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Opinión

Edmundo Díquez Cottin, en el recuerdo

@nelsonbocaranda

El martes 6/4/21 falleció un venezolano ejemplar, un arquitecto global, un hombre de ingenio, bonhomía, “joie de vivre”, buen humor, amigo de verdad de sus amigos y de una altísima calidad humana: Edmundo Díquez Cottin, quien fuera Premio Nacional de Arquitectura 1997.

Su buen humor siempre fue sobresaliente. Era maestro en el manejo inteligente del humor negro. Compartía sin aspavientos su vasta cultura con los amigos, entre los que tuve la dicha de incluirme. Y podía pasar horas disertando de cualquier tema. Su adorada esposa, Luz, murió hace un año y eso le afectó notablemente, pues fueron inseparables desde su primer encuentro. Siempre estuvieron enamorados desde ese afortunado día. Por eso lo recuerdo con la foto donde están juntos.

Ambos se conocieron cuando ella era guía del pabellón de Venezuela en la Feria Mundial de Nueva York en 1964 que, por cierto, Edmundo y sus socios en la firma de arquitectura Díquez, González&Rivas (Oscar y José Alberto) habían diseñado.

Edmundo Diquez Cotten en el recuerdo
Maqueta del pabellón de Venezuela en la Feria Mundial de Nueva York en 1964-1965. Foto: Fundación Arquitectura y Ciudad.

Entre sus proyectos estuvo la Oficina de Turismo de Venezuela en Nueva York, ubicada en Park Avenue con la calle 57, dependiente primero de la Conahotu (dirigida por Diego Arria) y luego de Corpoturismo (dirigida por Guillermo Villegas y después por Frank Briceño Fortique), donde trabajé por algunos años.

Varias docenas de máscaras de los Diablos de Yare en sus paredes y pantallas de video, mostrando las bellezas de nuestro país, fueron la marca de esa oficina que atrajo a miles de turistas cuando Venezuela era uno de los destinos favoritos de estadunidenses y canadienses que llenaban semanalmente los aviones de Viasa con destino a Caracas y Margarita.

El 12 de octubre de 1971 se me presentaron allí Luz y Edmundo con tickets en la mano para la premiere de la ópera rock de Andrew Lloyd Weber Jesus Christ Superstar. Raudos nos fuimos los tres al teatro Mark Hellinger de Broadway a disfrutar de la obra que se convirtió en un megahit de tal envergadura que, todavía 50 años después, sigue presentándose en varios países con diferentes arreglos. Apenas se daba a conocer Lloyd-Weber y, como era su debut en Broadway, pudimos compartir después un cóctel con el autor y los artistas. Siempre al encontrarnos nos recordábamos de aquella oportunidad. Todos los que conocimos a esta pareja podemos dar fe de la versatilidad cultural de ambos.

Los interminables y agradables cuentos e historias de los temas, hechos, facetas y personajes que ustedes se puedan imaginar eran parte de esos conocimientos, sapiencia y condición humana de este gran arquitecto, cuya obra trasciende en el tiempo.

Bajo su firma, con sus compañeros, crecieron muchos pasantes que hicieron carrera en la arquitectura venezolana e internacional. Edmundo asesoró (pro bono) a doña Alicia Caldera con el Museo de los Niños y a Sofía Imber con el Museo de Arte Contemporáneo. Su creatividad era muy especial. Y su exquisito gusto lo hicieron vanguardista, adelantado a su tiempo. Que Dios los tenga en su gloria.

La OIT acorrala al régimen madurista

@froilanbarriosf

Ningún organismo internacional ha mantenido una postura inmaculada frente a la situación venezolana como lo ha hecho la Organización Internacional del Trabajo. Y es que desde 1999 hasta el presente 2021 ha trazado su mirada vigilante, y perseverante, sobre los temas laborales maltratados en la República Bolivariana de Venezuela.

En efecto, desde el año 2000 nuestro país ha conocido la letanía de sugerencias y llamados de atención suscrita por delegaciones de todo género, provenientes del organismo tripartito mundial. Desde templones de oreja hasta la aprobación de recomendaciones más exigentes en torno al cumplimiento de los convenios laborales firmados por la República desde el siglo pasado, amparados por este organismo centenario del sistema mundial de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

En la mira de la OIT

Durante las dos décadas del siglo XXI han visitado a Venezuela doce (12) delegaciones la OIT, como las misiones de contacto directo, misiones técnicas, misiones de consulta y misiones de alto nivel. Faltando solo una, la de mayor jerarquía: la Comisión de Encuesta, cuya importancia se aplica a aquellos países que, en definitiva, han sido conspicuos violadores de los convenios laborales, relativos a la libertad sindical (87), negociación colectiva (98), discriminación (111) y consulta tripartita (144), que forman parte de decenas de convenios aprobados a nivel global por representantes de trabajadores, gobiernos y empleadores.

