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Opinión

Humano Derecho #204 con Miguel Barone, de Gritemos con Brío
Gritemos con Brío busca posicionar, exponer e incrementar los liderazgos estudiantiles de la universidad venezolana

 

@_humanoderecho

¿Cuál es la posición de Gritemos con Brío frente a las persecuciones a defensores de los DD. HH.? ¿Cómo han logrado que los jóvenes se integren y quieran ser parte de un cambio? ¿Qué hacen para seguir sumando jóvenes a su causa pese a la ausencia de la vida universitaria? Conversamos de estos y otros temas con Miguel Barone, de Gritemos con Brío quien nos hablará acerca de todos los temas relacionados con sus proyectos.

Gritemos con Brío busca posicionar, exponer e incrementar los liderazgos estudiantiles de la universidad venezolana generando un impacto positivo en el ámbito nacional.

«El principal motor de lo que han sido nuestras iniciativas, fue empezar por esas figuras que yo veía cercanas a mi generación que también son representantes estudiantiles. Con el apoyo de muchos de ellos, logramos penetrar en diversos espacios donde pudimos, a su vez, llamar la atención de más activistas”.

Presentado por Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@akaLuisSerrano). Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea.

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Juan E. Fernández Jul 18, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Claves para resistir la invasión

Ilustración de Alexander Almarza, @almarzaale

@SoyJuanette

Acá les escribe algo cansado, luego de unas semanas de ejercicios militares quien suscribe, el soldado Juanette. Quiero compartir con usted amigo lector, algunas claves para resistir a una cada vez más posible (y cercana) invasión de algún país extranjero, o tal vez de la “Invasión Sensacional” del maratónico de los sábados.

Pero primero lo primero, después lo segundo y luego lo tercero… esto de las invasiones a nuestro país, Venezuela, no es nuevo. Se remonta al momento en el cual esta nación apareció en el radar de las carabelas de Colón (bueno de los reyes, pero que le prestaron al navegante italiano). El imperio, en aquel entonces el español, trató primero de conquistarnos pacíficamente cambiándonos espejitos por oro… y al que no lo quiso cambiar, le dieron de coñaz… pasando a la fase que se denominó “Conquista a la fuerza”.

Luego de las guerras de independencia que, fueron un poco más cortas que “Las guerras de las galaxias”, mandando el presidente Cipriano Castro, se aliaron Italia, Inglaterra y Alemania para bloquear las costas venezolanas (según las malas lenguas, las potencias actuaron en conchupancia con un banquero, no sé, a mí no me consta pues no estaba allí)… pero Cipriano con la ayuda de algunos caraqueños que desde el Ávila movieron matorrales (para hacer creer que era un gran ejército el que bajaba hasta La Guaira a repeler el bloqueo), hicieron que aquella “planta insolente” se fuera con su música a otra parte (el cuento no es exacto, pero es algo así).

Lo importante de este preámbulo histórico es hacerle ver, amigo lector y amigo invasor que nos leen, que invadir Venezuela no será nada fácil, porque lo más probable es que, al entrar a esta tierra de gracia, usted termine enamorado de una venezolana o por lo menos con un millón de amigos como dice aquella famosa canción de los cantantes brasileros Roberto&Carlos.

Claves para contrarrestar la invasión

 Invasión marítima

Por videos que vimos durante los ejercicios pudimos notar que los marines son unos bichos catires como de dos metros que van a bajarse del portaaviones, con intenciones de darnos hasta con el tobo. Por ello, la Armada venezolana tiene que tratar de desviar el USS George HW Bush CVN-77 hasta Higuerote o “La Costa”; esto para que, cuando se bajen los gringos coincidan con la fiesta de San Juan y terminen bailando tambores, bebiendo, comiendo, jugando dominó y no quieran volver al norte.

 Invasión aérea

Si la fuerza aérea norteamericana se atreviese a surcar rasante el cielo de Venezuela con sus F-16, nuestros Sukhoi deben repeler el ataque, derribar los aviones y hacer que los pilotos se eyecten cerca de Maracaibo. Una vez en tierras marabinas, apresarlos y someterlos a una dieta que no podrán resistir para quebrar su espíritu. La misma consta de patacones, “agüita e sapo” (arepa de pernil), huevos chimbos (es un dulce, no somos tan sanguinarios como para darles de comer huevos podridos), mandocas (con queso chillón), cepillados, papelón, cuatro tequeños y tres yoyos (deben comer seis veces al día). Luego de tamaña ingesta, el piloto americano será obligado a tratar de despegar en su avión… pero el pobre no va a caber; así que lo más probable es que decida quedarse y monte un tarantín en el mercado de las pulgas.

