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Opinión

Mes del Orgullo. Una cuestión de derechos

@dhayanamatos

 La mujer de la Plaza Madariaga

Hace muchos, pero muchos años, en mi época de estudiante universitaria, estaba esperando un autobús en la parada de la plaza Madariaga, esa que estaba o está en frente del Colegio San José de Tarbes de El Paraíso y extrañamente (generalmente había mucha gente), solo estaba junto a mí otra persona: una mujer trans.

Lo dejo así en trans, sin entrar a identificar si era transexual o transgénero, porque, en primer lugar, desconozco si se había hecho la cirugía de reasignación de sexo; aunque yo diría que en un país como Venezuela y hace más de 20 años, es difícil creer que una persona que esperaba un autobús tuviera los recursos para someterse a este tipo de intervenciones. En segundo lugar, porque mi intención no es entrar en debates teóricos, incluso epistemológicos, sino enfocar este tema como una cuestión de derechos.

El caso es que el bus se demoraba más de lo previsto y, en una zona de alta afluencia vehicular, era bastante normal que pasaran muchos carros.

Pero lo que me llamó la atención ese día fue la cantidad de insultos, groserías, humillaciones y odio que salía de los conductores y de sus acompañantes hacia la mujer trans que estaba en la parada. La situación fue tan espantosa que en algún momento me dieron muchas ganas de llorar y me preguntaba ¿qué les hizo?, ¿por qué la insultan?, ¿no se dan cuenta que es un ser humano?

¡Un ser humano! Y para mí eso era lo único que importaba.

Ella no les había hecho nada malo. Seguramente en cinco minutos o menos, la mayoría de quienes la agredieron ni se acordarían de lo que hicieron. Sin embargo, estoy segura de que para ella esa humillación, que sabemos que era (y en muchos casos sigue siéndolo) sistemática, reiterativa y cotidiana, no pasó desapercibida.

Esa situación me impactó tanto que todavía el día de hoy puedo recordar con bastante exactitud dónde estaba parada y cómo estaba vestida la víctima de los insultos y la violencia.

 La doctora en Filosofía de la Ciencia

Hace unos años, en la universidad donde trabajo en Colombia, se realizaron unas jornadas que se titularon Derechos que salen de un clóset. El objetivo fue debatir, desde una perspectiva académica, sobre el vínculo entre educación, género y diversidad sexual.

Entre las personas invitadas internacionales estaba una profesora trans, bióloga de profesión y doctora en Filosofía de la Ciencia, quien en esa época iniciaba su transición. Se trata de una mujer brillante y con mucha profundidad en sus planteamientos, donde el análisis teórico se vincula, se amplía, se genera desde la experiencia corporal, de lo vivido, encarnado y experimentado.

Como eran varias las personas que había que atender, nos dividimos para poder acompañarlas. Y a mí me tocó ser su anfitriona, compañera y guía turística, lo cual me encantó porque me pareció una gran oportunidad de compartir con una mujer tan culta.

Nuevamente me tocó ser testigo de la discriminación y la violencia que sufren las personas trans. Entre algunos de los hechos sobre los que puedo dar testimonios están los golpecitos en el codo y las risitas cuando ella pasaba, que muchas personas estuvieran pendientes de a cuál baño entraría si de hombres o de mujeres, que los taxistas –a propósito, con desdén– la trataran como a un hombre cuando yo me refería a ella como mujer y que en una noche de relax después de una intensa jornada, en un bar, la gente se le quedara mirando de manera impertinente y burlona.

Para una persona tan inteligente, estas cosas no pasaban desapercibidas. Y aunque es una mujer empoderada, activista trans y defensora de los derechos de la diversidad sexual, estos actos, como a cualquier ser humano, le afectaban. ¿A quién no le va a molestar que el derecho a decidir sobre tu cuerpo, sobre tu vida, sobre tu identidad sea motivo de burlas y agresiones?

 La futbolista sudafricana que había que corregir

Eudy Simelane era una futbolista sudafricana y activista por los derechos de la población de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero y queer (LGBTQ) que, en 2008, fue brutalmente violada y luego apuñalada por ser lesbiana.

Aunque su caso llamó la atención a la opinión pública, no se trató de un hecho aislado, sino que formaba parte de una práctica generalizada según la cual, el o los agresores, violan a las mujeres lesbianas para que se transformen en heterosexuales. Se les denominan “violaciones correctivas”.

En Sudáfrica no es el único lugar en el mundo donde se da este tipo de prácticas. Esta forma de disciplinamiento y control de los cuerpos que se salen de la heteronormatividad se reproduce en distintas partes del mundo.

 Víctimas de grupos armados

En el contexto del conflicto armado colombiano, la población LGBTQ fue víctima de todos los grupos armados. Incluso, en algunos casos, fueron las propias comunidades quienes solicitaron a los grupos armados que cometieran actos de violencia contra quienes se consideraban personas “desviadas” porque se salían de los cánones de la heterosexualidad normativa.

En el informe realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia, titulado Aniquilar la diferencia, se sistematizan los testimonios de esta población y los distintos tipos de agresiones, violencias sexuales y de otros tipos que padecieron las personas LGBTQ.

La población LGBTQ son personas con derechos

Traigo a colación esta pequeña muestra de cómo constantemente se están violando los derechos de las personas LGBTQ y las distintas manifestaciones de discriminación a las cuales son sometidas, porque es necesario concienciar sobre estas situaciones y generar reflexiones que lleven a que estas prácticas desaparezcan.

