Opinión archivos - Página 6 de 1778 - Runrun

Opinión

Orlando Viera-Blanco Abr 02, 2024 | Actualizado hace 3 semanas
El gran debate de la humanidad
El voto no es por una candidatura. Es por la transformación profunda de nuestra historia, por el nacimiento del ser-ciudadano y la anulación peligrosa de esa fascinación por el hombre a caballo

 

@ovierablanco

Uno de los grandes debates de la humanidad lo puso sobre la mesa Henri-Benjamín Constant de Rebecque. El político, activista y escritor suizo-francés fue uno de los primeros pensadores que se hizo llamar «liberal». Criticó la Revolución francesa y fue cuidadoso observador de la libertad en términos modernos: libertad de expresión, de pensamiento, de poder representativo de opinión y de tradición; libertad de empresa y derecho a propiedad. Gran Bretaña –en lugar de la antigua Roma– es el modelo práctico de libertad en una gran sociedad mercantil. Su ideal: la monarquía constitucional.

En tiempos turbulentos como los vividos en Venezuela, es bueno revisar cómo en medio de notables movimientos sociales y revolucionarios, la humanidad “en marcha” detuvo el avance del despotismo y el reino del Terror representado –según pensó– en ilustradas ideas como la de Jean-Jacques Rousseau y Abbé de Mably. Y aquí la idea clave de Constant, que se traslada como un martillo revelador a nuestros días: los clásicos de la ilustración francesa confundieron libertad con autoridad, extendiendo cualquier medio para justificar la acción del Estado. La fraternidad se convirtió en el Reino del Terror, la igualdad en muerte de miles de hombres y mujeres que, por ser no iguales a la revolución, justificaría la aparición de déspotas como Napoleón, y la solidaridad la imponían los Comités de Salud Pública de Robespierre. 

La libertad del Consejo Nacional Electoral

Para el Consejo Nacional Electoral [CNE] venezolano, la libertad de elegir o ser elegido no supone una evaluación ciudadana, sino una “preevaluación del pensamiento político”. Si están alineados con el régimen podrán optar a una elección, igualmente vigilada y condicionada. Si no corresponde “a un pensamiento correcto”, simplemente no participa.

La libertad implícita en el CNE es la misma que cabalga en el pensamiento revolucionario clásico: la guerra, la confrontación, la lucha de clases, la confiscación, la exclusión, el dominio como respuesta continua al deseo de vivir en una sociedad liberal. En otras palabras, si el costo de los abusos de autoridad supone un conflicto, una acción desmedida del Estado, lo justifico [patria, revolución o muerte]. Si producto de un comportamiento arbitrario [bloqueo, vetos, inhabilitaciones, secuestro de los partidos políticos, ventajismo, desinformación, discriminación, baldón], la consecuencia es la negación, la violencia, la humillación, pues bienvenida porque justifica la limpieza revolucionaria.

A partir de esta lógica aplanadora del poder, es difícil concebir unas elecciones justas. Aun admitiendo el denominado “efecto baranda o rendija” de transiciones de dictaduras a democracias, el predominio de un despacho electoral cooptado y parcializado hace de la elección una quimera. 

La hendedura política transicional de dictaduras a democracia, sea mediante convivencia con el pasado, ruptura moderada [Chile de Pinochet, España de Adolfo Suárez, reforma pactada [Polonia y Solidaridad de Lech Valesa] o ruptura absoluta [la revolución de los claveles de Portugal], tienen como común denominador lo que Constant denominaba, el respeto a los grupos de representación de agruparse en coaliciones políticas.

En este caso debe existir un mínimo de garantía electoral como lo tuvo el referéndum constituyente español para votar la Constitución de 1978 e ir a elecciones generales; el referéndum chileno [1989] o las elecciones polacas [1990]. En medio de las tensiones, la salida electoral fue plausible. Incluso Chamorro en Nicaragua derrotó a Ortega.

El gran desafío en Venezuela es lograr una elección meritoria, mínimamente vigilada y participativa. No he leído transición política en la historia de la humanidad que teniendo la herramienta del voto censurada [Cuba], haya logrado deslizarse por la “baranda” de la voluntad pacífica de la gente.

En múltiples entregas analizamos transiciones como la uruguaya, el Pacto del Club Naval [1984]. Como Julio María Sanguinetti, a diferencia de Ferreira, se coló por el balaustre con la alianza de los partidos Colorado, Frente Amplio y Unión Cívica y llegó a la presidencia; o la Argentina, donde Héctor Cámpora derrota a la dictadura [1973] y se escurre con su lema “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.

Estos procesos transicionales no parecen posibles en una Venezuela donde las libertades electorales se han convertido en un reino de persecución, parcialidad y terror. Un clima social violento, que viola los DD. HH. y siembra magnicidios, transgrediendo el Acuerdo de Barbados [Artículos 3.5 y 6to], que llama a la cultura de la tolerancia, respeto a la ciudadanía y convivencia pacífica. Nos gustaría ver a Gerardo Blyde abogar por la libertad de los presos políticos como condición de un proceso electoral libre. No hay elecciones libres si no hay presos políticos libres.

Entonces qué podemos hacer

¿Quiénes participan en las elecciones presidenciales del 28/7/24 después haber superado los setos del CNE? Primero candidatos tarifados por el régimen. Por otro lado, los “tolerados”. Los candidatos que mantienen una imagen opositora que, sin el aval de María Corina, no llegan –todos juntos– al 15 % de intención de voto. María Corina contra Maduro registra una relación victoriosa 80/20.

Además, los candidatos de oposición que no participaron en las primarias registran entre 75 % y un 85 % de rechazo. El mayor rebote lo tiene el señor Rosales (Meganálisis, marzo 2024). Ante esta realidad, lo más preocupante es que sin la participación y aprobación de María Corina en las presidenciales, la abstención se dispara a un 60 %. En ese escenario Maduro gana.

Si las elecciones están encadenadas por el CNE, el voto es una simulación. No llamo a la abstención. Lo que quiero subrayar es que el asunto dejó de ser estrictamente electoral. Es inmensamente estratégico, funcional, orgánico. En este terreno el compromiso es organizarse disciplinadamente a lo interno y externo, para evidenciar que tendremos un evento electoral ilegítimo y dejar constancia que se ha ejecutado un fraude.

Nada de lo escrito excluye la posibilidad que María Corina dialogue y le dé su “bendición” a una candidatura postulada, como arbitrariamente asoman voceros del régimen. Supongamos que ella decide “en consenso”, favorecer a uno de los postulados. Parto del supuesto que no permitieron [arbitrariamente] la participación de la Dra. Corina Yoris. Lo primero es elegir a aquel que tenga menos rechazo en la población. Lo segundo, optar por aquel que resulte más confiable para respetar los términos de una posible transición, agotando todos los medios necesarios para cobrar un resultado favorable o dejar en evidencia el fraude, subiendo el costo político al régimen por mantenerse detrás de las tapias del terror. ¿Existe ese sustituto? Ese es el dilema. No es votar o no votar. Es ser o no ser…

No podemos caer en provocaciones. No estamos en guerra. La “batalla” es ciudadana. Nuestra responsabilidad es movilizarnos y comprender que el débil no es una representación que quiere cambio, sino un régimen que pende de la fragilidad de la represión. Y cuando el poder depende de la violencia se crispa y quiebra por dentro, inevitablemente. En este contexto opera la comunidad internacional. Si bien no es una variable transicional, es un factor decisivo para mantener la presión y la alianza, que reactive un movimiento social y político que logre quebrar los sistemas de lealtad del régimen.

