sólo citar un par de ejemplos de vibrante actualidad. En Venezuela, seguimos debatiendo temas como las formas de la democracia o bien el ya vetusto esquema de socialismo versus capitalismo.

Aunque el discurso oficial tiene más de comunicación y persuasión política que de ideología en su sentido más estricto, justo es reconocer que desde hace años ha planteado una discusión que ha contribuido a repolitizar a muchos venezolanos que hoy hablan de categorías y esquemas cuando antes no lo hacían. Han sido pues, ideológica y simbólicamente incluidos. Al margen de nuestras valoraciones, para bien o para mal, se ha colocado en el escenario una propuesta de cómo organizarnos y una forma de gobernar. Se ha dibujado una propuesta que pretende sustituir a la libertad por una igualdad a secas, anclada en un discurso de justicia social que ha rayado en el revanchismo. La “nomenklatura” y su principal líder, sus seguidores y simpatizantes han presentado una visión, o de modo más preciso, un relato: sí, lleno de simplificaciones, sofismas y manipulaciones, no cabe duda. Lo que es aún peor: ha propuesto una visión que en el fondo está reñida en muchas dimensiones con nuestros esquemas culturales tradicionales.

Pero otra cosa es cierta: este relato no ha tenido un adversario lo suficientemente fuerte. Durante mucho tiempo, la “ideología oficial” ha estado sola en el escenario llenando casi, si no todos los espacios. Por supuesto, han sido muchas las críticas y desmitificaciones planteadas, pero quienes se oponen no han contado con un relato alternativo lo suficientemente robusto y atractivo. En el fondo, no es porque no hayan querido tenerlo, sino porque no ha habido una tarea de construcción del mismo. Muchos se han empeñado sólo en quedarse en la negación, cuando oportuno es proponer algo ideológica y consistentemente diferente.

Empezando desde los mismos partidos, ¿cuándo fue la última convención que hayamos visto en el que se dio alguna discusión de fondo sobre aspectos programáticos e ideológicos en estas organizaciones? Muchos se creyeron la versión de que las ideologías habían muerto. Se equivocaron. Hoy más que nunca, se solicitan ideas.

 

Edgard Gutiérrez

@gedgard

 

Nuestras valoraciones sobre la democracia: Paradojas y Contradicciones

 

Luego del foro en el suplemento Papel Literario de El Nacional de hace unos días y conducido por Nelson Rivera, Alonso Moleiro y este servidor nos dedicaremos a analizar en ese mismo espacio diversos aspectos de la cultura política venezolana en varias entregas. Ayer 18 de noviembre, se publicó la primera de ellas. Me animo a compartirla con ustedes en #Venebarometro para propiciar el debate.

Para iniciar, nos concentramos en una dimensión crucial: ¿Cuáles son las valoraciones que como venezolanos tenemos sobre la democracia? En ellas, abundan las paradojas y surgen muchas contradicciones. Espero podamos debatirlas…

«Paradojas y Contradicciones»

 

Desde hace muchas décadas, los venezolanos sentimos un gran apego por la democracia. Es al menos lo que hemos declarado. No existe estudio que no lo haya registrado: en cualquier revisión que se haga, es claro que una enorme mayoría aprecia los valores de la forma democrática. Sin embargo, no todo es color de rosas. Nuestras valoraciones como sociedad entrañan profundas contradicciones y paradojas. Aún más: presentan grandes desafíos.

En los estudios pioneros sobre la materia, muchos venezolanos afirmaron que “preferían la democracia a cualquier otro sistema de gobierno”; no obstante, un porcentaje muy relevante llegó a afirmar que “en algunos momentos se podía justificar un Golpe de Estado”. ¿Había un germen autoritario en nuestro imaginario? Con el paso del tiempo, esa hipótesis se diluyó. El país siguió, tuvimos más elecciones, millones seguían votando y el sistema se “consolidó”. El principal clivaje era el ser “político” (militando o simpatizando en alguno de los grandes partidos) o ser “apolítico” (refugiándose en la esfera de los asuntos privados).

Nos identificamos con los valores más importantes de la democracia, decimos apoyarlos y practicarlos, pero somos una sociedad con un bajísimo nivel –longitudinalmente registrado– de confianza interpersonal. No confiamos en el otro, así de simple. ¿Cómo pensar en mecanismos asociativos sólidos y fecundos, cuando muchos se refugian en las infranqueables murallas de su privacidad? Hay quien afirma que hemos visto la democracia tan sólo como la celebración de elecciones.

Con los años ´90 y las intentonas militares, el apego democrático volvió a ponerse a prueba. Los venezolanos rechazaron los golpes, aunque muchos valoraron positivamente a quien los perpetró. La democracia nos seguía gustando, pero la queríamos con otros partidos. El sistema se comenzó a resquebrajar. Comenzamos a votar menos. Algunos comenzaron a hablar de la “crisis de legitimidad del sistema venezolano”. Los problemas institucionales, la corrupción y la falta de eficacia en la resolución de problemas concretos nos colocaron al borde un precipicio. En 1998 decidimos entre dos opciones que se nutrían de una retórica de “cambio radical”. Elegimos a la más nítida de ellas.