 Invasión terrestre

De llegar los invasores a Caracas, es importante tener la capacidad de producir algún evento como “Suena Caracas” o La “Bailanta Sensacional” (para los lectores no venezolanos, esto es un concurso de baile que producía en el maratónico de los sábados Súper sábado sensacional). Así cuando estos soldados invasores quieran atacarnos, se encuentren con tremenda fiesta y sus pies se muevan al son de la música, deponiendo así sus armas, pero no para huir sino para unirse a la fiesta.

Bueno, me despido con una nota importante para los invasores: vengan cuando quieran que los estamos esperando, eso sí, nosotros ponemos la música y la gente. Ustedes por favor traigan la comida, el hielo y la bebida.

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Cuba: las protestas y los tontos útiles
Culpar al bloqueo de la espantosa situación que padece la población cubana es pura demagogia. Si mañana la Virgen de Guadalupe levantara el bloqueo, Cuba seguiría igual: la isla es un páramo económico completo

 

@JorgeGCastaneda

Me surgen dos ocurrencias sobre las inéditas protestas en Cuba contra el gobierno de Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel. Una se refiere a lo que sería el punto de no retorno para el régimen: punto aún lejano, incluso si las protestas siguen y se extienden. Otra versa sobre los castrófilos en México y en el resto de América Latina, a propósito del llamado bloqueo.

La dictadura cubana cuenta en principio con varios círculos concéntricos de represión o de control de multitudes. El primero, el más eficaz y que se ha utilizado con mayor frecuencia a lo largo de los últimos veinte años, ha sido el de los contramanifestantes, o grupos civiles entrenados, no armados, que llegan donde hay manifestantes, los encapsulan sin un exceso de violencia, desplazándolos hacia centros de detención. Son el instrumento empleado contra las Damas de blanco todos estos años, y el primer recurso utilizado el día de ayer. Son parte de las fuerzas del Estado, pero en el límite con la sociedad misma: entre ellos hay gente que no se considera represora ni policía.

Luego vienen las llamadas brigadas de despliegue rápido. Estas, ya profesionalizadas, suelen intervenir cuando la situación se complica: siguen vestidos de civil, pero van armados con bastones largos (como las Halcones); se trata de personas entrenadas, fornidas, de nuevo sin duda convencidas, pero ya parte del aparato represor del Estado. Se distinguen de la policía por el uniforme, por las armas, por la especificidad de sus tareas. La policía —tercer círculo—, ubicada en La Habana, se arremolina ante cualquier reunión contestataria, pero no se dedica exclusivamente a eso. Todos estos cuerpos son temidos por los disidentes y manifestantes; no son benignos ni mansos, pero no hay registro de que dispararan contra manifestantes desde el maleconazo de agosto de 1994 para acá. Todas estas capas existen con un solo propósito: poder evitar el uso del ejército.

Se trata del MINFAR, es decir, los militares. Lleva muchos años sin combatir ni reprimir abiertamente, por lo menos que se sepa. Es un ejército que tiene fama de ser cohesivo, bien entrenado y apertrechado, ideologizado aunque ya no como antes, conformado por parte de la élite del país en cuanto a sus oficiales pero de origen popular en cuanto a su tropa, incluso las tropas especiales. Este es el corazón del régimen: manejan las empresas, la seguridad, las importaciones, las costas, casi todo lo que sirve en Cuba (que no es mucho).

La disyuntiva del diablo para el régimen es sencilla, por lo menos desde que Fidel se paró en el Malecón hace 17 años y pudo dispersar con el verbo y sin violencia inmediata a la multitud allí reunida. Si algún día las FAR se ven obligadas a escoger entre dispararle a la gente o pasarse del lado de la gente, es probable que haya sonado la hora final del régimen. Disparar acaba con cualquier vestigio revolucionario; cambiar de bando provoca la caída. No estamos allí, pero si a alguien le interesa saber qué sucede en Cuba, ese es el camino a seguir. Mientras no salga el ejército a las calles; mientras salga pero no se vea rodeado o rebasado por los manifestantes; mientras tenga otra salida, la protesta no pasará a mayores. El día que no les quede más que disparar o desarmarse, todo terminó.

