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Venebarometro

 

Escribo estas líneas mientras veo lo que ocurre con las invasiones realizadas en la madrugada en el Municipio Chacao. Un grupo de venezolanos claramente vinculados al PSUV procedieron a tomar varios terrenos de esta localidad caraqueña. Fiel a su principio de cambiar todo semánticamente, los medios oficiales denominan a esto como una “ocupación pacífica”, aunque queda perfectamente claro de qué se trata. Todo esto no ocurre por casualidad ni de modo aislado. Las invasiones han ocurrido tan sólo a horas de que Chávez promulgara un decreto con fuerza de ley de “emergencia para viviendas y terrenos urbanos”. Esta es una de principales las aristas de un tema que ha colocado quien dirige el Gobierno en el centro de la discusión: la vivienda.

Aún antes de la calamidad provocada por las lluvias, ya el propio Jefe de Estado había iniciado su ofensiva en este particular: anunció claramente que se tomaba personalmente el tema de la vivienda y que él mismo lo iba a resolver. Paso seguido vimos como se tomaron medidas para afectar desarrollo habitacionales –principalmente destinados a venezolanos de clase media– sobre todo focalizados en el área metropolitana de Caracas. No es de extrañarse que otras situaciones similares hayan acaecido o sucedan pronto en las principales ciudades del país.

El Plan

Como el gobierno nacional actúa casi siempre orquestadamente, desde entonces vemos una campaña televisiva en la que se nos muestra a ciudadanos estafados y se intenta mostrar a una “mafia de constructores”. Aunque es posible que haya elementos verosímiles en esas denuncias, el fin ulterior de estas comunicaciones es por supuesto, legitimar medidas radicales por parte del sector oficial. Después ocurrieron las lluvias y el tema adquirió una nueva dimensión al ser rebasada la capacidad de respuesta gubernamental en los refugios. Chávez conecta los temas y como buen militar, se coloca a la ofensiva: promete cientos de miles de vivienda en este 2.011, pide que se le identifiquen galpones y terrenos baldíos para expropiar y aprueba decretos –con su flamante Ley Habilitante– para hablarle a otro segmento: a los excluidos que no han podido tener acceso a la vivienda.

Hasta acá parece un plan bastante atractivo desde la óptica política.

Ese plan oficial, en mi criterio tiene dos grandes vertientes, tal como si se tratase de una tenaza: 1) por un lado empujar todo el peso del Estado para en lo posible construir algunas viviendas en sitios estratégicos (luego nos referiremos a esto) y por el otro, 2) usar los “caminos oscuros” como lo son las expropiaciones  y la promoción de las invasiones para proveer otras viviendas –seguramente más que las primeras– por vías ilegítimas. Es una manera de radicalizarse en un tema en el que a los electores de estratos bajos se les hace una oferta muy clara: “a ti también te puede tocar tu casa, no importa cómo. Lo importante es que te la vamos a dar”. Así que, en el fondo, es un tema electoral en el que Chávez se intenta posicionar favorablemente.

No me extraña que la segunda variante sea la más utilizada. Está en la naturaleza de este gobierno. Pero tiene un gran “pero”: no hay casa para tanta gente, sin que antes se produzca una sólida reacción social por los atropellos.

Un tema de campaña

Sin embargo, es también el propio Presidente quien ayuda a definir muy claramente un tema de la campaña electoral presidencial en ciernes que puede constituirse como una gran vulnerabilidad. Es el riesgo que asume y quizás peca por exceso de confianza. Asumirse como el único responsable de un tema –algo por cierto, muy poco frecuente en él, pues suele desligar los temas gubernamentales de su figura personal– es una vara para ser medido en algo concretísimo y eso en una campaña política, con la historia que ya conocemos, es sumamente peligroso. Ya sabemos que en más de una década es éste el gobierno que menos ha hecho en la materia, pero ahora hay una diferencia muy importante: en el 2.012 sí podrá ser usado claramente en su contra, por supuesto, si se construye un marco favorable.

Perceptualmente, el tema nunca ha sido uno de los fuertes en materia de evaluación de la opinión pública: aunque hace unos años quienes juzgaban su desempeño como positivo (probablemente asociado a lo logrado por la Ley de Política Habitacional), desde hace ya bastante tiempo los venezolanos reprueban lo que hace el gobierno en esta área de política pública. Ahí están las encuestas que reflejan con gran claridad. Todos los intentos que domingo a domingo vemos en un show en el que se presentan casas uruguayas, bielorrusas, chinas o de cualquier otro país, no ha cambiado esta tendencia. Por el contrario, se mantiene incólume: son más quienes piensan que el gobierno hace poco o nada por ayudar a los venezolanos en materia de vivienda. Chávez elige ese terreno para intentar cambiar esa percepción y ahí puede sufrir una gran derrota política.

Construir un marco favorable

Para derrotarlo en esta materia hace falta una fuerza política que entienda primero de qué se trata el juego y que no se quede solamente en condenar las medidas ilegales. Hacer acusaciones sobre los abusos es una obligación, por supuesto, pero no es suficiente. Es en el sutil juego de las percepciones y el de la comunicación política donde es preciso propinarle una derrota clara a Chávez.

Hasta ahora, sólo he podido ver condenas y llamados al respeto de la propiedad privada. De vuelta, estoy de acuerdo con hacer esto, pero hay que ir más allá. ¿Qué propongo? Pues aplicar otra tenaza. ¿Cómo?

Por un lado, aplicar estrictamente una política de contraloría a cada anuncio oficial realizado y verificar sus alcances. Hay que hacer evidente los fracasos e inclusive los anuncios fantasmas que se hacen desde el poder. Esto requiere un proceso inteligente de monitoreo, investigación y obviamente, de comunicación. Es el mismísimo Chávez quien lo ha hecho más fácil: ha hablado de fechas para entregas, pues es preciso demostrar cómo esas promesas se quedaron sólo en eso.

Por otro lado, es necesario proponer, proponer y proponer. No me cansaré de sugerirlo. Las fuerzas alternativas deben presentarle al país su propuesta y visión de cómo resolverá –una vez instalado en el Poder– este acuciante problema. Es el sector opositor quien sí está en la cómoda posición de prometer, pero debe hacerlo de manera inteligente y constructiva. ¿Cuál es y será su política de vivienda? ¿De qué forma contrasta con lo que adelanta el gobierno? Por ejemplo, anunciar un Plan en el que se trazará una gran alianza con el sector privado y bancario sería algo muy interesante y claramente diferenciado de lo que hoy se hace desde Miraflores.

Hay otro punto obvio en esta discusión: ¿Cómo contener las invasiones promovidas desde el poder? Pues la organización social es el único camino, comunidad por comunidad. Si hay algo que está dispuesto a defender el venezolano es su propiedad, lo que desde el día uno se constituye como un claro límite cultural a este trasnochado experimento que se nos propone. Sólo cuando el gobierno siente que hay una fuerza que lo contiene, es cuando desiste –aunque sea temporalmente– de sus propósitos.

Volviendo al argumento principal: si se opera orquestada y organizadamente para desmontar las mentiras y ofrecer un camino distinto, este terreno puede significar para el oficialismo un Waterloo. Ahí está la oportunidad.

