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Opinión

Los valores democráticos viven en las comunidades

Todas las ONG humanitarias se encuentran bajo la vigilancia del gobierno. Nosotros mismos, desde Alimenta la Solidaridad y Mi Convive, lo vivimos a finales del año pasado. Foto Mi Convive.

@RobertoPatino

A un poco más de medio siglo del 23 de enero de 1958, volvemos a estar frente a una realidad que creíamos superada en la historia de Venezuela: la imposición de un sistema de gobierno contrario a los valores de la democracia y violador de los derechos humanos.

Los venezolanos hemos sufrido una especie de retorno al pasado, pero con una característica distinta a la que tuvieron que enfrentar nuestros abuelos; hablamos por supuesto de una de las crisis humanitarias más graves que ha vivido Venezuela en su historia.

Es así como los habitantes de este país están sometidos a una doble presión: por un lado la erosión de las libertades civiles y al mismo tiempo una crisis económica y de servicios públicos de proporciones trágicas.

Para muchas familias la sobrevivencia se ha convertido en un combate cuerpo a cuerpo frente a la crisis económica; al tiempo que las iniciativas ciudadanas y las formas de organización social en las comunidades, herramientas necesarias para salir de la pobreza, están sometidas al escrutinio y persecución de un Estado que aspira a controlar todos los espacios de la vida ciudadana.

El venezolano es un sobreviviente de una crisis humanitaria y, a un mismo tiempo, un luchador por la democracia, aun cuando no milite en ninguna organización política.

El hecho de salir a la calle a tratar de reconstruir el tejido social en las comunidades, su empeño de enfrentar con consenso y solidaridad los grandes problemas en su entorno, y su disposición a trabajar por una mejor calidad de vida de su familia y sus vecinos, es un reservorio inédito de los valores democráticos que se niegan a abandonar a los venezolanos.

Desde Alimenta la Solidaridad y Mi Convive hemos decidido apoyar y acompañar el trabajo en las comunidades, convencidos como estamos de que en ellas se concentra buena parte de los valores más importantes de la Venezuela que todos queremos.

No somos los únicos en este esfuerzo. El venezolano es un pueblo consciente y solidario, como queda evidenciado con todo un universo de ONG que hacen vida en el país. Profesionales inmersos en valores democráticos, hombres y mujeres preocupados y dedicados en hacer frente a la crisis humanitaria a la que está sometido el pueblo. A ellos, también, nuestra solidaridad y compromiso de trabajar juntos por el futuro de Venezuela.

Todas estas organizaciones se encuentran bajo la presión y vigilancia del gobierno. Nosotros mismos, desde Alimenta la Solidaridad y Mi Convive, lo vivimos a finales del año pasado. Pero gracias a la solidaridad de venezolanos dentro y fuera del país, así como de ONG aliadas, representantes diplomáticos, entre otros, pudimos salir adelante y continuar con nuestras operaciones, lo cual nos impulsa a seguir trabajando pese a los obstáculos que se nos presenten.

Seguiremos con nuestro esfuerzo, todos juntos, apoyando a las comunidades, aprendiendo de ellas, esforzándonos por estar a la altura del compromiso que hay en el pueblo venezolano; valores que son el último reservorio de los principios democráticos que hay en el país y que recordamos tras 65 años de aquel 23 de enero.

Roberto Patiño / Director de Caracas Mi Convive y Alimenta La Solidaridad

www.robertopatino.com

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Las elecciones de los Estados Unidos, conclusiones y lecciones

Las controvertidas elecciones presidenciales en los Estados Unidos fueron excepcionales bajo muchos puntos de vista. Están destinadas a impulsar nuevas reglas electorales en los Estados Unidos y la adopción de precauciones políticas, no solamente en Washington, sino también en el mundo occidental.

Se necesitan nuevas reglas electorales en los Estados Unidos para que todas las partes acepten cambios o nuevas realidades circunstanciales, como las que se adoptaron en varios de los Estados por razones relacionadas con la covid-19.

Por ejemplo, no todos los Estados y ambos partidos estaban de acuerdo con aceptar “early voting by mail” o emisión anticipada de votos por correo. Tampoco con la fijación de los horarios de votación.

Lo más preocupante y más peligroso, sin embargo, es el aumento del uso de las redes sociales para penetrar la opinión pública a través de la desinformación y la mentira (lo que en los Estados Unidos se conoce como “fake news”). El fin: crear caos e influenciar a sectores específicos del electorado.

A lo largo de los meses anteriores a las elecciones, primero se organizó una campaña para convencer a los electores de que el partido demócrata se estaba volcando hacia el socialismo e inclusive hacia el comunismo. Y luego, cuando las encuestas indicaron la posible derrota de los republicanos, Trump por un lado, y fuerzas extranjeras por el otro, empezaron a correr la voz de que los demócratas cocinaban un fraude electoral de grandes proporciones.

Es claro que estas campañas de desinformación, que se aprovechan del fácil uso de las redes sociales, se convirtieron en una formidable arma letal tan o más temible que el espionaje y los acostumbrados complots encubiertos de los servicios secretos.