Desde hace 14 años se instauró el paradigma de la “democracia participativa”, pero seguimos haciendo poca vida en el espacio público. Los nuevos mecanismos de acción pública son ocupados por una minoría muy pequeña –y muy partidizada– porque muchos se han negado a hacer vida en ellos. Una parte importante del país afirma que Venezuela vive una democracia sana y plena, pero cada vez es más elocuente la ausencia en la división de poderes.

Hay quienes aún cuando creen en la democracia, tienen miedo a hablar sobre política hasta con sus vecinos. Tienen miedo a que se conozca su voto, porque dudan que éste sea secreto. Nos gusta votar y decir lo que queremos, pero muchos no participamos más allá de una elección. Curioso. Muy curioso

 

Edgard Gutiérrez

@gedgard / Facebook

Sendai Zea Nov 05, 2012 | Actualizado hace 11 años
La articulación opositora después del 7-O

La Oposición está en crisis, una crisis de articulación.

Es natural que muchas cosas sean confusas en este momento. Es entendible que haya algunos reacomodos. Es normal que haya autocrítica por el papel desempeñado y que existan muchas versiones que intentan explicar lo que ocurrió el 7-O.

Pero de ahí a la “parálisis por análisis”, o a unos reacomodos que generen dispersión hay sólo un paso y lo que no hay es mucho tiempo. Casi no hay tiempo para una elección que no está a la altura de la presidencial en términos de significación, pero que sí reviste una importancia capital: la construcción de un muro de contención lo más alto y sólido posible para enfrentar lo que viene: un Gobierno que considera legitimada la implantación radical -ahora sí-  del socialismo.

La elección regional ya comenzó. Tan sólo 6 domingos nos separan de ella. La Oposición se enfrenta a un calendario -diseñado políticamente- que le es adverso y del que le está costando recuperarse rápidamente.

Aunque la naturaleza de la campaña es descentralizada, se antoja un mínimo de articulación. Sin ella, el resultado puede concluir en un descalabro. Al menos es necesario atacar tres puntos. Por ello es esencial que:

 

  • Se procure una mayor visibilización de la actuación y fijación de directrices políticas de la MUD. Las informaciones que se conocen, revelan importantes diferencias por varios tópicos (tarjeta unitaria, caudal obtenido por cada partido o coalición de partidos) que dificultan determinar con claridad la capacidad de dirección política de esta instancia. Mientras no haya señales claras de que existe vitalidad en la coalición, aumenta la dispersión. Una primera directriz clara podría ser la ejecución de una campaña “paraguas” que dé identidad y espíritu de cuerpo a los abanderados de la Unidad.

 

  • Se cese la diatriba inmediatamente. Hay un ambiente de acusaciones mutuas entre diferentes facciones y partidos por el resultado electoral. Claramente, el sector que agrupa a Acción Democrática y COPEI han lanzado diversas críticas a organizaciones como Primero Justicia y Voluntad Popular que van desde cuestionamientos a la eficiencia de la campaña, la exclusión con la que fueron tratados y serias acusaciones de ineficacia en la Defensa del Voto. Al margen de la valoración de estas acusaciones y su veracidad, el mismo hecho que existan y sean ventiladas públicamente habla mucho del actual estado de la articulación opositora. Es una pésima señal que desmotiva a los electores. Con esto no pretendo decir que no haya debate interno, autocrítica y ajustes a lo interno de la MUD. Mi punto es que hacerlo como se ha hecho es altamente perjudicial

 

  • Se comunique que existe una lucha por condiciones electorales más justas. Éstas muy probablemente no cambien significativamente en lo inmediato, pero eso no implica que se abandone esta tarea: al contrario, debe darse con más ahínco. Con esto no pretendo recomendar que la campaña opositora se concentre exclusivamente en esta temática: los candidatos deben asumir los temas de la agenda de asuntos relevantes para los electores, pero deben tenerse respuestas a preguntas que surgirán. Por ejemplo: ¿Cómo lograr que mi voto valga y elija? Algunos se plantean si en las actuales condiciones electorales de abierto ventajismo oficial, vale la pena seguir luchando en las urnas. Yo en lo personal no conozco otro camino mejor.

 

Debe actuarse rápidamente. El tiempo avanza y aún hay oportunidades para construir el próximo 16 de diciembre un tablero regional más plural. Mantener los espacios ya obtenidos y conquistar algunos adicionales, puede ser la mejor señal que la lucha política aún está lejos de definirse. La Oposición, con la imperiosa necesidad de articularse tan pronto como pueda, debe estar consciente que está en un momento defensivo y que si sale bien librada, protagonizará nuevos episodios en su largo camino para materializar un cambio político en Venezuela

Sigo estando a sus órdenes en la red social Twitter con mi usuario @gedgard Allí con mucho gusto conversaré con usted.

Edgard Gutiérrez

¿Qué nos deja esta inédita campaña electoral? por Edgard Gutiérrez

Ha concluido la campaña.

Para algunos una zafra electoral larga, demasiado larga. Me atrevería a decir que duró prácticamente 2 años, pues se inició –al menos en el mundo de las percepciones– inmediatamente los comicios parlamentarios concluyeron. Ese es el paradigma dominante hoy en el mundo político: la campaña permanente. Me han preguntado varias veces cómo definiría lo que hemos vivido en 2012, yo lo he resumido en un sólo término: inédito.