La libertad no tiene otro dueño que tú. El Estado-Dios

Según Constant “La participación directa [de la autoridad de los Estados] debe ser limitada: consecuencia necesaria del tamaño de los estados modernos […] Los votantes elegirían a los representantes, que deliberarían en el parlamento en nombre del pueblo y salvarían a los ciudadanos de la participación política diaria”. Una sociedad moderna y liberal vota y elige a representantes capaces, honestos y leales, sin ventajismos del Estado. Una representación censitaria. Me preocupa la frase “cualquiera menos Maduro”. El momento demanda mucho más que “es lo que hay”.

Cuando revisamos la historia de la humanidad pasados dos siglos de la Revolución francesa, queda claro que las revoluciones son anacrónicas, sangrientas, suma cero. La bolchevique, la rusa, la comunista, la china, la cubana, la mexicana lo que han traído es hambruna, represión y muerte. Las revoluciones –como las democracias jóvenes– vienen cargadas de resentimiento y revancha. Puede haber reforma, pero no libertad.

La Guerra Fría levantó el planeta en armas. No hubo rincón de la tierra que no viviese sensibles conflictos. La democracia venezolana de los 60 a los 90 fue una democracia meritoria, porque a pesar de su juventud, al decir de Russell, no vino invadida de rencores. Pero la llegada de Chávez mutatis mutandis, como llegó Napoleón después del reino del Terror, vino acompañado de un Estado militarista, resentido y oscuro.

Constant fue un pensador que alertó la libertad de los antiguos, el derecho a participar de los asuntos públicos vs. la libertad de los modernos. Para él, ni revolución ni emperadores. Y luchó por la caída de Napoleón, no del militar, sino del todopoderoso.

La batalla de Waterloo [18/6/1815] selló la derrota de Napoleón como militar. Crónica de una capitulación anunciada que nace de la invasión a Rusia y la Batalla naval de Trafalgar. Pero la gran derrota de Napoleón –como la de todo hombre de vocación imperial y autoritaria– fue la que le instauró Fouché en su cabeza: el poder vitalicio. De allí pasó de primer cónsul a emperador. Reformó la Constitución del siglo VIII, se autoproclamó emperador natalicio y el resto, tres lustros de batallas y ocupaciones que culminaron con su muerte en el exilio de la isla de Santa Elena.

Lo que deseamos destacar es que el hombre en la modernidad no concibe ni triunfa bajo la concepción de la libertad de los antiguos, del monopolio o reserva del poder público. Esa convicción de libertad moderna, del poder del individuo, de lo privado y mercantil sobre el Estado-Dios, procuró la caída de Napoleón, y de todos quienes se han creído la personificación del Estado-Dios. 

La caída del Muro de Berlín, la Unión Soviética, las dictaduras en Asia, África o Latam, más que una lucha por la instalación de la democracia, lo ha sido por el alumbramiento de una nueva relación individuo-Estado. María Corina emerge en un momento de vocación luminosa de nuestra historia contemporánea: el nacimiento de un Estado liberal genuino como lo concebía Constant. No más caudillos, no más hombres de charreteras, sables y trapos rojos.

El voto no es por una candidatura. Es por la transformación profunda de nuestra historia, por el nacimiento del ser-ciudadano y la anulación de esa fascinación peligrosa por el hombre a caballo.  

El gran debate de la humanidad que es la libertad moderna, productiva, creativa, tecnológica, no se reduce a superar un cepo electoral. El reto es más evolutivo, inmensamente ciudadano, sensiblemente humanista. No es solo un salto de un régimen totalitario a uno democrático. Es un salto de 200 años de un republicanismo rural, centralizado, oligarca, pastoral a un Estado federal, descentralizado y liberal, fundamentado en un ciudadano capaz, educado, pluralista y creador.

La mutación social impostergable no depende de un mesías. Depende de reconocernos como individuos comprometidos a un cambio radical de nuestra relación con el Estado. No más populismo, no más presidencialismo.  El Estado no existe si no es construido bajo un firme andamiaje de contrapesos de poderes y justicia social. La bisagra indisoluble entre el individuo y el Estado es la justicia, la propiedad privada y las instituciones en el entendido que unos ciudadanos aportan más que otros y más que es propio Estado, producto de su inteligencia, arte y oficio, por lo cual merecen mayor retribución por su trabajo y menos paternidad del Estado-Dios. El resto es retroceso, es abuso de poder, es utopía.

Nuestra ‘batalla de Waterloo’ no son unas presidenciales. Es un cambio esencial de nuestra cultura y actitud colectiva. Ese es nuestro gran debate, nuestro ser o no ser…

vierablanco@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
¡Acepta un candidato, pero que no sea mujer!
Se equivocan quienes quieren invisibilizar a María Corina Machado y a Corina Yoris. Maduro no puede contra ellas. Por eso insiste en sacarlas de la competencia electoral

 

Maduro nunca ha escuchado de Olympe de Gouges, quien dijo que si la mujer puede subir al cadalso, también puede hacerlo en la tribuna. Por subir a la tribuna y criticar a los jefes de la revolución, entre ellos al sanguinario Robespierre, la autora de la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, fue guillotinada. Por esa misma razón, María Corina Machado y Corina Yoris fueron guillotinadas por los obedientes rectores-verdugos del Consejo Nacional Electoral (CNE). Los dirigentes demócratas del mundo, incluidos Boric, Petro, Mujica y Lula protestaron, por lo que el temeroso Maduro los catalogó de integrantes de la izquierda cobarde. ¿Qué hacer ante este alevoso feminicidio?

En su libro Una historia compartida, la española Julia Navarro dice que hasta el siglo XX la historia la escribieron los hombres, pero me temo que en este siglo XXI también hay quienes quieren volver a hacernos poco menos que invisibles. En el caso nuestro, se equivocan quienes quieren invisibilizar a María Corina Machado y a Corina Yoris. Una, ingeniera y luchadora en la arena política; la otra, filósofa y luchadora por la democracia desde la sociedad civil. Maduro no puede contra ellas. Por eso insiste en sacarlas de la competencia electoral. ¿Lo logrará? Puede ser, pero faltan algunos rounds.

Cinco opciones ante el veto del régimen

Ante el veto a María Corina y el posterior a Corina Yoris, todavía sin explicación del CNE, nos quedan cinco opciones:

Realizar protestas cívicas y apelar al apoyo internacional

Para que eliminen el veto a María Corina o a Corina Yoris: esta presión debe continuar preferiblemente hasta el 20 de abril, para que figure el nombre en la boleta electoral y, en última instancia, hasta el 18 de julio, en que vence el plazo para la sustitución de candidatos.