Mientras que el plan de influenciar la base de sus seguidores inyectando exagerados temores y advertencias de incierto futuro por parte de Donald Trump fueron bastante evidentes, mucho más sutiles fueron los esfuerzos principalmente de Rusia y en menor escala por parte de Irán y de China de sembrar dudas y crear pánico.

Las pruebas de que Rusia ha logrado penetrar el sistema tecnocientífico de Washington constituye una clara advertencia de que Vladimir Putin sigue con sus actividades encubiertas para crear zozobra y eventualmente anular las ventajas económicas y militares de los norteamericanos.

Por su lado, China se concentra en descubrir los adelantos tecnológicos de los Estados Unidos para reducir lo más posible las ventajas que la separan de Washington, en su afán de convertirse en el mayor mercado económico mundial.

Trump logró explotar su base de la extrema derecha de raza blanca y una multitud de conservadores antisocialistas. Casi logró el objetivo si no fuera por sus grandes e incesantes mentiras, extremismo y racismo.

Si el racismo de Trump no hubiera sido tan evidente, seguramente hubiera ganado en el estado de Georgia en lugar de perder miserablemente, inclusive hasta las elecciones de desempate de los dos senadores del Estado.

Para Trump los afroamericanos no son sino los sobrevivientes de la multitud de esclavos traídos desde África y que a duras penas califican como ciudadanos de segunda categoría. Tampoco considera a los latinos como plenos ciudadanos norteamericanos. A ellos se les concedió permiso de trabajar en los Estados Unidos para solventar la ausencia de peones y facilitar la recolección de cosechas; además por la falta de mano de obra barata en los trabajos más duros o de servicio.

La orden de marchar hacia el Congreso y de tratar de impedir la certificación de la victoria de Joe Biden fue un error garrafal porque resaltó sus verdaderas tendencias y confirmó su carácter antidemocrático.

La multitud enviada al Capitolio con la orden de parar el proceso de certificación de Joe Biden es una prueba más de las preferencias de Trump. Tal como se visualiza en los muchos videos de la toma del Capitolio, los insurgentes no contaron con la participación de ningún afroamericano, sino de extremistas de derecha, neonazis y supremacistas blancos (white supremacists).

Finalmente, no queda duda de que las elecciones fueron ganadas por Biden, tal como fue certificado por los rectores electorales de los varios estados, confirmado por el Colegio Electoral, la FBI y el fiscal general de Trump.

Lo que queda por verse es si Trump será enjuiciado y podrá evitar una división del partido; este ya cuenta con un grupo “pro-democracia”, conocido como los propulsores de ‘The Lincoln Project”, que se oponen a su permanencia en el partido Republicano.

*Tony Bianchi fue por años corresponsal de Reuters en Venezuela; vive aquí desde los años 60.

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#10DocumentosBolivarianos | Carta a Santander sobre Colombia, o la república como imposición militar

@eliaspino

Es difícil la selección de una carta de Bolívar que pueda resumir las ideas que tiene del gobierno y de la orientación de sus proyectos, en sentido general. Un epistolario copioso y cargado de recursos retóricos, el más importante de su época, lleno de piezas susceptibles de atención especial, o de detalles sobre circunstancias pasajeras, puede conducir el trabajo del investigador hacia un mar de ardua navegación. Una mina rica en vetas puede llevar a exploraciones sin fruto.

Por fortuna, una carta como la que remite a Francisco de Paula Santander desde San Carlos, el 13 de junio de 1821, destaca por el hecho histórico al cual  refiere y por el asomo de ideas capaces de permanecer en sus planes  sobre un asunto de envergadura.

Está reunido el Congreso de Cúcuta para redactar la Ley Fundamental de Colombia y se acerca el día de la Batalla de Carabobo, mientras disminuye la fuerza de los ejércitos realistas en Venezuela. La causa republicana y su líder pasan por situaciones auspiciosas, sobre las cuales habla sin la rémora de las minucias. Se lleva a cabo el estreno de un sistema político en el cual ha puesto todas sus esperanzas, pero cuyos problemas no quiere ignorar. Lo que escribe a una figura de trascendencia como Santander, entonces su colaborador más cercano y conocedor como pocos de los negocios públicos en la Nueva Granada, es de vital importancia. No solo por los aprietos que percibe sobre la vida de la naciente Colombia, sino también por la solución que plantea para superarlos. Quizá no solo advierta el peso de los inconvenientes: también anuncia la fórmula unilateral e inflexible de solucionarlos que aplicará en el futuro.

Vemos, primero, cómo se expresa de los legisladores ocupados de redactar la Constitución. No son la estima, ni el respeto, los rasgos que mueven su parecer.