El 28 de junio se conmemora el Día del Orgullo y todo el mes se conoce como Mes del Orgullo, son treinta días en los que se busca visibilizar la situación de esta población y sensibilizar sobre las múltiples exclusiones a la que se ve sometida.

Pero no se trata de ver a las personas LGBTQ solo como víctimas, sino como titulares de derechos en igualdad de condiciones con el resto de las personas; sin que su orientación sexual, identidad de género o expresiones de género, sean un motivo que anule, limite o restrinja el ejercicio de sus derechos humanos, incluidos el respeto a su dignidad humana, a la intimidad y al libre desenvolvimiento de la personalidad.

En el caso venezolano, es necesario hacer un llamado a quienes hacen vida política en el país para que incorporen en las agendas estos temas. Venezuela está entre los últimos lugares del continente en cuanto al aseguramiento de los derechos de esta población.

El gobierno no protege ni garantiza los derechos de las personas LGBTQ. Esta comunidad no ha obtenido ningún beneficio luego de más de dos décadas de gobierno supuestamente revolucionario y socialista; no ha visto ni el más mínimo avance en el reconocimiento de sus derechos. Tampoco por parte de la oposición.

Llama la atención, en relación con la oposición que, aunque se privilegia el principio de libertad por encima de la igualdad (se ha impuesto una visión bastante conservadora lamentablemente), ya que se habla de libertad económica, de libertad de expresión, o de la no privación arbitraria de la libertad, entre esos distintos tipos de libertades no se incluyen aquellas vinculadas con el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, sobre la orientación sexual y sobre la identidad de género.

Así como hemos dicho reiteradamente que sin mujeres no hay democracia, tampoco se puede hablar de que esta exista en países donde las personas LGBTQ no pueden ejercer libremente y en igualdad de condiciones sus derechos humanos.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Humano Derecho #198 con Laura Moncada, Claudia Soto y Oriana Bracaglia de Girl Up Venezuela

@_humanoderecho

¿Qué son las Cartas de Liberación? ¿Actualmente en qué proyecto trabaja Girl Up Venezuela? ¿Por qué en Venezuela hacen falta organizaciones feministas? Conversamos de estos y otros temas con Laura Moncada, fundadora y presidenta de Girl Up Venezuela; Claudia Soto, funcionaria de redes sociales; y Oriana Bracaglia, tesorera de esta organización civil.

“Girl up ayuda a acceder al poder interior de las niñas e impulsar sus habilidades, derechos y oportunidades en todos lados. Nuestro programa para el liderazgo transforma a las niñas al exponerlas a nuevas posibilidades, mejorando su confianza para ayudarles a convertirse en agentes de cambio dentro de sus comunidades”.

Las activistas nos dicen: «Queremos llegar a un mundo igualitario donde las oportunidades, los derechos pero también las responsabilidades sean compartidas entre el hombre y la mujer».

Presentado por Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@akaLuisSerrano). Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea.

Más contenido en humanoderecho.com

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Guacara, por Juan E. Fernández “Juanette”

Ilustración de Alexander Almarza, @almarzaale

 

@SoyJuanette

A veces la televisión te ayuda a evocar lugares y sentimientos que viviste hace muchos años, pero no recordabas. Justo fue lo que me pasó este el fin de semana cuando, además de ver el especial Friends The reunion, me topé con la película de Roberto Baggio: El Divino, en Netflix. Pero ¿Qué tienen en común Friends y Baggio? Pues en mi caso es muy fácil: ambas me recordaron a Guacara. Pero antes de contarles por qué, permítanme explicarles de Guacara.

Guacara, según Wikipedia, es una ciudad venezolana, capital del municipio Guacara, del estado Carabobo en la región central de Venezuela. Pero para mí Guacara significa los recuerdos más bonitos de mi niñez y de mi adolescencia.

No tengo registro exacto de la primera vez que fui a Guacara, pero seguramente fue con mi mamá cuando visitábamos a mi tío Rafael, quien vivía con su familia en la urbanización La Pradera. Lo que nunca podré olvidar fue que en la casa de mi tío dejé olvidado mi tetero (biberón). Lo dejé literal, yás nunca lo tomé, por lo que podría decir que Guácara me ayudó a dejar una de mis primeras adicciones.

Ya un poco más grande, mi tío, quien trabajaba en Caracas, nos llevaba a pasar el fin de semana con mis primos Rafaelito y Yomines quienes se convirtieron (y aún lo son) en grandes compañeros a lo largo de mi vida. Por ejemplo, Rafa me enseñó a atajar con un guante de béisbol, y con Yomi aprendí mis primeros pasos de salsa.

Ya como adolescente, cuando pude viajar solo, me iba todos los viernes hasta la terminal de La Bandera en Caracas, me tomaba uno de los autobuses de la compañía “Servicio Especial del Centro” y hacía el viaje de tres horas hasta el Big Low Center, donde Rafa o Yomi me esperaban para irnos hasta Guacara. Ya en esa época mi primita Caro (la hija menor de mi tío) estaba más grande, por lo que nos acompañaba en el trayecto.

Y cuando pude comprarme mi primer automóvil, uno de los primeros viajes fue, junto con mi hermano, a Guacara. Es más, ahora que me acuerdo, la primera vez que el público coreó mi nombre fue allá. Resulta que en una Navidad no teníamos mucho que hacer, así que nos unimos al grupo de amigos de mi prima Yomi, quienes habían dispuesto en la calle un artilugio innovador para la época y que era capaz del volver artista a cualquiera: el karaoke.