En el transcurso del siglo XXI Venezuela ha sido un tema recurrente en las conferencias anuales de la OIT que se congregan en Ginebra, con la participación de más de 3000 delegados de los cinco continentes. En estos encuentros siempre se califica al gobierno venezolano de violador contumaz de los convenios laborales, integrando una sempiterna lista de países como Birmania (Myanmar), Zimbabue y Bielorrusia, donde se aplica el trabajo esclavo y se desconocen los derechos sindicales.

El régimen pretendió maquillar su mala imagen en los eventos de la OIT con la presencia de voluminosas delegaciones, de hasta 80 personas, cuya tarea era difundir propaganda para denunciar la “campaña capitalista e imperialista” contra una revolución; esa donde los trabajadores “viven en el paraíso”. Este dispendio de corrupción contrastó siempre con el resto de delegaciones sindicales de numerosos países, integradas solo por 2 o 3 miembros.

Hacia el Foro de Diálogo Social

Entre tanto, los comités de Libertad Sindical, de Normas y el Consejo de Administración registraban año tras año numerosas quejas, hasta la recepción de la solicitud de Comisión de Encuesta. Presentada en 2016 por el sector de empleadores venezolanos, fue apoyada posteriormente por el movimiento sindical libre y propició la visita del organismo multilateral a Venezuela en 2019.

Pues bien, al gobierno dictatorial de Maduro no le agradaron las conclusiones del informe que dicho organismo presentó en agosto de 2020; posición que ha determinado para el próximo mes de mayo 2021, bajo la exigencia de la OIT, la convocatoria de un Foro de Diálogo Social con la participación obligatoria del Gobierno, Fedecámaras y centrales sindicales. El director general, Guy Ryder, deberá presentar un informe conclusivo ante la 109.ª Asamblea Anual, a realizarse en junio próximo, donde la OIT planteará recomendaciones y tomará decisiones definitivas ante la posición del régimen de no acatar las directrices del organismo mundial. 

Proletarios (y empresarios), uníos

En definitiva, la conducta abominable de la tiranía es condenada a nivel planetario. Ya sus felonías lo ponen como enemigo de la humanidad, tal como ha sido confirmado con los TPS otorgados por los gobiernos de Colombia y EE. UU., las denuncias de la comisionada Michel Bachelet y ahora con esta importante decisión del Consejo de Administración de la OIT.

Es propicia la ocasión para que el sindicalismo venezolano, los gremios, los empleadores privados y el sector académico unan esfuerzos para hacer cumplir los convenios, los dictámenes y resoluciones de este organismo tripartito mundial, que lo resume el restablecimiento del tripartismo en las relaciones de trabajo, hoy prohibido por la tiranía madurista.

* Movimiento Laborista.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Para el comunista la comuna es control, no unión

@ArmandoMartini

La comuna socialista es un garabato mal hecho de organización social, política y económica de carácter local, participativa en el cual los individuos gestionan instituciones de autogobierno para cubrir y regular sus necesidades con miras a ser autosuficientes. Marxistas, comunistas, socialistas, anarquistas y otros movimientos de izquierda han observado a la comuna como base de un modelo de sociedad liberada del capitalismo a través de la “democracia participativa”. ¡Pura habladera de pendejadas! 

En la Venezuela castrocomunista, chavista y madurista del socialismo bolivariano del siglo XXI, se planteó la construcción del Estado comunal, que tuvo entre sus respetadísimos ideólogos al “prestigioso, distinguido e insigne” guerrillero Kléber Ramírez Rojas, que lo llamó Estado comunero.

En teoría, “la comuna tiene como propósito fundamental la edificación del Estado comunal. Supone la promoción, impulso y desarrollo de la participación protagónica y corresponsable de los ciudadanos en la gestión de las políticas públicas, conformación y ejercicio del autogobierno por parte de las comunidades organizadas, a través de la planificación del desarrollo social y económico, la formulación de proyectos, elaboración y ejecución presupuestaria, administración y gestión de las competencias y servicios que conforme al proceso de descentralización, le sean transferidas, así como la construcción de un sistema de producción, distribución, intercambio y consumo de propiedad social; disposición de medios alternativos de justicia para la convivencia y paz comunal, como tránsito hacia la sociedad socialista, democrática, de equidad y justicia social”.

¡Pura paja! No es más que el viejo, arcaico, tradicional vecindario. Sin embargo, sometido, encadenado por una tiranía que impone normas a seguir y adulancias a desplegar. La vecindad, la comarca, es alegría, solidaridad, compartir, ayuda mutua, lanzar miradas confiadas al mañana. La comuna es obligaciones denigrantes para cumplir, cabezas bajas, humillaciones y mentiras embanderadas.