¿Usted qué piensa? Conversémoslo en Twitter. Ahí estoy a sus órdenes.

Redacción Runrun.es Ene 17, 2011 | Actualizado hace 13 años


Es inevitable referirse a lo ocurrido el pasado día sábado en el Palacio Federal Legislativo. Después de transcurridos 5 años, el Presidente debía dirigir su discurso anual de gestión 2010 ante un parlamento más plural y ya eso de por sí genero gran interés en el mundo político. Los que nos atrevimos a ver la alocución completa, ya sabemos que no se trató de una presentación en la que se le rindió cuentas al país. Fue más bien una larga lista de promesas y algo más…

Mientras el personaje ubicado en la tribuna de oradores le dedicó horas a reflexionar sobre la historia y a relatar historias poco trascendentes, los venezolanos que estaban escuchando esperaban que se les dijera qué hizo este gobierno –alojado en el poder desde hace más de una década– en materia de combate a la inseguridad, abatimiento de la inflación, construcción de vivienda y generación de empleos, por mencionar algunos de los temas que más le generan angustias a la ciudadanía en su día a día. Pero sobre eso, o se habló muy poco o no se habló. Varias veces escuchamos excusas y más excusas. Sin embargo, el objetivo comunicacional del discurso pronunciado fue claramente otro: se trató de una “pausa” planteada por Chávez en su indefectible camino a la “transición al socialismo”.

Todo indica, que al menos durante algunos días el Gobierno pretende vestirse con un  nuevo disfraz de cordero. Ya lo ha hecho antes, y esta vez vuelve a las andadas.

Objetivo: la comunidad internacional

Con su conocida habilidad histriónica y capacidad para generar empatía, Chávez le planteó a la oposición allí presente una suerte de “reto”: les pidió diálogo, reconocimiento mutuo, dejarse de llamar enemigos para llamarse ahora adversarios y entendimiento. También presentó entre sus acostumbradas “sorpresas” la oferta de recortar su habilitación para legislar por decreto durante 18 meses. Dijo que lo único que necesitaba era un plazo de 5 meses.

El setting de las comunicaciones también tenía un propósito muy claro: reforzar una imagen en la que se veía a un Presidente queriendo “tender puentes” con sus “adversarios”, mientras se mostraba a una oposición cruzada de brazos renuente a dialogar y a reconocer al otro. Pero más importante aún es la necesidad de señalar que el meta-mensaje de este episodio tenía una audiencia muy clara: la opinión internacional. La alocución pretendió mostrar ante el mundo a un Presidente que reconoce (y sobre todo, respeta) a su oposición, que tiene voluntad para rectificar (veto a leyes), que promueve el debate y que además, por si fuera poco, está dispuesto a negociar una nueva habilitación para esta vez sí, poder legislar en un corto tiempo y sólo para “el beneficio de los damnificados”.

¿Es esto creíble para la comunidad internacional?, ¿es verosímil? Mientras algunos intentan responder esto, en el plano táctico el mensaje parece al menos haberse colocado en la prensa internacional, a juzgar por la lectura de algunos de estos cables: “Chavez calls for conciliation between rivals” AP, «Venezuela’s Chavez says may return decree powers early” CNN, “Chávez dice que renunciará a sus poderes especiales” EFE. En todo caso, el tono adoptado por Chávez el pasado sábado tiene una explicación muy clara: la presión internacional (poca o mucha), ha surtido su efecto. Al menos de forma momentánea.

De otro modo, esta “suavización” no tendría sentido. Es más, parece que esta disminución en las posiciones radicales es previsible que se mantenga. El propio Aristóbulo Istúriz ya ha dicho que en las rendiciones de cuenta ministeriales, se generarán oportunidades para interpelar a estos altos funcionarios. No nos debe extrañar que similares “gestos” se multipliquen en los días por venir. De eso precisamente se trata el disfraz.

¿Quiere decir esto que el chavismo abandonará la senda del radicalismo y busca reconectarse con los sectores medios de opinión? Lamentablemente me temo que no y digo lamentable, pues quisiera que en mi país existiese una dinámica genuinamente democrática. Pero para que eso ocurra deben cambiar demasiadas cosas de las que estoy seguro el oficialismo no se retractará. Para mí es un táctico que durará hasta tanto lo permita la ventana de oportunidad y además para intentar mostrar que la Oposición no cree de verdad en esa “política de diálogo”.

Una lamentable historia llena de engaños

Para tener claro con quien se trata hay que tener claro de dónde venimos y qué ha ocurrido. La historia reciente nos enseña que alguien que durante años emplea el insulto como arma oficial y que desconoce sistemáticamente al otro, no es digno de gozar de la confianza de los venezolanos. Hace más de una década que la categoría “enemigo” llegó para instalarse en el proceder de este gobierno. Esa es la verdad.

¿Quién pidió diálogo al momento de promulgar leyes habilitantes en 2.001 lo cumplió? ¿Es creíble una oferta de alguien que dijo estar arrepentido con un crucifijo en mano un 14 de abril de 2002 y que luego hizo todo lo que hizo? ¿Cuánta confianza puede depositarse en alguien que habiendo ganado el voto popular por la vía democrática, pretende que ese respaldo es un cheque en blanco para instalar un socialismo empobrecedor? Más aún ¿Cómo poder tomar como cierta una oferta de alguien que perdiendo en 2.007, de todas formas impone de manera ilegal lo mismo que lo que el pueblo negó en las urnas? Esta lista podría ser todavía más larga y estoy seguro que usted recordará más episodios que automáticamente minan la credibilidad de este “giro táctico”.

Por supuesto, los sectores opositores no están “libres de culpa” en este pasado, pero entablar un diálogo franco y abierto debe ser una responsabilidad de quien gobierna y que sólo puede construirse con muestras claras y fehacientes que demuestran que el propósito de rectificar es genuino. En este sentido, “obras son amores”. Esas demostraciones no sólo deben ser discursivas, sino tangibles. Esa es precisamente la oportunidad que tiene frente a sí la Oposición, ya sea para avanzar o desnudar la estratagema del adversario. En cualquiera de los dos escenarios gana.

Tomar la oferta y desnudar la maniobra

Los sectores de la Oposición deben tomar la oferta presidencial de manera decidida, pero no con una mera declaración de “tomarle la palabra a Hugo Chávez” y “reconocer los buenos deseos”. No, “tomar la oferta” significa proponer una agenda de discusión clara, relevante para la ciudadanía y realizada de manera transparente. Los temas están muy claros: de los que no se habló el pasado sábado. ¿Estará el gobierno a debatir sobre sus fallas en materia de combate al crimen y en haber logrado la inflación más alta del mundo? La lógica indica que no, pero si lo hace, pues, cae en su propia trampa.