Esa noche Rafaelito y yo llegamos muy callados, pero después de varios tragos de tequila terminamos cantando a todo pulmón De música ligera. Y, según cuenta mi tía Nena, la esposa de mi tío Rafa, fue un éxito, porque todos gritaban al unísono mi nombre “¡Juan! ¡Juan! ¡Juan!”. 

En fin, como diría el escritor Ernest Hemingway, ¡Guacara era una fiesta! Y ustedes se preguntarán ¿Qué tienen que ver Friends y Roberto Baggio con Guacara?

Bueno corría el año 1994 y justo el fin de semana de la final del Mundial, Los hijos del señor Benito, quienes eran vecinos de mis tíos en Guacara, habían planeado una gran fiesta para cuando Italia le ganara a Brasil. Obviamente yo apoyaba a Italia, porque como hincha argentino a la canarinha no le iré nunca, así que estaba en Guacara cuando Baggio erró el penal y Taffarel brinco victorioso para festejar el primer tetracampeonato de la historia del mundial del futbol.

Con respecto a Friends, era junto con el Príncipe del Rap, el programa que más disfruté con mis primos. Por eso, cuando se anunció que el 6 de mayo de 2004 se emitiría el último capítulo de Friends, me olvidé del trabajo, de la novia y de todo, para vivir ese momento culminante en Guacara, el lugar que alberga los más lindos recuerdos de mi infancia y adolescencia. La ciudad donde fui feliz.

Les deseo a todos que, si aún no la tienen, algún día encuentren su Guacara.

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Antonio José Monagas Jun 05, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
Política chicharronera

@ajmonagas

Decir pues que la política está en crisis constituye una auténtica y crecida verdad. Sin embargo, detrás de dicha afirmación suelen plantearse algunas preguntas. Formuladas sobre adverbios o pronombres interrogativos (qué, quién, cómo, dónde, por qué  y cuándo), estos pueden enfatizar cada respuesta asomada a dicho respecto.

Así pues, se buscará una respuesta envolvente que considere el mayor número de pronombres interrogativos a los fines de entrelazar ideas, con consideraciones y condiciones propias de la dinámica política.

De modo que afirmar que “la política está en crisis”, podría obedecer a distintas razones. Pero luce válido intentar una respuesta construida por el lado de lo que representa la política “chicharronera”. O sea una política desinflada y extraviada. Desinflada, por cuanto la falta de un liderazgo idóneo ha estrechado sus ámbitos de acción y expansión. Extraviada, dado que perdió el rumbo de lo que señala el concepto de política. Sobre todo, de aquel que exalta el pluralismo como el terreno sobre el cual se desarrolla su actuación.

En consecuencia, cabe admitir que la política se derrumbó. Tanto que sus operadores, indistintamente del nivel jerárquico que ocupen en la estructura político-partidista, se han visto derrotados por causas que no lograron controlar o manejar.

La gestión política ha caído abatida por la incertidumbre. Entendida esta como la incógnita que está fuera de lugar en la ecuación política. Por tanto, no ha podido resolverse. Cada día transcurrido se engorrona aún más el problema.

¿Qué complicó la política?

En el entramado que la política -en su desorden- ha creado, se han encontrado problemas de desvío conceptual, doctrinario y procedimental. Asimismo, conflictos provocados por incongruencias, inconsistencias y contradicciones que afectan disposiciones, organización y coordinación. Igualmente, hay burocratismo, sectarismo, hermetismo y amiguismo. Y desde luego, corrupción, complicidad para delinquir, así como un espasmódico fanatismo que no conduce a nada.

La ausencia de formación política, sumada a la depravación que alimenta el poder concentrado, afectó el principio de la política de convertirse en referente de educación, decencia, transparencia, tolerancia, respeto y solidaridad.

Y lo peor de todo es que no hay excepción, por mínima que sea, que pueda justificar la salvación de algún bando político. Ningún movimiento o partido político puede escapar de verse señalado o acusado como factor movilizador y motivador de la crisis que padece el ejercicio de la política.

En el caso venezolano, la historia de la política contemporánea ha sido una recopilación de episodios que muestran una endémica sucesión de abusos. Unos cometidos por intereses mampuestos. Otros, perpetrados por forjamiento inducido. Por consiguiente, el Estado ha ocupado casi todo los espacios correspondientes a la sociedad y a la economía.

Podría decirse que nada queda fuera de tan grotesca aberración que protagoniza el Estado a través del gobierno. Y ello a su vez, mediante el ejercicio de la política. Es entonces cuando la política se vuelve un solo revoltijo de hechos que transgreden la moralidad y dignidad de las personas. De igual forma, transponen atribuciones legales con el único propósito de concentrar el mayor número de asuntos imaginables de poder en la sociedad.

Casi nada tiene fuerza propia para eludir el complicado juego de interacciones que la política busca relajar. Particularmente, cuando incita conflictos entre posturas y decisiones propias de la movilidad del ser humano en el contexto de sus valores políticos, económicos y sociales.

Es ahí cuando el ejercicio de la política invalida o execra a cualquier actor que ponga al descubierto sus más soterradas y oscuras ambiciones. O para enquistarse en el poder, o para aniquilar a quien contraríe su ideología política.

Por otra parte, se tiene que el discurso proferido en nombre de la política, se convirtió en un peligroso punto de inflexión. De ello se valen quienes ejercen la política (con cuestionada legitimidad), para exhortar el alcance de términos como “libertad”, “igualdad”, “revolución”, “democracia”. Y es justo en ese terreno donde todo comienza a transformarse en un fatídico juego por el poder. Aunque dicho juego es temerario como aventura. Muchos quieren participar sin siquiera conocer algo sobre teoría política o teoría social. Mucho menos sobre teoría económica.