En cuanto al bloqueo, que de nueva cuenta saca la dictadura como explicación y causa del desastre cubano, y que denuncian también sus tontos útiles en México, conviene mencionar algunos hechos. Hay bloqueo desde 1961; sólo se han producido manifestaciones de descontento abiertas y significativas en tres o cuatro ocasiones: ayer, en 1994, y el Mariel de 1980. Cuando existía el subsidio soviético o venezolano, la economía cubana funcionó (mal desde luego) con todo y bloqueo.

El bloqueo de Reagan, Bush y Trump resulta muy distinto al de Carter, Clinton y sobre todo de Obama. Este último fue altamente poroso: llegaban cruceros, vuelos, remesas, turistas, envíos masivos desde Miami, inversiones directas o trianguladas, tecnología y demás. Cuba dependió como nunca de Miami, y lo aprovechó como nunca, con todo y bloqueo.

Culpar al bloqueo de la espantosa situación que padece hoy la  población cubana es pura demagogia. No hay comida, ni medicinas, ni luz ni gasolina porque la isla no exporta ya nada y por tanto no tiene divisas; no produce nada y por tanto no consume. Si mañana la Virgen de Guadalupe levantara el bloqueo, Cuba seguiría igual: la isla es un páramo económico completo.

Las cifras, además, son elocuentes. En 2020, el país de donde Cuba importó más alimentos fue Brasil: 158 millones de dólares. El segundo fue… el “bloqueador”: Estados Unidos, con 157 millones, es decir, lo mismo. Cuba importó 64 millones de dólares de trigo de Francia. El gran aliado argentino, país exportador de productos agrícolas por excelencia: 22 millones. Ciertamente es complicado comprarle a Estados Unidos: los alimentos y las medicinas en muchos casos están exentos del embargo, como lo llaman los norteamericanos, pero existen mil restricciones, no hay crédito ni transporte sencillo, y puede  haber represalias. Pero de que de allí comen los cubanos lo poco que comen, ni duda.

La protesta estalló en Cuba por muchas razones; de seguir, habrá tiempo para analizarlas. Baste decir que no es útil inventarse el cuento del imperialismo conspirador o del bloqueo asesino: la gente se hartó y explotó, aunque solo fuera por un día. Cualquiera lo haría, en esas condiciones, que no se vivían en Cuba desde el Período especial. Y estaba Fidel.

La gran lección de Cuba

La gran lección de Cuba

 * Jorge G. Castañeda. Secretario de Relaciones Exteriores de México de 2000 a 2003. Profesor de política y estudios sobre América Latina en la Universidad de Nueva York.

Artículo publicado previamente en Nexos

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Antonio José Monagas Jul 17, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Con hambre de conflicto

@ajmonagas

La realidad venezolana se convirtió en un inexpugnable y desordenado juego de envite y azar. Aunque en apariencia pareciera un simple relato de misterio. Pero es más que eso. Son contradicciones que embotan el pensamiento más habilidoso. Esas ganas de cambiar sin renunciar a nada, resulta como una suerte de ambigüedad que no lleva a ningún lado.

Al mismo tiempo, las realidades pretenden hacer ver que lo mostrado es, al mismo tiempo, verdad y mentira. ¿Cómo así? Todo está bien, pero también todo está mal. Y aun así, no se cuenta con escape alguno que conduzca hacia una salida honorable, creíble y digna. Necesaria y viable.

Caramba, ¿qué es lo que sucede al interior de los referidos problemas que insumen y consumen a Venezuela? ¿Será posible poder hacer algo que contrarreste tan enrarecida situación nacional? Es difícil creer y aceptar la paradójica situación. Pero los tiros parecieran llevar a dicha dirección. Luce ahora ineludible intentar una explicación que descifre tan obeso enigma.

La política mal entendida

De entrada, vale reconocer que dicha situación tiene su fuente u origen en la política. No solo en su comprensión equivocada. También, en su errado ejercicio. Sobre todo, al percibir que la política tiende a complicar realidades que no están debidamente abiertas al discurrir social y económico. Por tanto, lucen enredadas como en principio son avizoradas. No obstante, más allá de tan escueta consideración, se esconden otros argumentos que bien valen para auscultar tan sinuosa situación, hurgándola por el lado de la filosofía. De la filosofía política, para más exactitud o posibilidad de dar con alguna respuesta suficientemente convincente.