¿Por qué se gana en cualquier escenario? Pues veamos un sencillo ejemplo: si el oficialismo está dispuesto a “abrirse”, entonces debe cumplir a cabalidad su palabra de que ocurrirán interpelaciones ministeriales en los que la oposición tendrá la oportunidad de formular preguntas y pedir cuentas. Si ello ocurre, los ministros seguramente quedarán muy mal al no tener respuestas y los grandes casos de corrupción podrán ser ventilados con propiedad; en el caso contrario, habrá una clara oportunidad para denunciar la falsedad de la maniobra y deslegitimar a quien engañosamente la propuso. Otro ejemplo: La oposición debería proponer que se convoque a un encuentro en los próximos días entre el Presidente de la República y Gobernadores y Alcaldes Opositores. La agenda de discusión sería muy clara: pago de recursos adeudados y devolución de competencias despojadas a los mandatarios regionales, por mencionar sólo dos. Si el gobierno cumple, muy bien, los gobernadores y alcaldes ganan; si se incumple, pues lo mismo: desmontaje de las falsas intenciones y de la “retórica amigable”.

Vista así las cosas, parece que disfrazarse de cordero, podría no ser el mejor movimiento para Hugo Chávez. Al momento de incumplir su palabra quedará peor de lo que ya estaba antes, pero necesario es obligarlo a que se contradiga, no dejándole campo de acción. No tomar la oferta es darle la oportunidad al oficialismo para que éste diga: “es la Oposición la que no quiere el diálogo”. Esa película ya le hemos visto antes. Aprendamos de esos episodios.

¿Qué opina usted? En mi cuenta twitter estaré a su disposición para que lo conversemos personalmente


En la entrega anterior me detuve a examinar con algún nivel de detalle lo que podríamos esperar para este año con respecto a las dos principales fuerzas motrices de la dinámica política venezolana: el gobierno y la oposición. No obstante, hacer un análisis político sin contemplar otros factores tales como la economía, lo social y el entorno internacional, sería insuficiente. A ellos dedicaremos esta segunda y última entrega sobre las perspectivas para estos próximos doce meses. Estos tres componentes ayudarán definitivamente a que este 2.011 sea todo lo difícil que he pronosticado.

La economía


Sin ser un experto en la materia, todo presagia una situación difícil para nuestro bolsillo y en especial para aquellos que menos tienen. Aún sin contemplar el incremento en materia impositiva que se canceló por orden presidencial, la devaluación ejecutada en la primera semana –falsamente encuadrada como unificación– impactará duramente en el precio de los alimentos y medicinas: precisamente los rubros que mayor importancia tienen en la economía familiar y que provocará unas “consecuencias micro-económicas” que definitivamente se traducirán en “consecuencias políticas”: mayor desgaste y crítica hacia la gestión gubernamental. Negarlo, es sencillamente usar un ardid propagandístico, que por cierto es muy poco creíble. El triste record del gobierno de tener la inflación más alta en el mundo, pareciera encaminarse a ser repetida. De vuelta: mayor descontento popular.

Desde el punto de vista macro, en materia de finanzas públicas, pareciera que no habrá muchos cambios con respecto a lo que estamos acostumbrados a ver: un precio petrolero relativamente alto, unos ingresos conformes a esa dinámica de precios y la ejecución de un presupuesto paralelo (pues el oficial se elabora tomando como base un precio de 40$), con un alto nivel de ineficiencia sin generar resultados concretos y palpables en materia de políticas públicas. En este ejercicio prospectivo, no veo por ningún lado que la evaluación del gobierno mejore sustantivamente y no precisamente por un tema de recursos, sino por una incapacidad  crónica para obtener éxitos. No obstante, no hay que desestimar la posibilidad que el oficialismo sí tenga algún espacio para hacer más lenta una caída, pues Chávez sigue disponiendo de una cantidad muy relevante de recursos económicos que le permitirán tomar acciones en algunas áreas, acompañadas por supuesto, de intensas maniobras propagandísticas.

En resumen, hay un sustrato económico muy sólido que elevará el rechazo y la critica al Gobierno, pero existen recursos para que una caída en opinión pública no sea todo lo veloz y sostenida que podría ser en otras circunstancias.

Lo social

Los temas económicos descritos en la sección anterior serán el principal detonante de algo que sin ninguna duda, puede pronosticarse: la conflictividad social irá a más en 2.011. Ya habíamos analizado en otro artículo como las protestas de las clases populares en las calles del país no estarán explicadas por razones estrictamente políticas, sino por razones más bien cotidianas: inseguridad, desempleo, alto costo de la vida, crisis de servicios públicos.

Aunado a lo anterior, también hay que incluir en el análisis las reacciones que muchos sectores sociales harán públicas, para rechazar los intentos de control que adelanta el oficialismo en diversas esferas de la vida nacional: las universidades, los gremios de la salud y de la educación, los sindicatos y otros más adelantarán un conjunto de movilizaciones a un nivel que sin llegar a lo que vimos a comienzo de la década, será muy notorio. Puede sumarle a ello que muchos empleados públicos se sumarán a esa “política de calle” para “reclamar lo suyo”.

¿Cuál es la resultante de esta combinación?: mayor sensación de ingobernabilidad, mayor agitación y de inestabilidad. El Gobierno no la tendrá fácil para intentar “controlar” esta ola social y probablemente vuelva a intentar a reencuadrarla como una “operación de desestabilización”, cayendo de nuevo en el error de desestimar las críticas y reclamos. La Oposición –como ya también lo he dicho anteriormente en este espacio– tiene el reto estratégico de acompañar y darle direccionalidad estratégica a esta legítima reacción social.

El entorno internacional

Soy de los que creo que la acción de los organismos internacionales no generará consecuencias políticas dramáticas en nuestro país. Al menos no en el corto plazo. Pero es importante apuntar que la esfera internacional sí jugará un rol cada vez más importante en la dinámica política venezolana, generando una mayor presión hacia el gobierno venezolano, produciendo de nuevo, un efecto desgaste en el chavismo.

La imagen del gobierno más allá de nuestras fronteras –antes bastante positiva– hoy está en cuestión y deteriorándose aceleradamente. El gobierno con mayor frecuencia será objeto de más y más acusaciones de violación de los derechos humanos, junto con la etiqueta de “dictadura”. ¿En qué se traducirá eso? Pues en una mayor solidaridad de más sectores de la Comunidad Internacional con los factores de oposición. He ahí la consecuencia política más importante.

Los más recientes movimientos de Insulza en la OEA, el cambio de correlación de fuerzas en el congreso norteamericano (y las declaraciones de algunos congresistas republicanos) y el más reciente informe de Freedom House, por sólo mencionar algunos ejemplos, serán más y más frecuentes. En términos globales, estimo que lo internacional es una variable que el gobierno no debería sumar –al menos no globalmente– a su contabilidad de elementos favorables. ¿Esto significa que Venezuela será expulsada de la OEA y que la Unión Europea impondrá sanciones por violaciones a los derechos humanos? No lo creo, aunque no descartaría que Chávez pudiera aprovechar toda esta “campaña internacional” para decidir una ruta de “aislamiento” y con ello, avanzar más en su radicalización

El juego de ajedrez


Con mucho resumen, este será más o menos el tablero en el que se jugará. Ante este cuadro complicado para el oficialismo, podría decirse que hay desde una perspectiva estratégica un “clima favorable para los factores de oposición para generar un eventual cambio político el año próximo. Por supuesto, la política es algo sumamente dinámico, pero los factores estructurales están ahí.