Sí. Esta campaña ha sido inédita, por lo menos en nuestra historia reciente.

¿Por qué afirmo esto? Tengo varios argumentos:

Opción Real de Cambio Político: Por primera vez desde 1998, mucho de la narrativa que se ha construido alrededor de esta elección es la posibilidad muy clara de que el Gobierno de Hugo Chávez sea desalojado de Miraflores por la vía de los votos. La historia que va desde 2004 a 2010 nos ha mostrado a una Oposición que –no exenta de errores y traspiés– ha venido creciendo lenta pero sostenidamente y que ha propinado derrotas al Oficialismo, pero no en eventos presidenciales. 2012 es el año en el que podemos afirmar que una materialización de un cambio político, tiene una posibilidad real

Ofensiva y Defensiva: Elegido Presidente, Hugo Chávez nos acostumbró a debatir en la agenda pública sobre lo que él quería y no lo que se debía. Cada domingo sus mensajes inundaban el mercado informativo y se discutía sobre ellos durante los próximos seis días, hasta que el ciclo comenzaba nuevamente. Ello luego cambió con el uso intensivo e implacable de las cadenas. El actual presidente siempre llevó la ofensiva estratégica. Esta campaña tuvo un signo completamente distinto: El candidato de la Oposición marcó permanentemente la agenda. Capriles decidió cuándo se habló sobre empleados públicos, inseguridad personal y soberanía alimentaria, regalos petroleros, etc. La campaña oficial llegó siempre después, reaccionando, a la defensiva.

Candidatura Legitimada: Con la realización de una elección abierta y en la que participaron varios partidos por primera vez, la Oposición legitimó su opción electoral por la vía popular contando además con un vigoroso respaldo. Más de 3 millones de personas se erigieron como el máximo árbitro de las diferencias opositoras. Salas Römer fue una decantación en 1998, Arias fue una triste única opción en 2000, Rosales fue ungido por consenso. Capriles, en 2012 contó además con un mandato muy claro: dos tercios de quienes acudieron a las elecciones lo escogieron a él.

Campaña Amplia y Profunda: Es la primera vez que un abanderado opositor puede dedicarle varios meses con preparación y anticipación a una tarea demasiado vital: recorrer la geografía nacional a todo lo largo y ancho del territorio, incluso volviendo más de una vez a varios sitios. Rosales en dos meses no pudo hacerlo. Esta era la única campaña posible frente al ventajismo comunicacional predominante y así fue. Ciertamente, hubo un contraste con la escasa movilidad del otro candidato, pero eso es harina de otro costal.

Disputa del Monopolio de la Agenda Social: Por muchos años, la Oposición estuvo siempre concentrada en hablar sobre temas eminentemente políticos: democracia, derechos humanos, libertad de expresión. No es que estos temas no sean importantes, pues lo son y muchísimo, pero aunque no nos guste en términos electorales no mueven votos. Fue Chávez quien hizo exclusivos de su comunicación temas como salud, educación y alimentación. Es 2012 el año en el que un abanderado distinto a quien gobierna, es quien habla de vivienda, empleo de calidad, educación. Capriles no sólo le disputó, sino que como afirmé más arriba, controló los términos del debate. Ahora es Chávez quien habló de soberanía, e independencia… categorías etéreas y alejadas de las necesidades de la gente.

Negativos, negativos, negativos: Es la primera vez que el Gobierno concentró su campaña en medios privados para criticar a su oponente. Diversas piezas televisivas pautadas en Televen y Venevisión (los de mayor alcance) se dedicaron en una proporción razonablemente alta no a hablar de Chávez, sino a criticar la gestión de Capriles en Miranda como gobernador. Además, muchos de los discursos del propio aspirante a la reelección se concentraron exclusivamente en hablar del otro, no de él… A veces, la más de las veces, esto terminando por reforzar los marcos que propone a quien atacas… Ello sin hablar de la despiadada “propaganda negra” que dominó el mes de septiembre. Aunque usted le parezca difícil de creer, siempre las campañas del chavismo (al menos las publicitarias) se concentraban fundamentalmente a reforzar sus positivos. Esta vez no. Inédito.

¿Qué no vimos en esta campaña?

Un debate de altura: Distinto a la competencia en las primarias, el país no pudo disfrutar de un debate sin descalificaciones. No hubo intercambios civilizados entre los contendores.

Observación Electoral: Algo preocupante. No hay un tercero reconocido por las partes que pueda avalar los resultados que conoceremos el próximo domingo.

Hechos Extraordinarios: Aunque muchos invirtieron horas y litros de tinta en insistir que los tristes episodios de Amuay o Cúpira fueron “parteaguas” de la campaña, no lo fueron. No alteraron en nada el devenir de esta elección. Reforzaron las posiciones de quienes critican o acompañan al Gobierno. Eso, lamentablemente, suele ocurrir en países altamente polarizados.

Así que vimos muchas cosas nuevas en esta campaña. Por lo menos desde 1998. Así resumo mi balance de una jornada comicial, sobre la que se hablará en Venezuela por décadas.