La desinformación como causa. Todo ciudadano, aun no preciándose de su condición de “hombre político”, es en definitiva el sujeto protagónico de todo evento precedido y presidido por la política. Aun así, esa deficiencia le permite ejercer su perplejidad o preocupación ante el desorden de información que ocurre alrededor de la correspondiente realidad.

El problema de desinformación solapa toda posibilidad de que pueda filtrarse algún elemento relacionado con la verdad que rige la situación en cuestión. Es ahí cuando la confusión se apropia de la situación. Todo luce tan confuso que la realidad se opaca debido a que la desinformación oscurece el panorama.

La situación se complica toda vez que el rumor hace presencia en la orgía anónima de las redes sociales. En la mitad de tan enrarecido problema, se aviva la histeria colectiva proveniente de cuanto insulto, acusación o reproche pueda hacerse público.

Acá, la opacidad incita la confusión tras la cual se encubre toda sospecha nacida al calor de la insidia que se ha expandido en forma de perturbado rumor. Luego siguen los escándalos como complementos de la cuestionada situación.

En medio de todas estas, el poder político expuesto por el régimen se disfraza de “santurrón”. Hace ver y creer que nada pasa cuando todo se ha exasperado, se ha exacerbado. Al extremo de que el país tiene otra excusa para acentuar la crisis vigente. Es como si la realidad venezolana viviera permanentemente y de manera inusitada con hambre de conflicto.

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Alejandro Armas Jul 16, 2021 | Actualizado hace 1 mes
La gran lección de Cuba
No hay pueblos condenados a la resignación eterna. Esa es la gran lección que está dando Cuba. Prestemos atención

 

@AAAD25

Cuba, Cuba. ¿Cómo no escribir por estos días sobre la más grande de las Antillas? Para todo el que ame el Caribe, es duro no tener nada positivo que escribir sobre Cuba, aparte de los poemas de Virgilio Piñera, un dueto entre Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo, las pinturas de Wifredo Lam o los filmes de Tomás Gutiérrez Alea. Solo cultura, que la de la isla es riquísima. Pero aunque solo de pan no vive el hombre, tampoco de artes, y el pan es necesario al fin. Así como la libertad. Por eso, uno no puede sino lamentarse por la deplorable situación política y económica de Cuba, incluso desde esta otra trinchera donde, diría Ernst Jünger, se vive una tormenta de acero propia (pregunten nada más a los vecinos de la avenida Guzmán Blanco, mejor conocida como Cota 905).

Antes de que se le cambiara el nombre por razones de liturgia cristiana, los romanos llamaban al domingo dies Solis. Es decir, la jornada del Sol, consagrada al rey de los astros. Este domingo fue como si saliera el Sol en Cuba luego de una noche que duró muchas décadas. Un Sol como el de la carátula del disco Uprising, de Bob Marley & The Wailers, que emerge tras las montañas de la vecina Jamaica a la par del alzamiento del cantante en gesto de reclamo redentor.

Disculpen si tanta metáfora no es de su agrado. Pero es inevitable sentirse, pues… Inspirado ante las protestas políticas más grandes que Cuba ha experimentado desde el célebre Maleconazo de 1994. De hecho, pudiéramos decir que ya sobrepasaron en impacto a aquel evento. Como el nombre lo dice, en ese entonces las protestas se limitaron al corazón de La Habana. Además solo duraron un par de días. Al momento de redactar estas líneas, los sucesos contemporáneos de la isla acumulan cuatro jornadas y no se sabe cuándo o cómo acabará del todo. Y no se dan solo en la capital. Ha habido reportes de manifestaciones en Pinar del Río, Artemisa (¿he mencionado que me resulta fascinante una ciudad con nombre de diosa griega en pleno trópico caribeño?), Matanzas, Cienfuegos, Camagüey, Bayamo, Santiago de Cuba, Holguín, Guantánamo y otras localidades. El arco cubano está encendido de punta a punta.

Así como hay diferencias, hay similitudes. El Maleconazo estalló durante el “Período Especial” de los 90, tiempo de mucha precariedad económica (más de lo normal) debido a la desaparición súbita de la URSS, principal sostén financiero del castrismo por más de 30 años. El malestar económico se transformó en descontento político. Hoy, tampoco, al Estado cubano le dan las cuentas, y donde mandan los comunistas, precisamente debido a su odio a la propiedad privada, un Estado quebrado supone una sociedad desvalida.