Insistir con otra candidatura

Esto implica que Rosales o González cedan su puesto, lo cual es posible y requiere acuerdos. Desde luego, Maduro también podría vetar.

Apoyar la candidatura de Edmundo González Urrutia

Este es un ciudadano con prestigio en su círculo profesional y en el sector político. Al igual que Corina Yoris es poco conocido por el ciudadano común, pero tendría aceptación general si cuenta con el aval de María Corina.

Negociar con Rosales para apoyarlo o para identificar otra opción

Esto es posible y quizá necesario si seguimos en la vía electoral. Apoyarlo tiene el inconveniente del rechazo de muchos grupos que lo perciben como demasiado cercano al régimen, por decir lo menos, y que critican su injerencia indebida en Monómeros, y otros casos. Por otro lado, hay que considerar que apoyó la primaria, reconoció el triunfo de María Corina y no participó en la reunión con Jorge Rodríguez, en la que otros avalaron lo que quiso el régimen. Se postuló porque el CNE vetó a María Corina y a Corina Yoris, aunque dicen que no consultó con ellas su inscripción. De ser cierto, no procedió correctamente.

Sin duda, sería preferible a Maduro, ya que los presos serían excarcelados, los exiliados regresarían, habría libertad de expresión, elecciones libres en seis años o incluso referendo revocatorio a mitad de período, si es necesario. Si pierde, legitimaría la elección de Maduro, que es lo que este necesita. En todo caso, hay que considerar que la organización y votos de Rosales en el Zulia son necesarios para cualquier candidato opositor.

Maduro y su camarilla lo aceptaron como candidato por percibir que con él es más factible negociar una salida sin atropellos. Sin embargo, para beneficio de ellos y del país, tiene que ser una negociación en la que participe María Corina, ojalá con el acuerdo de aceptar la inscripción de Corina Yoris. Mientras tanto, es importante que cesen las descalificaciones a Rosales.

Abstenernos en vista del fraude continuado y de los vetos

Ante una situación en la que Maduro se quedó sin seguidores, abstenerse de votar sería la opción menos deseable. Sin embargo, hay que considerar que este CNE es el peor de nuestra historia, que llegó al descaro de inventar millones de votantes en el referendo sobre el Esequibo, adelantó las elecciones para acortar el período de inscripción, cambió a muchos de domicilio, restringió el registro electoral en Venezuela y en el exterior, promovió la inscripción de numerosos candidatos incondicionales del oficialismo para simular una elección libre e impidió la inscripción de María Corina y, posteriormente , de Corina Yoris; además, el régimen encarceló a los principales miembros del equipo electoral de María Corina y sus acciones indican que no quiere entregar el poder mediante elecciones.

Aunque hay muchas razones para no votar, pareciera que lo procedente es seguir presionando para que el CNE inscriba a una de nuestras candidatas y, paralelamente, que María Corina, la PUD y Maduro lleguen a un acuerdo. Esto último no es lo que algunos desean, pero hay que entender que el régimen y su camarilla quieren salvar su pellejo. Por el bien de los venezolanos, esta situación obliga a cierto entendimiento medianamente satisfactorio para las partes.

La elección primaria definió que María Corina es nuestra candidata y líder de la oposición democrática. A ella le corresponde la decisión, ojalá de acuerdo con la Plataforma Unitaria Democrática. Confiemos en que tomará la mejor. Aquí solo expresamos una opinión entre tantas otras.

Como (había) en botica

  • Falleció en prisión de paro respiratorio Gabriel A. Medina Díaz, de 39 años. Estuvo un mes grave sin atención médica. Tenía cuatro años preso en La Pica sin sentencia. Es el noveno preso político que muere en las ergástulas del régimen.
  • Las groseras declaraciones de Yván Gil, ministro de Relaciones exteriores, y de Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, en contra de los líderes de izquierda de Brasil, Colombia, Chile y de Uruguay que criticaron el veto a María Corina y a Corina, evidencian intolerancia a la crítica y chabacanería.
  • Nuestro sentido pésame a Juan Pablo Guanipa por el fallecimiento de su esposa Berenice Linares.
  • Nuestra solidaridad con los seis distinguidos compatriotas integrantes del equipo electoral de María Corina que tuvieron que buscar refugio en la embajada de Argentina en Caracas y con los que están presos.
  • ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
Asdrúbal Aguiar Abr 01, 2024 | Actualizado hace 3 semanas
¿Habrá resurrección en Venezuela?
Es el de las «Corinas» un hecho de hondo calado ético y antropológico, que traspasa a la mismas. Hará historia, probablemente. Sus activos mal pueden intercambiarse como si fuesen objetos

 

@asdrubalaguiar

En la perspectiva de quien analice la cuestión venezolana desde el ángulo de su calendario electoral presidencial, que vencería el 28 de julio, día onomástico del fallecido Hugo Chávez Frías, o de quien, a la manera de Manuel Rosales, hombre con rostro de mármol, se inscribe como candidatura en el último minuto para salvar “su” tarjeta sin haber participado en elecciones primarias, la corrección política les dirá que votar o no es un derecho político personal, así no se pueda elegir. Se repetirán, a sí, que se trata de un acto de libertad dentro de un orden que, incluso siendo deficiente como el venezolano, les facilita realizar comicios y con ello la experiencia de la democracia, así sea falsificada.

Creerán, además, que algo cambiará esta vez, cualitativamente, con relación a las elecciones presidenciales de 2018 –internacionalmente desconocidas y en las que se abstuvo la mayoría electoral para no hacerle comparsa a Nicolás Maduro. Podrán argumentar, y de hecho lo hacen, que, las de ahora, sin que sean cabalmente democráticas, cumplirán con el ritual de los Acuerdos de Barbados. Así, dejarán satisfechos a los observadores internacionales y facilitarán que se le levanten las sanciones económicas impuestas al mismo Maduro y sus colaboradores, pues la sufre Venezuela y podrán los venezolanos recuperar su bienestar.

No es casual que Eduardo Fernández, quien se inmola ante el país para defender a la democracia tras el golpe de Chávez Frías contra Carlos Andrés Pérez, esta vez y antes de viajar al extranjero proponga un “pacto de Estado” con los causahabientes de aquél. No le arredra que sean responsables de la comisión crímenes de lesa humanidad, dado que lo importante, se comentará para sus adentros, es que los venezolanos podamos «vivir bien», a despecho de no tener una «vida buena», es decir, virtuosa.

Me pregunto y pregunto: ¿son válidas estas perspectivas? Trillamos con una dictadura que no es tal y que tampoco es una tiranía o autocracia absolutista, menos militarista por no ser institucional como sí lo fueron las dictaduras militares del Cono Sur latinoamericano. Estamos en presencia de un «despotismo iletrado», genuino y zorruno. Y preciso el término para evitar los equívocos. El despotismo expresa la relación entre el patrón y sus esclavos cuyo ejercicio de dominio desafía códigos, leyes y costumbres, sean políticas o morales e incluso las relativas a la decencia humana.