El régimen, que avanza hacia el sueño de su propia permanencia, dispuesto a cualquier barbarie para fortalecerla, propone la comuna porque no quiere cabos sueltos; su idea de gobierno es represión y propuesta de estímulo, el látigo en la mano. La comuna no es más que la estructura de base controlada férreamente por el régimen abusador, opresor y autoritario.

En eso andan mientras el país, la nación, se les desmorona entre las manos. Quieren ser ricos a costa de astucia, inmoralidad, desparpajo y poco sudor; algunos lo logran a cambio de su conciencia. Pero la patria, el pueblo, cada día más es un trapo sucio que se arruga, empeora de olor por falta de agua, guía y patrones a seguir.

La comuna no es un acercamiento social, es solo otra forma de control totalitario que pretenden concretar. Sin embargo, como todo lo que copian, lo hacen peor. La comuna es una forma de organización bajo inspección y vigilancia, pero si el liderazgo no sabe organizarse ni organizar, la comuna no será una mejoría para un vecindario superior, sino otra puerta a la represión y obediencia impuesta.

Descentralización vs. comuna

Venezuela fue creciendo en democracia, organizándose en parroquias, alcaldías, concejos municipales, consejos legislativos, gobernaciones y país. Por ese camino, con inconvenientes, pero con constancia, valentía, coherencia, trabajo, perseverancia y solidaridad avanzaba. Ahora se estancó porque la revolución sabe agitar, pero no calmar; grita, pero no enseñar, hiere y patea, pero no cura.

El régimen castrista venezolano plantea comunas porque quiere engañar de nuevo para alimentar su propio control.

Mujeres y hombres libres resultan una amenaza y son peligrosos para quienes quieren el dominio total. También lo son quienes cierran calles para que la propia familia rece -es un decir-, permanezca unida, libre de los riesgos en un país donde los jefes pandilleros mandan más que las instituciones y las leyes.

Puede ser que la esperanza sea lo último que se pierde, pero lo que jamás podemos dejar al olvido es la integridad, ecuanimidad, orgullo y compromiso de ser libres. Y para eso no necesitamos comunas sino derechos y deberes de ser venezolanos auténticos, no de improvisados ególatras, impostores e imbéciles. Y tenemos suficientes nombres ilustres, como Simón Bolívar, Andrés Bello, José María Vargas, Francisco de Miranda, Jacinto Convit, Andrés Eloy Blanco, Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, entre muchos otros.

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#HistoriasDeMédicos | Una república sin médicos

Cristóbal Rojas retrató las muchas limitaciones del país del siglo XIX. Fragmento de su obra Primera y última comunión (1888), resguardada por la Fundación Museos Nacionales / GAN. Wikimedia Commons.

@eliaspino

La nación que se separa de Colombia carece de los elementos necesarios para atender la salud de los flamantes ciudadanos. Es un asunto que los historiadores no han estudiado a cabalidad, pese a que nos traslada a un entorno de privaciones sin cuyo conocimiento no se entienden las penurias de la sociedad fundadora.

De allí la necesidad de ofrecer testimonios como los que se muestran a continuación, capaces de acercarnos a las limitaciones de la vida cuando apenas la iniciábamos como república. 

El desfile de esos testimonios comienza cuando apenas contamos dos años de haber dejado a Colombia. Un informe de la Diputación Provincial de Apure, enviado a la capital el 7 de diciembre de 1832, llama la atención sobre el crecimiento de las fiebres debido a “la falta de Medicina y de Profesores que la apliquen”. Los diputados de Maracaibo refieren una situación semejante en octubre del año siguiente, debido a que insisten ante el gobernador sobre “la necesidad de buscar curiosos en las artes medicinales, para cumplir la obligación nacida de la dificultad de encontrar un solo facultativo que ayude a la población más miserable y necesitada”.

En los casos de contagio la situación se vuelve calamitosa. Así, por ejemplo, según noticias trasmitidas a Caracas desde Calabozo en 1833, una epidemia de fiebres causa estragos

(…) por la falta de médicos, de medicinas y de subsistencias, de modo que el común de los habitantes que viven de la caza y de la pesca mueren en la inclemencia, menos por el carácter maligno del contagio, que por la carencia de recursos y auxilios, y sin los últimos consuelos que da la humanidad.

Como consecuencia de la cadena de muertes producida por la peste en San Fernando, causante de un incremento de cadáveres que hacen insuficiente el cementerio, se acude al gobierno central para solicitar el envío de “aunque sea un par de doctores”. La respuesta del presidente de la república es poco alentadora, debido a que depende de un trámite que puede demorar. En correspondencia de 28 de febrero de 1839, dice:

Se pedirá el voto del Congreso, para destinar en auxilio de la Provincia de Apure seis mil pesos de la cantidad señalada para gastos imprevistos, señalar sueldos a uno o dos médicos más del que está destinado a San Fernando, y comprar y remitir un botiquín.

