Opinión archivos - Página 315 de 1778 - Runrun

Opinión

¿Tiempos de estatutos para la protección de personas migrantes venezolanas?

Biden y Duque le tienden la mano a los migrantes venezolanos. Izq. venezolanos en EE. UU. (foto archivo El Nacional); der.: el presidente Iván Duque (foto Presidencia de Colombia). Comp. Runrunes.

@dhayanamatos

Como venezolana, migrante, defensora de derechos humanos e investigadora que trabaja con personas migrantes, refugiadas y necesitadas de protección internacional, debo reconocer que el hecho de que Colombia y Estados Unidos hayan emitido estatutos de protección temporal para los venezolanos me llena de regocijo.

Quienes andamos en estas lides, sabemos que un elemento fundamental para hacerle frente a la vulnerabilidad que afecta a la población migrante es regularizar su situación; esto permite tener los documentos en regla, poder buscar empleo formal, abrir una cuenta bancaria, cotizar en la seguridad social, cursar estudios, en fin, poder realizar un conjunto de actividades cotidianas, que son prácticamente imposibles de efectuar por aquellas personas en situación irregular, quienes comúnmente son denominadas “ilegales”.

No hay persona “ilegal”

Cabe destacar que no hay seres humanos ilegales, ya que las leyes son posteriores al hecho de ser persona; y considerar a alguien de esta manera viola su derecho humano al reconocimiento de su personalidad jurídica. A lo que se debe agregar el efecto estigmatizador del uso de este término, lo que lleva a criminalizar, sin justa causa, a quienes están en una situación administrativa irregular.

Las migraciones han sido parte de la vida humana desde tiempos remotos, no obstante, es desde el siglo pasado que se han convertido en un problema fundamental para los Estados. Y este es un punto en el cual se debe hacer hincapié.

Son los Estados los que construyen socialmente la migración como un problema. Son los Estados los que instrumentalizan la migración para sus propios intereses. Son los Estados, en el contexto de la globalización económica, los que apuestan por la liberalización del capital, por el libre intercambio de los productos y, en temas de movilidad humana, por una regulación y control estricto de sus fronteras. Esto es lo que se conoce como las paradojas del proceso de globalización.

Así las cosas, en un contexto como el actual, la restricción de las fronteras y la estrategia de securitización implementada por muchos Estados (ejemplo claro es la estrategia de expulsión y control del presidente Sebastián Piñera de Chile) no logran su cometido, el cual es frenar las migraciones. Las personas siguen desplazándose aunque no tengan una visa u otro documento para su permanencia regular; lo que pasa es que lo hacen con mayores riesgos y esto exacerba su vulnerabilidad.

Además, ante la desesperación por salir y por establecerse en otro país, se convierten en blancos fáciles para las redes de trata de personas y tráfico ilícito de migrantes, entre otros delitos de los cuales pueden ser víctimas.

Refugiados, migrantes y DD. HH.

En el caso de Venezuela, donde la migración es forzada y se da ante una emergencia humanitaria compleja, la situación es aun más grave. La distinción entre personas refugiadas, aquellas que huyen por ser perseguidas, y migrantes, quienes se movilizan “libremente” por razones variadas, entre las que se destacan las económicas, no es tan clara como a veces se pretende señalar.

Aunque hay una clara definición de lo que es una persona refugiada, no ocurre lo mismo con lo que es una persona migrante; no existe a nivel internacional una definición jurídica de esta categoría. A lo que se debe agregar, en el caso de las personas venezolanas, que es muy tenue esa línea entre refugiados y migrantes ya que estos últimos, que supuestamente salen por motivos económicos, lo hacen por encontrarse en un contexto de violación de sus derechos económicos, sociales y culturales que les impide proveerse de las condiciones materiales que aseguren una existencia digna.

Este escenario llevó a que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su Resolución 2/18, se refiriera a la movilidad de personas venezolanas como una migración forzada y exhortó a los países de la región a reconocer la condición de persona refugiada, de acuerdo con la definición de la Declaración de Cartagena sobre refugiados de 1984, que incorpora a esta categoría a quienes huyen de una violencia generalizada o por la violación sistemática de derechos humanos.

Esta declaración es del año 2018, cuando ya se empezaba a hablar de éxodo masivo, que ha ido aumentando hasta el punto de que, para inicios de 2021, ya había más de 5 millones de personas venezolanas fuera del territorio nacional. Este fenómeno solo es comparable por su magnitud, el impacto en los países vecinos y por la rapidez del desplazamiento, con el sirio, con la diferencia de que en este país del Medio Oriente hay una guerra declarada.

Estatutos de protección vs. alambradas

En estas circunstancias, es indudable que medidas como los estatutos temporales para la protección de personas migrantes venezolanas llenan de alegría a quienes pueden regularizar su situación. Pero también lleva a preguntarse si esto implica un cambio a nivel internacional en las estrategias de securitización y controles fronterizos que han marcado las políticas migratorias de la mayoría de los países durante los últimos años, hacia políticas inclusivas y centradas en el respeto de los derechos humanos.