Me despido tan sólo hasta mañana, en el que publicaré mi último artículo preelectoral. Será en la red social Twitter, en mi cuenta personal, donde ofreceré mis consideraciones sobre este importante domingo. Lo invito a que me escriba para que podamos seguir la conversación. Allí estoy como @gedgard

7 de Octubre de 2012: ¿Un final cerrado? por Edgard Gutiérrez

Hoy es el último día en el que por normativa, se pueden divulgar sondeos de opinión en los medios de comunicación venezolanos. Como lo establece la Ley Orgánica de Procesos Electorales en su artículo 82, se prohíbe la difusión por cualquier medio de resultados de encuestas durante el lapso de siete días anteriores al acto de votación. Por supuesto, lo curioso es que esta disposición no afecta a medios de comunicación foráneos, así que con sólo una modesta conexión a internet cualquiera podrá revisar cifras la semana que viene cuando se publiquen en los websites de cadenas internacionales.

Siempre hago esta reflexión cuando se trata el tema de la “prohibición de publicar encuestas”, porque pareciera que los legisladores –no sólo de Venezuela, sino de muchos otros países– no se han percatado del poder de las comunicaciones globalizadas y el advenimiento de las redes sociales. ¿Por qué prohibir algo que igual se conocerá? Voy más allá: ¿No es acaso legítimo que el público se entere de una información que fue extraída precisamente de sus opiniones? Este debate de nunca acabar, por estos días en Venezuela seguirá más vigente que nunca.

¿“Guerra” o “desorden” de Encuestas?

Hace exactamente cuatro meses, publiqué un artículo que daba cuenta de la Guerra de Encuestas en el que mi principal objetivo era poder ofrecerle a usted algunas herramientas para saber separar entre encuestadoras recién aparecidas, sesgadas y de dudosa reputación; de aquellas que tienen una amplia y reconocida trayectoria y además un razonable margen de aciertos. En esa misma pieza, señalé que aún revisando las cifras de esas firmas de opinión reconocidas, el panorama no ofrecía ninguna nitidez. Por el contrario, ni siquiera había empezado formalmente la campaña y no se habían inscrito los candidatos. Para aquel entonces la disparidad de cifras entre encuestadoras reconocidas era notoria.

Hoy, a siete días de la elección, eso no ha cambiado. Persisten discrepancias importantes.

La controversia que existe entre las diferencias registradas en las encuestadoras sigue siendo tan álgida como hace cuatro meses. Esto me motivó a decir públicamente en una entrevista en Globovisión que más que una guerra de encuestas, lo que ha habido es un “Desorden de Encuestas”.

Es muy difícil pensar que a estas alturas del partido haya cifras tan dispares. Algo está ocurriendo.

Lejos de aclarar las cosas, las encuestadoras están confundiendo más al electorado:

– Datanálisis nos dice que entre Hugo Chávez y Henrique Capriles hay una diferencia de 10 puntos, con 12% de indecisos. No obstante, afirman que la mayoría de las personas aún no decididas se viene decantando por la opción opositora. Vale decir que esta encuesta concluyó su campo el 5 de septiembre, fecha demasiada lejana a la elección.

– IVAD informa que Chávez goza de una preferencia de 54% y Capriles 38% con 8% de personas que no respondieron. La encuesta corresponde al 24 de septiembre.

– DATOS (la de verdad) no ha publicado sus estimaciones, cosa que es usual por política empresarial. Todo lo que ha circulado en estos últimos días, son cifras de encuestadoras cuyo nombre es similar, pero no tienen nada que ver con la decana de las encuestadoras en Venezuela.

– Hinterlaces, en su último informe, asegura que no vislumbran escenario alguno en el que la oposición pueda ganar. Afirma que Hugo Chávez tiene 50% y Capriles 34%. Un 14% no ha tomado una decisión o no respondió. La encuesta concluyó el 22 de septiembre

– Varianzas en su estudio concluido el 20 de septiembre, señaló que Chávez tiene el 49,7% y Capriles un 47,7%. No sabe: 2,6%. Un empate

– Consultores 21 nos muestra un panorama similar al de Varianzas, pero con signo distinto: Capriles obtendría el 48,9% y Hugo Chávez 45,7%. No saben o no contestan: 4,8%

 

En resumen: Dos empresas dan claramente ganador a Hugo Chávez, otras dos dicen que ambos candidatos están muy cerca, una quinta no ha divulgado información (ni creo que lo haga) y una sexta, aún no sabe si la cosa va a estar cerca o no… Un completo enredo.

¿En quién creemos?

Algunas aproximaciones

Una vía para aclarar el enredo, ha sido la aproximación que ha hecho Iñaki Sagarzazu en su conocido blog YV Polis, el cual invito a visitar. El análisis que ahí se ha desarrollado es sumamente interesante, pues incluye algo muy útil por estos días: el sesgo de las encuestadoras. En su último trabajo –la octava entrega–, Iñaki afirma que Capriles obtendría un 51% y Chávez un 49%, lo cual es… un empate. Es notorio que bajo este análisis comparativo, el autor nos indica que la encuestadora con menor sesgo histórico ha sido Varianzas.

