Hoy es el último día en el que por normativa, se pueden divulgar sondeos de opinión en los medios de comunicación venezolanos. Como lo establece la Ley Orgánica de Procesos Electorales en su artículo 82, se prohíbe la difusión por cualquier medio de resultados de encuestas durante el lapso de siete días anteriores al acto de votación. Por supuesto, lo curioso es que esta disposición no afecta a medios de comunicación foráneos, así que con sólo una modesta conexión a internet cualquiera podrá revisar cifras la semana que viene cuando se publiquen en los websites de cadenas internacionales.
Siempre hago esta reflexión cuando se trata el tema de la “prohibición de publicar encuestas”, porque pareciera que los legisladores –no sólo de Venezuela, sino de muchos otros países– no se han percatado del poder de las comunicaciones globalizadas y el advenimiento de las redes sociales. ¿Por qué prohibir algo que igual se conocerá? Voy más allá: ¿No es acaso legítimo que el público se entere de una información que fue extraída precisamente de sus opiniones? Este debate de nunca acabar, por estos días en Venezuela seguirá más vigente que nunca.
¿“Guerra” o “desorden” de Encuestas?
Hace exactamente cuatro meses, publiqué un artículo que daba cuenta de la Guerra de Encuestas en el que mi principal objetivo era poder ofrecerle a usted algunas herramientas para saber separar entre encuestadoras recién aparecidas, sesgadas y de dudosa reputación; de aquellas que tienen una amplia y reconocida trayectoria y además un razonable margen de aciertos. En esa misma pieza, señalé que aún revisando las cifras de esas firmas de opinión reconocidas, el panorama no ofrecía ninguna nitidez. Por el contrario, ni siquiera había empezado formalmente la campaña y no se habían inscrito los candidatos. Para aquel entonces la disparidad de cifras entre encuestadoras reconocidas era notoria.
Hoy, a siete días de la elección, eso no ha cambiado. Persisten discrepancias importantes.
La controversia que existe entre las diferencias registradas en las encuestadoras sigue siendo tan álgida como hace cuatro meses. Esto me motivó a decir públicamente en una entrevista en Globovisión que más que una guerra de encuestas, lo que ha habido es un “Desorden de Encuestas”.
Es muy difícil pensar que a estas alturas del partido haya cifras tan dispares. Algo está ocurriendo.
Lejos de aclarar las cosas, las encuestadoras están confundiendo más al electorado:
– Datanálisis nos dice que entre Hugo Chávez y Henrique Capriles hay una diferencia de 10 puntos, con 12% de indecisos. No obstante, afirman que la mayoría de las personas aún no decididas se viene decantando por la opción opositora. Vale decir que esta encuesta concluyó su campo el 5 de septiembre, fecha demasiada lejana a la elección.
– IVAD informa que Chávez goza de una preferencia de 54% y Capriles 38% con 8% de personas que no respondieron. La encuesta corresponde al 24 de septiembre.
– DATOS (la de verdad) no ha publicado sus estimaciones, cosa que es usual por política empresarial. Todo lo que ha circulado en estos últimos días, son cifras de encuestadoras cuyo nombre es similar, pero no tienen nada que ver con la decana de las encuestadoras en Venezuela.
– Hinterlaces, en su último informe, asegura que no vislumbran escenario alguno en el que la oposición pueda ganar. Afirma que Hugo Chávez tiene 50% y Capriles 34%. Un 14% no ha tomado una decisión o no respondió. La encuesta concluyó el 22 de septiembre
– Varianzas en su estudio concluido el 20 de septiembre, señaló que Chávez tiene el 49,7% y Capriles un 47,7%. No sabe: 2,6%. Un empate
– Consultores 21 nos muestra un panorama similar al de Varianzas, pero con signo distinto: Capriles obtendría el 48,9% y Hugo Chávez 45,7%. No saben o no contestan: 4,8%
En resumen: Dos empresas dan claramente ganador a Hugo Chávez, otras dos dicen que ambos candidatos están muy cerca, una quinta no ha divulgado información (ni creo que lo haga) y una sexta, aún no sabe si la cosa va a estar cerca o no… Un completo enredo.
¿En quién creemos?
Algunas aproximaciones
Una vía para aclarar el enredo, ha sido la aproximación que ha hecho Iñaki Sagarzazu en su conocido blog YV Polis, el cual invito a visitar. El análisis que ahí se ha desarrollado es sumamente interesante, pues incluye algo muy útil por estos días: el sesgo de las encuestadoras. En su último trabajo –la octava entrega–, Iñaki afirma que Capriles obtendría un 51% y Chávez un 49%, lo cual es… un empate. Es notorio que bajo este análisis comparativo, el autor nos indica que la encuestadora con menor sesgo histórico ha sido Varianzas.