Para empezar, el régimen chavista, que al despuntar el siglo XXI reemplazó a Moscú como generoso mecenas del socialismo revolucionario cubano, desde hace años redujo considerablemente sus aportes debido a su propio descalabro económico. Agreguen a eso el efecto de la pandemia de covid-19 sobre el turismo, importantísima fuente de moneda dura en la isla. Ah, y por supuesto, las chapuzas de un sistema de partido único que todavía ve las archirrefutadas tesis de Marx como el Santo Grial de la teoría económica. La gente que tomó las calles sabe quiénes son los culpables de sus cuitas y, al no poder deshacerse de ellos en la próxima elección como en una democracia, se manifiestan sobre el pavimento. Exigiendo libertad y un cambio de régimen.

Otro punto en común con el Maleconazo es la reacción de la elite gobernante. Fidel Castro acusó a Estados Unidos de estar detrás de las protestas de antaño, desestimó como “apátridas” a los descontentos y ordenó reprimirlos con puño de hierro. Su sucesor actual, Miguel Díaz-Canel, está desbaratando ipso facto cualquier esperanza de que fuera un Gorbachov. Es que ni llega a Kruschov rompiendo con lo más horrible de Stalin. Ahí están sus policías y civiles fanatizados intentando aplastar a porrazo limpio a los manifestantes, los cuales, en el discurso oficial, no son más que “contrarrevolucionarios al servicio del Tío Sam”, o ciudadanos confundidos y desinformados. Regímenes como el cubano en el mejor de los casos tratan a sus adversarios como tontos o lunáticos. En el peor, como criminales.

Esa criminalización no es solo retórica. De acuerdo con la periodista Yoani Sánchez, se calcula que, hasta este miércoles, alrededor de 5000 personas habían sido detenidas por las protestas. Las propias autoridades de La Habana han reconocido un muerto. A periodistas, locales o extranjeros, los están arrestando o agrediendo hasta dejarlos con el rostro ensangrentado. Hay videos de la conducta brutal de los represores. Esto es apenas una pequeña muestra de lo que sucede, porque para evitar que el mundo se entere, el gobierno cortó el acceso al internet. Así como a las personas se les prohíbe salir de la isla, lo mismo pasa con las imágenes incómodas. El asesinato de George Floyd en Estados Unidos desató un cataclismo porque todo el mundo lo pudo ver. Asimismo, la supresión desmedida, en ocasiones salvaje, de manifestaciones en Colombia y Chile quedó a la vista de la humanidad entera. Sin embargo, para los apologistas del castrismo, aquellas democracias son peores que Cuba.

Aprovecho que ya los mencioné para referirme a estos individuos con más detalle. Es increíble cómo, a estas alturas del siglo XXI, buena parte de la izquierda universal sigue empecinada en defender la Revolución cubana. Como si otros experimentos marxistas exentos de embargos estadounidenses no hubieran sido también fracasos económicos. Como si la imposición de un régimen de partido único fuera una decisión de Washington y no de los guerrilleros barbudos y sus herederos. Como si no hubiera una persecución descarnada contra políticos disidentes, activistas de derechos humanos y artistas críticos como los del Movimiento San Isidro. Antes, cuando el gobierno comunista hacía gala de su intolerancia con particular desparpajo (e.g. persiguiendo a homosexuales o apresando al poeta Heberto Padilla y sometiéndolo al degradante suplicio estalinista de la “autocrítica”), hasta una parejita de izquierdistas tan militantes como Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir lo cuestionaron.

Los ñángaras de hoy ni eso. Sospecho que lo que los tiene tan descolocados y a la defensiva es que esto no es como en Bahía de Cochinos. No hay un factor foráneo.

Es el pueblo cubano exigiendo su libertad sin la intervención de terceros. No lo entienden ni lo soportan. Así que solo les queda señalar al elemento fantasmagórico del “bloqueo” como fuente de todo mal. O, peor, a tramas de la CIA que parecen sacadas de una copia mediocre de las novelas de John le Carré.

Por otro lado, hay personas en la izquierda que sí parecen haber despertado. Con demasiada demora y tal vez no las mejores palabras, pero están despiertos y admitiendo críticamente la realidad sobre Cuba. Tales son los casos de Rubén Blades y Residente, solo por nombrar a dos. Su mensaje es bienvenido.

No tengo idea de cómo va a terminar esto. Nadie puede garantizar que las protestas tendrán éxito. Subestimar la dureza del castrismo sería el colmo de la candidez. Pero pase lo que pase, estamos viendo algo histórico y, como dije al principio de este artículo, inspirador. Personas, algunas de ellas septuagenarias, que nunca han conocido la democracia, están clamando por ella. No hay pueblos condenados a la resignación eterna. Esa es la gran lección que está dando Cuba. Prestemos atención.