Por aquí se sabe poco del Congreso de Cúcuta: se dice que muchos en Cundinamarca quieren federación; pero me consuela con que ni Vd., ni Nariño, ni Zea, ni yo, ni Páez, ni otras muchas autoridades venerables que tiene el ejército libertador gustan de semejante delirio. Por fin, por fin, han de hacer tanto los letrados, que se proscriban de la República de Colombia, como hizo Platón con los poetas en la suya. Esos señores piensan que la voluntad del pueblo es la opinión de ellos, sin saber que en Colombia el pueblo está en el ejército, porque realmente está, y porque ha conquistado este pueblo de mano de los tiranos; porque además es el pueblo que quiere, el pueblo que obra y el pueblo que puede; todo lo demás es gente que vegeta con más o menos malignidad, o con más o menos patriotismo, pero todos sin ningún derecho a ser otra cosa que ciudadanos pasivos. Esta política, que ciertamente no es la de Rousseau, al fin será necesario desenvolverla para que no nos vuelvan a perder esos señores.

Es evidente cómo subestima la capacidad de los políticos y los intelectuales para diseñar el camino de la república en ciernes. Si se parte textualmente de la referencia a Platón, no cabe duda de cómo prefiere no contar con ellos para la propuesta de las regulaciones más importantes. Pero, así como los descalifica, coloca a los militares en la cúspide de las decisiones. No solo porque cita específicamente a los más renombrados como muestras exclusivas de sensatez, sino especialmente porque concede a los miembros de los contingentes armados la única instancia de decisión que puede llevar a la república por buen sendero.

Entiende a Colombia como el fruto de un hecho de armas, mientras arrincona a los creadores de ideas y a las ideas mismas en el proceso de su fundación.

Los letrados, los diputados civiles, los redactores  de la prensa insurgente, las gentes sencillas, ocupan un segundo plano frente a la soldadesca y frente a los oficiales que la dirigen. Debido a sus hazañas, las únicas que han conducido a resultados concretos, ha nacido una forma política fundamental, pero los políticos pretenden suplantarlos como protagonistas estelares. Los militares son ciudadanos de primera, frente a una masa de segundones. Algunos historiadores han visto en el fragmento una alarma sobre los riesgos de un sistema político que desdeña la realidad debido a la influencia vana de las teorías, sutileza que oculta el abrumador militarismo que destila.

La descalificación de los políticos y los intelectuales no solo es peligrosa en sí misma, cuando advertimos que se gesta una etapa primordial de nuestro republicanismo, sino también debido a los problemas que se ciernen sobre Colombia por la heterogeneidad de sus componentes. Escribe Bolívar a continuación:

Piensan esos caballeros (los legisladores) que Colombia está cubierta de lanudos, arropados en las chimeneas de Bogotá, Tunja y Pamplona. No han echado sus miradas sobre los caribes del Orinoco, sobre los pastores del Apure, sobre los marineros de Maracaibo, sobre los bogas del Magdalena, sobre los bandidos de Patia, sobre los indómitos pastusos, sobre los guajibos de Casanare y sobre todas las hordas salvajes de África y de América que, como gamos, recorren las soledades de Colombia.

En la hora del nacimiento de Colombia, el fundador muestra las razones de su futuro derrumbe. Es cierto que describe una realidad con el objeto de desacreditar a los parlamentarios que no la han observado, según él, pero es evidente cómo muestra un desfile de elementos humanos, de diversidades históricas y culturales, a través de los cuales se advierte la demasía de su amalgama, su rompecabezas de imposible soldadura. A menos que las piezas se reúnan a la fuerza por coerción militar.

De lo cual se desprende la trascendencia de la carta. No solo es una confesión de que ha pensado una configuración política de difícil o imposible sostenimiento, de que se ha empeñado en levantar la más estrambótica de las “repúblicas aéreas” que ha criticado antes, sino también de que ella solo puede aterrizar con el peso de las bayonetas. ¿No ha asegurado ahora, en el punto de partida, que “el pueblo está en el ejercito”? ¿No trata después de mantener el proyecto colombiano, ejerciendo una dictadura nacida en los cuarteles?

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El holocausto de jubilados y pensionados en Venezuela

@froilanbarriosf

En numerosas oportunidades nos hemos referido a la remuneración de la población económica activa en nuestro país, destacando los niveles de pobreza generalizada que integran a la cuasi totalidad del censo nacional. Una población que sobrevive en el país del ingreso más bajo del planeta, representado en 70 centavos de dólar mensual.

La tiranía madurista se ufana de su “obrerismo” al otorgar innumerables bonos basura, sin ningún impacto sobre el salario para efectos de utilidades, horas extras, vacaciones y demás derivados de la relación salarial.

Estos, sumados al sobre de pago formal, no alcanzan para el trabajador del sector público siquiera a $10, cantidad ridícula frente a la canasta alimentaria de $ 250 mensuales. Otro tanto sucede con el trabajador del sector privado que es remunerado mediante acuerdos discrecionales y, en el mejor de los casos, bajo contratos colectivos con cantidades mucho más cercanas a la cesta de alimentos citada.

Ahora bien, entre tanto ¿qué sucede con los pensionados y jubilados de nuestro país, cuyos derechos emanan del artículo 86 de la CRBV, de la Ley Orgánica de Seguridad social de 2002, de la Ley del Seguro Social Obligatorio de 1966 y de numerosos contratos colectivos del sector público, ya que en la empresa privada se han convenido excepcionalmente planes de jubilación adicional a la pensión del IVSS?