Sin embargo, tan perverso juego está a disposición de cualquiera. Sin que tenga idea cuándo se gana, o cuándo se pierde. O de su normativa. Es la razón por la cual el mismo se concibe como política “chicharronera”.

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Argentina ¿del “Nunca más” al “siempre cómplices”?

Foto de la represión madurista: Miguel Gutiérrez / EFE.

@BrianFincheltub

Argentina fue, hasta hace poco, uno de los países de mayor tradición en materia de promoción y defensa de los DD. HH. en el hemisferio. Desde el regreso de la democracia hace 40 años, los DD. HH. no solo pasaron a ser un tema prioritario en la agenda interna, sino también un pilar fundamental de la política exterior argentina. Una política exterior que, sin importar la ideología del gobierno de turno, se mantenía a grandes rasgos invariable en el tiempo. Lamentablemente, dicha tradición viene de ser sepultada por la administración del presidente Alberto Fernández y su omnipresente vicepresidenta, Cristina Fernández, viuda de Kirchner.

Al ordenar el retiro del apoyo a la demanda frente a la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad en Venezuela, el presidente Fernández se alinea con los violadores de DD. HH. y le da a la espalda a la víctimas y a los millones de venezolanos que tuvieron que huir de su país, como una vez lo hicieron miles de argentinos que escapaban de la dictadura militar.

Nunca antes Argentina asumió una posición tan contradictoria a su sistema democrático y republicano. Ni siquiera durante el paso del matrimonio Kirchner por el poder, cuyos lazos con Chávez representaron fundamentalmente una ocasión para hacer negocios, más que una oportunidad para afianzar una alianza política real. Los Kirchner, como la mayoría de los presidentes latinoamericanos hace una década, supieron aprovechar el uso “generoso” que hizo Chávez de los recursos de todos los venezolanos; mientras sus excesos, no es que no eran condenados por Argentina, sino por prácticamente ningún país del mundo.

Hoy Latinoamérica es otra. En Venezuela las elecciones son cosa del pasado, como también lo es la bonanza petrolera. Sin legitimidad de origen y sin dólares, la dictadura quedó desnuda. Los crímenes del chavismo, otrora ignorados y minimizados, han sido documentados por la Organización de Naciones Unidas y su alta comisionada para los DD. HH., Michelle Bachelet. Los casos de detenciones arbitrarias, tortura, desapariciones forzosas y ejecuciones extrajudiciales se cuentan por miles; detrás de cada número hay más que una cifra, hay personas, hay sueños truncados, vidas destruidas, familias separadas y un dolor que no desaparecerá nunca, pero que encontrará consuelo cuando los culpables sean castigados por la justicia internacional.

Las violaciones a los DD. HH. y las cicatrices que estas dejan en sus víctimas no desaparecen jamás, aunque el presidente Alberto Fernández quiera dar a entender lo contrario.

Mientras haya un venezolano dentro y fuera del país dispuesto a contar la verdad, los crímenes del chavismo, los ya ejecutados y lo que se siguen cometiendo todos los días, no desaparecerán jamás de nuestra memoria colectiva. Los venezolanos también vamos a decir un día “NUNCA MÁS”, como lo dijeron aquellos argentinos que sufrieron el horror de la dictadura y que deben sentir vergüenza viendo cómo un presidente que se decía “moderado” ha convertido el Estado argentino en cómplice de unos de los más sangrientos regímenes de la historia de Latinoamérica.

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Gonzalo Jiménez Jun 04, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
Los ciberdelitos más comunes en Internet
Robo de identidad, estafas con productos, robos de bases de datos. Resumimos cuáles son algunos de los crímenes cibernéticos más frecuentes en la red

 

@gonzalomjimenez

Cada vez es mayor el número de personas que se sumerge en la vida digital. Y no se trata simplemente de tener una cuenta en redes sociales. La pandemia de covid-19 obligó también a que muchas gestiones se cumpliesen en línea, como rellenar formularios, tramitar permisos y acceder a servicios, sin hablar del teletrabajo y las reuniones por videoconferencia.

De allí que aumente la conciencia sobre los crímenes cibernéticos. Un reporte del FBI de Estados Unidos sobre crímenes en Internet durante 2020 reveló que 241.342 estadounidenses reconocieron haber sido víctimas de fraudes digitales de suplantación de identidad; un ejemplo de ello son los correos electrónicos que usan logotipos de bancos o empresas de servicios para que usted suministre su contraseña.

La página web Statista.com elaboró un gráfico con los ocho casos más comunes de crimen cibernético y aquí trataremos de explicar su significado.

Los ciberdelitos más comunes en Internet, por Gonzalo Jiménez
El sitio web Statista.com grafica los 8 ciberdelitos más comunes.

 Suplantación de identidad

En inglés recibe el nombre de phishing, aunque también hay modalidades identificadas con los títulos de vishing y smishing. Es la práctica fraudulenta de enviar correos electrónicos que pretenden ser de compañías acreditadas para inducir a las personas a revelar información personal, como contraseñas y números de tarjetas de crédito.

Esta es la razón por la que muchas instituciones, como bancos y tiendas, reiteran que jamás le pedirán sus datos y contraseñas a través de un correo electrónico.