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Banca nacional no tiene capacidad para financiar la reactivación productiva
¿Cuál sería la secuencia lógica de un programa de ajuste económico para no dejar a la banca nacional en la lista, pero tampoco aborten la reactivación del aparato productivo?

 

@victoralvarezr

Venezuela sufre una prolongada contracción económica, una voraz hiperinflación, la economía se cae a pedazos y pareciera que ningún sector se salva. ¿Es proporcional la reducción del tamaño del sector banca y finanzas a la contracción que ha sufrido el PIB o ha sido mayor el impacto de la crisis sobre el sector financiero venezolano? ¿Cuál es el margen que realmente tiene la banca nacional para financiar la producción y el consumo?

Como consecuencia de las pésimas políticas económicas, el agravante de las sanciones financieras y el impacto de la covid-19, la economía venezolana se ha contraído 80 % entre 2013 y 2020.

De este colapso no escapa el sector banca y finanzas, que ha sido afectado por una voraz hiperinflación en un contexto de tasas de interés controladas. La brecha entre lo que se pierde por inflación y lo que se gana por interés disuelve el patrimonio en bolívares de los bancos y limita la expansión del crédito.

Una idea de la poca capacidad de financiamiento que tiene la banca la encontramos en el límite de las tarjetas de créditos, cuyo monto no alcanza para pagar un mercado de alimentos. Hace tiempo que la banca nacional dejó de otorgar créditos hipotecarios, no financia la compra de vehículos ni mucho menos proyectos de inversión. Si no se fortalece el patrimonio de los bancos, el crédito no podrá elevarse al nivel que necesita la reactivación económica.

La estabilización y reactivación de la economía venezolana necesita un programa de reformas bien pensado, con las medidas correctas, aplicadas en la secuencia lógica y al ritmo adecuado. La política monetaria y financiera se debe manejar con prudencia y sensatez. Si se liberan las tasas de interés antes de que la inflación haya sido abatida, como las tasas de interés persiguen la inflación, los altos costos financieros harían inviable la reactivación agrícola e industrial. Paradójicamente, liberar tasas de interés golpearía la capacidad de pago que llevaría a un aumento de los préstamos morosos y esto afectaría aun más la débil situación patrimonial de los bancos e instituciones financieras.

¿Cuál sería la secuencia lógica de las medidas que formen parte de un programa de ajuste económico de tal forma que estas no dejen al sector financiero en lista de espera, pero tampoco se anticipen y aborten la reactivación del aparato productivo?

Para responder a estas y otras preguntas hemos invitado a Tamara Herrera, directora y economista jefe de Síntesis Financiera, quien ha hecho una contribución muy importante al análisis del sector financiero y del impacto de las políticas públicas sobre los mercados y negocios, así como el análisis de riesgo país de Venezuela. Su calificada opinión es muy solicitada por las empresas nacionales y multinacionales.

Vea la conversación con Tamara Herrera en la serie “Diez conversaciones estelares con diez de los mejores economistas de Venezuela” por canal YouTube de #PedagogíaEconómica

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Carlos Nieto Palma Jul 16, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Día de Nelson Mandela

«Una nación no debe ser juzgada por cómo trata a sus ciudadanos más distinguidos, sino a los que menos lo son, los presos». Nelson Mandela

 

@cnietopalma

El próximo domingo 18 de julio se celebra el Día Internacional de Nelson Mandela en homenaje al expresidente sudafricano, luchador por la libertad y la paz en el mundo entero. La celebración que lo honra fue proclamada por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) el 10 de noviembre del año 2009, fecha del aniversario de su nacimiento.

En la mencionada resolución se estableció que se proclamaba este día como homenaje a Nelson Mandela “como reconocimiento de su dedicación al servicio de la humanidad a través de su labor humanitaria en los ámbitos de la solución de conflictos, las relaciones interraciales, la promoción y protección de los derechos humanos, la reconciliación, la igualdad entre los géneros, los derechos de los niños y otros grupos vulnerables, y la defensa de las comunidades pobres y subdesarrolladas; además de su contribución a la lucha por la democracia a nivel internacional y a la promoción de una cultura de paz en todo el mundo”.