Sin embargo, en ese tablero hay que jugar y tomar en consideración lo que hará o no el contrario. Hay quienes piensan en la oposición que no hacer nada y esperar que el gobierno se “cocine en su propia salsa”, debe ser la estrategia dominante porque “sus errores (los de Chávez) cada vez más frecuentes y costosos” inclinarán definitivamente la balanza a favor de los factores de la Unidad. Yo soy de los que piensa que si no se actúa y con claridad, las cosas no van a suceder. Por el contrario, el inmovilismo es la mejor oportunidad que se le puede ceder al adversario para que éste intente recuperarse.

En este 2.011, quien mueva mejor sus piezas podría llegar con una ventaja clara y capitalizar en grande. Como le he dicho antes, veremos…

Siempre a sus órdenes para conversar en el Twitter

Parte 2: Un largo, difícil e importante 2.011 (1)


Estimado amigo lector, desde este espacio y aunque ya entrados algunos días de este nuevo año, quiero enviarle mis mejores deseos y mi más sincero saludo. Ello, en el marco de un 2011 que presagia un conjunto de retos y dificultades que nos exigirán a todos muchísimo compromiso y participación.

Como se estila en esta época, es pertinente hacer un análisis de lo que podría ocurrir este año en materia política para ilustrar un poco el escenario en que se librarán las próximas acciones que dominarán nuestra atención. Aunque este ejercicio no pretende ser una “lectura de una bola mágica de cristal”, ni tampoco una lista de “predicciones astrológicas”, sí tiene alguna finalidad prospectiva y se nutre de la técnica de escenarios (que adelanto profesionalmente de manera privada) y en el análisis constante de tendencias. Lo interesante de todo esto es: ¿qué podemos esperar de este 2011? Para hacer más digerible su lectura, presentaré este análisis en dos entregas. Iniciemos

Largo, difícil, pero muy importante: la antesala

En mi criterio, deberemos esperar un año muy difícil en materia política, con más convulsión de la que hemos visto recientemente y que se nos hará muy largo por la cantidad de episodios de fricción que apreciaremos en este clima ya desesperante de polarización entre oposición y oficialismo. Sin embargo, al finalizar, será el propio balance del año lo más relevante porque se podrá responder a la interrogante fundamental: ¿quién llega en las mejores condiciones para imponerse en las elecciones presidenciales del año próximo?

Allí radica la importancia del 2011: en que es la antesala a lo que podría denominarse la “batalla decisiva de 2012”. Quien llegue desgastado o con entusiasmo, organizado o confundido, con un mensaje claro o con una tesis desgastada; es lo que en mucho podría determinar el resultado de esos comicios en los que todos el mundo está pensando (aunque hoy, claro está, los vemos un poco más lejos por la andanada oficial de diciembre de 2010). En todo caso, la historia nunca se acaba, y por supuesto que después de 2012 ocurrirán muchas más cosas, pero no cabe duda que ese año marcará un punto de inflexión en el destino inmediato de Venezuela. ¿Quién lo duda?

En detalle, ¿qué podemos esperar de los próximos 12 meses? Empecemos por analizar al Gobierno y Oposición, las dos fuerzas políticas motrices. En la segunda entrega analizaremos qué papel podrían jugar la economía, la actuación de las fuerzas sociales y el entorno internacional en nuestro escenario político.

El Gobierno

Aunque algunos crean que la reciente decisión presidencial de vetar la Ley de Educación Universitaria y de no elevar la alícuota del IVA e implantar el IDB, respondan a una estrategia de suavización del oficialismo, pienso que lo que cabe esperar del gobierno es que la implantación de la “Doctrina Woods” de radicalización y agitación proseguirá a toda marcha. Por ejemplo, mientras vimos este “retroceso” puntual (enfocado en mi criterio, para enfriar la reacción estudiantil de calle), también apreciamos cómo se avanza a “toda máquina” en el Sur del Lago, con las expropiación de terrenos de Empresas Polar y prosigue la conformación del “Estado Comunal”. Por supuesto, cuando el análisis indique que es necesario suavizar un poco, se hará, pues el pragmatismo en el chavismo aún tiene cabida, pero vale resaltar, cada vez menos.

El Gobierno intentará llegar al 2012 en las mejores condiciones posibles, por la vía de afectar sustantivamente las capacidades de la Oposición y para ello se enfocará en tres aristas que ya “dibujó” con las leyes aprobadas en diciembre: 1) Bloqueo de sus comunicaciones, 2) Bloqueo de su financiamiento internacional y 3) Debilitando al máximo posible a gobernadores y alcaldes. La Ley de Telecomunicaciones y la Ley Resorte servirán para restringir más espacios de comunicación independiente, generar autocensura y hasta considerar el cierre de algunas estaciones radioeléctricas. También pretenderá hacer algo con el internet, aunque por la naturaleza del medio, este esfuerzo nunca será suficiente. La ya tristemente célebre ley de “Defensa de la Soberanía” y la nueva Ley de Partidos Políticos, servirán para que el dinero que proviene de instituciones para ayudar a los opositores, o no entre, o sea muy difícil que ingrese. Colateralmente, intentará servir para acallar las voces de organizaciones no gubernamentales críticas. Finalmente, todo el paquete de “leyes del Poder Popular” servirá para vaciar de contenido y competencias las figuras ejecutivas –sobre todo las regionales– que son los competidores más fuertes de Chávez en este momento. Esto es lo planteado, lo interesante es determinar: ¿puede el Gobierno materializar todo esto?

El diseño claramente autoritario que se terminó de perfilar en diciembre pasado, a todas luces ilegal e inconstitucional, es hasta ahora sólo eso: un diseño legalizado. ¿Cuántas comunas podrá organizar?, ¿Cómo dominará a las universidades?, ¿Qué tanto costo político está dispuesto a pagar por enjuiciar por traición a la patria a miembros de la sociedad civil?, ¿Qué capacidad tiene para contener el descontento que se expresará en las calles producto de este conjunto de medidas? Todo eso está por verse. Soy de los que piensa que es cuesta arriba avanzar con todo eso paralelamente y que en el intento, no haya muchas víctimas de su propio bando como alcaldes, concejales, gobernadores que no necesariamente se plegarían a esa línea oficial.