 Falta de pago y sin envío

Se produce cuando un proveedor no entrega el producto que se adquirió en línea. De allí que resulte útil revisar los comentarios de los usuarios para conocer su nivel de satisfacción. Hay páginas web que ofrecen una puntuación y una calificación en estrellas de sus servicios para que los usuarios escojan aquel proveedor que es impecable y de fiar en lo que vende.

 Extorsión

De hecho, hasta un término denominado sextorsión o extorsión sexual, que consiste en una forma de explotación sexual en la que una persona es inducida o chantajeada con una imagen o video de sí misma desnuda o realizando actos sexuales.

Debido a la masificación de los teléfonos inteligentes, con cámaras integradas y acceso a Internet –especialmente en menores de edad y adultos mayores con poco entendimiento de estos dispositivos—, este tipo de crímenes ha aumentado.

 Robo de datos personales

Es de los delitos más frecuentes. Recién en abril de 2021, según informó Business Insider, los números de teléfonos y datos personales de 553 millones de usuarios de Facebook fueron filtrados online en un foro de hackers.

El objetivo de este robo –y de compartir los datos en un foro público– es que estos hackers pudieran usar estas direcciones, números de teléfono y datos biográficos para asumir algunas de estas identidades y cometer fraudes.

El alcance global de las redes sociales hace que estos robos masivos de datos afecten a usuarios en muchos países. A la fecha, el ciberataque más importante de la historia afectó a la empresa Yahoo! en 2013, en el que los piratas informáticos tuvieron acceso a las cuentas de los 3000 millones de usuarios de este servicio.

 Robo de identidad y tergiversación

Este crimen tiene varias aristas. El robo de la identidad digital ocurre cuando se suplanta la identidad digital de un usuario de Internet y redes sociales. El criminal suele robar las claves y contraseñas del usuario para acceder a estas. Puede ser por motivos políticos (con cuentas en Twitter de figuras públicas), pero la mayoría de los casos es con fines delictivos.

Crear un perfil falso es una estrategia criminal para cometer extorsión, estafas informáticas, injuriar, extorsionar, espiar a la competencia, desprestigiar a una empresa y causar zozobra política.

 Spoofing

El llamado spoofing es un crimen cibernético que contiene elementos del robo de identidad, pues consiste en disfrazar una comunicación de una fuente desconocida como si fuera de una fuente conocida y confiable. La suplantación de identidad puede aplicarse a correos electrónicos, llamadas telefónicas y sitios web; o puede ser más técnica, como una computadora que falsifica una dirección IP o un servidor del Sistema de Nombres de Dominio (DNS, por sus siglas en inglés).

Su función es obtener acceso a la información personal de un objetivo, propagar malware a través de enlaces o archivos adjuntos infectados, eludir los controles de acceso a la red o redistribuir el tráfico para realizar un ataque de denegación de servicio.

 Fraude romántico

Se llamada fraude romántico a estafar a alguien de su dinero fingiendo que se está interesado en una relación sentimental. Este tipo de ciberdelito aumentó durante el encierro casero producido por la pandemia de covid-19. Según un reporte de la BBC, del ministerio de Finanzas del Reino Unido, en ese país hubo un aumento de 20 % en el fraude de transferencias bancarias vinculado a estafas románticas en 2020 en comparación con 2019.

Elecciones, fantasías y expectativas realistas

@AAAD25

Henos de nuevo aquí, con la polémica comicial acaparando lo poco que queda de discusión política en Venezuela. Los argumentos a favor y en contra de participar en lo que en este país llaman “elecciones” hace tiempo que son los mismos. Ya aburren, y como voz (de poco alcance) en ese debate, me incluyo. Parece mentira que tantos negados a votar mientras el chavismo gobierne y tantos defensores del sufragio sin importar las condiciones sean tan ágiles esquivando el quid de la cuestión: el voto como herramienta para el cambio político solo tiene sentido como parte de una estrategia que trascienda la jornada electoral y pueda valerse del evento como catalizador de un proceso de presión que desemboque en transición negociada. Es decir, ni el voto ni la abstención en sí mismos constituyen un avance.

Por desgracia, la dirigencia opositora venezolana no ha sido capaz de desarrollar tal estrategia, cosa que no ha cambiado. Entonces, ¿para qué molestarnos siquiera con el asunto de las elecciones regionales y locales convocadas para finales de este año?

Bueno, lo que sucede es que los interesados en lanzar candidaturas, así como los cabecillas y comentaristas de la oposición prêt-à-porter, se han dado a la tarea de propagar la noción de que ganar algunas gobernaciones y alcaldías, sin importar la carencia de un plan como el ya aludido, sería un logro para la causa por la restauración de la democracia constitucional venezolana. Es la asimismo manida narrativa de “los espacios”.

Puedo imaginar que la causa de tal mensaje es el temor a nuevos fiascos que expongan por enésima vez la debilidad del sector “voto o nada”, como la candidatura presidencial de Henri Falcón o el desempeño paupérrimo de la oposición prêt-à-porter en diciembre pasado. Y no obstante, esta vez pudieran contar con un número mayor de personas (aunque me atrevería a decir que no muy mayor) dispuestas a seguirles la corriente, debido a la frustración con la inercia de la oposición que encabeza Juan Guaidó.

El razonamiento es tentador, pero ilusorio. Cuando los cuatro gobernadores “autoexcluidos” de Acción Democrática se juramentaron ante la “Asamblea Nacional Constituyente”, no fue un saludo a la bandera para luego desconocerla. Fue el fin de las gobernaciones como espacios funcionales de resistencia al régimen, cosa que no tardó en extenderse a las alcaldías. Desde entonces, una regla tácita de la política venezolana marcada por la simulación de democracia es que todo aquel que quiera ser gobernador o alcalde ajeno a la elite gobernante debe abstenerse de fomentar la oposición a Miraflores y de permitir que sus jurisdicciones sean refugios para la organización de protestas contra el régimen.