Nelson Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Mvezo, un poblado cerca de Umtata, provincia del Cabo Oriental en Sudáfrica. En 1942, a los 24 años de edad, se graduó de abogado en la Universidad de Witwatersrand. En 1964 lo condenan a cadena perpetua por sus ideales y activismo político en la lucha por la igualdad de razas; y fue encarcelado en la prisión de Robben Island, frente a la Ciudad del Cabo. Allí pasó 17 años en precarias condiciones.

Más tarde estuvo en otras dos cárceles durante 10 años más, sumando una pena total de 27 años. Tras 27 años de reclusión, Nelson Mandela fue liberado en 1990 y comenzó rápidamente a dirigir negociaciones que permitieron la transición, sin guerra civil, hacia la democracia multirracial.

En 1991 asumió la presidencia del Congreso Nacional Africano (CNA), fundado en 1912 con el fin de defender los derechos de la mayoría negra. En 1993, Mandela recibió el Premio Nobel de la Paz por su mensaje de reconciliación y convivencia entre razas, que propició la transición hacia una Sudáfrica democrática.

Nelson Mandela presidió Sudáfrica del 10 de mayo de 1994 al 16 de junio de 1999. Hizo su última aparición pública en 2012, en el Mundial de Fútbol organizado por su país. Murió el 5 de diciembre de 2013 tras 6 meses críticos de problemas pulmonares.

El 17 de diciembre de 2015, cuando se aprueba la reforma a las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, se les da el nombre de Reglas Mandela en homenaje a este luchador social. Con ello la Asamblea General de la ONU amplía el alcance del Día Internacional de Nelson Mandela, que se celebra cada año el 18 de julio, para que también se utilice a fin de promover condiciones de encarcelamiento dignas, sensibilizar acerca del hecho de que los reclusos son parte integrante de la sociedad y valorar la labor del personal penitenciario como servicio social de particular importancia. Y, con ese propósito, además invitó «a los Estados miembros, las organizaciones regionales y las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas a celebrar esa ocasión de manera apropiada».

Ojalá en Venezuela, en un futuro, logremos tener condiciones dignas de encarcelamiento; podamos entender que las personas privadas de libertad tienen derechos humanos, que el Estado debe garantizar y respetar; así como tener un personal penitenciario con credenciales académicas universitarias, como lo establece el artículo 272 de nuestra Constitución Nacional. Así podríamos celebrar el Día Internacional de Nelson Mandela como a él le gustaría.

Termino mi artículo de hoy citando una frase de Nelson Mandela propicia para la ocasión: “Una nación no debe ser juzgada por cómo trata a sus ciudadanos más distinguidos, sino a los que menos lo son, los presos”.

Instagram: @carlos_nieto_palma

cnietopalma@gmail.com

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Luis Ugalde S. J. Jul 15, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Voy a votar
Yo he decidido votar y deseo que millones de venezolanos nos movilicemos para hacer campaña unitaria, lograr testigos y exigir una votación limpia y justa

 

Los venezolanos queremos salir de esta cárcel de pobreza en la que nos ha metido el régimen. Nuestro objetivo no son las elecciones, sino la reconstrucción de Venezuela y de la vida de 30 millones de personas.

…Las elecciones son un medio para el rescate del país en democracia y sin guerra.

Votación y aclaraciones básicas

Falta orientación para votar o no en noviembre. Respondo por mí lo más claramente posible:

En noviembre el régimen solo permitirá votaciones regionales y locales; no presidenciales ni parlamentarias. Solo podrán votar los que viven en el país.

Las votaciones en dictadura son dictatoriales; no son para cambiar de régimen sino para afianzarlo. Ni la votación ni la abstención son suficientes para salir del lamentable “socialismo del siglo XXI”. Y debemos preguntarnos qué debilita o fortalece más al régimen, ¿el voto o la abstención en noviembre?

La abstención no será un modo significativo de protesta, pues en elecciones regionales –sin presidenciales ni parlamentarias– abstenerse es lo “normal” para más de la mitad de la población, sin que eso exprese protesta, sino desinterés. Aquí y en otros países.

Yo he decidido votar y deseo que millones de venezolanos nos movilicemos para hacer campaña unitaria, lograr testigos y exigir una votación limpia y justa.

El régimen hace y hará lo posible para dividirnos con pocas concesiones y muchas trampas anticonstitucionales.