Veremos…

La Oposición

Del otro lado de la acera, las fuerzas opositores obviamente deberán enfrentar esas agresiones planteadas por el gobierno y muy probablemente lo enfrenten recurriendo a movilizaciones de calle, que es uno de sus recursos más claros. No obstante, inicialmente cabe esperar que la Oposición centre su política en el desempeño de sus 65 parlamentarios en la Asamblea Nacional. A juzgar por lo que hemos visto en estos primeros siete días de funcionamiento, el careo y debate de posiciones pueden servirle de mucho provecho para contrastar visiones del país y hacerlo mejor que los tristemente ideologizados y monotemáticos discursos oficiales. Pero además, con casi total seguridad estimo que intentará avanzar y ponerse a la ofensiva en la función de control tratando de buscar los puntos débiles del gobierno en materia de corrupción. En el camino, emergerán potenciales líderes que el país conocerá y que se perfilarán como muy posibles candidatos a gobernaciones e importantes alcaldías del 2012

Simultáneamente, en la oposición, se planteará el debate de cómo luchar contra estas leyes con la figura de diversas iniciativas: algunos actores plantearán la posibilidad de organizar unas iniciativas legislativas populares (vía recolección de firmas para presentar Proyectos de Ley), otros seguirán insistiendo en la abrogación de las leyes aprobadas en diciembre por el anterior parlamento, mientras otros propondrán quizás técnicas más refinadas como una enmienda o reforma constitucional. Más difícil se ve que algunos propongan la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, aunque ciertamente es una vía. Ese debate, hoy está planteado en algunos sectores políticos, pero la unidad de criterio –o la falta de ella– será el aspecto medular de cómo enfrentarlas, si es que finalmente se decide hacerlo. Quizás la respuesta de la oposición en su conjunto (o mayoritariamente) será la de seguir trabajando sólo para las presidenciales. Al respecto, ya usted conoce mi posición: sin un 2011 de lucha y contención, no hay un 2012 exitoso.

No creo que deba descartarse que pueda generarse un debate sobre la dirección política de la oposición. Si la capacidad de reacción, organización y ejecución de las acciones del bloque opositor siguen siendo lentas y reactivas, no habrá quién falte clamando por una reorganización. Hoy por hoy, está presente la duda si la MUD puede seguir por sí sola conduciendo efectivamente la política opositora o si es necesario crear un frente más amplio que incluya a otros sectores sociales.

Indefectiblemente, la dinámica opositora cambiará cuando se desate la precampaña presidencial. Así de simple.

En el momento que el primer aspirante con algún chance presente su nombre, allí todo lo que subterráneamente se ha movido hasta ahora, emergerá con fuerza y habrá fricciones internas (naturales). El choque entre bloque de partidos será evidente para que su candidato se imponga, pues ello significará que operativamente dominará en la oposición.

El anuncio de primarias será una especie de “bing-bang” que hará que la agenda política de los partidos se centre en este tema, con lo bueno o malo que eso signifique. Para ello tendremos suficiente tiempo para el análisis y la reflexión. Quizás la actual dirección política intente retener en el tiempo ese anuncio de las primarias, pero estimo que siendo así, ello contenga a los precandidatos. No faltará quien sugiera que la tesis de un candidato por consenso para fungir como un eventual “presidente de la transición” es indispensable y que las primarias son innecesarias. Repito, ése será un fuerte debate, que aún no ha comenzado, pero que más pronto que tarde se iniciará.

Obviamente, ya usted estará pensando que mientras la oposición se consume internamente dirimiendo su conflicto candidatural, Chávez sigue avanzando y sometiendo aún más al país… Sobre eso me referiré en la próxima y final entrega sobre este ejercicio prospectivo.

Como es costumbre, me despido momentáneamente siempre colocando mi cuenta en twitter a su disposición para que debatamos y conversemos personalmente.

Parte 2: Un largo, difícil e importante 2.011 (2)

Redacción Runrun.es Dic 16, 2010 | Actualizado hace 13 años


Los últimos días (y horas) han tenido un signo muy claro. El oficialismo le ha subido máximo volumen a la radicalización. Me refiero por supuesto al “Paquete” legislativo que se cocina en la Asamblea Nacional: Ley del Poder Popular, Ley Orgánica de Comunas, Ley de Economía Comunal, reformas a la Ley Resorte y a la Ley de Telecomunicaciones, Ley Habilitante, entre muchas otras. Si quiere mayor evidencia de radicalización, sólo considere la Reforma a la Ley de Partidos Políticos, que plantea que si un diputado se cambia de fracción será inhabilitado. No me gusta usar calificativos altisonantes, pero casi todos estos proyectos son unos adefesios… Que lamentablemente, se aprobarán por una Asamblea Nacional que usará su cuestionada “legalidad”.

Algunas de estas cosas –vale decir, no todas y menos en simultáneo– podían suponerse que venían y que ocurrirían precisamente en estos días decembrinos, que es cuando al chavismo le gusta actuar con mayor opacidad. Está en la naturaleza de esta élite dominante. Un gobierno que siendo electoralmente derrotado (2007), pretende seguir imponiendo su “Reforma” y que además no respeta la designación de funcionarios popularmente designados (2008) sin ningún rubor, ya tiene un prontuario conocido por todos y que sólo está dispuesto a engrosar. Por ello, a pesar de lo que ocurrió el 26-S, hace lo que hace. Ese factor no va a cambiar, al menos no en el corto plazo. Lo que sí se puede es intentar frenarlo. Me parece que pensar sólo en clave parlamentaria, es insuficiente.

Como ya había adelantado en el escenario de “Mayoría Ineficaz” (publicado el 16 de septiembre en este mismo espacio), lo clave en toda esta discusión es determinar qué puede hacer la Oposición, que aún sin haber asumido sus funciones en la próxima Asamblea Nacional, además se encuentra en una situación de minoría parlamentaria. Esa es la realidad y no nos engañemos. La Oposición podrá deliberar y ejercer presión, por supuesto, pero no tiene los votos para derogar ninguna de las cosas que se están aprobando en este momento. Propongo por ahora, que al menos se concentre en tres cosas: 1) Enseriar su comunicación, 2) Convocar decidida y contundentemente a movilizaciones de calle y 3) Proponer una agenda de contención, abrogatoria, por la vía popular.

1) Seriedad y Sinceridad en la Comunicación

Lo primero es que hay que ser responsable en lo que se dice. No pocos políticos dijeron durante todo este año que “el freno definitivo a este gobierno abusivo se le colocaría el 26 de septiembre”. Eso, a pesar de la victoria política, no ocurrió. Ahora, ingenuamente algunos comunican que “a partir del 5 de enero, frenaremos a este gobierno…” No. Es tampoco es verdad. Los 67 parlamentarios de Oposición (sumando al PPT) no tienen los votos para frenar al oficialismo. Habrá un rol estelar en las deliberaciones y en las comisiones, pero no hay una fracción suficientemente grande para aprobar una sola ley. Otros dicen que “el gobierno está débil y que con votos lo sacaremos en 2012”.

No puede pretenderse llegar a un 2012 electoral si no se libra una larga batalla durante todo el 2012 en todos los espacios. Es hasta notorio ver la cara de frustración de los periodistas que formulan interrogantes en las ruedas de prensa, cuando reciben este tipo de respuesta por parte de los diputados electos. La retórica vacía y las consignas de “Sr. Chávez…” no sirven para absolutamente nada, salvo que para desmovilizar a quienes aún quieren seguir luchando.

El ciudadano venezolano, que ve con preocupación todo lo que ocurre puede frustrarse aún más ante este tipo de declaraciones. Necesita ver una ruta clara que tenga un corto plazo viable para poder albergar la esperanza de que el cambio político en el mediano plazo sí pudiera ser viable. Acá la psicología opera de manera determinante. Lo que muchos vieron el pasado septiembre como algo que estaba a la vuelta de la esquina (las elecciones presidenciales), hoy está más lejos. Necesario es construir puentes –con propuestas claras– para generar certidumbre, por difícil que suene. Comunicaciones serias, veraces, que den cuenta de la realidad y que no sigan colocando horizontes tan difusos, servirían para que al menos, los dirigentes opositores logren mayor credibilidad ante la Opinión Pública. La vocería debería ser eficientemente coordinada y administrada. No es algo difícil, si hay un mínimo de coordinación entre los parlamentarios electos.