En lo personal, me he inclinado por seguir más de cerca a las encuestadoras que ofrecen un menor porcentaje de indecisos, porque mucho de la diatriba demoscópica se ha basado precisamente en el alto nivel que se registra en esta categoría en algunas de ellas. La experiencia sugiere que esa es la mejor forma de aproximarse. ¿Por qué? Porque en algunos sondeos el porcentaje es inusualmente alto y no explican de manera muy clara cómo se comportarían estos electores que aún no han tomado partido por una u otra opción.

Si lo anterior es correcto, pues nos estaríamos acercando a lo que se conoce como un típico “final de fotografía”. Un final en el que las encuestas –aún las más precisas– podrían decirnos: “está demasiado reñido para afirmar quién ganará”.

Nuevamente, voy más allá. Incluso en las encuestadoras que manejan menor margen de indecisos, éstos siguen siendo determinantes. En Varianzas, la brecha de dos puntos es superada por el 2,6 del No sabe No Contesta y en Consultores 21, la diferencia de 3,2% también es superada por un 4,8% de no respondientes. Es decir, que lo que decidan o dejen de decidir estos ciudadanos es lo que terminará de inclinar definitivamente la balanza hacia un lado u otro.

Para agregarle mayor complejidad al panorama: debo decir que aún en el mejor de los casos estos son resultados que cierran a dos semanas de celebrarse el proceso electoral. Alguien podría afirmar que están muy cerca de la fecha, pero yo agregaría: sí, están cerca del 7-O, pero no tanto.

¿Por qué lo anterior es tan importante? Porque los últimos días, precisamente las últimas dos semanas son estelares en una elección, especialmente si éstas son reñidas. Es en ellas cuando ocurre en los segmentos más blandos del electorado el proceso de cristalización de las opiniones. La gente termina pues, confirmando o definiendo su voto. Así que, aún faltan días y horas para que quien aún no ha terminado de decidirse, efectivamente se decida… Y lo más crucial: que luego de llegar a su decisión, concurra a las urnas.

La experiencia también nos obliga a citar el caso más reciente en lo que este fenómeno que describí operó en la Venezuela electoral reciente. A dos semanas de las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010, varias encuestadoras registraban una ventaja para la opción del chavismo en términos de voto popular. La última semana antes, en los sondeos que la Opinión Pública no conoció, se registró un cambio: era ahora la oposición la que tenía la primera opción, situación que fue la que terminó ocurriendo.

 Photo Finish

Algunas personas descartan la opción de que estos comicios presidenciales terminen en un “photo-finish”. Dicen que las cosas están muy claras y se dividen a su vez en dos grupos: entre quienes piensan que Chávez ganará cómodo o bien que Capriles arrasará con una diferencia notable. A mí, francamente no me parece extraño que ocurra un final cerrado. De hecho, ya ha pasado en un par de oportunidades. La noche del 2 de diciembre de 2007 lo vivimos. La propia noche del 26-S de 2010 también lo volvimos a ver. Lo que sugiere la historia electoral reciente es que existe una alta polarización electoral, con dos bloques políticos movilizados y equivalentes en tamaño. ¿Algo ha cambiado? Si su respuesta fue NO, siga leyendo…

Si esta elección va a terminar siendo algo parecido a esos dos episodios de 2007 y 2010 (otro final de fotografía), pues deberíamos prepararnos para una noche larga y de mucha tensión. Pero lo clave de un proceso que revista tales características es analizar la capacidad de movilización que tenga un factor u otro. Si los comicios son cerrados, pues aquel bloque que tenga la mayor disposición a ir a votar y a mover a sus propios partidarios es quién tendrá la mayor probabilidad de ganar.

Por ello es que algunos afirman que lo que dicen las encuestas hasta el último día es una cosa, y el día de la elección bien puede ser otra cosa. ¿Recuerda lo que ocurrió en la primera vuelta entre Mockus y Santos en 2011?

Veremos qué tanto conoceremos de los números que no “podrán ser publicados”. Quizás la resolución de esas fotografías sea mayor y nos ayude a comprender mejor lo que podría ocurrir… O no…

También veremos cómo quedan paradas las encuestadoras después del desenlace. El resultado traerá cola y de seguro, consecuencias para ellas.

Atento siempre a sus comentarios en el twitter. Allá estoy disponible para conversar con usted en mi cuenta @gedgard

 

Las implicaciones electorales de la foto “Santos-Capriles” por Edgard Gutiérrez

El pasado martes –ya casi en la noche– el candidato Henrique Capriles anunció que sostendría una reunión privada con el actual presidente colombiano Juan Manuel Santos en el propio Palacio de Nariño. Horas después, los venezolanos y el mundo, pudimos conocer que tal encuentro efectivamente tuvo lugar y minutos después, se divulgó una fotografía de esa conversación entre ambas personalidades que fue la principal noticia por muchas horas. La foto recorrió el mundo y se registró en las principales portadas de los medios de comunicación venezolanos y también, es importante decirlo, fue ampliamente reseñada por la prensa latinoamericana.

Un detalle adicional, pero muy importante: la fotografía no fue “producida” por el equipo de comunicaciones del candidato venezolano. La foto emanó de Nariño. Es decir, aunque mucho se dijo que era un encuentro privado y que la prensa no tendría acceso (así fue), sin embargo fue la propia presidencia colombiana la que decidió “registrar” y “dejar constancia” del momento.

Esa foto, tiene consecuencias. Consecuencias políticas. Consecuencias electorales. Consecuencias diplomáticas.