La respuesta a esta interrogante es un no rotundo. No se observa un cambio de enfoque. Lo que se visualiza es, por el contrario, un aumento de los controles fronterizos incluso cierre de fronteras, aumento del personal militar en zonas limítrofes, exigencia de visas con un conjunto de requisitos cada vez más difíciles de cumplir, en fin, una serie de medidas que están muy lejos de centrarse en un enfoque humanitario y de derechos humanos.

Ante este panorama, las decisiones de los gobiernos de Iván Duque en Colombia y Joe Biden en Estados Unidos destacan. Se presentan como acciones humanitarias, que lo son, pero detrás de ellas hay que hurgar en eso que se conoce como la realpolitik, término de origen alemán, definido por el Diccionario de la lengua española como la “Política basada en criterios pragmáticos, al margen de ideologías”. En otras palabras, que estos gobiernos no tomaron estas decisiones por “buena gente”, sino porque mediante un análisis de costo-beneficio, las consideraron positivas para sus intereses.

El gesto de Duque

En el caso de Iván Duque, poco antes de la presentación del proyecto de decreto del Estatuto Temporal de Protección para migrantes venezolanos (ETPV), específicamente el 21 de diciembre de 2020, expresaba que las personas venezolanas irregulares no serían vacunadas porque implicaría una estampida de gente cruzando la frontera para hacerlo. ¿Qué llevó al presidente colombiano a cambiar de posición en un mes y extender la protección para los migrantes venezolanos?

Se han dado distintas explicaciones al respecto. Sobre todo tomando en cuenta de que se trata de una medida impopular; la mayoría de la población colombiana no dio su beneplácito a esa decisión.

Uno de los argumentos se vincula con el hecho de que en Colombia se concentra el mayor número de migrantes de nacionalidad venezolana y más de la mitad se encuentra en condición irregular. Regularizar a esta población implica que tendrá que aportar a las arcas nacionales mediante el pago de impuestos, en un momento donde los Estados buscan recursos de distintas maneras ante la crisis ocasionada por la pandemia de la covid-19.

Otros señalan que es un tema de trascendencia. Hasta ahora, Iván Duque no ha tomado ninguna medida que deje una huella histórica de su mandato, lo cual podría lograr con el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos, la más amplia protección humanitaria otorgada a personas venezolanas y que le ha valido elogios de la comunidad internacional.

Pero no se puede olvidar que tanto durante su campaña, como a lo largo de su mandato, el gobierno de Iván Duque ha sido el principal oponente de Nicolás Maduro en la arena internacional, por tanto, esta medida demuestra congruencia entre el discurso y las acciones, de las cuales se espera obtener dividendos políticos.

Biden: giro de timón en temas migratorios

En el caso de Joe Biden, hay que recordar que durante el gobierno de Barack Obama fue vicepresidente y apoyó sus políticas migratorias, entre ellas, la expulsión masiva de migrantes, con cifras superiores a las registradas durante el mandato del xenófobo Donald Trump. Esto llevó a caracterizar al gobierno de Obama como el mayor expulsor en la historia estadounidense. Así que tampoco se puede presentar a Biden como el adalid de esta población.

El estatuto de protección temporal (TPS por sus siglas en inglés) para venezolanos fue una de las promesas del hoy presidente de Estados Unidos durante su campaña presidencial y responde a ese giro de timón que se observa en el abordaje de los problemas migratorios, donde, por lo menos en el discurso, se busca transformar las estrategias de securitización, las medidas de arresto de migrantes y la violación de derechos humanos que fueron recurrentes durante el gobierno de Trump. Por ahora, no ha sido fácil implementar los cambios por las limitaciones legales y burocráticas para hacerlo.

El TPS supone una diferencia importante con su antecesor Trump, quien se concentró en el establecimiento de sanciones para Venezuela y en el apoyo a Juan Guaidó, pero que esperó hasta su último día en la Casa Blanca para prohibir la expulsión de personas de Venezuela, una protección mucho más limitada que la que proporciona el TPS.

Pero independientemente de las razones de los gobiernos, para los venezolanos en Colombia y Estados Unidos los nuevos estatutos les dan motivos para caminar con más tranquilidad, por eso debemos mostrar nuestro agradecimiento.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

De cómo la Vaca Paloma resolvería los problemas energéticos del mundo

Ilustración de Alexander Almarza, @almarzaale

@SoyJuanette

Hace unos años cuando no había pandemia y se podía viajar a los grandes festivales, en el Festival de Cine de San Sebastián de 2015 mi amigo Xen Subirats y su amigo Paco León (que no es mi amigo, no porque nos caigamos mal ni nada, sino porque no nos conocemos) presentaron su cortometraje Vaca Paloma. Esta cinta narra la historia de Paloma, una vaca cinéfila que produce leche y energía cada vez que ve películas; pero no cualquier película, sino grandes obras maestras como las realizadas por cineastas como Haneke y Bergman.