Maduro no solo ha despedazado a la república y su Fuerza Armada, haciendo de ambas una caricatura y a esta incapaz de revertirle su statu quo. Ha desmaterializado al orden constitucional militar-cívico de 1999. Lo que es más grave, ha pulverizado a la nación que formamos los mortales nacidos en territorio venezolano, en diáspora y víctimas del castigo de ostracismo que se nos impuso para sobrevivir.

Al pueblo venezolano, que no a las élites políticas y empresariales funcionales al mencionado despotismo, se les ha irrogado un severo daño antropológico, en lo familiar, en lo individual y como sociedad. Son datos objetivos y de la experiencia, pero se omiten en los análisis de la cuestión venezolana.

Se insiste, aviesamente, en los paralelismos con las transiciones de países cuyos órdenes constitucionales de facto o segregacionistas se sostenían sin adulterárselos. Eran inhumanos, pues conjugaban a favor del Estado o el dictador. Pero el despotismo es, antes bien, el reino de la arbitrariedad y el asalto, todavía más en un contexto de deconstrucción ética y cultural, característico del actual y declinante Occidente; que, al paso, lo aderezan las revoluciones que deslocalizan y cultivan la instantaneidad, en el marco de una naciente religión pagana, el «dataísmo», que reduce a número y a consumo a su feligresía. 

¿Puede ejercitarse la ciudadanía, pregunto entonces, salvo que se sufra de una severa distopía o trastorno cognitivo en el marco de una república imaginaria como la venezolana, donde hay ausencia de nación por deconstruida y migrante? Su contexto casi que recrea –permítaseme la metáfora– la escena de nuestros indígenas a la llegada de los adelantados españoles durante la conquista. Vagamos como nómades por selvas posmodernas sin una Torá a cuestas, sin ataduras ni amarras de afecto que nos aproximen, anegados por la tristeza en soledad, signados, sí, por los enconos y la desconfianza, con padres y hermanos separados en lo interno y sus integrantes en procesión, que mejor se miran en el infierno de Darién.

Existen premisas en esta historia que se ha engullido a dos generaciones y media (1989-2019) y cuyos hitos vertebrales deben ser revisitados para un verdadero juicio sobre las posibilidades de la reconstrucción de Venezuela; sobre todo para la cabal comprensión de lo que emerge como inédito con María Corina Machado, sin que se la descontextualice o se la vea como una pieza más de recambio político.

*

La trama construida por Fidel Castro a partir de 1989, en vísperas del derrumbe comunista, es esencial a fin de ponderar sin errores de perspectiva y también para desnudar las desviaciones profundas que ocurren sea en el “gobierno” de Maduro, sea en la oposición que le acompaña a lo largo de su tiempo y les emparenta en un marco de progresiva banalización del mal radical; léase, la reconocida tendencia a buscar comprender y racionalizar al punto de justificar, sin disculpar, lo ocurrido en el pasado revolucionario venezolano a partir de 1999, en infierno dantesco. Los documentos son aleccionadores.

Castro anunció que la desaparición soviética y del modelo marxista en modo alguno le significaría el abandono de su condición de déspota caribeño, de suyo asociado al crimen transnacional del narcotráfico. Es una máxima de la experiencia. En 1990, junto con Lula da Silva forma el Foro de Sao Paulo, cuyos propósitos este los ratifica en México al año siguiente, predicando el abandono de las armas e ir hacia la conquista del poder a través de los votos; y la decisión de modificar los sistemas electorales para que sus miembros permanezcan en el ejercicio del poder una vez conquistado. Desde entonces, cuidando estos objetivos Fidel y Lula se ocupan de auspiciar –con asistencia de profesores españoles de Valencia, parteros del partido Podemos quienes hacen lecciones en La Habana– el desmantelamiento de las constituciones históricas, democráticas y liberales hispanoamericanas.

El Foro y su sucesor intelectual, el conocido Grupo de Puebla, bautizados como socialistas del siglo XXI se rebautizan de «progresistas» 30 años más tarde en una suerte de ficción ideológica que deja de lado al Capital de Marx. Asumen, tácticamente, el catecismo de Antonio Gramsci al objeto de blindar sus narrativas mediante la prostitución de los valores judeocristianos e intentar derrotar a Occidente en las arenas de la liquidez moral.

Se impone, de tal forma, una suerte de «neoconstitucionalismo» culturalmente disolvente, de forja de identidades al detal y deconstructivas de lo nacional, como de concentración totalitaria del poder. El modelo o esquema es validado por Naciones Unidas de manos de Dante Caputo en 2004, sosteniéndose por el PNUD el argumento del «desencanto democrático» y la promesa de avanzar hacia un «círculo virtuoso».

A aquellos profesores los contrata desde antes Julián Isaías Rodríguez Díaz, vicepresidente de la Constituyente venezolana de 1999, quienes prosiguen con su zaga retórica deconstructiva –¿neomarxista?– en Bolivia (2006) y Ecuador (2007-2008).

El Foro, en igual orden concreta una alerta a los suyos que después renueva el Grupo de Puebla esgrimiendo la tesis del lawfare o la judicialización de la política. Sostienen que al término se les perseguirá acusándoseles de colusión con el narcotráfico y el lavado de dineros. De allí que, al ras con lo indicado, se empeñen en salvar y lavarle los rostros a Rafael Correa, Cristina Kirchner, Evo Morales y al propio Lula, patriarca del Lava Jato, cuyos actos de corrupción sistemática y generalizada provocan la caída de varios gobiernos democráticos; a otros los contaminan, sujetándoles, y hasta causan el suicidio de un expresidente. La Venezuela de Chávez, como dato de interés e importante, inaugura su maridaje con el narcoterrorismo colombiano en agosto de 1999, otorgándole por escrito un modus vivendi.

Lo veraz del lawFare es, sin embargo, todo lo contrario, y cabe no olvidarlo con vistas a lo actual. Con la Constitución a la mano y para hacerle decir lo que no dice – recreando regímenes de la mentira que «legalizan la ilegalidad» a discreción, lo primero que hacen los déspotas del Foro es avanzar hacia el control total y el forjamiento de una Justicia políticamente sirviente e instrumental; misma que le facilitará a Chávez hacer elegir a Maduro inconstitucionalmente, como su sucesor; la que le acepta como constitucional, siendo aviesamente inconstitucional, la reforma que ha lugar en 2009 para establecer la reelección perpetua como derecho y la que luego acaba con la Asamblea Nacional electa en 2015.

Desde el Tribunal Supremo de Justicia venezolano es desmontada la soberanía popular y son cercados los 112 representantes opositores que ocupan curules virtuales, mientras le autoriza al déspota de Maduro legislar por decreto desde 2016. Las causas se simulan, como la que en el presente ha inhabilitado sin expediente a María Corina Machado. Y el lawfare se cruza con las fake news, en tiempos de gobernanza de redes y para hacer ver que todo ocurre con sujeción al Estado de derecho, mera simulación.