2) Movilización de Calle Contundente

Puede sonar desgastado, pero es un recurso que en este momento es imperativo usar. No me refiero a las protestas callejeras violentas que el chavismo desearía. Todo lo contrario. Estoy sugiriendo enormes movilizaciones cívicas en todas las grandes ciudades de manera simultánea y orquestada. Es clave que miles de personas sean convocadas a las calles para expresar su rechazo a lo que ocurre y esta convocatoria debe ser hecha en el cortísimo plazo, aún cuando sea diciembre. No hacerlo en este momento es seguir alimentando la matriz de “que no hay nada que hacer”. Hay que ser arriesgados: aún cuando éstas sean fechas de fiestas, el país no puede quedarse de brazos cruzados y necesita urgentemente mandar impulsos eléctricos que demuestren signos vitales y que hay músculo para seguir resistiendo.

Creo que ya ha pasado demasiado tiempo sin este tipo de reacciones y a medida que sigan transcurriendo los días y no ocurran, el Gobierno seguirá avanzando. La movilización no sólo pasa por marchas, sino también por la realización de Asambleas en cada barrio, en cada pueblo, en cada urbanización. Preciso es producir materiales divulgativos que sean distribuidos en los principales puntos de tráfico social para que todos sean convocados, para que todos sean informados. Concentraciones en sitios públicos también son deseables.

Todo lo anterior debe ocurrir ante una cobertura de medios internacionales extensa y en profundidad. Es necesario que esa operación ocurra para que la protesta no se quede sólo en las calles de Venezuela, sino que golpee más allá de nuestras fronteras en la legitimidad que aún pueda tener este gobierno en el exterior. Se ha hecho antes y puede ensayarse nuevamente.

¿Lo anterior, impedirá o abrogará las leyes? No, es necesario ir más allá, es necesaria la organización social y política para vertir esa fuerza en una política con fines muy claros:

3) Una política electoral de “Contención”: Abrogar

¿Es iluso seguir pensando en el camino electoral? Yo creo que no.

Es el mejor camino pacífico que conozco para derrotar a un gobierno autoritario. No caigo en las provocaciones de los argumentos “desobedientes” que propugnan salirse de un camino estratégico que tanto sacrificio ha costado: materializar un cambio político por la vía de las urnas. Hay que seguir insistiendo. Si alguien quiere desconocer ese camino, que sea el Gobierno… y que se atenga a las consecuencias que ello le va a generar, nacional e internacionalmente. Los factores alternativos y democráticos deben seguir pensando en cómo organizar la voluntad de los ciudadanos de manera inteligente.

En mi cálculo, si de forma espuria se aprueban leyes, pues ahí están los mecanismos de participación popular para que en un referendo, estas terribles normativas sean parte de la historia y además, es una buena manera de encontrar una bandera de lucha y de movilización para generar victorias políticas –tan necesarias– en el corto plazo. Con un 1.7 millones de voluntades organizadas solicitando una abrogación, puede darse una gran batalla.

El caso de los referendos abrogatorios tiene unas consideraciones particulares que me gustaría abordar en otro momento. Creo que lo importante ahora es definir la política. Hay que usar los elementos en los que se tiene ventaja: si se es mayoría electoral, pues entonces hay que mantenerse es en esa cancha, con disciplina y con foco. Sin duda el oficialismo podría jugar a la abstención en esas consultas, pero eso tampoco es fácil de asumir. Habrá que ver, pero no hay que perder tiempo para asumir la ofensiva.

Reaccionemos pronto. Es importante

Me gustaría conocer su opinión sobre esta humilde propuesta que formulo. Conversemos en el Twitter. Mi cuenta es @gedgard

Redacción Runrun.es Dic 13, 2010 | Actualizado hace 13 años


Estimado amigo lector, después de dos semanas de inactividad por diversas circunstancias, retomo este espacio en Runrunes. Aunque desde mi última columna del 24 de noviembre a esta fecha han ocurrido muchas cosas –quizás demasiadas–, no quisiera dejar de hacer unos breves comentarios sobre las elecciones especiales del domingo pasado. Espero pronto alcanzar el ritmo con el que se desarrollan los acontecimientos, pero por lo pronto, me propongo hacer unas cuantas reflexiones orientadas a responder esta interrogante: ¿Qué nos dejó el 5D?

Podía presumirse que unas elecciones tan particulares, convocadas de manera súbita, con una campaña electoral cortísima (apenas 15 días) y efectuadas en el marco de lluvias torrenciales y de emergencia nacional, hubiesen sido ganadas aplastantemente por la abstención. De hecho, muchos consideraron que estas elecciones debían ser pospuestas. Lo cierto es que en su gran mayoría en las respectivas localidades y regiones, la participación se pareció mucho a lo que hubiese sido el comportamiento electoral en condiciones normales y en varias de ellas hasta fueron más los votantes que se presentaron en las urnas, lo cual me lleva a destacar el compromiso cívico de cientos de miles de venezolanos que aún en situaciones tan excepcionales, quieren decidir su destino y a sus gobernantes. Sin embargo, en algunos casos la abstención tiene otras explicaciones, que más adelante discutiré en detalle.

Sin sorpresas

Ya a mediados de octubre en el artículo “El 5D” había hecho una suerte de pronóstico de cómo podría ser el balance final de estos comicios: estimé que lo más probable es que en términos de gobernaciones Amazonas quedaría en manos opositoras mientras Guárico sería retenido por el PSUV. En materia de alcaldías, de las 11 municipalidades en liza, estimé que 4 de ellas serían ganadas por candidatos opositores y las 7 restantes por el chavismo. Todo este análisis formulado estuvo basado en el análisis de históricos electorales, con énfasis en lo ocurrido el 26 de septiembre. Las elecciones de hace 8 días corroboraron el pronóstico y demostraron que la polarización electoral, la historia política reciente, los bastiones de bando y bando y la división urbano-rural siguen siendo realidades objetivas.

Aún cuando puedan efectuarse análisis más finos sobre cada una de las realidades regionales y locales, la nota común es que desde la simbología política, nada cambió. Por el contrario, cualquier desprevenido que sólo se hubiera dado la tarea de revisar sumariamente lo que pasó en septiembre, hubiese acertado también en el 100% de los casos. ¿Es esto bueno o malo? Pues no es necesariamente ni lo uno ni lo otro, pero lo deseable políticamente para la oposición en su tarea de seguir creciendo en espacios y en influencia, era que algunos municipios en manos oficiales como Miranda (Zulia), Nirgua o Manuel Monge (Yaracuy), o Miranda (Carabobo) hubiesen pasado a la contabilidad de victorias. Nada de ello ocurrió.