Luego de ver y recomendar el corto, me puse a pensar que, tal vez si hablo con Xen, puedo pedirle que cuando Paloma tenga vaquillas nos envíe algunas a varios países del mundo; como Venezuela (donde falta la luz muchas veces); Argentina, donde se va mucho en verano y a Cuba, donde lamentablemente las personas solo conocen la luz de las velas.

Pero el problema de la energía no se solucionaría solo si Xen envía a las hijas de Paloma, pues también hay que invertir en infraestructura.

Les explico: las grandes cadenas de cine y las compañías eléctricas de cada uno de los países deben ponerse de acuerdo para construir establos con las condiciones necesarias, es decir, con pantallas 4k y sonido dolby.

Además, tendrían que contratar a verdaderos curadores de películas, que se encarguen de armar los catálogos para que las hijas de la vaca Paloma se deleiten con lo más granado del cine mundial. Se me ocurre que en Venezuela podrían contratar a Rodolfo Izaguirre, que es una enciclopedia del séptimo arte; a Fina Torres y por supuesto a Solveig Hoogesteijn.

Entre tanto en Argentina, este departamento podría estar en manos de Juan José Campanella, Pablo Trapero y Axel kuschevatzky. Y en Cuba, nadie mejor que Senel Paz para encomendarle esta tarea, pues si alguien sabe de buenas historias en el cine, Senel es esa persona.

Y es que, con las condiciones dadas, estas vacas Palomas podrían solucionar los problemas energéticos del mundo. Pero cuidado, si les ponemos mucho cine comercial, estas vaquitas se apagan (y es lo que pasa con la cultura cuando se pone aquello de ganar dinero por encima de la expresión artística).

En fin, el futuro energético de nuestros países depende de un amigo mío que vive en Barcelona, de su amigo Paco y obviamente de la vaca Paloma. Bueno ya estoy hablando mucho gamelote;  para mis amigos que no son venezolanos, el gamelote es aquello que comen las vacas y otros rumiantes. Así que mejor los dejo el enlace para que disfruten Vaca Paloma:

Hasta la semana que viene.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Lo que se dice y lo que no se dice

@ajmonagas

Entre lo que se dice y lo que se hace existe una abrumadora diferencia. Es ahí donde se advierten las brechas que obstruyen el recorrido no solo de las palabras. También de los hechos. Es el terreno donde mejor calza el proselitismo político. Sobre todo, cuando raya con habladurías o discursos retóricos.

Particularmente, cuando el ejercicio de la política busca plantar ideas en medio de realidades cuya oscuridad y confusiones hacen fácil mutar palabras por votos. O promesas por el respaldo necesario sobre el cual se posibilita construir el realismo mágico. El que sirvió a Gabriel García Márquez para levantar la historia de la fundación de Macondo, en su libro Cien años de soledad. O que igualmente le funcionó al guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura en 1967, para darle carácter alegórico a su obra Hombres de maíz.

Surrealismo y política

Es la manera de cómo la literatura incursiona en el surrealismo. Pero en política sucede algo distinto. Pasa a verse como un vulgar y manido modo de hacer política. Y no es otra cosa que caer en el populismo, con su enorme colección de excusas que se pasean entre lo real y lo soñado. Entre lo real y lo imaginario. O entre lo real y lo que se inventa. Todo, con la intención de captar incautos, ilusos e idealistas.

Sin embargo, traducir estos señalamientos a la subyugación que padece Venezuela no resulta tan sencillo como pareciera. Sencillamente, por las dificultades que saltan al momento de buscar una explicación inmediata. Aunque asistida por el concepto de “necesidades creadas”. Un concepto de la Economía prestado a la Sociología.

El problema se acobija y recuesta en la ambición, la vanidad, la soberbia, el orgullo y el envanecimiento que confiere el poder político O sea, los contravalores que coadyuvan a esclavizar a quienes pretenden vivir de la política. Aunque sea solamente hasta alcanzar la jerarquía de “politiquero”.

Desde tan obtuso estadio de realidades forzadas por la magia de la verborrea, los politiqueros de oficio, aspirantes y aficionados, juegan impunemente con la “verdad” y la “libertad”.

De esa forma, provocan distorsiones que traban el desarrollo económico y social de un país. Eso fue lo que deformó a la Venezuela que había emprendido su recorrido al ansiado desarrollo, a pesar de los conflictos que devinieron en dicho periplo.

Los dividendos de la crisis…

En la actualidad, la crisis venezolana, calificada de “emergencia humanitaria”, determinó la incursión de principiantes y catequizados de la política en el ejercicio de la “politiquería”. En consecuencia, se ha estado debatiendo la redacción de un acuerdo político con el fin de aliviar los problemas que afectan el devenir nacional. Pero tal intención ha sido reiteradamente asomada sin ningún resultado convincente a ese respecto.