Esto es básicamente “despolitizar” los gobiernos regionales y locales que caigan en manos de personas que no militen en el PSUV y sus organizaciones satelitales. Quitar lo “político” de los entes político-administrativos. En efecto, a los titulares solo se les permite hasta cierto punto administrar sus estados y municipios, y digo «hasta cierto punto» porque el chavismo siempre se reserva la prerrogativa de intervenir hasta en dicho ámbito cuando quiera, mediante la figura no electa popularmente del “protector”.

En el mejor de los casos, algunos funcionarios podrán dar declaraciones públicas contra la elite gobernante, sobre todo en cuanto al control paralelo de los territorios que ellos deberían administrar. Tal es el caso de Leidy Gómez, la gobernadora del Táchira. Pero a pesar de la estridencia, es solo retórica. No hay acciones que verdaderamente inquieten al régimen.

Así que pueden olvidarse de un gobernador como lo fue Henrique Capriles en Miranda cuando se elevó al papel de líder máximo de la oposición. O de alcaldes como Enzo Scarano, Carlos García, David Smolansky y Warner Jiménez.

La era de las gobernaciones y alcaldías rebeldes se acabó. Con las protestas de 2014 y 2017, la elite gobernante vio cuán incómodas pueden ser y decidió no tolerarlas.

Por eso, casi todos los alcaldes que se atrevieron a desafiar terminaron presos o exiliados. Los aspirantes a sucederlos vieron el peligro y por eso ya no hay jefes de gobierno regional y local dispuestos a emularlos.

Recapitulando, si un ciudadano común me dice que va a votar en las próximas elecciones porque cree que un alcalde fuera del PSUV quizá (subrayo el “quizá”) hará un mejor trabajo recogiendo la basura, se lo creo. O porque valora la gestión recreativa en su municipio y desea preservarla (hasta yo admito no me gustaría nada ver el Centro Cultural Chacao forrado con gigantografías de Hugo Chávez). Todos esos son argumentos válidos. Pero no acepto que alguien pretenda venderme expectativas más grandiosas o épicas que esos asuntos mundanos. Si alguien me invita a votar o, peor, me increpa por no querer hacerlo aludiendo a “los espacios de resistencia”, lo voy a desestimar riéndome.

Posdata para los que quieren votar aun ateniéndose a las razones limitadas: tengan en cuenta las aspiraciones del régimen. Es razonable suponer que a la elite gobernante no le importará ver unas pocas alcaldías en otras manos. Sobre todo aquellas que nunca ha ganado y que por tanto nada aportan a su propaganda (e.g. El Hatillo en Miranda y Diego Bautista Urbaneja [Lechería] en Anzoátegui). Después de todo, ello respaldaría la simulación de democracia. Igual argumento pudiera extenderse a las gobernaciones, con el agravante de que, por abarcar los estados más territorio y ser depositarios de mayores recursos, son blancos más apetecibles para la elite. En cualquier caso, un mapa principalmente rojo es el escenario más probable. Vaya la advertencia para que después no se estén lamentando de haber creído en pajaritos preñados.

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Entrevista | Rodolfo Izaguirre: “Cada día aprendo a vivir”

Rodolfo Izaguirre. Foto: colección de Federico Prieto, publicada en Esfera Cultural

He llegado a mi futuro y el país que encuentro no es el que soñé tener cuando era un joven vigoroso. Es una dolorosa visión de escombros y abismos… Pero tengo la certeza de que el país venezolano volverá a ser»

 

@cjaimesb

Cumplió en enero pasado 90 años, pero su mente y su espíritu son los de un joven. Es brillante, activo, lúcido y encantador. Rodolfo Izaguirre ha vivido su vida en una mezcla perfecta entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Ha emprendido con pasión todo lo que ha hecho y lo ha hecho muy bien. Desde su participación en aquellas revistas donde jóvenes con inquietudes intelectuales y sensibilidad por sus semejantes plasmaron sus ideas, hasta hoy en día, cuando está dedicado a escribir un libro sobre él.

Su amor por el cine comenzó con el clásico de David O. Selznik, dirigido por Victor Fleming, Lo que el viento se llevó. Y esa afición marcó su vida, porque al hacerse crítico de cine, se convirtió en escritor. Su obra literaria es extensa y excelente, aunque se queja de que es lento escribiendo. Escribió un libro sobre su mujer, la bailarina Belén Lobo, fallecida en 2014, como una forma de seguirla amando. “Se llamaba Belén, pero ahora se llama Soledad, la soledad que me acompaña desde que ella murió”, es una declaración de amor para una compañera de vida extraordinaria. De igual manera profesa el amor por sus tres hijos, Rházil, Boris y Valentina, de quienes se siente en extremo orgulloso.

Su paso por la Cinemateca Nacional dejó una extensa labor pedagógica tanto para cineastas, como para amantes del cine. “Desacralicé la Cinemateca”, me dijo. Pues… ¡qué maravilla! En la radio nos dejó como regalo los micros El cine, mitología de lo cotidiano, un tesoro para las presentes y futuras generaciones.