La dimensión de esta tragedia se acrecienta cuando identificamos que este sector laboral comprende un universo de más de 5 millones de seres humanos, de los cuales 4 millones son pensionados por el IVSS al cumplir las cotizaciones requeridas para acceder al derecho a la pensión; y un millón y medio adicional que percibe la pensión Amor Mayor, concedida por el ejecutivo nacional aun cuando no hayan cumplido las cotizaciones. 

En realidad, esta inmensa masa humana se encuentra a la intemperie. La edad no le permite acceder por su condición física al mercado de trabajo. Tampoco tiene la fuerza de la juventud para asumir el éxodo que han decidido 6 millones de Venezuela en edad productiva, quienes han tenido la tenacidad para cruzar sabanas y páramos en procura de un trabajo que les permita alimentar a sus familias en Venezuela.

La gran mayoría de la tercera edad no cuenta con la oportunidad de recibir remesas de sus familiares en diáspora. Tan solo cuentan con 1.200.000 bolívares como pensión mensual, más los bonos que otorga discrecionalmente el tirano; entre ellos el bono de guerra económica que sumaría 2.400.000 adicionales, cantidades que en el contexto de una economía dolarizada significarían 4 $ mensuales de ingreso. Incluso, para aquellos que perciben su jubilación en el sector público, esta es consumida por los descuentos para servicios médicos y funerarios, que tampoco utilizan. 

Por tanto, pareciera que morir de mengua es el destino final, ya que las escasas fuerzas las utilizan en deprimentes y agotadoras colas cada vez que asisten al llamado del IVSS para el cobro mensual en el respectivo banco. Por si fuera poco, solo pueden retirar el 30 % del efectivo, ante la baja disponibilidad suministrada en las agencias. 

Todo este cuadro dramático se agrava con la pandemia al ser los adultos mayores la población más vulnerable a la covid-19, como lo han indicado los partes médicos en numerosos reportes. Amén de una infraestructura sanitaria en ruinas, incapaz de atender a decenas de miles de infectados sin esperanza de atención, que no sean las curas milagrosas como las “gotitas del Dr. José Gregorio Hernández” que se anuncian demagógicamente para tranquilizar y burlarse de la población. 

Los adultos mayores en nuestro país ven con estupor cómo las pensiones en la mayoría de los países de América Latina oscilan entre $150 y $400 mensuales, o en España 900 euros al mes; sin comparación alguna con los $0.70 $ mensuales que perciben de manos del gobierno “revolucionario”. Situación que ha determinado para los jubilados y pensionados ser uno de los sectores más representativos en la protesta laboral desarrollada en el territorio nacional. Incluso en el internacional, al no percibir aquellos pensionados que se encuentran en el extranjero un solo centavo de sus pensiones y jubilaciones.

Esta amarga condición no se compadece con la voluntad y el sacrificio de generaciones de venezolanos y extranjeros que, durante el siglo XX y lo que va del XXI, entregaron sus mayores esfuerzos en procura de la construcción de un país. Todo, para terminar en la recta final de sus vidas en la ruina más abyecta, a manos de un régimen criminal e insensible a quien poco importa la condición humana.

* Movimiento Laborista

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Orlando Viera-Blanco Ene 26, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
Lloro de alegría por ti
Papá no puedes llorar. Tienes que ser fuerte y ser más embajador que padre, para que termines lo que quieras decir

 

@ovierablanco

Al escribir estas líneas no han transcurrido 24 horas que desde que escuché decir al notario “[…] y con la autoridad que me confiere la ley, “Valeria [Viera] y José [Lorido] los declaro marido y mujer”. Hace poco más de 30 años escuché pronunciar el mismo discurso sobre la gracia de la unión de Gabi y un servidor. Tres décadas más tarde nuestros miedos se disiparon y nuestras alegrías germinaron. En un santiamén corrieron los tiempos, llegaron cuatro hijos maravillosos, una vida familiar rodeada de amigos que nos quieren y queremos, en un país que nos ha dado todo por lo cual a nosotros nos corresponde ahora dar el resto por él…

Al ver a mi hija irse en llanto también lloró mi alma. Una cascada de sentimientos encontrados invade nuestro corazón. Atrás nuestros recuerdos, el hogar, las vivencias de nuestra niñez y de su niñez. Nos acompañaron amigos de su infancia, críos que vi crecer en casa convertidos en hombres y mujeres, que tratan de ser felices fuera de Venezuela, como lo fuimos en ella.

Las lágrimas de Velería no eran solo por lo sensible del momento, por dar el paso de fundar familia con quien le ha correspondido sentidamente. Quizás ella no lo sabe, pero fue el llanto de una niña hecha mujer, muy centrada pero muy emocional, que tiene su génesis en una acumulación de esfuerzos, retos y experiencias que no se reducen a una fotografía, a un día.