Cabe señalar, en esta apresurada y apretada relectura, que el gobierno virtual parlamentario de Juan Guaidó, que contara con amplio reconocimiento internacional y le acuna Estados Unidos a partir de 2019 luego de desconocer la OEA la primera reelección de Maduro dura hasta que aquél decide enterrarlo. La inhumación se la impone como tarea a los partidos de la titulada Unidad y desde antes les compromete en unas negociaciones protegidas por López Obrador, aceptándose la observación rusa. Las reaniman Petro-Macron-Lula-Fernández y son las mismas que desembocan en Barbados, antecedidas por los «acuerdos secretos» de Catar.

La consideración constitucional, a todas estas, es puesta de lado. Eso lo aceptan los propios autores de la llamada Transición Democrática. Sostener el control de los activos y dineros de Venezuela para restárselos al despotismo y usarlo la Casa Blanca como carta propia de negociación, pero con finalidades distintas a la democratización del país, termina siendo el desiderátum para todos los participantes. Sus víctimas, los venezolanos, que marchan sin destino cierto, adentro y fuera del territorio nacional.

El objetivo de la libertad –no solo para Venezuela– se posterga y se le subordina, como ahora, a intereses geopolíticos definidos por la Administración Biden y su Consejo de Seguridad Nacional, a saber, la estabilización regional de los autoritarismos –he allí el caso de Nayib Bukele, en El Salvador– y el mantenimiento con estos de relaciones prácticas efectivas, alianzas petroleras y financieras o sobre drogas, y para contener el fenómeno de las migraciones.

La guía o astrolabio que se impone es la Agenda ONU-2030, una clonación de los documentos del Foro de Sao Paulo que retoma el Grupo de Puebla, y en la que no cuentan como tareas la democracia o el Estado constitucional y de derecho.

¿No es esto mismo, como salida arbitraria e impuesta, que no alcanza a conjurar el anhelo colectivo de libertad, la que patentaran como modelo, previamente, los europeos y los canadienses, conocido con el nombre de Acuerdos para el Diálogo Político y la Cooperación (ADPC)? Cuba y Nicaragua, y de modo similar El Salvador, son sus actuales beneficiarios.

*

A la luz de lo explicado y de este traumático recorrido de disolución que ya frisa 25 años en Venezuela, resulta en un craso y peligroso error el obviar que La Habana y el socialismo-progresista del siglo XXI, que asumieron el camino de la democracia para vaciarla de contenido y que participan del capitalismo salvaje no competitivo, apalancándose con «tecnologías de eliminación» (TdE) digital, forjaron, deliberadamente, el engaño de la república imaginaria y los espacios de recreación teatral electoral, como una suerte de mundo paralelo y útil para distraer y relajar las tensiones políticas, mientras han avanzado en la deconstrucción total de lo institucional y lo social; y ese mundo, justamente, ha sido territorio fértil para la cristalización y afirmación de los despotismos, pues al mismo se le redujo al voto y a la transacción.

Ha sido la forma encontrada para mantener ocupadas a las élites partidistas que, finalizando el siglo XX, se acostumbraron al manejo de sus partidos como agencias administradoras de cuotas de poder y munidos de tácticas postizas –no más las convicciones, menos las ideologías o la retórica moral; tanto que, como se prueba recién, las tarjetas de partido y sus afiliaciones se cambian e intercambian según el ritmo de lo circunstancial y se privilegian, lo ha hecho Rosales, por encima de lo que haya expresado la voluntad popular.

Y esta cuestión o comportamiento cabe entenderla en el caso de Venezuela a la luz del daño antropológico sufrido por sus habitantes y cuya experiencia podemos verla en el espejo de quienes predican –como “demócratas” a la vez que feligreses del modelo chino– la idea del «vivir bien», ajena a las enseñanzas de nuestros padres fundadores: libres como debemos serlo, decía Vicente Salias sobre el patriotismo esperado de los venezolanos, adelantándose a los liberales gaditanos de 1812.

No es que quienes así se comportan hoy sufran del síndrome de Estocolmo bajo el despotismo reinante. Es que, a lo largo de las tres décadas transcurridas entre 1989 –fecha del trágico Caracazo y final de la república de «Puntofijo» y el 2019– hasta cuando ocurre la pandemia del COVID, los sobrevenidos dueños de los partidos venezolanos terminaron alineados con la tesis progresista del relativismo; esa que renovaron la propia China y Rusia en la antesala de la agresión a Ucrania.

Desde Beijing les exigieron a los países occidentales construir democracias al detal, si aspiraban a tener paz, y abandonar por vía de efectos los principios de la moral universal; esos que, por causa del Holocausto, aún integran el patrimonio intelectual de Naciones Unidas. “Si, por un trágico oscurecimiento de la conciencia colectiva, el escepticismo y el relativismo ético llegaran a cancelarse los principios fundamentales de la ley moral natural, el mismo ordenamiento democrático quedaría radicalmente herido en sus fundamentos”, lo advirtió Joseph A. Ratzinger, el papa emérito fallecido, el 5 de octubre de 2007.  Es lo que ocurre. Ni más, ni menos.

Democracias al detal

Democracias al detal

Volvamos, para ir finalizando, al título de la posible resurrección de Venezuela que encabeza a estas consideraciones, pues creo y sostengo a pie juntillas que los venezolanos, sobrepasando a quienes los han explotado y esquilmado durante las recientes décadas, han inaugurado un proceso de reflexión íntima e individual y de movilización de voluntades en el que el ejercicio electoral es visto como mera etapa o circunstancia de lucha. No lo ven de agonal, pues conocen y saben del desenlace de las elecciones presidenciales de 2018, cuando se inicia el calvario del despotismo madurista y su aislamiento internacional.

Aquí debo subrayar que el pueblo venezolano, lleno de angustias por las carencias de orden humanitario a las que sobrepone su dolor por el desarraigo y al constatar a la «venezolanidad en dispersión» –pasada la aventura “revolucionaria bolivariana” como gran engaño, habiéndose acostumbrado a vivir en libertad entre 1959 y 1999, siente, desde lo más hondo de su corazón, que ha vuelto a encontrar un rostro sin máscara, no un Mesías, que le interpreta auténticamente. Lo está internalizando. Y vuelvo a lo metafórico, pues lo imagino como al hijo que anda en busca de su madre y vuelve a ella para que le proteja ante el desamparo y el atropello, rogándole, luego de aproximársele a su regazo, le devuelta al útero para que se suceda otro parto, en una hora menos aciaga que la actual. No es huida, como cabe advertirlo. Es procura de lealtad en el acompañamiento.

Ese es significado estético del fenómeno inédito e intransferible de María Corina Machado, mujer y madre, tras el tiempo gastado en el que una consigna sin alma –la Unidad– secuestrara a la nación para sumarse a la inhumana tesis «cesarista» que mira al pueblo como impreparado para el bien de la libertad y urgido de tutela; y ello, ciertamente, le ha hecho cómoda al despotismo de Maduro su entronización. 