No quiere darles consejos a los jóvenes. Si se equivocan, esperará que enmienden sus errores. Si triunfan, los halagará. Siente que fue a partir de los 50 años cuando comenzó a decir “sí” y “no” con propiedad, porque antes siempre había hecho lo contrario. Y a lo primero que le dijo “no” fue al Partido Comunista, aunque nunca militó en partido alguno.

Está en permanente contacto con jóvenes y se siente satisfecho de que el país lo respete. Eso se lo ha ganado a pulso y ahora continúa cosechando lo que sembró.

“Ha llegado a su futuro” para encontrarse con un país muy distinto al que soñó, pero tiene la certeza de que el país “volverá a ser” y entonces, juntos, navegaremos hacia el sol.

– ¿Dónde y cómo se originó tu amor por el cine?

– Yo era un niño cuando vi en Caracas Lo que el viento se llevó. Sostengo que se trata del melodrama más perfecto del cine mundial. En el filme, la protagonista, Scarlett O’Hara (Vivien Leigh) una terrateniente sureña arruinada por la Guerra de Secesión, arranca una raíz, la muerde y dice: “¡Juro que nunca pasaré hambre!”.

Yo hice ese mismo juramento cuando vi la película. Luego supe que mi hijo Boris también lo hizo cuando vio el filme por primera vez.

Quiero decir que, si un niño hace suyo el juramento de una figura fantasmal, ilusoria, expresado desde una pantalla significa que el cine forma parte de él, vive en él.

Me hice crítico o comentarista de cine y descubrí que, para transmitir el goce visual de una determinada secuencia cinematográfica, tenía que emplear palabras, otro código distinto al lenguaje visual y comprendí que debía afinar mi idioma, enaltecerlo, perfeccionarlo. Y se operó un milagro: ¡el cine me hizo escritor!

– ¿Cómo fue tu participación en la fundación de las agrupaciones literarias de izquierda Sardio y El Techo de la Ballena?

– En el liceo Fermín Toro conocí a Adriano González León, a Luis García Morales y a Elisa Lerner. Éramos seres sensibles y nos identificamos.

Años más tarde hicimos amistad con Guillermo Sucre, Perán Erminy, Gonzalo Castellanos, el arquitecto muerto a temprana edad, con Salvador Garmendia, Ramón Palomares y otros y nos organizamos en un grupo literario llamado Sardio. Nos sentíamos tan bellos e inteligentes, que en lugar de leer entre nosotros nuestros textos y poemas, decidimos crear una revista que llamamos Sardio para que los demás mortales se enteraran de la suprema altura y calidad de nuestra escritura.

Cuando apareció en el panorama mundial el nombre, hoy nefasto, de Fidel Castro y su Revolución, los socialdemócratas del grupo se negaron a admitir a Castro y se separaron de Sardio mientras los amigos de la izquierda se adhirieron al Techo de la Ballena, un movimiento irreverente de tardío dadaísmo al que me uní entusiasmado, sin saber que secretamente era el brazo cultural de unas guerrillas de inspiración cubana. Hoy saludo la irreverencia del Techo y sus dos actos cimeros y espectaculares: el poema de Caupolicán Ovalles titulado ¿Duerme usted señor presidente? y la exposición de Carlos Contramaestre Homenaje a la necrofilia.

Entrevista | Rodolfo Izaguirre: “Cada día aprendo a vivir”, por Carolina Jaimes Branger
Rodolfo Izaguirre (con máscara), Edmundo Aray y Carlos Contramaestre, 1961. Promocionan la exposición Homenaje a la cursilería. Foto vereda.ula.ve. / Der.: dibujo de R. Izaguirre (2021).

Dos días después de la inauguración en aquellas vísceras de res, los gusanos comenzaron a moverse. Trató mal las vísceras siendo médico el artista expositor. Fue un escándalo que removió la apacible floresta cultural venezolana y la policía y la sanidad clausuraron la exposición, pero aquellos eran gusanos que brotaban del arte; no los gusanos que eran expulsados de la ya agusanada Revolución cubana y mucho menos nosotros, los gusanos que somos para el régimen militar que nos oprime.

– ¿Fuiste militante de algún partido de izquierda o fue solo un fuego de juventud?

– Yo soy rebelde desde mi infancia y mi rebeldía aumentó durante la adolescencia. Experimenté un rencor social y un odio al capitalismo y a los Estados Unidos, que afortunadamente se disolvieron con los años. Pero nunca milité ni he militado en ningún partido político y abjuro de las ideologías. Simplemente fui un amigo del camino de la Juventud Comunista, hasta que descubrí que era un camino equivocado. Cuando cumplí cincuenta años miré a mi mujer al despertar y le dije: “hoy cumplo cincuenta años. A partir de hoy diré ‘¡sí!’ cuando tenga que decir ‘¡sí!’ y diré ‘¡no!’ cuando tenga que decir ‘¡no!’, Porque hasta hoy siempre he dicho lo contrario. Y al primero que le diré ‘¡no!’ es al partido comunista!”.

– Tu trabajo como director de la Cinemateca Nacional dejó una impronta de buen hacer, muchas posibilidades para los nuevos cineastas y para los amantes del cine un reducto donde podían desarrollar su pasión. ¿Qué te dejaron esos años?

– Casarme con Belén Lobo, tener los tres hijos que tuve con ella: Rházil, Boris y Valentina; haber sido director de la Cinemateca y mantener viva la memoria de mi familia genética y de mi familia adquirida, es lo mejor que me ha ocurrido, además de llegar lúcido a los noventa años.