Cientos de imágenes llegaron a su cabeza y a su pecho, porque los hijos que han tenido que emprender otra vida fuera de nuestro país, lo han tenido que hacer a solas, quijotescamente.

Estudiar, ser y vivir fuera de casa, en otro idioma, otras costumbres, otra dinámica, rumbos y direcciones. Se han visto en la múltiple tarea  de pasar un examen y obtener un título, como ganarse la vida, resolver a solas, cocinarse, mudarse, hacer su cama, lavar sus platos, su ropa; trabajar y atender sus deudas y en fin, llevar su maleta de un sitio a otro, siendo una carga más pesada que hacerlo acompañada en su país…

Valeria me dio el privilegio de ser el único de su familia y amigos de decir unas palabras en su ceremonia. Me advirtió. “Papa no puedes llorar. Tienes que ser fuerte y ser más embajador que padre, para que termines lo que quieras decir”. Qué cosas que tiene la vida, que la que terminó siendo traicionada por su fragilidad natural [le apodamos rosa perfumada], fue ella. Al dar sus votos de amor, “prometo acompañarte en las buenas y en las malas, en la salud o en la enfermedad, en la pobreza o en la riqueza” sus ojos vidriosos le impidieron hablar. Son tantas las presiones e incertidumbres que se juntan a una vida muy exigida, que agregarle más en ese momento sublime y único, como lo es unirse en matrimonio, hace inevitable que no solo ella, sino todos quienes la queremos y nos ha tocado este difícil viaje, también doblegamos  el momento, la circunstancia, la patria. «Hija ahora mismo no puedo ser ni exhibir la entereza de un diplomático. Antes sigo siendo tu padre…».

Valeria de mis hijos es la más elocuente y audaz por apasionada. Dicen que es como su abuela materna -Mencha- quien pinta la vida cada día, y como su papá [de sensibilidades capricornianas]. Libre como una mariposa, infatigable y laboriosa como una abeja. Citando a García Lorca alcancé escalar su prosa referida sobre la abeja reina. Hacedora de colmenas de miel, le aconsejamos [a Vele] vuela alto hija, sobre los caminos espinosos esquivando desde el aire, las piedras, los roedores o los desagües, que de ellos nos ocuparemos tus padres. Sigue aleteando con fuerza y con afán, amando y siendo amada, haciendo familia en tu destino de un nuevo hogar antes de volver a casa…

Valeria lloró por Amparito, Javier, Judith, quienes la vieron crecer y le consintieron desde que aprendió a caminar. Por sus abuelos que han partido, pero allí estaban. Por los niños más vulnerables de Venezuela que junto a la familia y muy especialmente a su mamá, ha aprendido a cuidar, dándole una sonrisa y una esperanza, unida a de cientos de almas generosas, aquí y allá. Valeria se refirió a su mamá como ejemplo típico de las madres venezolanas, por su indeclinable voluntad de dar sin recibir y hacer de la compasión un propósito de vida. Valeria lloró por un pasado remoto donde, cual mariposa, volaba en un país donde siempre es primavera… Valeria soltó sus incontenibles lágrimas por haber logrado el sueño de toda mujer, y emprender vida compartida en tierras lejanas. Valeria, sin duda, elevó su llanto por Venezuela, que no olvida, que también ama monolíticamente, y que lleva en su alforja, siempre…

En medio de estos embates de sentimientos encontrados me llega el testimonio de Hillo Ostfeld, rumano-judío sobreviviente del Holocausto. Un hombre que a sus 91 años fue orador de orden en 2016 de nuestra legítima AN, y quien, con una lucidez impresionante y conmovedora, contó los horrores del Holocausto y de cómo perdió a sus padres, quienes mueren de astenia, con trozos de pan en sus manos para alimentar a sus hijos. El espanto del holocausto no tiene parámetro. Pero el dolor de la ausencia, la incertidumbre y el destierro es palmario, donde solo el amor rescata la alegría, eleva la fe y suprime la indiferencia.

Amores en tiempos de exilio que se rebelan al ostracismo, que se levantan por el derecho a ser feliz y nos motivan a seguir andando por volver a Venezuela. Como la hace una abeja camino a su colmena, como lo hizo Hillo Ostfeld, como la hará Valeria. Dios te bendiga hija. Ahora soy yo a quien se le ha anudado el verbo y la garganta, y libro lágrimas de alegría por ti…

El alma que ríe

El alma que ríe

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Laureano Márquez P. Ene 26, 2021 | Actualizado hace 1 mes
La cuña blindada

@laureanomar

Entre las millones de cosas que le llegan a uno al teléfono para ayudarnos a no perder tanto tiempo leyendo libros, me enviaron la famosa cuña de la camioneta blindada. Lo tomé como una parodia de la corrupción y el mal gusto. Parecía una crítica mal lograda a la “enchufocracia” reinante. “Se podía haber dicho más”, pensé. Sin embargo, inocente uno, resulta que se trata de una cuña completamente en serio. El sabio Mevlana decía: “sé visto como eres o sé como eres visto”.