Como no existe servicio de salud en El Pao y ante una epidemia de calenturas, se hacen gestiones en Valencia para encontrar un médico. Después de buscar durante quince días, el gobierno de Valencia convence al licenciado Juan Francisco Machado para que atienda la emergencia. Pero el licenciado impone un meticuloso convenio. Vamos a leerlo.

De acuerdo con lo que tratamos ayer, me comprometo a marchar al Pao dentro de tres días, y a prestar mi asistencia, como profesor de medicina, a todos los enfermos pobres que hay allí ahora, o hubiese en el término de dos meses a contar desde el día que llegue a aquella villa; pagándome por este servicio la cantidad de doscientos pesos, de la cual se me anticipará la mitad para emprender mi viaje. Mas si antes de los dos meses hubiese cesado, a juicio del Concejo Municipal, la fiebre de que está atacada aquella población, podré retirarme, ganando siempre la expresada suma. El botiquín que he juzgado necesario importa cien pesos y por seis me obligo a ponerlo en el Pao.

Es elocuente la firma del convenio entre el señor Machado y el gobierno de Valencia frente a una crisis que reclama atención inmediata. El profesional pone condiciones que llegan al extremo de detallar el dinero que cobrará por llevar un botiquín, mientras la autoridad acepta la minucia en documento público.

Es evidente cómo escasean los facultativos entonces y cómo puede uno de ellos, debido a tal circunstancia y en medio de una crisis que no puede esperar por tratativas, establecer las reglas del juego.

Son abrumadoras las fuentes que refieren el tema, y que esperan a los historiadores de nuestros días. Los lectores pueden encontrar mayor  información en mi País archipiélago (Caracas, Alfa, 2014), que se aproxima a las carencias sin llegar a un análisis cabal, pero lo visto permite sentir la magnitud de la orfandad. El desconocimiento de tales situaciones, como se dijo al principio, deja en un lamentable limbo los problemas que debieron padecer y superar nuestros antepasados para hacer una república. Como los ignoran, los ciudadanos del porvenir no pueden hacer con paso firme el camino que su tiempo les reclama. 

Orlando Viera-Blanco Abr 06, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Que coman pasteles...

Cuando una sociedad permuta los linderos de la piedad por la futilidad, no es solo el régimen [que lo propicia] quien está en problemas. Lo estamos también los indiferentes, los impasibles

 

@ovierablanco

Cuenta la historia que María Antonieta, consorte del rey Luis XVI de Francia, en medio de su opulencia y extravagancia, preguntó a una doncella de palacio: ¿por qué tantos harapientos en las calles de París? ¡Porque están buscando pan para comer y mueren de hambre su majestad! respondió la damisela. Pues, qu’ils mangent de la brioche, (que coman pasteles) respondió la reina. 

Aunque se dice que María Antonieta jamás lo expresó, así lo reseña Jean Jaques Rousseau en su tratado Las confesiones de 1782. En todo caso una respuesta de los ilustradores a la frivolidad de Versalles en una época de inmensos contrastes entre una vida arrojada entre jardines y nobleza vs. la trata inmisericorde de los siervos. Venezuela, a 231 años de la Revolución francesa, atraviesa su propia versión de versallinos vs. miserables. 

Una mácula llamada apariencia

Venezuela ha entrado en una espiral de aparente normalización. Una mota muy delicada, por banal e ilusoria. Sin dejar de reconocer el derecho a vivir una vida normal y alegre, propia de la naturaleza humana, más por haberla sudado con honestidad y después de mucha inestabilidad. Otros se exhiben buchones y embriagados de lujos, descaradamente faustos, por emanar tal holgura de una expoliación sin precedentes a los tesoros de la nación.

Una clase celestina se emborracha de una dolarización desatada y provocada por un régimen que pulverizó nuestro bolívar como signo monetario. Sin productividad y con una inflación incontenible e inmanejable, la decisión fue jugar a una economía golondrina, insubstancial, lisonjera, que ha disparado una vida encapsulada de mil y una noches, de Humboldt, Ferraris y “VIP Club”. Un microcosmos ciclópeo y cleptócrata que lanza una bofetada a una Venezuela mayoritariamente mísera (95 %), donde al menos 10 millones de venezolanos están por debajo de los umbrales proteicos según informes de la OMS.

Entretanto un Estado ausente de un plan de vacunación serio -que al ritmo que va tardaría 50 años en vacunar a la población- deja correr una política de laissez faire, laissez passer; un sálvese quien pueda en tierra sodomizada, donde unos se contagian de COVID-19 en sus rumbas enchufadas, mientras otros se infectan en los vagones de un metro atiborrado. Dos venezuelas, donde una muere de mengua y otra embriagada de una falsa revolución. Pues qu’ils mangent de la brioche [que coman pasteles]. Una maca de frivolidad y apariencia donde al desposeído ni lo ignoro….