Casitas de muñecas

Casitas de muñecas

Sin embargo, el problema no ha podido aminorarse por cuanto lo que está en el fondo es lo que se dice, y sobre todo lo que no se dice. Peor aun, es lo que no se hace. Y precisamente no se hace porque pareciera de mayor provecho, en términos de recursos y tiempo, ir detrás del estancamiento de la crisis venezolana.

Hay reticencia en salir de dicha crisis pues, por lo que se infiere, su obstrucción resulta más ventajosa en términos de los dividendos que se reparten los protagonistas de su palabreado arreglo.

Es ese el meollo donde sus actores manipulan sus razones explicativas, dispositivos funcionales y accesorios suplementarios con la ayuda de un populismo ataviado de democracia. También se benefician del hecho de procurar una administración no del todo transparente de cada uno de los eventos bajo el escrutinio de la política. ¿Casualidad o causalidad?

De manera que en medio de situaciones así de retorcidas, la crisis venezolana sigue tan campante como en principio se percibía.

Podría decirse que el país sigue atascado en el marasmo de una épica siniestra. Tanto así, que ahora Venezuela casi es un país que vive de no hacer nada. O de meros discursos que no llegan a ningún lado en concreto.

La política, en contrario a lo que es su esencia como razón de confluencia, basada en la pluralidad, ha caído en un espasmo del cual no logra salir. Y dicho problema ha motivado la animadversión que define a la antipolítica.

Por donde puede verse, el ejercicio de la política dejó de ser tal para reducirse a lo que es el ejercicio de la politiquería. Así de triste es la situación nacional.

Y exactamente, es ahí donde conviven las condiciones que han acentuado la parálisis política. Por eso, el país vive padeciendo todo el conflicto que deriva de lo que se dice y lo que no se dice.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Claudia López, la alcaldesa xenófoba y populista

@dhayanamatos

La alcaldesa Claudia López lo volvió a hacer. Nuevamente arremetió contra los venezolanos y los hizo responsables de los índices de inseguridad de Bogotá, por supuesto, sin datos estadísticos que sustenten sus afirmaciones.

Sus declaraciones son simple oportunismo y una búsqueda por mejorar sus índices de popularidad. Esta estrategia no es novedosa, abunda en la historia reciente de los partidos de extrema derecha; hay varios líderes políticos que convierten el discurso “antiinmigración” en un componente clave de su acción política.

Infundir miedo al otro, al extranjero, culparlo de los males estructurales de la sociedad de acogida, ha sido una táctica recurrente a nivel mundial con claros ejemplos como Donald Trump, el partido Vox en España o recientemente, el candidato presidencial peruano Daniel Salaverry.

Lo que llama la atención en este caso, es que se trata de una mujer perteneciente a un grupo humano en una situación histórica de desventaja, la población LGBT, que en principio, debería tener empatía con otro grupo humano en situación de vulnerabilidad; además, porque su trayectoria política se ha fundamentado en un supuesto accionar centrado en las personas, pero para la alcaldesa, los venezolanos no entramos en esa categoría.

Más allá de los fines electoreros y populistas de Claudia López con sus mensajes xenófobos, preocupa el efecto de estos en la población colombiana, donde día a día aumenta el sentimiento antiinmigración.

Y la alcaldesa, en lugar de cumplir con su obligación de respetar los derechos humanos a TODAS las personas, incita al odio y a la discriminación.

Según el Barómetro de la Xenofobia, citado por Proyecto Migración Venezuela, luego de las palabras de la alcaldesa, los mensajes por las redes que vincularon la migración con la seguridad aumentaron en 1800%, con lo peligroso que resulta la criminalización y la estigmatización de los migrantes, lo cual repercute principalmente en aquellos que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.

Pero ese discurso xenófobo de la alcaldesa no es simple casualidad, no es “que se le salió”, es estudiado, evaluado y analizado los costos-beneficios que le pueden traer usarlo en su carrera por la silla presidencial. Lo que eso implique para la vida de decenas de miles de personas es un mal menor ante las apetencias de poder.

Claudia López forma parte de ese grupo de líderes políticos que son muy buenos en la oposición; llenan y llenan titulares con sus denuncias de corrupción, con sus fabulosas ideas para hacer políticas públicas que mejoren la vida de la población –por ejemplo, mejorar la movilidad de la ciudad de Bogotá–, pero que una vez son electos empiezan a demostrar sus falencias en lo que implica la gestión pública.

Estas falencias las ha demostrado en el tratamiento del tema de la movilidad, su gran promesa electoral, pero también en el manejo de la pandemia de la covid-19.