En términos geográficos, la situación no se alteró. Algunos diarios –erradamente– afirmaron que la Oposición recuperó espacios como los de Arismendi (Nueva Esparta), cuando se sabe que ahí el voto opositor siempre ha sido mayoría. Lo que se logró fue desplazar a un concejal chavista que por maniobras se había proclamado como Alcalde. Es un avance, cierto, pero no en materia electoral. La frontera de los espacios rurales, hasta ahora se mantiene vedada en buena medida para la MUD. La oposición aún no logra convertirse en mayoría en esos espacios y vaya que lo necesita.

Por supuesto, mantener los bastiones propios tiene su mérito y soy el primero en reconocerlo, pero la reflexión de fondo es que es necesario seguir creciendo, es necesario consolidar una mayor suma de voluntades para producir un cambio político a escala nacional.

¿A quién afecto la abstención?

Era de esperarse –sin contar con el factor climatológico presente– que una elección de gobernadores y alcaldes generara menor interés que una elección parlamentaria y por lo tanto, mayor abstención. Lo cierto es que en casi la mitad de estos comicios la realidad fue todo lo contrario: más gente participó que en septiembre y ello es sumamente relevante. Sin embargo, en algunos sitios muy particulares, la abstención sí fue mayor a septiembre: me refiero a Guárico, Carrizal, Arismendi y Maracaibo. En todos estos casos quien más perdió en términos de caudal electoral fue la oposición. En los últimos tres casos locales, la oposición logró retener los espacios en disputa, pero con una diferencia notoriamente menor a la de hace apenas un poco más de dos meses.

En Maracaibo la oposición dejó de movilizar casi 100 mil votos, aunque los electores movilizados por el PSUV fue prácticamente la misma: en septiembre  220 mil votantes decidieron apoyar al chavismo y en diciembre lo hicieron 203 mil. La historia electoral de ese municipio permitió que la diferencia final fuera de 17 puntos. En septiembre fue de 26 puntos.

En Arismendi, Estado Nueva Esparta, mientras el chavismo movilizó en septiembre a 4.748 votantes, en diciembre hizo lo propio con 4.385. Casi la misma cantidad. Mientras tanto, en el mes de septiembre los partidos de la MUD obtuvieron casi 9 mil votos y el 5-D obtuvo poco menos de 6.000. Casi un tercio de pérdida en el caudal.

En Carrizal, Estado Miranda, el chavismo movilizó en septiembre a 8.419 votantes y dos meses después perdió casi 1.000 votos. Sin embargo, en la acera contraria, la MUD obtuvo más de 15 mil votos en septiembre y el domingo pasado obtuvo sólo el 56%: 8 mil 600 votos

En Guárico, la abstención fue de las más altas (casi 56%), pero el chavismo movió en septiembre a 164 mil votantes y en diciembre a 150 mil. La MUD obtuvo 82 mil votos y el PPT más de 32 mil, pero el pasado 5-D sólo pudo movilizar a 43 mil votantes. Está muy claro de qué lado estuvo la abstención.

En otros escenarios en los que salió derrotada, la oposición paradójicamente tuvo un mejor performance: En Achaguas (Apure), Miranda (Carabobo), Manuel Monge y Nirgua (Yaracuy) fueron más los opositores que votaron en diciembre que en septiembre. En estos cuatro municipios, la participación electoral global aumentó. Esas son buenas noticias, pero es necesario seguir creciendo. Es un mandato estratégico.

Las particularidades de Carrizal y Guárico

De todas las elecciones efectuadas, las que más me llaman la atención fueron las de Carrizal y Guárico, no por el signo de su resultado, sino por el decrecimiento opositor.

En Carrizal, está muy claro que fue el bando opositor quien no se movilizó a las urnas y me preguntó si la elección del candidato tuvo que ver con esto. Sin ser experto en la localidad, recibí mucha información y críticas de muchos votantes opositores que no se sentían a gusto sufragando por el actual alcalde. Varias fueron las razones (muchos periodos como alcalde, mala ejecutoria, etc.), pero uno de los argumentos esgrimidos me pareció muy delicado: fue la Oposición la primera que se benefició de la enmienda de la reelección indefinida aún cuando la combatió y la combate  encarnizadamente. Si duda de lo que estoy diciendo, revise usted mismo la historia electoral de este municipio y corrobórelo. Mucho me temo que la desmovilización vista el 5-D tiene que ver con esto.

En Guárico, el tortuoso proceso de escogencia del candidato entre la MUD y el PPT creo que es la mejor explicación de la desmovilización opositora. Más allá de que no hubo primarias (y eso podría haber afectado), lo cierto es que la combinación entre disputas públicas y la imposición de candidatos, casi nunca llegan a buen término. He leído insistentemente que lo que pasó en Guárico es “que el PPT no se movió”, aún si esto hubiese sido, qué pasó con los más de 80 mil votos que obtuvo la MUD por sí sola en septiembre. Creo de nuevo que el candidato escogido y el método es la mejor explicación. Estas súbitas y abruptas modificaciones en el comportamiento electoral en la mayoría de los casos se deben a esta razón. El argumento de que “nadie votó en Guárico” es falso: el chavismo mantuvo en un 90% su fuerza. Sencillamente mucho de los opositores decidieron no decidir. La clase política regional de Guárico tiene que revisar profundamente su proceder y su oferta si es que algún día pretende convertirse en una opción alternativa. Por el camino que va es el incorrecto. Hago  votos porque en el tiempo más corto rectifique. El descalabro de diciembre así lo exige.

Lecciones de cara al futuro

El análisis sui generis que he hecho acá, desde una perspectiva crítica pretende seguir alimentando el debate sobre el necesario crecimiento opositor. Varias de las cosas ocurridas el 5-D demuestran que varias de las lecciones de Unidad, Organización y Crecimiento que debieron haber sido totalmente aprendidas a partir del 26-S siguen siendo materia pendiente. No es posible ser una mayoría contundente si los factores de la MUD no se proponen conquistar las zonas rurales, si no se escogen candidatos con métodos más transparentes e incluyentes y si no se suma allí donde antes hubo división.

Las distintas primarias hechas en varios municipios para escoger candidatos, son una buena señal. Las primarias no garantizan el triunfo, pero sí garantizan que sean los ciudadanos quienes escojan y ello ayuda a expandir la base de legitimidad de los abanderados. Hay espacio para seguir avanzando, pero creo que en esta materia –con sus excepciones– se va por buen camino.

En general, no soy partidario de asumir que estas elecciones constituyen un retroceso, pero esta elección deja el sabor que aún falta mucho por mejorar. Y eso es lo que debemos hacer: mejorar, aspirar a crecer y organizar inteligentemente a millones de venezolanos. No hay otra alternativa.

Como siempre para mí será un placer discutir con usted sus impresiones a través de mi cuenta en twitter.

Redacción Runrun.es Nov 24, 2010 | Actualizado hace 13 años

Anoche, en cadena de radio y televisión el Presidente de la República afirmó que se radicalizará por completo. El Primer Mandatario empleó términos como “extrema izquierda” y prácticamente asomó un cierre de la estación televisiva Globovisión.