Esa Venezuela de fachada, bodegones y escoltas en coches blindados es la que le hace la corte al rey. Una dinámica muy perversa, fatua, ficticia, que abruma sobre una economía soterrada, corsaria y corrupta. Un circuito de dinero sucio que se mezcla con remesas legítimas y tapaderas, donde el valor del emprendimiento, el trabajo productivo y competitivo es despreciado.

La otra Venezuela muere o se marcha a solas. Cuidado con desprendernos del dolor compartido. Unos pocos privilegiados con dinero fácil generan un hábitat florentino, aterciopelado, de noches estrelladas y de góndolas venecianas, que nada sabe ni les importa la Venezuela triste, adolorida y desolada, que pare niños con hidrocefalia de vientres rotos y secos. Rescato de este grupo de corsarios, a venezolanos honestos que repatrian sus ahorros bien habidos y que tiene derecho a tener una vida normal. Pero lamentablemente, cuidémonos de la banalización del mal, que es lo más cercano a la ignorancia deliberada, es decir, “eso de morir o emigrar, no es mi problema”. 

Una Venezuela que se marcha, que bebe de cloacas y come desechos, no puede ser ignorada.

Una Venezuela humillada que ve a sus hijos reclutados por el Coqui, que sufre a sus niños desertando de sus escuelas, a pies descalzos y barriga vacía mientras ve a otros comer, beber, cantar y bailar felizmente, es una Venezuela que sigue acumulando profundos resentimientos. Cuidado con poner de lado nuestra vocación de contrición y propósito de enmienda, que es exhibir y practicar clemencia. Esa Venezuela de desigualdades y diferencias insalvables como nunca vistas en el pasado, no puede coexistir, pero tampoco levantarse.

La explosión no será social. Será criminal 

La anomia es un fenómeno muy fuerte y peligroso. La carencia de valores éticos piadosos en una sociedad conduce a una crueldad sin distinción. Las memorias de la humanidad dan cuenta de las luchas del hombre por su estómago, pero también por su dignidad. Las masas de pronto estallan más por humilladas que por hambreadas. El asunto es que el hombre en ayuno busca saciarse, mientras que el humillado busca venganza. Piense por un segundo qué siente un venezolano despojado de alimento, pero también de afecto, cuando ve a otro que ni le mira ni le siente. De la anomia a la hoz hay un pie. Montado en ese “reflujo histórico” es que Karl Marx -prusiano acomodado y bien estudiado en la Universidad de Bonn y en la de Humboldt de Berlín-escribió el Manifiesto del Partido Comunista [en coautoría con Engels] y su Capital

Cuando una sociedad permuta los linderos de la piedad por la futilidad, no es solo el régimen [que lo propicia] quien está en problemas. Lo estamos también los indiferentes, los impasibles. Una generación súbita, espontánea, que solo se ve a sí misma… ¡Como María Antonieta en el Salón de los Espejos! El que tiene ojos…

* Embajador de Venezuela en Canadá

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Roberto Patiño Abr 06, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Vacunas para todos ya

@RobertoPatino

Es posible que el mundo no estuviera preparado para hacer frente a la pandemia de la COVID-19, generada por el virus SARS-CoV-19. Siglos enteros venciendo enfermedades y mejorando la esperanza de vida, nos hizo creer que no había nada que no estuviera al alcance de la ciencia, hasta que esta enfermedad irrumpió con fuerza. Amanecimos de pronto sorprendidos y asustados, viendo lo frágiles que podemos ser como especie.

En Venezuela el virus tardó en llegar, en buena medida por la condición de aislamiento a la que nos ha llevado el régimen. Hoy la situación ha cambiado y, aunque el oficialismo responsabiliza a la “cepa brasileña” de la nueva ola de contagios, no se puede descartar que estemos viviendo la verdadera primera ola de la COVID-19.

Al natural temor que vivimos los venezolanos, se le suma una sensación de irrealidad cuando se escuchan las cifras oficiales que día a día anuncia el régimen. Unos datos que no tienen nada que ver con la información sobre el personal sanitario caído en la lucha contra la pandemia y con el doloroso conteo de víctimas que llevan muchas familias. El régimen nos miente, y esto tiene consecuencias muy graves para el pueblo venezolano. Necesitamos un cambio inmediato en el modo en que se está haciendo frente a la pandemia.