En lo personal, me he inclinado por seguir más de cerca a las encuestadoras que ofrecen un menor porcentaje de indecisos, porque mucho de la diatriba demoscópica se ha basado precisamente en el alto nivel que se registra en esta categoría en algunas de ellas. La experiencia sugiere que esa es la mejor forma de aproximarse. ¿Por qué? Porque en algunos sondeos el porcentaje es inusualmente alto y no explican de manera muy clara cómo se comportarían estos electores que aún no han tomado partido por una u otra opción.
Si lo anterior es correcto, pues nos estaríamos acercando a lo que se conoce como un típico “final de fotografía”. Un final en el que las encuestas –aún las más precisas– podrían decirnos: “está demasiado reñido para afirmar quién ganará”.
Nuevamente, voy más allá. Incluso en las encuestadoras que manejan menor margen de indecisos, éstos siguen siendo determinantes. En Varianzas, la brecha de dos puntos es superada por el 2,6 del No sabe No Contesta y en Consultores 21, la diferencia de 3,2% también es superada por un 4,8% de no respondientes. Es decir, que lo que decidan o dejen de decidir estos ciudadanos es lo que terminará de inclinar definitivamente la balanza hacia un lado u otro.
Para agregarle mayor complejidad al panorama: debo decir que aún en el mejor de los casos estos son resultados que cierran a dos semanas de celebrarse el proceso electoral. Alguien podría afirmar que están muy cerca de la fecha, pero yo agregaría: sí, están cerca del 7-O, pero no tanto.
¿Por qué lo anterior es tan importante? Porque los últimos días, precisamente las últimas dos semanas son estelares en una elección, especialmente si éstas son reñidas. Es en ellas cuando ocurre en los segmentos más blandos del electorado el proceso de cristalización de las opiniones. La gente termina pues, confirmando o definiendo su voto. Así que, aún faltan días y horas para que quien aún no ha terminado de decidirse, efectivamente se decida… Y lo más crucial: que luego de llegar a su decisión, concurra a las urnas.
La experiencia también nos obliga a citar el caso más reciente en lo que este fenómeno que describí operó en la Venezuela electoral reciente. A dos semanas de las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010, varias encuestadoras registraban una ventaja para la opción del chavismo en términos de voto popular. La última semana antes, en los sondeos que la Opinión Pública no conoció, se registró un cambio: era ahora la oposición la que tenía la primera opción, situación que fue la que terminó ocurriendo.
“Photo Finish”
Algunas personas descartan la opción de que estos comicios presidenciales terminen en un “photo-finish”. Dicen que las cosas están muy claras y se dividen a su vez en dos grupos: entre quienes piensan que Chávez ganará cómodo o bien que Capriles arrasará con una diferencia notable. A mí, francamente no me parece extraño que ocurra un final cerrado. De hecho, ya ha pasado en un par de oportunidades. La noche del 2 de diciembre de 2007 lo vivimos. La propia noche del 26-S de 2010 también lo volvimos a ver. Lo que sugiere la historia electoral reciente es que existe una alta polarización electoral, con dos bloques políticos movilizados y equivalentes en tamaño. ¿Algo ha cambiado? Si su respuesta fue NO, siga leyendo…
Si esta elección va a terminar siendo algo parecido a esos dos episodios de 2007 y 2010 (otro final de fotografía), pues deberíamos prepararnos para una noche larga y de mucha tensión. Pero lo clave de un proceso que revista tales características es analizar la capacidad de movilización que tenga un factor u otro. Si los comicios son cerrados, pues aquel bloque que tenga la mayor disposición a ir a votar y a mover a sus propios partidarios es quién tendrá la mayor probabilidad de ganar.
Por ello es que algunos afirman que lo que dicen las encuestas hasta el último día es una cosa, y el día de la elección bien puede ser otra cosa. ¿Recuerda lo que ocurrió en la primera vuelta entre Mockus y Santos en 2011?
Veremos qué tanto conoceremos de los números que no “podrán ser publicados”. Quizás la resolución de esas fotografías sea mayor y nos ayude a comprender mejor lo que podría ocurrir… O no…
También veremos cómo quedan paradas las encuestadoras después del desenlace. El resultado traerá cola y de seguro, consecuencias para ellas.
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