Es esa la igual empatía que a la par revela Corina Yoris, como madre y abuela, quien mirando a los ojos del pueblo le anima para que luche por sí mismo bajo el ícono de la excelencia como bandera y propósito de vida; como desafío de cara al despotismo que le ha condenado, le ha irrespetado en su dignidad y degradado el valor de la educación y el trabajo como vías legítimas para la realización en bienestar.

Treinta años le duró a Venezuela concretar su democracia civil (1928-1959), derrotando al gendarme necesario. Otros treinta años se tomó su desarrollo y agotamiento, como democracia de partidos (1959-1989). La deconstrucción y el «quiebre epocal» corrientes, como sino o fatalidad que ha retardado por treinta años más nuestro ingreso de ciudadanos al siglo XXI y como en los siglos precedentes de nuestra historia institucional (1830 y1935), hemos de tomarlo como signo de esperanza cierta (1989-2019). 

Es el de las «Corinas», en suma, un hecho de hondo calado ético y antropológico, que traspasa a la mismas. Hará historia, probablemente. Sus activos mal pueden intercambiarse como si fuesen objetos, o votos que se reparten a conveniencia entre los oficiantes del narcisismo político venezolano y sobre las mesas del azar diplomático. Se ha iniciado otro ciclo en Venezuela, como lo creo y lo veo, que llena de terror a sus destructores y al globalismo.

correoaustral@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
 
La necesaria empatía para el cambio
Es importante buscar comprender a los demás desde una perspectiva más empática y compasiva

 

@cjaimesb

Los venezolanos, en general, hemos llegado a un punto de polarización tal, que todo lo que diga quien consideramos nuestro líder lo creemos de una, sin pasarlo por filtro alguno; y lo que digan los demás, incluso quienes nos resultan indiferentes, lo desechamos sin investigar qué hay detrás, si puede ser verdad o mentira y todo, todo, acompañado de una catajarria de insultos gratuitos, calumnias e infundios. Y, ojo, no hablo de adversarios políticos: a esos simplemente no se les cree nada.

Puedo entender que cuando un seguidor de un político se siente traicionado, ya sea por una acción concreta o simplemente por una percepción de desilusión, es común que la reacción sea más dura con su seguido que con sus antagonistas. Lo hemos visto n veces, sobre todo en estos últimos cinco lustros. Esta reacción, que parece contraintuitiva a primera vista, tiene sus raíces en la relación de confianza y lealtad que se establece entre un líder político y sus seguidores.

Cuando este político traiciona esa confianza, ya sea a través de un escándalo de corrupción o de un cambio de postura inesperado, los simpatizantes se sienten defraudados y traicionados. Esta sensación de traición lleva a una reacción emocional intensa y a una mayor dureza en las críticas hacia el líder en cuestión, por la conexión emocional que tienen con él.

Esto lo han vivido muchos políticos, a quienes les ha sido imposible levantar cabeza después de sus tropiezos. Hay casos en los que ha habido traiciones, ciertamente, en cuyo caso existen razones de peso para siquitrillarlos como lo hacen. Pero hay otros en que no… Y ahí están, sufriendo rechazo y ostracismo.

El chavismo sabe esto muy bien y lo usa magistralmente para destruir reputaciones. Lo peor es que han sido tan exitosos que ya ni siquiera la gente dirige sus críticas despiadadas y sus juicios de valor en contra del líder “traidor”. Lo hacen incluso sobre personas que ni siquiera conocen. Acaba de pasar, primero con la doctora Corina Yoris y luego con el embajador Edmundo González Urrutia.

Me quedé perpleja al leer comentarios en los chats de WhatsApp y en X. Profesionales, gente que se identifica como “católica practicante” y hasta algunos «periodistas» se desgañitaron en descalificaciones en contra de una persona decente, simplemente porque no lo conocían.

¿Cómo hemos cambiado tanto? ¿O es que hemos sido siempre así? Me inclino por lo primero. Y no se trata de prejuicio. Tampoco de estereotipo. No es envidia, ni resentimiento, ni falta de empatía. Lo que sí resulta ser es una absoluta falta de comprensión de las circunstancias y eso hace que las críticas sean aun más severas, aunque no tengan fundamento. Podría haber algo de necesidad de pertenencia: hay personas recurren a la crítica despiadada como una forma de buscar validación social o de sentirse parte de un grupo. Criticar a alguien que no se conoce puede ser una forma de fortalecer la propia identidad o de encajar en ciertos círculos sociales.

También, por supuesto, existe una marcada influencia de los medios de comunicación y redes sociales: la exposición constante a contenidos negativos fomenta actitudes críticas y despectivas hacia personas desconocidas. La difusión de rumores, chismes o noticias falsas también puede contribuir a la formación de juicios de valor injustos.

Es importante reflexionar sobre estas actitudes y buscar comprender a los demás desde una perspectiva más empática y compasiva. Cultivar una mayor tolerancia y respeto hacia los demás, incluso cuando no los conozcamos personalmente. Si de verdad queremos salir de esta pesadilla que estamos viviendo, no lo lograremos sin empatía o comprensión. Cuando entendamos esto y actuemos en consecuencia, estaremos estableciendo las bases para promover la armonía y la convivencia pacífica en nuestra sociedad. Las necesitaremos para el cambio. Si no, aunque cambiemos de timonel, la ruta será la misma…

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
 
Humano Derecho #16 - Temporada 2 con Melanie Agrinzones, directora de Uquira
Conversamos sobre la equidad de género con Melanie Agrinzones, directora de Uquira, quien nos habla sobre las manifestaciones del 8M en Venezuela

 

@_humanoderecho

¿Cómo se organizaron las mujeres en Venezuela para hacerse escuchar durante las manifestaciones de este 8 de marzo? ¿Cómo afectan las inhabilitaciones políticas y las barreras en la inscripción electoral a las mujeres venezolanas? Conversamos de estos y otros temas los estaremos con Melanie Agrinzones, directora de Uquira, quien nos hablará sobre las manifestaciones del 8M en Venezuela.

En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, lo que marcó un hito este 8 de marzo fueron las manifestaciones que surgieron a lo largo y ancho de Venezuela para reivindicar los derechos de las mujeres bajo el contexto humanitario complejo que vive el país. No solo en Caracas, sino también en estados como Mérida, las mujeres alzaron sus voces, organizándose para hacerse escuchar en esta fecha tan significativa.

El tema de los derechos políticos fue otro aspecto en el que destacaron casos recientes como la inhabilitación política de María Corina Machado y la no inscripción de la doctora Corina Yoris ante el Consejo Nacional Electoral (CNE). Melanie señaló estas situaciones como reflejo de un sistema que vulnera los derechos, poniendo especial énfasis en la perspectiva de género y en cómo se trata distinto a las candidaturas masculinas, a menudo utilizando retórica misógina.

En lo concerniente a los avances de la lucha feminista y los cambios pendientes en la mentalidad colectiva, todavía hay un camino por recorrer, incluso dentro de las propias mujeres. Melanie puntualiza que es crucial reconocer el derecho a decidir libremente sobre nuestros cuerpos y vidas. «Aún no hemos conciliado puntos clave, como el derecho al aborto, vital desde una perspectiva feminista, pero todavía enfrenta rechazo por parte de sectores de mujeres», concluye.