El régimen debe exponer las cifras reales sobre el número de contagios y fallecidos; haciendo pública la metodología de medición de estas cifras y explicando, de manera transparente, las limitaciones en su diagnóstico de la realidad. Es necesario que aumenten los exámenes de PCR y se descentralice el proceso de diagnóstico. Necesitamos con urgencia información confiable para saber la real envergadura del reto que tenemos por delante.

Quienes detentan el poder del Estado están obligados a comprometerse con el mecanismo de importación de vacunas a través del sistema COVAX, dejando de poner obstáculos y renunciando a su pretensión de usar la ayuda humanitaria como parte de una estrategia para lograr el reconocimiento internacional de Maduro.

El plan de vacunación, hasta ahora refractario al escrutinio público, debe incorporar las propuestas de las academias (de Medicina y Ciencias) para desplegarse por el país con criterios científicos y especializados. Con un cronograma ordenado, atendiendo a las poblaciones priorizadas.

La atención de la pandemia tiene que contar con fundamentos científicos, renunciando al uso de la enfermedad con fines proselitistas.

Es evidente que las visitas casa por casa de militantes políticos que despliega el régimen, las encuestas on-line del “sistema patria” y las supuestas “gotas milagrosas” no responden a razones científicas; lo que, aunado a una falta de orientación e información en las comunidades, ha agravado la pandemia en el país.

El sistema de salud, colapsado y en la ruina mucho antes de la pandemia, no es una red de apoyo para los venezolanos. Y si la tragedia no ha sido mucho más devastadora es porque existe en el país una fuerte de red de solidaridad en las comunidades y un personal sanitario que se ha inmolado en la lucha contra la covid-19.

En las comunidades donde hace vida Alimenta la Solidaridad (AS), hemos sido testigos del compromiso de nuestros líderes, amigos y vecinos; hombres y mujeres que, a pesar de la crisis, han desplegado estrategias de apoyo a los enfermos de covid-19 y sus familiares. Un esfuerzo solo comparable con la voluntad de servicio del personal de salud.

No cabe en estas líneas todo el agradecimiento que debemos dar a estos profesionales. Nos consta su dedicación y coraje frente a la pandemia, un compromiso que pudimos acompañar desde AS con nuestro emprendimiento Sustento, cuando participamos, a finales del año pasado, en la Red de Apoyo a los Trabajadores de la Salud; acompañamiento que esperamos poder reanudar este 2021. Es urgente que a ellos se les dé todo el apoyo y reconocimiento que se merecen, proveyéndolos de los equipos necesarios y recompensándolos por su trabajo.

Todavía estamos a tiempo de evitar que la tragedia sea aun mayor, pero para eso necesitamos el apoyo y solidaridad de todas las organizaciones civiles, profesionales, gremios y especialistas que hay en Venezuela. Requerimos de la ayuda internacional que pueda llegar a nuestro país y, sobre todo, necesitamos que el régimen abandone la politización de la salud y se aboque a hacer verdaderas políticas sanitarias.

¡Vacunas para todos ya!

* Director de Alimenta La Solidaridad y Caracas Mi Convive

robertopatino.com

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Política: hacer posible lo deseable

Aceptar la vieja definición de que la política es el arte de lo posible implica cierto conformismo y no realizar grandes esfuerzos para cambiar una situación que perjudica a la mayoría. En artículos anteriores mencionamos que la política debía ser el arte de hacer posible lo deseable, que conlleva mayor compromiso. Desde luego no debe ser original, pero nuestros políticos no la utilizan.

Hacer posible lo deseable puede ser una acepción descalificable por considerar que es una política idealista, poco aterrizada, con la que es imposible obtener resultados positivos. La otra posición, que generalmente prevalece, es la realpolitik o política pragmática, adosada por Bismarck, el llamado Canciller de Hierro alemán; aunque muchos siglos antes, en El arte de la guerra, Sun Tzu aconsejó lo que debe hacerse, lo cual fue ratificado siglos después en El príncipe, por el florentino Maquiavelo.

¿Es posible conciliar la realpolitk, que en su versión tradicional no toma en cuenta valores éticos y morales, con un accionar político acorde con los nuevos tiempos? Claro que sí. Los límites no los establece el papel, sino los que aplican la política.

Por un lado, lo objetable es ceder en los puntos fundamentales que definen una democracia y, por el otro, creer en pajaritos preñados; o sea, aceptar lo que es ficción.

Frecuentemente nuestros políticos se han dejado llevar por la ficción, descartando la realidad. Por ejemplo, el general Medina Angarita aceptó la ficción de que los tiempos seguían siendo los mismos y, por ello, insistió en querer imponer a su sucesor en la presidencia de la república y, además, que este fuese andino. En el período 1945-1948 los dirigentes de Acción Democrática, obnubilados por haber obtenido un millón de votos, pecaron de arrogantes y creyeron en la ficción de que nadie podría desalojarlos del poder. El partido Copey pensó que Pérez Jiménez realizaría elecciones en 1957 y, como  era el único partido de oposición legalizado, su dirigencia pensó que no necesitaban la unidad contra el dictador. Afortunadamente, la realidad los hizo reconsiderar. El dictador Pérez Jiménez estaba convencido de que el cemento lo hacía popular, pero esa ficción lo sorprendió el 23 de enero de 1958. 