Entrevista | Rodolfo Izaguirre: “Cada día aprendo a vivir”, por Carolina Jaimes Branger
Rodolfo Izaguirre y Belén Lobo. El escritor dice sobre su fallecida esposa: «Adoro el libro sobre Belén, porque es una manera de seguirla amando».

En secreto, hice desde la Cinemateca un trabajo pedagógico. No lo digo por echonería, pero enseñé a mi gente a ver buen cine y, al hacerlo, logré que fuesen mejores personas; que aprendieran a ser -no habitantes de un lacerado país- sino ciudadanos del futuro.

Dediqué buena parte de mi vida al cine, a defender al cine venezolano, lograr que los cineastas dejaran de hacer películas y comenzaran a hacer cine.

Mi mayor satisfacción fue haber desacralizado a la Cinemateca, al arte cinematográfico, al Museo de Bellas Artes y a tanto Bergman y tanto Antonioni, a la vez que programé el ciclo de las rumberas del cine mexicano, otorgando a las protagonistas el valor cultural que ellas tienen.

Finalmente, descubrí que soy un ser privilegiado: hice un trabajo que es una pasión personal, tuve una vida conyugal serena y provechosa, siento que hay unos jóvenes que me necesitan y yo a ellos y siento que el país me respeta.

¿Qué más puedo pedir?…

– Háblame de la experiencia haciendo para la Radio Nacional El cine, mitología de lo cotidiano.

– En principio se trataba de algo absurdo. ¡Hablar de cine por radio! Pero leí la declaración de Orson Welles después de haber provocado pánico desde la radio al anunciar que los marcianos estaban invadiendo a Nueva Jersey. Orson dijo que la radio es cine para ciegos.

Descubrí que, con el sonido de mi voz y algún efecto sonoro (¡que los hay muchos!) podía crear imágenes visuales. Se trataba de un microprograma y no era posible ofrecer demasiadas ideas, conceptos o imágenes. Una, y repetirla dos o tres veces. Bastaba con referirme al ama de llaves de las películas góticas, bajando la escalera con una palmatoria en la mano, en medio de la noche, la tempestad con truenos y relámpagos y los aullidos de los lobos para dar una imagen perfecta del cine de terror y armar con estos elementos un excelente programa. Además, el título del programa permitía abarcar la vida entera.

– Tu obra literaria es importante en número y sobre todo, en calidad. ¿Cuál es tu obra preferida?

– Soy lento y escribo poco, salvo las crónicas dominicales en El Nacional. Reuní algunas en el libro Obligaciones de la memoria; luego escribí un libro sobre Belén Lobo. No sobre el ballet, sino sobre ella. Espero que las editoriales se recuperen de los estragos del virus y mientras esto ocurre estoy escribiendo un libro sobre mí. Es decir, sobre alguien que desde la cultura observa al país. Adoro el libro sobre Belén, porque es una manera de seguirla amando. Hace años publiqué la novela Alacranes que ha sido reeditada por Bruguera. Una vieja casa caraqueña llena de alacranes y espectros de gente que allí vivió con alacranes devorándoles el alma.

– ¿Qué sientes al estar tan bien y tan activo a los 90 años? ¿Algún consejo?

– Repito: soy un privilegiado. Conservo mi lucidez y cada día aprendo a vivir y me esmero en pulir y perfeccionar mi idioma y su sintaxis.

Me duele y me atormenta la situación de degradación moral, política, económica, social y cultural que tanto hiere y lacera al país. Sueño con un país civil alejado de los cuarteles y recuerdo al cineasta mexicano Emilio, el Indio Fernández, realizador en los cuarenta del siglo pasado de filmes célebres como La perla, Maclovia, Río Escondido. Pasó por el aeropuerto de Barajas, Madrid. Iba a morir dos meses más tarde y, acosado por los periodistas, contestó cuando le preguntaron qué consejos daría a los jóvenes cineastas. Miró a los periodistas y lo que dijo merecería estar grabado en letras de bronce. Dijo: “¡A mí, que me den por indio muerto y que esos jóvenes se vayan a chingar a sus madres!”

Los jóvenes no necesitan consejos, si fracasan en su empeño tratarán de enmendar sus errores y, si triunfan, merecerán todos mis halagos.

– No quiero dejarte ir sin preguntarte por Belén y por Boris

– Al morir, Belén dejó de llamarse Belén y comenzó a llamarse Soledad y me acompaña todo el tiempo. Antes de morir me miró por última vez y me dijo: “¡Hice de ti un águila y un relámpago! ¡Prométeme que siempre te opondrás a la injusticia y a la intolerancia!”.

Boris se hizo famoso, pero a cada momento menciona a sus padres y a sus hermanos. Sigue siendo un ser amable, sencillo y adorable, que se ha visto arropado o envuelto por y en la celebridad.

– ¿Qué significa Venezuela para Rodolfo Izaguirre?

– El país venezolano es mi propia sombra desde que nací, cuatro años antes de que muriera Juan Vicente Gómez. He vivido desde entonces en un país que, pese a sus espléndidos avances, continúa siendo un país primitivo, pero que adoro sin saber aún por qué.

He llegado a mi futuro y el país que encuentro no es el que soñé tener cuando era un joven vigoroso. Es una dolorosa visión de escombros y abismos de dislocada dignidad, hambre y una diáspora inmerecida. Sufro mucho, pero tengo, y lo he dicho muchas veces, la certeza de que el país venezolano volverá a ser. ¡Entonces, todos juntos tomados de la mano, sonrientes, navegaremos hacia el sol!

Cuando ustedes se vayan…

Cuando ustedes se vayan…