Presentado por Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@akaLuisSerrano). Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea.

Más contenido en humanoderecho.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
Simón: dejarlo todo, que nada pase y seguir adelante
Lo más duro de la película Simón es su mensaje. Creo que justamente por ese mensaje fue que el régimen de Maduro dejó que se proyectara en Venezuela sin ningún problema

 

@SoyJuanette

El martes 19 de septiembre de 2023 en Buenos Aires, específicamente en el Cinemark Palermo, se proyectó por primera vez (y en única función) la cinta Simón, del realizador venezolano Diego Vicentini, protagonizada por Christian McGaffney. Obviamente la mayoría del público estaba conformado por la diáspora que hace vida en la capital argentina; estuvieron todos, o casi todos, menos yo. 

Algunos amigos y familiares me llamaron, y hasta me cuestionaron por no ir a ver Simón. No entendían por qué si yo, que era una persona a la que le gusta el cine, y que trabaja en ese ámbito “apoyara al cine argentino, pero no al venezolano”. La verdad nunca lo contesté, pero usaré esta columna para hacerlo:

Lo primero que debo aclarar es que no fue por una razón política, sino más bien emocional. Y ya cuando me sentí preparado para verla, no volvió a proyectarse en Argentina, por lo que tuve que esperar a su estreno en Netflix. Y tras ver el filme debo decir que a nivel de guion es magistral. Desde los flashback, los diálogos y la fotografía, la cinta te hace sumergirte en la historia desde el minuto uno.

Simón es una película que trasciende a las generaciones y nos interpela a todos los venezolanos. A los que nos fuimos, a los que se quedaron, a opositores y me atrevería a decir (aunque ellos no quieran o puedan decirlo públicamente), hasta a quienes aún apoyan al chavismo.

La actuación de Christian McGaffney está genial y los minutos que nos regala Franklin Virgüez son una clase de actuación. Y qué decir de Roberto Jaramillo, quien le dio vida a “Chucho”, el partners de Simón, sin duda un personaje que quedará en el recuerdo.

Pero sin duda lo más duro de la película es su mensaje. Creo que justamente por ese mensaje fue que el régimen de Maduro dejó que se proyectara en Venezuela sin ningún problema: puedes marchar, enfrentarte a los cuerpos de seguridad, ser apresado, perder a tus amigos ya sea en una manifestación o en una cárcel torturado, pero el gobierno seguirá en pie. Así que no te queda otra cosa que irte.

Aunque también hay otra manera de verlo: luchar, tratar y seguir luchando hasta que un día algo cambie. Pero si no llega a pasar no es por tu culpa y puedes/debes seguir adelante.

Resulta que yo también fui estudiante, marché muchas veces en contra del Gobierno de Hugo Chávez. Tragué bastante “Gas del bueno” cuando el cierre de Radio Caracas Televisión. Además, después tuve la genial idea de participar en las elecciones del consejo universitario de la Universidad Católica Santa Rosa, lo que significó que me siguieran (incluso fuera de la UCSAR) los de la seguridad de la institución, por sus vínculos, en aquel entonces, con el gobierno.

En paralelo trabajé en muchos medios de comunicación privados, algunos cuestionados por el gobierno chavista, como por ejemplo CNN y el antiguo Globovisión. Eso significó para mí un estigma. Traté de remarla, pero, al final, la cuerda se rompió y en 2016 ya tuve que irme. Poco después se fueron mis hijos.

Ahora estoy escribiendo esto un 24 de marzo, día de la Memoria en Argentina. Fecha en la que se conmemora el inicio de la dictadura militar que gobernó Argentina desde 1976 a 1983. Es un momento de reflexión y aunque cada quién cuenta la verdad de la historia a su manera, lo cierto es que murió y desapareció gente, dejando un dolor enorme que, 48 años después, sigue más vivo que nunca. Mi opinión es que no se trató de una guerra, porque son los gobiernos los que manejan las armas y el aparato para perseguir y torturar de forma sistemática.

No soy optimista. Películas como Simón me recuerdan, a mí en particular, que puedes mudarte de país, cambiar tu vida y hacer todo diferente. Pero siempre habrá gobiernos, ya sea de derecha o de izquierda que te repriman, y hasta te maten, por no compartir sus ideales, o peor aún, no pensar como ellos. Mucho me temo que eso nunca va a cambiar.

Lo paradójico de todo es que el régimen de Maduro saluda a los organismos de derechos humanos y repudia las torturas en Argentina y Chile en la década del 70 y 80 (algo que claramente es repudiable). Pero… ¿y las de Venezuela?

En fin, como digo siempre, la política no es un Caracas vs. Magallanes, o un River-Boca. Si eres venezolano y condenas las torturas y muertes en Venezuela, entonces date la oportunidad de entender y reflexionar acerca del “Nunca más” en Argentina.

Ojo, lo mismo le digo a mis hermanos argentinos: entiendan lo que pasa en Venezuela, y no crean que está bien solo porque “Maduro es de izquierda”, pues lamentablemente la tortura no es cuestión de ideología. Es simple y llanamente un crimen condenable.

¿Hay que dejar de luchar? Creo que no, porque luchar es parte de la vida.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Laureano Márquez P. Mar 28, 2024 | Actualizado hace 4 semanas
Los preparacionistas
Uno de los motivos de mayor angustia para los seguidores del preparacionismo es una falla de la electricidad que afecte la vida normal de los ciudadanos…

 

@laureanomar

Me encuentro con este término, que desconocía, en un titular de prensa y la primera percepción que le viene a uno es la de que se trata de una nueva congregación protestante que se prepara para la segunda venida de Cristo. Pero no, el preparacionismo, prepper en inglés, es un movimiento que se prepara para una eventual emergencia que amenace la existencia humana, para perturbaciones económicas, políticas y sociales que pongan en peligro el normal desenvolvimiento de la vida. Para ello, los seguidores de este movimiento adquieren destrezas que les permitan afrontar una eventual catástrofe: conocimientos médicos, construcción de refugios subterráneos, técnicas de supervivencia en condiciones adversas, almacenamiento de alimentos, medicinas, e incluso entrenamiento militar.

Los preparacionistas no son nuevos. Esta corriente un tanto pesimista (o realista, según se mire) sobre el destino humano, es de larga data. Cobró mucha fuerza por allá por los años sesenta cuando la posibilidad de una guerra nuclear se convirtió en la espada de Damocles que amenaza la supervivencia la humanidad.

Homo ¿sapiens?

Homo ¿sapiens?

Una de las angustias mayores que invade a este peculiar grupo es el tema del abastecimiento, por tal razón almacenar y guardar comida no perecedera para cuando el apocalipsis sobrevenga, es una de las tareas centrales. Esta labor cada uno la lleva a cabo según su condición social y económica: los multimillonarios almacenan licores y exquisiteces y el resto enlatados y agua. Sin duda, la reciente pandemia padecida por la humanidad dio gran impulso a este movimiento, muchos productos se agotaron en aquel entonces por las compras nerviosas para el abastecimiento.