En la década de los años 60, la extrema izquierda se enamoró de la ficción de la revolución cubana y fracasó rotundamente. Carlos Andrés Pérez, en su primer gobierno, se deslumbró con la ficción de que los precios del petróleo aumentarían indefinidamente y endeudó al país para realizar proyectos faraónicos. Como último ejemplo histórico, podemos citar que el pueblo venezolano creyó en la ficción que le vendió Chávez de que acabaría con la corrupción y que Venezuela sería una potencia en varios sectores. El resultado es un país destruido.

En nuestros días, los dirigentes opositores parecen cegados con la ficción de que pueden sacar a Maduro sin necesidad de unirse y que cualquiera de ellos puede alcanzar la presidencia por elecciones. Ojalá se bajen de esa nube.

Sin unidad ninguno va para el baile. Incluso, a la luz de las encuestas, posiblemente tendrán que seleccionar un candidato independiente o que no sea alguno de los jefes de los partidos. Es duro decir esto y más duro debe de ser aceptarlo, pero eso es lo que percibe la mayoría de los venezolanos.

Así mismo, deben repensar la idea de una transición corta. La destrucción del país es tal que se requerirán muchos años para recuperarlo. Sería conveniente plantear un plan común para una transición de tres períodos presidenciales, en cada uno de los cuales la unidad opositora sometería a consideración del electorado un candidato único seleccionado en primarias, sin reelección. Ello implicaría sacrificar legítimas aspiraciones de los entrados en años. Probablemente también que algunos partidos tendrían que fusionarse para sobrevivir. Si no se ejecuta algo parecido, no saldremos de los rojos o puede que salgan, pero pueden regresar a la cabeza de otro populista, cuando el país perciba que no se solucionaron los problemas básicos.

Trabajar para hacer posible lo deseable no es una fantasía. Puede lograrse con una realpolitk que no sacrifique los principios y valores de la democracia.

Como (había) en botica

Expertos en el área de refinación sostienen que la escasez de diésel no es real, sino inducida con fines políticos.

Lamentamos que hayan caído en combate varios integrantes de nuestra Fuerza Armada y que ciudadanos civiles hayan sido asesinados o víctimas de los enfrentamientos en Apure. Chávez y Maduro son los responsables de la injerencia de la guerrilla colombiana en nuestro territorio. Esta situación se ha agravado con la decisión de Maduro de apoyar a uno de los grupos de la guerrilla terrorista que se nutre del narcotráfico.

Rechazamos la medida judicial en contra de la escritora Milagros Mata Gil. Aunque en su artículo no debió utilizar la palabra raza para referirse a los venezolanos de origen sirio.

Nuestro compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol José Orlando Matos, y su esposa, fallecieron por causa de la covid-19. Lamentablemente son numerosos los compatriotas muertos por esta enfermedad que se presentó en momentos en que nuestro sistema de salud está en el suelo. Maduro, su entorno y los médicos cubanos recibieron la vacuna; no así el personal venezolano de salud, ni los ciudadanos más vulnerables.

Lamentamos el deceso de Antonio Casas González, distinguido exdirector de Pdvsa.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Sobre simetrías y asimetrías

@juliocasagar

En los lejanos estudios de Derecho penal, recuerdo con interés toda la doctrina en relación con la proporcionalidad en la defensa, en cómo se dictaminaba que el exceso (siempre el exceso) incluso en la defensa, hacia desparecer los atenuantes y hasta la no imputabilidad en algunos casos. También nos enseñaron cómo la saña, la alevosía, la premeditación, la ventaja y actuar investido de autoridad eran agravantes a la hora de imponer una pena.

Todo el derecho civilizado consiste en establecer equilibrios en una sociedad en donde no los hay. No en balde la justicia se representa con una mujer de ojos vendados con una balanza en la mano y una espada en la otra.

La evolución de los normas en el mundo civilizado ha llegado a establecer que hay débiles y fuertes jurídicos en una relación. Considera, por ejemplo, débil al reo cuando se establece que la irretroactividad se le aplique si se trata de disminuir o eliminar una pena. La máxima: “in dubio, pro reo” o “in dubio, pro operario” o “in dubio, pro súbdito”, supone que, en caso de dudas, la justicia debe optar por el más débil.

En Venezuela creemos que en la relación regimen-oposicion hay una asimetría indiscutible; y una relación que no podemos calificar sino de agresor con agravantes y su víctima.