Aquí parece que a mucha gente ya no le importa ser vista como es, en todo el esplendor de esa terrible tragedia que ha traído el “socialismo” a Venezuela: la corrupción, la riqueza fácil y la ostentación grotesca de todo ello.

“Mi patrón, me la dio mi papá” (se refiere a la camioneta), comienza con una toma aérea de aproximación al lugar de blindaje al que supone uno, un hijito de papá, que lleva su camioneta a blindar.

Me vino a la memoria una oportunidad en que fuimos a trabajar, Claudio Nazoa y quien suscribe, a Lechería en un hotel importante que tiene una marina. Desde la baranda de un yate con no menos 15 camarotes, un hijo de un enchufado nos reclamó nuestras críticas a una “revolución” que defiende al pueblo y preguntó -además- si nosotros estábamos pagados por Carlos Andrés Pérez. La escena era tan surrealista que parecía una broma. Resultaba increíble que desde ese gigantesco y lujoso cuasi Titanic, alguien estuviese defendiendo al pueblo. Pero resultó que la pregunta era en serio, formulada desde un yate por causa del cual, seguramente, muchas personas eran mucho más pobres.

“Marico, sobrepasé el nivel, estoy en otro level” sigue la cuña. En Venezuela no es difícil sobrepasar el nivel si tienes la conexión adecuada. El nuevorriquismo, que pasa del subsuelo al nivel multimillonario, necesita exhibir su riqueza. “Papito en alta siembra, billete pa’ tirar pa’ arriba”. Seguramente esa “alta siembra” no es en el campo venezolano, quebrado por otras siembras a las que les conviene su destrucción.

“Papi me dijo: ‘hijo blíndala’ por algo será, tiene demasiado billete”. Luego va al lado del copiloto y abre la puerta y se baja una hermosa dama. “Me traje a una”, no completa la frase, no es menester. La dama pregunta luego que aparte de la camioneta, qué más va a blindar y él responde: “tú sabes, bebé, el juguetico”, señalando sus partes íntimas, suyas de él. “Soy un banco andante y quiero algo donde pueda meter efectivo”. Entonces le muestran una caja fuerte que va en la maleta de la camioneta.

La cuña en general es reveladora de este hombre nuevo, mal educado, sin escrúpulos, machista y criminal que ha producido esta tragedia política que agobia a nuestro país.

Frente a esta muestra descarada de lo peor de este tiempo, tenemos que enaltecer y refugiarnos en nuestro lado luminoso. No olvidar nunca que Venezuela es una tierra de gente talentosa, honesta, trabajadora y buena, con mentes cultivadas, poetas y escritores de renombre, músicos eminentes, maestros abnegados, médicos comprometidos, en fin, demasiada gente que mantiene nuestra esperanza blindada.

Médico

Médico

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Julio Castillo Sagarzazu Ene 26, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
El eficaz encanto de la locura

@juliocasagar

Miguel de Cervantes tuvo razón cuando puso a dormir para la eternidad a Don Quijote al recuperar este la razón. Cuando “se creyó lucido y lamentó de no haberse dado cuenta antes de sus disparates y sus embelecos” En efecto, ¿a quién interesaba un Don Quijote cuerdo? La vida de Alonso Quijano nunca habría vendido ni una cuartilla. Fue la maravillosa locura del ingenioso hidalgo la que cautivó y sigue cautivando a la humanidad.

El Quijote, con su divina locura, creó el adjetivo de “quijotesco” para señalar cualquier empresa riesgosa, utópica, complicada, altruista o aventurada. Empresas que, justamente por quijotescas, han sido todas las que han promovido los cambios que han echado hacia adelante la rueda de la historia.

¿Qué fue sino locura “Mi delirio sobre el Chimborazo”? ”Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior. Era el Dios de Colombia… En fin, la tremenda voz de Colombia me grita: resucito, me incorporo, abro con mis propias manos los pesados párpados: vuelvo a ser hombre y escribo mi delirio”

¿Qué fuerza descomunal guio a la aventura suicida a los comuneros de París, “tomando el cielo por asalto” y a la resistencia de Numancia y Masada? Y como estos, tantos otros episodios de la historia que solo son explicables porque una dirección política y/o militar supo interpretar sueños; administrar la locura del heroísmo y provocar la reacción de sus contemporáneos.

Hoy día en Venezuela transitamos un particular camino en la lucha que nos hemos planteado para reconquistar la democracia. En esa lucha hemos pasado por diversas etapas. Si a algún artilugio podemos asimilar esta experiencia es a una montaña rusa.

Las sensaciones, emociones y estados de ánimo que hemos vivido van desde la euforia y el entusiasmo hasta la depresión y el descreimiento. No se necesita ser psicólogo o psiquiatra para entender que esta combinación cíclica, tan parecida a un síndrome maniaco depresivo o a una conducta bipolar, solo puede terminar por desconcertarnos.

Los fanáticos al béisbol entendemos perfectamente lo que está pasando: cuando el equipo no gana nos alejamos del estadio, criticamos a los managers. Con ello, enviamos un mensaje a la directiva para que cambien la plantilla, busquen nuevos refuerzos; le decimos al manager que revise el line up y la estrategia. Todo esto solemos hacerlo. Sin embargo, no conozco a un solo fanático que cambie de equipo porque el suyo no gane como él quisiera.