También la guerra de Ucrania (recientemente Putin acaba de reconocer que se trata de una guerra) y la dura situación en el medio oriente han sido un aliciente para la actividad de los preparacionistas. El movimiento cuenta con instructores especializados, uno de ellos afirma: «Llevo diez años almacenando comida que sé que me voy a comer en 2035».

Otro de los recurrentes temores de los preparacioncitas es la amenaza del llamado «gran apagón». Uno de los motivos de mayor angustia para los seguidores de esta corriente es, justamente, una falla de la electricidad que afecte la vida normal de los ciudadanos. Las autoridades austríacas, por ejemplo, han instado a los ciudadanos a almacenar combustible, velas, conservas y a pactar con familiares eventuales puntos de encuentro en caso de fallas comunicacionales. La ministra de Defensa de Austria, Klaudia Tanner, dijo el pasado 29 de octubre que «la cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo». Existe incluso una tendencia a compras nerviosas que lleva por nombre «el efecto papel higiénico», que consiste en que el miedo hace que los productos se agoten antes de tiempo.

Como habrá notado el lector, todas estas angustias, temores y expectativas fatalistas son propias de países desarrollados, porque por estos lares, aunque desconociéramos el término, somos preparacionistas practicantes desde hace tiempo que jode, porque para nosotros el apocalipsis hace rato que llegó.

El mal se llama socialismo

El mal se llama socialismo

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
Reuben Morales Mar 28, 2024 | Actualizado hace 4 semanas
Gracias, Transmilenio de Bogotá
Estar ya sentado dentro del Transmilenio brinda otros grandes beneficios, además del descansar. Por ejemplo, un día vi a un vendedor que de zarcillo usaba un candado de maleta

 

@ReubenMoralesYa

Cada vez que paso frente a un concesionario de automóviles, me doy cuenta de que el mejor estímulo para comprarme uno, no es la idea de desplazarme con libertad, ni la publicidad de los últimos modelos. El mejor estímulo es salir de ese modelo anterior que me lleva y me trae, pero que ya no soporto: el Transmilenio de Bogotá.

Es que esa motivación empieza cada vez que llega la unidad y me monto utilizando una mano para agarrar una baranda, mientras que con la otra voy aguantando mi celular en el bolsillo para asegurar que nadie me lo robe. Por esto, las marcas de celulares sacaron los relojes inteligentes. Para que a través de ese dispositivo te enteres de qué pasa en tu celular de una forma más disimulada. Y a medida en que crezca la inseguridad, llegaremos a ese día en donde tendremos un dispositivo sublingual que vibre para avisarnos que veamos a través de unos lentes de contacto especiales que nos avisen que debemos escuchar unos audífonos inalámbricos, que nos avisen que debemos ver el reloj inteligente, que nos avise que está entrando una llamada al celular para avisarnos que debemos la cuota de la tarjeta con la que pagamos todos los dispositivos anteriores.

Pero solo así evitamos que un ladrón meta la mano desde afuera y nos robe el celular. Una modalidad de robo en donde una persona aprovecha cuando el bus está detenido para usar la rueda de este como escalón para impulsarse, saltar, meter la mano por la ventana y agarrar un teléfono. No sé qué están esperando para reclutar a estos hampones y ponerlos en la competencia de clavadas del juego de las estrellas de la NBA.

Aunque la manera que he conseguido para utilizar algo de tecnología en mis viajes en el Transmilenio, es que aprovecho mi estatura de 1,92 metros para mirar hacia abajo y leer los chats en los celulares de la gente. Me he encontrado con personas que nos hacen creer que tienen vista 20/20, cuando en sus celulares usan letra tamaño 375. Aunque el otro día vi a una mujer que se despidió de su novio en una estación y, apenas subió al vagón, sacó su celular y comenzó a chatear con el amante.

Otro de mis pasatiempos favoritos en el Transmilenio es el de descifrar el lenguaje de señas de los conductores de autobús. Un particular conjunto de morisquetas corporales que usan los choferes cuando se topan con otro colega en un semáforo. De tanto verlos, ya aprendí a interpretar mensajes como “Una vuelta más y me voy para la casa”, “Esta unidad está desalineada” y “Me pegaron las cervecitas que me bebí antes de este viaje”.

Pero el pasatiempo se ve interrumpido cuando finalmente consigo una silla para sentarme. Aunque en Bogotá uno no debe sentarse en la silla de una vez porque puedes pasar por cochino. Es que acá existe una extraña costumbre en donde nadie se sienta inmediatamente en una silla que acaban de desocupar. Primero la dejan enfriar para que se le quite el calor “glutiniano” del otro. ¿Por qué harán esto? ¿Para no sentir que “culean” con un desconocido? ¿Para que no les dé hemorroides? No sé, pero con el acostumbrado frío de Bogotá las dos cosas que más aprecio de esta ciudad son un asiento tibio en el Transmilenio y cuando un familiar me deja calientico el aro del inodoro.

Una vez sucedió que un señor me dio la silla porque me vio acompañado de mi hijo y varios bolsos. Al sentarnos, nos miró molesto y dijo:

–¿No me va a dar algo?

–No -le dije.

–Ay, mire que yo soy de la punta del cerro de Ciudad Bolívar -el barrio más peligroso de Bogotá.

–¿Ah, sí?… Pues yo soy venezolano.

Inmediatamente se fue, pues supo que, en esa escala involutiva de marginados bogotanos, mi condición le ganaba por una goleada.

Estar ya sentado dentro del Transmilenio brinda otros grandes beneficios, además del descansar. Por ejemplo, un día vi a un vendedor que de zarcillo usaba un candado de maleta. Lamentablemente no pude concentrarme en la irreverencia de su moda ya que no dejaba de pensar: “¿Y no era mejor un candado de combinación? ¿Y si bota la llave? ¿No le dará pena llamar a un cerrajero y decirle que venga a abrir un candado que tiene en la oreja?”.

Otro día, nos amenizó el viaje un saxofonista tocando el clásico de jazz “Take five” con el fin de ofrecer sus servicios en eventos privados. Algo parecido a escuchar reggaetón en un convento. Aunque yo aprecié el gesto, creo que este músico podría lograr que alguien lo contrate si compra un boleto y toca eso mismo, pero en el pasillo de un avión de Air France.

También vi el caso de un hombre que se subió a pedir dinero diciendo esto: “Amigos, por favor colabórenme. Soy padre soltero porque mi esposa falleció recientemente. Y yo estoy claro, así como ustedes, de que las mujeres son fastidiosas, intensas, bipolares y dramáticas, pero créanme: el día que no la tengan, la van a extrañar”. Obviamente las mujeres del vagón no le dieron plata (y yo tampoco, pero para que no me tildaran de machista).

Por todo esto es que me termina resultando difícil no sentir cierta tristeza cuando ya se va acercando mi estación y me toca abandonar el vagón del Transmilenio. Es que no es fácil. Uno queda realmente conmovido, además de agradecido, por haber recibido tanta diversión y de gratis. Pobrecita esa gente que tiene automóvil.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es