Votaré como millones de demócratas para que el 22 de noviembre estemos más movilizados, organizados e indignados para salir del actual desastre. Que el mundo y nosotros mismos nos veamos deseosos y capaces de liberarnos. Si nos movilizamos en las regiones y en los municipios y ponemos en la calle el grave malestar, al día siguiente millones habremos experimentado que violaron nuestros derechos y estaremos más indignados porque nos quitaron numerosos triunfos; al mismo tiempo estaremos también celebrando éxitos locales obtenidos donde con organización y lucha vencimos todos los obstáculos.

En cambio si no votamos, ni intentamos, ni nos organizamos, aumentará nuestra pasividad y no mostraremos nuestra “indignación”, que en este momento es el combustible más importante y generalizado que hay que activar en todos los rincones del país. Más movilización, organización e indignación para exigir prontas elecciones presidenciales y parlamentarias y ganarlas.

No basta cambiar de régimen para reconstruir el país, ni eliminar las sanciones internacionales. Es necesario crear CONFIANZA y una nueva relación de entendimiento y apoyo decidido por parte de los países y organismos internacionales democráticos. Sin CONFIANZA en el renacer venezolano, no tendremos ni apoyo, ni vendrán las inversiones multimillonarias indispensables.

Salvación nacional y sociedad civil

Desde hace meses hay creciente conciencia en los propios partidos de que están en horas bajas y acosados. La política debe renacer dando paso a la sociedad civil organizada de múltiples maneras y reconocer la importancia de lo que en regiones y ciudades vienen haciendo algunas organizaciones como el Frente Amplio Venezuela Libre en torno al Acuerdo de Salvación Nacional, o el clamor por la vacuna contra la COVID-19.

¿No sería un acierto que los partidos ampliaran esta apertura acordando que en cada municipio la sociedad civil elabore las listas de candidatos a concejales y los partidos las apoyen? Es una manera de renovación política desde las raíces con revitalización ciudadana y municipal, amenazadas por el correaje comunal partidista centralizado.

Parábola de los hijos secuestrados

La dictadura ve con  alegría cómo se dividen y agreden los opositores cuando ella hace algunas concesiones menores en registros electorales, tarjetas, líderes perseguidos o algún preso liberado con la promesa de portarse bien. Los demócratas debemos celebrar lo que se logra y seguir denunciando lo que falta, unos con más énfasis en la celebración y otros en la crítica, pero sin dividirnos ni descalificarnos rabiosamente.

Trato de aclarar con la siguiente parábola: Unos bandidos secuestraron a tres hermanos y se llevaron un millón de dólares. Con presiones y trabajo de personas se logró que soltaran a un hermano y devolvieran cien mil dólares. Unos quieren celebrar la liberación del hijo; otros en cambio se indignan más pensando en los dos hijos que todavía están secuestrados y maltratados; y en los 900.000 dólares no devueltos. Unos activan su rabia contra los que celebran al liberado (¿olvidando a los dos que siguen secuestrados?); mientras los otros devuelven la agresión a quienes parecen no valorar la libertad conseguida y los dólares recuperados, aunque sean pocos.

La Constitución sigue violada y la ruina nacional en aumento. ¿No somos capaces de comprender que no nos fortalecemos con la inactividad radical y la denuncia de los impolutos, sino con acciones contra el ilegítimo gobierno de facto? Unos dicen que no se debe tratar con dictaduras ilegítimas, pero todos los días lo hacemos: renovamos pasaportes, recibimos certificados de estudios, sellos de salida en el aeropuerto, permisos para una actividad empresarial y otras mil cosas… ¿sería sensato negarnos todo eso que viene de un gobierno ilegítimo? Sí que es insensato cantar por ello las glorias de la dictadura o paralizar nuestra acción para salir de ella.

El duro y no corto proceso de recreación política y económico-social exige la participación de millones de venezolanos maltratados e indignados; no solo de media docena de negociadores con el país paralizado.

Debemos aumentar nuestra fuerza, unión y claridad sabiendo que Venezuela no volverá a tener futuro con este régimen de hambre y dictadura. Nuestro objetivo –repito– no son las elecciones, sino la reconstrucción de Venezuela y de la vida de 30 millones. Por eso yo votaré, a no ser que antes ocurra algo especial.

¿No será hora de que el presidente (e) J. Guaidó y otros líderes de la oposición convoquen a todos los demócratas a votar unidos en noviembre como parte de la movilización y organización en orden a la salida del régimen con otras elecciones y cambios que solo se lograrán con fuerte presión interna y externa?

Caracas, 14 de julio de 2021.

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