A diferencia de otras mujeres lideresas como Angela Merkel de Alemania y Jacinda Arden de Nueva Zelanda, así como mujeres representantes de gobiernos subnacionales, que han sido elogiadas por su manejo rápido de la situación y el establecimiento de medidas dirigidas a controlar la pandemia, la alcaldesa de Bogotá se ha distinguido este tiempo por sus constantes discusiones con el gobierno central (¡Dios nos guarde de defender al delfín de Uribe!, pero esa es la realidad) y sus políticas locales de ensayo-error ante el virus.

La guinda en el pastel la puso sus vacaciones a Costa Rica a principios de año, en pleno desarrollo de la segunda ola de covid-19 en Bogotá y después de insistirles a los bogotanos que se quedaran en sus casas. Esto le valió muchas críticas que la obligaron a adelantar su viaje de regreso. Pero más allá de eso, demuestra que la flamante alcaldesa no predica con el ejemplo.

Hasta la fecha y con poco más de un año de mandato, sus comportamientos han generado innumerables críticas, no solo de sus oponentes, sino de personas cercanas a su ideología.

Y, aunque sigue teniendo altos índices de popularidad, estos han caído significativamente; por lo que tenía que buscar generar un impacto en la población para aumentarlos y nada mejor que propiciar el discurso xenófobo y antiinmigración.

Cabe destacar que no es solo la xenofobia, sino peor aun, es lo que Adela Cortina denomina la aporofobia, el rechazo a quien es extranjero y pobre. Esto se nota en las palabras de la alcaldesa cuando constantemente repite que a los venezolanos se les ha “dado de todo”, refiriéndose precisamente a aquellos migrantes en situación de pobreza.

Todo este panorama lleva a que las personas venezolanas migrantes que estamos en Colombia y que día a día trabajamos por este país, que nos encontramos agradecidas por habernos recibido, que aportamos, que sumamos, no aceptemos las palabras de la alcaldesa. Porque nos discrimina, nos estigmatiza y nos criminaliza.

Es cierto que no tenemos un gobierno que nos represente, que reclame por nosotros, porque el que tenemos nos considera traidores a la patria por irnos a buscar vivir con dignidad; pero eso, en lugar de doblegarnos, nos debe fortalecer. Debemos reclamar, protestar y exigir a la alcaldesa de Bogotá que nos respete como personas y respete nuestros derechos humanos.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Alejandro Armas Mar 12, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Diéselo tú: Es sencillo

@AAAD25

Nos acercamos al fin del primer trimestre de 2021 sin señales de que la causa democrática venezolana esté avanzando. Esa es la cruda realidad. Como, para efectos de presión interna, la oposición sigue dentro del laberinto de Dédalo sin hilo de Ariadna, el único costo que está pagando el régimen por sus acciones es el de las sanciones internacionales. Como ha sido ya expuesto hasta el hartazgo, las sanciones limitan el flujo de recursos que se distribuye entre quienes mantienen a la elite chavista en el poder y también contribuyeron con el abandono del sistema económico cuasiestalinista, lo cual ha generado ciertas mejoras en términos de abastecimiento e inflación. De manera que la remoción completa de estas medidas punitivas haría un cambio político aun menos probable que lo que ya es, y hasta podría descarrilar los cambios en la política económica.

Pero siempre hay que tener en cuenta que las sanciones son un medio, no un fin. Sería ridículo discutir su pertinencia de manera dogmática e inflexible. Hacer de ellas un tótem cuyo cuestionamiento constituiría una herejía, tal como hacen sus críticos más acérrimos fuera de la elite chavista con el voto.

Para empezar, las sanciones no pueden por sí mismas surtir el efecto deseado de un cambio político. La disidencia no verá su objetivo cumplido si no combina la presión externa con una presión interna hoy casi inexistente. Incluso si las calles estuvieran repletas de manifestantes, no hay garantía de éxito. En otras palabras, las sanciones son parte de una estrategia que pudiera rendir frutos solo en el mediano o largo plazo.

Mientras, en Venezuela la vida sigue, con todas sus penurias. Cualquier cosa que le amargue todavía más la existencia al ciudadano común pudiera resultarle inadmisible. Las sanciones no son excepción. Mientras cumplen su propósito, no deberían exigirle mayores sacrificios a las masas. No en un clima de fatiga y frustración, como el actual. De hecho, si sus efectos colaterales fueran tales, terminarían siendo contraproducentes porque, al provenir de los aliados internacionales de la dirigencia opositora, la población las asociaría con ella, restándole así apoyos y mermando su capacidad para convocar movilizaciones.

Llegamos así al problema del diésel, el carburante usado por vehículos de carga. Como parte de su política de máxima presión sobre el régimen chavista y su mayor fuente de ingresos (Pdvsa), en octubre pasado el Departamento del Tesoro prohibió los intercambios de crudo venezolano por diésel para todo ente que no quiera vérselas con Washington. En su momento, las consecuencias de esta medida no se sintieron porque el inventario de aquel combustible en Venezuela era suficiente. Pero eso pudiera estar cambiando justo ahora.