Mucho de la tesis política expuesta en esa alocución y lo ocurrido desde el pasado 27 de septiembre con la ola expropiatoria y el avance en la implantación de un nuevo modelo económico para Venezuela, se corresponde con la tesis propuesta por el galés Alan Woods, un asesor trotskysta que tiene Miraflores, quien a finales del mes pasado escribió un artículo muy influyente en el que propone “radicalizar a su máxima expresión la Revolución”.

Aunque Woods aboga por la tesis de la gradualidad en la implantación de estos cambios en Venezuela, asume con “realismo” que queda poco tiempo para las elecciones presidenciales, regionales y locales del año 2012. En una frase, la doctrina que parece implantar Chávez se resume así: “Aunque ir demasiado rápido es peligroso, no hay tiempo que perder. Hay que acelerar”.

A propósito de las ideas de este personaje y en referencia a lo ocurrido en las últimas horas, publico en este espacio una conversación que sostuve el pasado lunes 22 de noviembre con Mariela Celis y Nelson Bocaranda en el programa “La Cola Feliz” que se transmite por Onda la Superestación. De esto modo, inauguramos en POLITYCA el primer contenido multimedia de los muchos que serán divulgados en esta sección. Agradezco a la gente de Monitoreo Digital y a Gustavo Castellanos por el audio de esta entrevista.

La Cola Feliz Edgard Gutierrez – «La Doctrina Woods» by Runrunes

Si quiere consultar el documento de Alan Woods aquí les coloco el link:

http://www.scribd.com/doc/43889472/A-donde-va-la-revolucion-venezolana-Alan-Woods

Redacción Runrun.es Nov 23, 2010 | Actualizado hace 13 años

En los últimos días ocurrió un caso muy sonoro que en el fondo revela lo delicado del momento que vivimos, pero a la vez ofrece luces de un venezolano que no se deja amedrentar fácilmente. Hace escasos días, más de treinta personas fueron reprimidas y sometidas por la fuerza pública y posteriormente detenidas en la sede de la Policía Nacional, por realizar una protesta ante el mal funcionamiento del Metro de Caracas. Posteriormente, todas estas personas fueron dejadas en libertades aunque con medidas cautelares. El episodio muestra simultáneamente dos tendencias que están operando en la realidad venezolana: por una parte, el Gobierno se vuelve cada vez más intolerante a la crítica y procede a criminalizarla sistemáticamente, mientras que al mismo tiempo, lejos de aminorarse, la disidencia y la protesta aumenta en frecuencia y tono significativamente.

Más Criminalización

Empecemos con lo primero. Los factores oficiales, que se saben en problemas de opinión pública y están incómodos con el feedback ciudadano que reciben de su pobre ejecutoria en materia de políticas públicas, han resuelto que el antídoto definitivo para este “problema”, es acallar la disidencia y condenar con penas cada vez más fuertes a aquellos que osen tomar las calles y eleven su grito de inconformidad. El objetivo es disuadir e intimidar con la amenaza de cárcel a quien manifieste y exija sus derechos. De ese modo y no sin pecar de ilusos, piensan que la conflictividad bajará. Paralelamente, el aparato de propaganda oficial intenta “significar” estas movilizaciones y las etiqueta a todas sin excepción como “actos de conspiración” promovidos para desestabilizar y atentar contra el “Proceso”.

Torpemente, el propio Presidente de la República asumió que la decisión de “encarcelar a los saboteadores del Metro” la tomó él mismo, para a las pocas horas dar marcha atrás, reconocer el equívoco y percatarse de que haber condenado a esos ciudadanos humildes que legítimamente protestaban por un servicio público que está fallando de manera crónica, muy probablemente hubiese generado una reacción en cadena de protestas, que se sabe como comienzan, pero no como culminan.

Pareciera que en Miraflores la brújula política –tan afinada en tiempos pasados– hoy está descontrolada y errática. Lo ocurrido en las instalaciones del subterráneo sólo ha servido para desnudar y comunicar con mayor nitidez –incluso en muchos medios de comunicación internacionales– la imagen de un gobierno que acosa más y más a sus ciudadanos y que respeta cada vez menos las formas democráticas. ¿Cuál es el principal efecto de esto? Que hoy, alguien que se esté preguntando si mantiene o no su apoyo al gobierno, verá con rechazo estas acusaciones y terminará de una vez por todas de darle la espalda a quien alguna vez apoyó fervientemente. Al ver las escenas de represión ocurridas en las inmediaciones de la estación Propatria (sector popular y humilde del oeste de Caracas), los venezolanos se ven en ese espejo y se preguntan: “esto el día de mañana me podría ocurrir a mí… ¿Es este el gobierno que quiero? La conclusión parece obvia.

Más Conflictividad

El segundo factor es el más importante. Al tiempo que se endurece la mano del Gobierno, paradójicamente, el efecto deseado (la desmovilización) no se produce y ocurre exactamente lo contrario: la protesta se agudiza, se expande y se hace más frecuente. La sociedad venezolana se moviliza más y más en la lucha por reivindicaciones sociales e inclusive, hasta sectores inclinados hacia el oficialismo comienzan ya a perder el miedo y abiertamente comienzan a reclamar sus derechos. Basta con encender un televisor o leer la prensa para darse cuenta de esto. ¿El detalle? Que lejos de sentirse amenazados, los venezolanos parecen encarar con mayor determinación las retaliaciones. Es sintomático lo declarado por los detenidos del Metro al momento de su liberación: “no nos van a callar, seguiremos protestando donde haya que hacerlo para defender nuestros derechos”. Un signo de los nuevos tiempos.

Ya las manifestaciones no son como antes, pues no son exclusivamente políticas como lo fueron en 2002 ó 2003. Las movilizaciones y protestas cada vez tienen un contenido más social, que revela el profundo malestar que hay ante el alto costo de la vida, la inflación, la inseguridad, la falta de servicios públicos y un largo etcétera. Si el curso de la acción del gobierno se mantiene tal y cómo va (y no hay nada que indique por ahora que eso cambiará), la conclusión no puede ser otra que esperar mayor movilización en las principales ciudades del país y lamentablemente, mayor represión por parte del Estado, elevando la temperatura del sistema y poniendo de moda la palabra “ingobernabilidad”.

Lo anterior representa, como ya lo he manifestado en anteriores artículos, una oportunidad inmensa para los sectores alternativos que deberían articular demandas genuinas y acompañar a sectores sociales de un modo inteligente y estratégico, en el flanco más débil de este gobierno. La fórmula sigue siendo organización y propuesta alternativa para capitalizar el descontento y la evidente descomposición que se aprecia por doquier. No hacerlo puede llevarnos a un estado de mayor anomia al que ya vemos. Ése es el reto: Conducción, sobre todo ante una situación que empeorará y que producirá inevitablemente choques y mayor tensión en nuestro país.

El análisis de los acontecimientos me indica que el gobierno endurecerá su línea y seguirá criminalizando. La obcecación por imponer a la fuerza un modelo que no es atractivo para los venezolanos, la desconexión de la realidad de un gobierno cada vez más ideologizado y su incapacidad para resolver los problemas, son la garantía que el pueblo a pesar de las amenazas, seguirá protestando. Así que vendrán tiempos muy difíciles y de mayor conflictividad. No hay duda.