El “nuevo mejor amigo” del Presidente Chávez decide compartir tribuna con el máximo rival de este último.

El principal comentario que se registró en las horas previas y posteriores al encuentro fue: ¿Qué es lo que sabe Santos que no sabemos el resto de los mortales que vivimos en este país?

¿Qué significa esto?

Hasta el momento, la agenda internacional de Capriles Radonsky había sido muy modesta, si queremos endilgarle algún calificativo. Centrado en una campaña intensa de tierra, visitando población tras población en zonas profundas y recónditas de nuestra geografía, los espacios “diplomáticos” habían sido muy pocos y todos ellos, de bajo impacto noticioso y político. Esta entrevista con Santos, es completamente distinta.

Habitualmente, los candidatos presidenciales suelen visitar otros países para mostrarse como futuros Jefes de Estado, destacar los puntos y visiones de lo que serían sus relaciones con otros países y ofrecer una visión y estilo de cómo manejarían en general su eventual política exterior. Siempre ha sido incómodo para los países y mandatarios de esas naciones el “fotografiarse” con una persona distinta a quien ejerce en ese momento la presidencia del país que está sometido al proceso electoral. Aún más incómodo debe ser “retratarse” con un candidato de oposición. Hacerlo es un mensaje en sí mismo. Sutilmente se está afirmando: “si hay un cambio en ese país, pues acompañaremos y entablaremos relaciones con el nuevo Presidente”.

En el caso venezolano, es un mensaje aún más polémico. Que Santos haya accedido a reunirse con el “enemigo” de Hugo Chávez revela algo cualitativamente relevante. Hay mucho detrás de eso.

¿Qué implicaciones tiene esto para la campaña electoral presidencial venezolana? A mi modo de ver desde la óptica estrictamente comunicacional, algunas reflexiones que podemos derivar del encuentro Santos-Capriles serían las siguientes:

1.- Fortalece su imagen presidencial: Capriles lució como un estadista. Proyecta una imagen de alguien que ya ejerce funciones de Estado y en la práctica los electores asocian esa imagen con un Presidente. Como podría afirmarse coloquialmente: “lo pone a jugar en otra liga”. Estamos acostumbrados a ver a HCR con camisas y gorras que lo ubican como alguien que adelanta una campaña intensa, de calle, de contacto directo. Pero el traje, el escenario y el interlocutor lo pone a jugar –al menos en el imaginario colectivo– como un representante de nuestro país, reunido nada más y nada menos, que con nuestro principal vecino. Cualquier campaña desea eso para elevar sus niveles de favorabilidad.

2.- Eleva a Capriles a un nuevo nivel: Pues se comienza a “quebrar” la narrativa de la invencibilidad de Chávez en el exterior y comienza a registrar noticias de un eventual nuevo presidente en otros escenarios, que puedan que no sean determinantes, pero sí muy influyentes. La prensa internacional se hace las mismas preguntas que nosotros e intenta “decodificar” las intenciones de Santos, automáticamente elevando a Capriles en un concierto en el que pocos privilegiados tienen un ticket de entrada. Positivo para cualquier campaña

3.- Se envía un mensaje muy importante, pues se dice: Este también puede ganar: Santos le envía un mensaje no sólo a Chávez, sino también a los electores que se preguntan cómo será el desenlace de esta campaña. Afirma –tácitamente– este candidato tiene una probabilidad importante de ser el próximo Presidente de Venezuela y a mí me interesa tener buenas relaciones con él, sin importar que su actual colega se moleste. Mucho se sabe de los intentos de la diplomacia venezolana por impedir este encuentro, pero aún así, se llevó a cabo. El mensaje es nítido. El que no quiera verlo, pues que voltee hacia otro lado.

4.- El propio momento en que se lleva a cabo la entrevista: Ocurre en la etapa final de esta película. En las semanas culminantes. Ayuda a expandir el mensaje anterior. Distinto hubiese sido que esto se hubiese efectuado en otro momento, pero éste, es particularmente revelador y aumenta las expectativas en muchos que quizás creen que “todo está definido”. Sutilmente se afirma y otorga elementos comunicacionales para decir por lo menos, como diría Yogi Berra que: “el juego no se acaba hasta que se termina”. ¿Quién no quisiera disponer de estos elementos de su parte en los días que restan para el 07 de octubre?

5.- Deja sin palabras al adversario: Para el gobierno, este hecho no puede ser criticable, pero sabe que es un golpe duro. Elías Jaua tuvo que limitarse a decir, a regañadientes, que este tipo de encuentros es “normal” y “natural”. Para ellos es mejor que nunca hubiese ocurrido.

Para Santos también es mucho lo que se puede decir, pues cabría preguntarse ¿por qué hace esto en este momento? ¿Por qué toma ese riesgo? Pero no me corresponde a mí hacer ese análisis. Muchos son los analistas de las relaciones colombo-venezolanos que lo harán mucho mejor que yo. Acá mismo en esta casa, la gente de Diploos estoy seguro analizará esto con mayor rigurosidad.

¿Usted qué opina de esta foto? Conversémoslo en las redes sociales. A su disposición tiene mi cuenta en twitter @gedgard para que ahí intercambiemos opiniones y comentarios.