De allí que resulta difícil entender posiciones de cierto sector que se reclama de la oposición, de acuerdo con la cual la responsabilidad y en consecuencia las demandas a la dictadura y a la oposición pueden equipararse. ¿Cómo es posible que pensemos que es igual la víctima que el verdugo; los perseguidores que los perseguidos; los carceleros que los presos? ¿Cómo podemos equiparar las responsabilidades sobre el desastre de país que tenemos?

¿La oposición ha cometido errores? ¡Sí!, demasiados para mi gusto. Pero ello solo nos debe llevar a sugerir, presionar, exhortar, exigir (el verbo que más nos cuadre) a que esos errores se debatan y se superen. Por cierto que en este tema (el de los errores), como en casi todos en la vida, es muy difícil que alguien pueda tirar la primera piedra con solvencia y justificación. Vamos a recurrir al tópico y al socorrido argumento de “pasar la página” y al no menos infausto lugar común del “la historia nos juzgará”.

Pero en este tema, es decir, en el de la consideración igualitaria entre dictadura y oposición sí hay un hiato, una diferencia de método.

No es una diferencia táctica como el tema de ir o no ir a votar. Se trata de un tema de la mayor importancia para poder labrar caminos de entendimiento entre quienes nos llamamos opositores.

Vamos a analizar, por ejemplo, el caso de las vacunas que es explicativo de lo que queremos señalar. Veamos:

Todos saludamos con entusiasmo que se hubiese llegado a un acuerdo. Lo celebramos, como hubiéramos celebrado que Maduro hubiese dejado entrar la ayuda humanitaria por el Táchira; que no hubiese saboteado el programa de Héroes de la Salud y tantos otros episodios relacionados con la ayuda humanitaria. En todas las guerras se producen acuerdos para que la Cruz Roja recoja los heridos, deje pasar suministros, se atienda a la población civil, etc. Cosas con las que este régimen es absolutamente insensible e indiferente.

Pues bien, con el tema de las vacunas se LLEGÓ A UN ACUERDO (mayúsculas ex profeso) para activar el mecanismo COVAX con el que el mundo entero ha logrado hacerlas entrar en los países. Es el caso que, una buena mañana, nos despertamos y nos enteramos de que el régimen ROMPÍA (otra vez mayúsculas ex profeso) el acuerdo y no dejaría entrar las vacunas, con el argumento estúpido de que eran de la farmacéutica AstraZeneca. Ese mismo día nos enteramos igualmente de que las cubanas (que no están aprobadas por nadie porque están en experimentación) y las rusas sí entrarían por iniciativa del propio gobierno, burlándose del acuerdo.

Está bien, hasta aquí, nada sorprendente. La crueldad de un régimen que le ha importado poco la suerte de los ciudadanos ya no nos asombra. Sus frases: “no pateo perro muerto”; “Franklin Brito huele a formol” “el Cardenal Castillo Lara se debe estar pudriendo en el infierno” siempre nos han dado la medida de cuánto nos desprecian.

Lo que no podemos comprender es cómo, haciendo caso omiso de esta realidad, una parte de la oposición regresa inexplicablemente a la tesis de que “hay que ponerse de acuerdo para que entren las vacunas”; o peor aun: “no se debe politizar el tema de las vacunas”, pasando por alto, o mejor dicho, aun más grave, pasando por debajo de la mesa el gesto inaceptable del gobierno y sin hacer mención de la patada a la mesa donde nos habíamos acordado.

Esta es la versión en “modo vacuna” de la tesis que promulga (y que nos separa de manera ostensible) que, en el fondo, somos culpables de la conducta del régimen porque siempre estamos exigiendo algo. Que nos tratan mal porque no nos portamos bien. Es el síndrome que desgraciadamente acompaña a la mujer maltratada que piensa que es su culpa que el marido la maltrate. Que si cocinara más sabroso y planchara mejor las camisas, entonces no le pegaría.

Hacer acuerdos. Por supuesto, todos los que haya que hacer. No solo sobre la emergencia humanitaria, sino también sobre temas políticos y sociales. La política es el arte de lograr acuerdos para hacer prevalecer el bien común.

Pero de allí a “pedir una tregua”, cuando quienes agreden están armados y reprimen sin escrúpulo alguno, hay un trecho muy grande. Los episodios de violencia indeseada, como todas las violencias, se desencadenan normalmente desde el poder y luego vienen las espirales que nadie puede parar.

Claro que es necesario el acuerdo humanitario de las vacunas. Y ese acuerdo está concluido. No hay que hacerlo de nuevo. Ya lo hicimos. Lo que hay que pedir con fuerza es que el régimen regrese a él y no pedirlo, como si no se hubiera hecho.

En este caso, la simetría es una gran injusticia.

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