Hoy los venezolanos, con nuestra actitud, estamos mandando mensajes a la dirección política de la oposición, pero no conozco a nadie que se haya pasado al madurismo porque el equipo no haya ganado el campeonato aún. Tanto es así que Maduro, ayuno de nuevos apoyos, acaba de hacer la apuesta con la Ley Antibloqueo para ver cómo pesca en el laguito de los empresarios que quieran hacer algún negocito chimbo, algunos bagres, que siempre se cuelan entre las sardinas.

No obstante, estamos claros que ahora somos menos. En el camino de la NO victoria se quedaron algunos y las explicaciones serán muchas: unos seguirán con su vida o se retiraran a luchar por su supervivencia; otros verán la oportunidad de alejarse de la política; unos pocos harán negocitos con el régimen; otros buscarán justificaciones para su hastío. Todo esto está en el librito de las victorias y las derrotas de la política. Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol.

Pero, regresando a nuestra montaña rusa, nos parece útil señalar lo que fue el último de los picos de estos periodos cíclicos. El que comenzó con la designación de Juan Guaidó como presidente interino en acatamiento de la Constitución. Aquel fue un día memorable. Ese acto de deliciosa y audaz locura dejo a muchos perplejos, pero a nadie indiferente.

Regresamos a las calles; pusimos en nuestros perfiles de redes sociales, el mantra “Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. Nos sentíamos dueños del mundo. El mercado se reanimó, los precios de los inmuebles subieron, la gente se puso a pintar y remodelar las casas, nos “chocábamos los cinco” en las calles, nos sentíamos Alicia en el País de las Maravillas. Pero no sacamos a Maduro. Y el vagón de la montaña rusa se deslizó a uno de esos abismos que nos llenan de pánico y angustia.

Luego han venido pequeñas alzas y pequeñas bajas. Pero digámoslo con sinceridad: la emoción, las ganas de comernos al mundo, han mermado y solo están presentes en la pequeña vanguardia más activa de la oposición.

¿No será, entonces, el momento de invocar una nueva aventura que nos entusiasme? ¿No será esta la ocasión, en la que tenemos a todas las democracias decentes del mundo apoyando el camino de lograr unas elecciones libres, justas y verificables, que podemos aprovechar para lanzar una cruzada por rescatar el derecho y el valor del voto, desafiando a la dictadura y sus planes?

¿No será que podemos reeditar nuestros mejores momentos y convocar con audacia a TODOS los que dicen que quieren salir de esta pesadilla para proponerles que nos reunamos en esta lucha?

Es cierto que hay que estar un poco locos para creer que un régimen como el que padecemos va a conceder alguna condición para que lo podamos derrotar en unas elecciones. Pero nadie habla de que nos van a regalar nada. Se trata de soñar con arrancar ese derecho. Se trata de crear condiciones aquí, para que la nueva realidad geopolítica mundial pueda logar un ambiente como el que se logró cuando Daniel Ortega, en Esquipulas, tuvo que aceptar condiciones análogas a las que aquí pedimos, convoco unas elecciones y las perdió con Violeta  Chamorro.

Es el momento de volver a convocar la emoción. Ya cuando llegue el cambio, la combinaremos con la reflexión. La sola emoción no es buena consejera y menos para gobernar un país. Después de las rupturas emocionales, hace falta mucho pegamento racional para reconstruir convivencia, solidaridad y reconciliación. Pero hoy, esa inyección de adrenalina y sana locura es necesaria.

Nuestra dirección política está obligada a apartar consideraciones subalternas, pequeñas peleas parroquiales y apostar, con todos los riesgos, a volver a emocionar con unión serena y responsable, pero audaz, este capítulo nuevo que nos está presentado este 2021.

No es el momento de Alonso Quijano, postrado, muriendo de mengua. Es el momento de Don Quijote, “combatiendo villanos» y “desfaciendo” entuertos”.

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Eddie A. Ramírez S. Ene 25, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
Los “mandatos” y el 23 de enero

El 16 de julio del 2017 y el 12 de diciembre del 2020 la sociedad civil realizó dos gestas que merecen el aplauso para sus promotores y voluntarios que las hicieron posibles. Ciudadanos independientes, militantes de partidos  y miembros de organizaciones no gubernamentales participamos por estar conscientes de su importancia como señal de rechazo a la dictadura totalitaria, demandar a la Fuerza Armada defender la Constitución, renovar los poderes públicos mediante elecciones transparentes, exigir el cese de la usurpación de Maduro y realizar gestiones ante la comunidad internacional para rescatar nuestra democracia y atender la crisis humanitaria.

Ante el éxito de ambas consultas, varios políticos y miembros de la sociedad civil han acusado al presidente (e) Guaidó y al llamado G4 de incumplir esos “mandatos”, llegando a tildarlos de traidores a la voluntad del pueblo. Es oportuno tener presente que cuando un general ordena tomar una colina le  proporciona a los soldados fusiles, granadas y morteros. Además, los apoya a distancia con fuego de artillería o con aviación.     