Esta semana la agencia Reuters reportó que el régimen empezó a racionar el diesel en las bombas de gasolina, lo cual ha obligado a conductores de camiones a hacer colas mórbidamente largas para llenar el tanque.

Otro tanto informó el portal periodístico Crónica Uno, que además citó las advertencias de agricultores y responsables de la industria alimenticia sobre una eventual escasez generalizada de víveres debido a la paralización de la flota de camiones que los distribuye.

Todos sabemos lo que implica la escasez: racionamientos, colas interminables y revendedores con apodo de insecto himenóptero. Sería como volver a un aspecto insufrible de la vida en Venezuela entre 2014 y 2018. Pero esta vez la causa no sería el control de precios nefasto ordenado por Miraflores, sino un efecto secundario del esfuerzo por restaurar la democracia.

Las cosas no tienen por qué ser así. Francisco Monaldi, profesor de Rice University y uno de los especialistas venezolanos más destacados en materia petrolera, explicó en declaraciones a El Estímulo que Washington puede volver a autorizar los intercambios de crudo por diesel sin modificar las sanciones, puesto que la documentación legal de las mismas no incluye dichos intercambios. Al igual que las fuentes consultadas por Reuters y Crónica Uno, Monaldi alertó que las consecuencias de la falta de diésel pudieran sentirse en los próximos meses.

Desde luego, si es Pdvsa la que importa el diésel, su distribución quedaría a cargo de quien la elite chavista decida. Pero me atrevería a decir que los beneficios que de ello puedan sacar quienes mantienen al chavismo en el poder serían insignificantes, lo que implica que el efecto de la presión externa no mermaría.

Así que a la dirigencia opositora le conviene actuar de inmediato. La iniciativa la deberían tomar sus representantes en Washington. Obviamente no son ellos quienes prohibieron el cambio de petróleo por diésel ni pueden revocarlo. Pero sí son los que pueden contactar a los responsables y sugerirles lo que pudieran hacer. Así se evitaría que las sanciones tengan un efecto perjudicial para el venezolano común. Es sencillo. No hay nada complejo. No es un enigma como la desaparición de Rudolf Diesel en el Canal de la Mancha hace más de cien años.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.e

Mujeres presas en Venezuela: marginadas y olvidadas

Foto en el diario El Correo del Orinoco.

@cnietopalma

Con motivo de haberse celebrado el pasado lunes 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, hoy quiero referirme a las mujeres presas en Venezuela, las cuales siempre he considerado que se encuentran marginadas y olvidadas por todos.

A pesar de que las mujeres representan un grupo bastante minoritario de los privados de libertad en Venezuela, según cifras extraoficiales no son más del 8 % de la población penitenciaria en general, su situación siempre me ha preocupado. Sobre todo por la situación de desventaja frente a los hombres presos.

Desde que hace más de tres décadas inicié mi trabajo en el área penitenciaria, de la mano de mi gran maestro, el Dr. Elio Gómez Grillo, no deja de impresionarme la situación de las mujeres presas. En mis muchas visitas al Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF), que en esos tiempos era la única cárcel de mujeres que había en Venezuela, lo primero que me llamó la atención fue la soledad en que vivían; en muchos casos por tratarse de reclusas extranjeras, en su mayoría usadas como mulas del narcotráfico. Y el resto porque sus familias las olvidaban por completo.

Entonces la proporción de delitos cometidos por mujeres era de un 80 % aproximadamente en actividades vinculadas al tráfico de drogas y un 20% en delitos comunes. Hoy día esta proporción ha cambiado considerablemente. Vemos con mucha más frecuencia a mujeres presas por delitos comunes, por pertenecer a bandas criminales y otros tipos de delitos no vinculados con las drogas.

Mujeres presas y hambrientas

Mujeres presas y hambrientas

Siempre hacía comparaciones de las enormes colas de familiares que se armaban los días de visita en las cárceles de hombres, mientras que en la cárcel de mujeres la visita era muy poca. Era y sigue siendo una proporción bastante significativa. Matemáticamente hablando, por cada 100 personas que hay en la visita a los hombres, solo se ven 5 en las cárceles de mujeres.

Para la sociedad dejan de ser seres humanos, por «pecadoras»

También las mujeres han sido marginadas en lo relacionado al tener una vida sexual sana dentro de los recintos carcelarios, lo cual varía mucho respecto a los hombres. A los hombres no se les hace ningún tipo de exigencia respecto a las llamadas “visitas conyugales”; pueden entrar a ellas quien quiera, inclusive mujeres que ejercen la prostitución. En las cárceles de mujeres las exigencias para esta misma visita incluye una lista enorme de requisitos que van desde la demostración real de matrimonio o un acta que conste que su pareja vive en un concubinato real, hasta exámenes médicos a la pareja, etc.