 

“Hay que bajar a Capriles” por Edgard Gutiérrez

Estamos a menos de cuatro semanas de la contienda presidencial. Estamos en la fase de remate.

El país todo vio el jueves pasado las descolocadas declaraciones de William Ojeda en contra de Henrique Capriles. Días antes habíamos apreciado en detalle, como el nuevo mejor “vocero” del oficialismo, David De Lima, atacaba los supuestos planteamientos económicos del candidato opositor. Ayer apenas vimos cómo cuatro partidos –muy pequeños, hay que señalarlo– que respaldaban la opción unitaria, ahora son “representados” por el mismo De Lima y deciden abandonar su postulación. El gobierno encarta cientos de miles de ejemplares del denominado por ellos “paquetazo” y por si fuera poco, el propio candidato aspirante a la reelección se hace eco de todas estas afirmaciones para señalar los “problemas” que enfrenta la candidatura de su adversario. Dice que su victoria es “inevitable”.

Mientras escribo estas líneas, en el aeropuerto Bartolomé Salom de Puerto Cabello militantes del oficialismo escenifican actos violentos para impedir la llegada de Henrique Capriles a esa localidad.

Más de lo mismo fue lo que vimos el fin de semana en la parroquia La Pastora de la ciudad capital.

El gobierno, definitivamente, escogió como será su remate.

Atacando despiadadamente, apelando a la “propaganda negra”, impidiendo el despliegue de actividades de campaña de HCR y además, generando dudas sobre su eventual presidencia. Ya no tengo la menor duda. Si partimos de la premisa que Hugo Chávez tiene un techo electoral ya, que no podrá aumentar, pues, sencillo: necesitan bajar a Henrique Capriles.

“Hay que bajarlo, como sea, pero hay que bajarlo”

Visto que la campaña oficial ha cometido errores importantes en cuanto a disciplina, organización y manejo disperso de sus mensajes, recurrir a la táctica de los ataques a un nuevo nivel, cobrará protagonismo en la mente de los estrategas del Comando Carabobo.

El razonamiento es muy simple: si no se puede ampliar los niveles de intención de voto de Chávez, pues lo lógico es –al menos– detener el crecimiento del oponente recurriendo a la amplificación de sus negativos. Más que pensar en captar nuevos electores aún indecisos (en este momento, ya quedan cada vez menos), la campaña Carabobo pensará en que es preferible impedir que los conquiste HCR. El elemento subyacente a esta forma de pensar, podría explicarse en la “ventaja” que ellos consideran tener en el día de la elección, pues el poder de movilización y chantaje del Estado será en definitiva, lo que podría apuntalar su triunfo.

En todo caso, aunque desde muy temprano el Gobierno recurrió a la matriz de la “invencibilidad” de Chávez y de la “inevitabilidad” de su triunfo apelando a enormes diferencias en los sondeos de opinión; es costumbre observar en sus comunicaciones que el descrédito y el “asesinato moral” al rival es parte esencial de sus mensajes. Sin embargo, mucho de esta práctica casi siempre se concentra en los canales oficiales que son habitualmente consumidos por sus propios partidarios –logrando un reforzamiento de los mismos–, pero no expandiendo su electorado. Lo que se presume es que ahora intentarán por todas las vías, es contraer el electorado posible de HCR con ataques que puedan surtir un efecto de desencanto, preocupación o revisión en electores ubicados en la franja media en el mercado político.

Aunque históricamente el chavismo siempre ha utilizado la publicidad mayormente en términos positivos para reforzar la “obra” de gestión, los beneficios sociales y el carisma de su máximo líder; no es descartable que en esta oportunidad puedan combinar ambos tipos de campaña para inocular mensajes agresivos contra la candidatura de HCR en medios radioeléctricos privados de alta sintonía.

¿Cuáles serán esos mensajes? Pues ya hemos visto varios antes. Lo nuevo es el volumen que van a tener: Capriles es una amenaza. Capriles revertirá todos los beneficios. Capriles gobernará excluyendo. Si Capriles gana se acabará la estabilidad y vendrá el caos. Veremos más y más comunicaciones vinculadas a las cualidades personales “negativas” del abanderado de la MUD y además, se intentará distorsionar el record como gobernante de Capriles como primera autoridad del Estado Miranda. Todas estas ideas, están transversalmente unidas por un mismo objetivo: sembrar dudas y alejar a los “votantes ganables”.

¿Podrá el gobierno ser efectivo y detener o al menos ralentizar el ascenso de su adversario?

¿Ejerciendo mayor presión podrá lograr que el Comando Venezuela cometa errores?

O por el contrario, ¿esta estrategia de despliegue total y final de ataques se les revertirá?

En el cementerio de los perdedores de muchas campañas electorales hay muchas lápidas con esa inscripción.

Como siempre,  a su disposición en las redes sociales en mi cuenta de Twitter @gedgard

Buscando los votos donde es por Edgard Gutiérrez

“El equipo de campaña de Capriles sabe muy bien lo que está haciendo: identificando las locaciones de los municipios donde Chávez ha perdido respaldo electoral. ¿Lo sabe acaso el Comando Carabobo?