Cabe preguntar si en esas consultas proporcionamos las herramientas para que se cumpla ese “mandato”. ¿Acaso alguien sensato puede pensar que se  lograría con solo aprobar unas peticiones? ¿Entonces, a qué se deben las descalificaciones?

A más de seis décadas del 23 de enero de 1958, fecha del derrocamiento de Pérez Jiménez, es oportuno recordar que el dictador tuvo que irse porque los militares le quitaron el apoyo, aunque fue importante el papel de la sociedad civil. Hay que reconocer y agradecer la resistencia que ofrecieron al régimen varios valientes dirigentes de Acción Democrática que pagaron con su vida, cárcel y exilio la lucha clandestina. Así mismo, dirigentes del Partido Comunista, unos pocos militantes de Copei y de URD, y algunos militares.

El régimen se empezó a derrumbar con la huelga estudiantil del 21 de noviembre de 1957 y con el alzamiento, el 1 de enero de 1958, del teniente coronel Martín Parada y otros aviadores; así como el teniente coronel Hugo Trejo y del mayor Evelio Gilmond Báez, quienes movilizaron los tanques del cuartel Urdaneta. Ese movimiento fracasó fundamentalmente porque no estaba comprometido el Alto Mando, ni oficiales generales o coroneles.

Es necesario tomar en cuenta que, desde la creación del Ejército, la única insurrección militar que tuvo éxito con participación de oficiales de baja graduación fue la del 18 de octubre de 1945.

A mediados de enero de 1958 se profundizó el descontento civil y militar, y hubo un par de intentos fallidos por parte de los militares. La huelga general del 21 de enero y las manifestaciones en las calles de Caracas, convocadas por la Junta Patriótica, aceleraron la conspiración militar. La situación se definió en contra del dictador cuando ese día se pusieron de acuerdo los comandantes generales de la Marina, Ejército y Aviación.

Hoy, numerosos militares están exiliados o fueron pasados a retiro. Además, hay 124 oficiales presos y varios de ellos han sufrido tortura. Lamentablemente, el Alto Mando sigue embarrándose con las violaciones de los derechos humanos y la corrupción de la dictadura. Esta situación dificulta una legítima y deseable insurrección militar para reinstaurar la Constitución. 

Si la Fuerza Armada pareciera no estar dispuesta a intervenir, ningún país ha dado la menor señal de sacarnos las castañas del fuego y la población protesta a diario, pero tiene que abocarse a obtener el sustento, además del temor que infunden los organismos policiales y paramilitares. Entonces, ¿qué podemos hacer?

Considerando lo anterior y que la Unión Europea, la OEA y el Grupo de Lima pusieron la pelota en nuestro campo, pareciera que la opción es devolvérsela  con el mensaje de que sí queremos negociar, pero para ello requerimos que presionen al régimen para que ceda. Lo ideal sería que se instaurara un gobierno de transición para realizar elección presidencial y parlamentaria. Sin embargo, pareciera difícil lograrlo a corto plazo. Los países amigos no reconocieron la elección presidencial del 2018, ni la parlamentaria de diciembre, por ello no se podía participar.

Próximamente, nos guste o no, habrá elección de gobernadores. Quizá es el momento de evaluar si realmente estos países tienen disposición de presionar suficientemente al régimen. La negociación no puede ser para darle oxígeno. Si el régimen no acepta seguirá vetado internacionalmente, pero de nuestro lado también habrá que ceder.

Muchos dirán que la elección de gobernadores no es lo fundamental. Tienen razón. Pero, si no queremos que el régimen se perpetúe, pareciera que no hay otra opción. ¿Si presentamos buenos candidatos podríamos ganar la mayoría de las gobernaciones? No necesariamente. Dependerá de las condiciones electorales, contar con una organización comprometida que vigile el proceso electoral, con testigos en todas las mesas que obtengan las actas y cuenten las boletas, así como con buenos observadores internacionales.

¿Podría el régimen anular algunos resultados como hizo con Andrés Velásquez, quien ganó la gobernación de Bolívar? ¡Claro que sí! ¿Permitirá el régimen que nuestros gobernadores dispongan del situado constitucional y de las atribuciones que les corresponden? ¡Claro que no! Será necesario que en cada estado se produzcan protestas que lo obliguen a ceder e incluso a dejar el poder. Depongamos las diferencias internas y procedamos a presionar por condiciones electorales adecuadas y a organizarnos para elegir gobernadores, como paso previo a un nuevo gobierno. Lo demás son solo  buenos deseos. A menos que haya un hecho no previsto.  

Como (había) en botica

Una vez más se demuestra las bondades de unir esfuerzos para lograr un objetivo: Runrun.es, en alianza con otros cinco medios de comunicación, obtuvo el Premio Gabo al mejor Texto, por el trabajo Venezuela, el paraíso de los contrabandistas. Felicitaciones.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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