Quiero citar un texto del Informe sobre la Situación de las Mujeres Privadas de Libertad, presentado por Una Ventana a la Libertad en el 2019, que resume claramente la situación de las mujeres encarceladas en Venezuela:

“En el caso de las mujeres prisioneras o encarceladas, ellas han sido históricamente invisibles para la justicia, la cual las percibe como las malas entre las malas mujeres, es decir las peores. Pero no solo para la justicia sino para toda la sociedad. Cuando hablamos de prisiones o cárceles inmediatamente pensamos en hombres, desde la edad adolescente hasta ya entrada la tercera edad. Aun para los movimientos de mujeres ellas no existen; muy poco hablamos de ellas. Parece que, el haber cometido un delito las hace desaparecer por ser «mujeres malas», dejan de ser seres humanos portadoras de derechos: pecadoras.”

En lo único que las mujeres presas en Venezuela se igualan a los presidiarios es en la falta de atención médica, sobre todo la que es propia a su condición de mujer, la desnutrición y el retardo procesal. De resto, el ser mujeres marginadas y olvidadas es lo recurrente.

cnietopalma@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Roberto Patiño Mar 11, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Liderazgo femenino

@RobertoPatino

Hablar de la mujer, en el marco del día internacional que reconoce las luchas por sus plenos derechos es, en el caso de Venezuela, una obligación y un compromiso complejo, por la envergadura de su aporte a nuestra sociedad.

A lo largo de todos estos años hemos podido comprobar, cuando estamos en la calle con nuestros líderes, que hay un rasgo esencialmente “femenino” cuando el liderazgo lo ejercen las mujeres. A saber, una aguda percepción de la necesidad de que los proyectos de Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive alcancen un nivel de eficiencia y autonomía que les permita ser autosustentables en el tiempo.

Aunque conocemos y sobre todo reconocemos la labor de todos nuestros líderes, sean mujeres u hombres, es evidente que, en los proyectos a cargo de nuestras líderes, su enfoque de trabajo apunta con mucho más énfasis a la necesidad de lograr que el cambio en las condiciones de vida sea siempre sustentable. Una aspiración que tiene en el largo plazo el horizonte de trabajo, una mirada, una vocación y un compromiso de activistas que piensan como ciudadanas y como madres; es decir, que se preocupan de las nuevas generaciones.

Nuestras mujeres, cuando asumen su natural disposición a ser líderes, comprenden mejor que muchos de nosotros la importancia de pensar el futuro como un compromiso y una obligación con las nuevas generaciones.

Es por eso que desde Alimenta la Solidaridad venimos trabajando desde hace tres años con las líderes de las comunidades a través del Programa de Liderazgo Femenino, una iniciativa que busca generar espacios de formación, articulación y desarrollo del activismo comunitario. A través de esta apuesta, se persigue promover la igualdad de género y la formación en capacidades técnicas. Al tiempo que se construyen espacios para la reflexión, visibilización y problematización de las estructuras y prácticas de poder que mantienen y perpetúan la desigualdad social.

Gracias a este proyecto, en el que han participado más de 200 nuevas líderes, el trabajo en las comunidades ha tenido un nuevo impulso. Gracias a su aporte, nos permite llegar a nuevos espacios de trabajo y nos ha reencontrado con una fuerza vital que se ancla en profundas convicciones sobre el valor de la libertad e independencia frente a las imposiciones de la dictadura.

El régimen, tan proclive a usar estas fechas para el proselitismo político partidista, debe asumir su responsabilidad en la lucha contra los feminicidios, la violencia doméstica y las prácticas machistas que existen en el país; y que son fuentes de desigualdades económicas entre hombres y mujeres. Una agenda de trabajo compleja que requiere del apoyo de las ONG que están en el terreno, conociendo de primera mano la realidad.

Estamos en el mes de la mujer y en Venezuela esta fecha tiene que trascender las consignas para convertirse en un llamado a apoyar las iniciativas de trabajo, formación y articulación en redes. Para que los buenos deseos se transformen en mejores realidades.

Nuestras mujeres, nuestras madres, son una fuerza de cambio imprescindible para una nueva sociedad caracterizada por los valores de la solidaridad, el emprendimiento y las libertades civiles. En ellas se concentra buena parte de la fuerza que necesitamos para reconstruir nuestro país. En definitiva, en ellas atamos nuestra esperanza por un cambio que está por nacer en Venezuela.

A todas ellas, extendemos nuestro agradecimiento con el compromiso de seguir trabajando juntos en el propósito de construir una mejor sociedad, un país de oportunidades para nuestras familias.

* Director de Alimenta La Solidaridad y Caracas Mi Convive

robertopatino.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 

El jaque de los TPS a la tiranía

Cientos de venezolanos caminan hacia Tulcán, ciudad fronteriza entre Colombia y Ecuador. Foto AFP en El Clarín.