Están haciendo una perfecta actividad de campaña planificada dirigida a aquellos lugares donde tenemos debilidades electorales claramente manifiestas, mientras el Comando Carabobo se duerme en los laureles. Turén, Papelón, Guanarito y San Genaro de Boconoito traducen los municipios con mayor pérdida de votos del chavismo. ¿Dónde está la contracampaña y la planificación del Comando Carabobo? (…)

Estamos pelados, incluido Chávez. El voto blando es de diferentes segmentos y con realidades locales donde el PSUV parece haber abandonado su trabajo político: municipios y estados con malas gestiones, sectores populares descontentos, grupos y colectivos con problemas específicos marginados del PSUV (…) Si el Comando Carabobo no quiere que le cierren la brecha, debe ponerse a estudiar la realidad electoral. Si el problema es que “Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra”, vamos a darle una mala noticia a los triunfalistas: Tenemos que tener mucho cuidado en: Caricuao, La Pastora, San Juan, El Junquito, El Valle, La Vega y Santa Rosalía. Ya hemos perdido en Altagracia, La Candelaria, El Paraíso, El Recreo, San Bernardino, San José, San Pedro y Santa Teresa. ¿Queremos perder el Distrito Capital y entregarle el centro de poder del país a la oposición? Sigan mirando pal´techo…

 

Lo que usted acaba de leer más arriba, no lo escribió un adulador de Henrique Capriles para congraciarse con él. No. Tampoco es un cable interceptado por Wikileaks. Los párrafos precedentes son de la autoría de Javier Biardeau, sociólogo, profesor universitario de la UCV, militante del PSUV, colaborador del Centro Internacional Miranda y asiduo columnista del portal oficialista Aporrea. Si quiere leer el artículo completo consúltelo acá.

¿Interesante lo que se expone allí cierto?

Aunque por supuesto el propósito es enviar una señal de alerta a las altas esferas del Comando Carabobo, los argumentos dibujan algo muy concreto: la actitud triunfalista siempre es mala consejera y dudo mucho que este artículo que he citado, sea de alguien que piensa que las distancias sean de 25 ó 30 puntos entre ambos candidatos. Por el contrario, el análisis del autor se basa en un sencillo análisis que responde a la siguiente necesidad: si necesito más votos que los propios, ¿dónde debo buscarlos?

Eso es lo que ambos candidatos deberían estar haciendo: intentar morder en segmentos del electorado que históricamente no les han sido favorables. Una vía, –más allá de la meramente publicitaria– es concentrar actividades electorales en las zonas que aglutinen demográficamente a esos electores target. Quizás los hitos más importantes de esas campañas segmentadas sean los actos en los que el propio candidato se hace presente. En todo caso, acá de arranque ya hay un desbalance importante en este tipo de actos pues, mientras HCR ya ha celebrado más de 150 actividades, Chávez ha podido hacer tan sólo un poco más de 10 apariciones. Ése es el único “ventajismo” que el chavismo podría denunciar en esta campaña.

La estrategia territorial de Capriles Radonski se concentra en llevar al candidato a esas zonas (municipios o parroquias) que son de vital importancia para crecer en votación o al menos, reducir las brechas históricas. Biardeau expone en concreto el caso de Portuguesa (con mucho detalle en términos poblacionales y electorales), pero el abanderado de la Unidad no se ha cansado de visitar localidades como los Valles del Tuy, Guacara, San Joaquín, Mariara, Barinas, Machiques, Caicara, Ciudad Bolívar por mencionar tan sólo los últimos centros poblados de su periplo. ¿Está usted pensando en la capital?: pues el candidato se ha concentrado en Caricuao, San Martín y Catia. Muy pocas apariciones en las zonas “naturales” de la oposición. Si hay algo que no se puede negar y tampoco los más realistas en el oficialismo (como Biardeau) lo hacen, es que Capriles está buscando los votos donde es.

Mientras tanto, ¿qué hace Hugo Chávez? Pues la verdad sus pocos recorridos en su mayoría han sido realizado en “zonas fuertes” como San Félix (Bolívar), Miguel Peña (Valencia), Vargas, Antímano (Caracas), San Juan de los Morros (Guárico), Mariara (Carabobo) y Maracay (Aragua).  Estos sitios históricamente han aportado una buena votación al oficialismo. Sí, por supuesto, hay sus excepciones como lo son visitas a Puerto La Cruz, Barquisimeto, San Cristóbal y Maracaibo.

En todo caso, el punto de fondo es ¿por qué no vemos una preocupación legítima por intensificar la campaña y desplegarla a su máxima capacidad?

¿Por qué el candidato oficial y su comando de campaña no se preocupan en “conquistar” o “reconquistar” más y más zonas como Puerto Ordaz o Valencia Norte, ampliar su despliegue en Maracaibo o “inundar” la ciudad capital o el norte de Anzoátegui?

¿Será que no pueden? ¿La limitación de Chávez es tal que no se lo permite su estado de salud?

¿O será que no lo consideran necesario?

Sobre esto último, algunos psuvistas preocupados piensan exactamente lo contrario.

Los votos no vienen solos como por arte de magia. Hay que buscarlos donde es.

¿Usted qué piensa? Anímese a compartir conmigo sus opiniones. En twitter estoy como @gedgard y con mucho gusto conversaremos sobre estos temas.