@froilanbarriosf

La situación de vulnerabilidad de millones de migrantes en el mundo les conlleva, al arribar a nuevos territorios, a aspirar a ser reconocidos como seres humanos, a ser bien tratados y considerados ante la tragedia que les condicionó a huir del país de origen. Una legítima aspiración ante quienes gobiernan en el país de destino, sin importar ideologías o color político. Millones de seres humanos que tocan las puertas de gobiernos conservadores, liberales, republicanos, demócratas, socialcristianos o socialdemócratas.

El migrante toma partido de quien le mitigue la ansiedad por la incertidumbre, siendo esa cruenta realidad una constante en la diáspora nacional, acentuada desde 2015. Al comienzos fue iniciativa propia de millones de connacionales regados por el planeta, luego de 2018 la retórica diplomática marcó el apoyo a la tragedia nacional del país, considerado en el siglo XX como una suerte de sueño tropical para tirios y troyanos.

Así alzaron su voz variopintos grupos: Grupo de Contacto, Grupo de Lima, la OEA, la Unión Europea, la Administración Trump; en algunos casos con pronunciamientos incendiarios contra el régimen dictatorial, sin la concreción de protección alguna a las legiones de venezolanos migrantes.

En 2020 la pandemia significó un costal adicional al apocalipsis venezolano, sobre todo en Sudamérica, donde se precarizó la condición humana de la diáspora nacional; ello, ante la posición cruel de la tiranía de ignorar la miseria y pobreza general del país con la justificación paranoica de ser víctima de agresiones imperiales.

Pues bien, en 2021 sucedió lo inesperado. Bajo la conseja popular criolla “Dios aprieta, pero no ahoga” se produjo un maná de alivio para una porción importante del éxodo nacional:

 El gesto de Trump

Primeramente el expresidente Trump, luego de su derrota en las elecciones presidenciales, decreta el 19/1/2021, un día antes de entregar el mando al ganador Joe Biden, el diferimiento de las deportaciones de venezolanos por 18 meses.

 La solidaridad de Duque

Luego el presidente colombiano Iván Duque el 1/3/2021 publica el decreto 216 por medio del cual se adopta el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos Bajo Régimen de Protección Temporal y se dictan otras disposiciones en materia migratoria».

 El TPS de Biden

Finalmente el presidente Joe Biden ha culminado  esta racha de decisiones positivas con la aprobación del TPS a partir del 9/3/2021 extendido por 18 meses para los venezolanos que se encuentren en situación irregular en EE. UU.

En el caso de Colombia la medida protege a 1.800.000 venezolanos por 10 años, derecho a la educación, salud, entre otros; y en el caso de EE. UU., el TPS les asigna a 320.000 criollos un estatus de protección temporal por 18 meses que impide las deportaciones, otorga permiso de trabajo, permiso de conducir y seguridad social.

Estas decisiones tienen efectos cruciales en la política mundial de migraciones. En primer lugar, sitúa a la tiranía madurista en el escenario planetario como violadora convicta y confesa de derechos humanos y de delitos de corrupción por haber llevado a un país a la ruina y miseria.

Estos TPS son dos misiles al cuarto de máquinas del régimen, con efectos devastadores. Y superiores, incluso, a las justificadas sanciones contra los bienes de corruptos funcionarios de la nomenklatura de la tiranía.

En segundo lugar, son una lección para el resto de gobiernos de América Latina, quienes debieran aplicar estas medidas de protección en sus países. Recordemos que sus ciudadanos en otro momento consideraron a Venezuela como su segunda patria, sobre todo cuando las dictaduras asolaron sus países y nuestro país los acogió plenamente. Tales fueron los casos de Chile con Pinochet, Argentina con Videla, Uruguay con Bordaberry, Perú con Morales Bermúdez, Bolivia con Barrientos, Haití con los Duvalier. Clase aparte Colombia, que responde a la altura, con el TPS, al gesto de recibir en décadas pasadas a millones de sus ciudadanos, que forman históricamente parte de la población venezolana. 

Tiranía y xenofobia

En el mismo tenor, la Unión Europea, que ha tenido con Siria y África políticas migratorias de integración a millones de seres humanos, debiera igualmente dirigir la mirada a los venezolanos. Recordemos que este país recibió generosamente a generaciones de pobladores de Alemania, España, Italia, Portugal y hasta de Rusia y los países del Báltico. Oleadas de emigrantes. que huían de los conflictos bélicos que asolaron al Viejo Continente durante el siglo pasado, fueron recibidos acá como su seguro nuevo hogar. 

La tarea continúa. La migración venezolana, que sobrepasa los 6 millones de errantes por el mundo, permanece en lucha contra la xenofobia y la persecución, con saldo de decenas de asesinatos y de violaciones y explotación sexual en Sudamérica. En su mayoría son profesionales universitarios de valía, dispuestos a aportar a la economía de cada país. Y aspirando a que, mediante la figura de TPS y el asilo político, se les permita recuperar la fuerza necesaria para reconquistar su país y desalojar la tiranía que escuece la patria.

*Movimiento Laborista.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad.Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es