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Impacto

La corrupción y sus tres enormes daños por Carlos Alberto Montaner

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México y corrupción son dos palabras que siempre van “de pipí cogido”, como dicen con picardía los colombianos.

La corrupción en Venezuela es mayor, y la de Argentina no anda muy lejos, según Transparencia Internacional, pero, a juzgar por lo que acontece en Chile, Brasil y Cuba, parece un mal endémico hispanoamericano. El continente, con pocas excepciones, es una pocilga.

En todo caso, el gobierno mexicano quiere acabar con la corrupción. Ya era hora. ¿Es eso posible? ¿Cuándo comenzó? Te lo dicen, riendo, tan pronto pones un pie en el país.

Los conquistadores españoles torturaban a Cuauhtémoc, el cacique azteca, para que revelara dónde escondía el oro:

—Dime, maldito indio, dónde está el oro –gritaba el torturador, por medio del intérprete, mientras le quemaba las manos y los pies al aguerrido príncipe.

—He dicho 40 veces que está enterrado a 50 pasos de la pirámide, debajo de la palmera –gritaba Cuauhtémoc retorciéndose de dolor.

—Dice que no sabe, y que si lo supiera no lo diría nunca –tradujo el intérprete afilándose secretamente los dientes.

Allí empezó todo. Muy al principio. La confusión entre lo público y lo privado está en el ADN de América Latina y en el de las 3 cuartas partes del planeta. A Hernán Cortés le dieron los tributos de 20.000 indios como recompensa por la conquista de México. Luego se los quitaron y el fiero capitán acabó en Europa, pobre y malhumorado, sin poder olvidar el olor a chamusquina de la carne quemada.

Algunos cínicos o pragmáticos –a veces es lo mismo– sostienen que la corrupción es una forma lateral de distribución de la riqueza y aumento de los ingresos, encaminada a estabilizar la sociedad por medio de una trama de intereses y complicidades.

No lo creo. Los daños que provoca la corrupción sin castigo suelen ser devastadores. Anotemos tres dentro de una lista infinitamente mayor.

Primero, pudre la premisa esencial del Estado de Derecho desmintiendo el principio de que todos están sujetos a la autoridad de la ley. Si el político o el funcionario roban impunemente, o reciben coimas por otorgar favores, ¿por qué el ciudadano común va a pagar impuestos? ¿Qué le impide mentir o hacer trampas?

La ley establece que es delito vender cocaína y también apoderarse de los bienes públicos. ¿Por qué no vender cocaína si otros desfalcan impunemente el tesoro nacional? ¿Por qué no asaltar un banco? ¿Qué diferencia moral hay entre robarles a todos o robarle a una empresa o a una persona específicamente?

Segundo, adultera y encarece todo el proceso económico. La economía de mercado está basada en la libre competencia. Se presume que los bienes y servicios compiten en precio y calidad. Es el consumidor final el que decide cuál empresa pierde o gana. Cuando un político o un funcionario favorecen a una empresa a cambio de una comisión, esta operación non sancta fuerza al consumidor a seleccionar una opción peor y más cara, dado que el costo de la corrupción se agrega a los precios. Por otra parte, la corrupción elimina los incentivos para innovar y mejorar la calidad de lo ofertado, mientras reduce notablemente la productividad, que es la base del crecimiento. ¿Para qué ser más productivos y bajar los costos si tenemos a una clientela cautiva? ¿Para qué diseñar un auto nuevo y mejor si el cliente está obligado a comprar el de siempre? A veces son las propias empresas las que distorsionan el mercado pactando entre ellas para aumentar los precios. Esa es otra forma grave de corrupción.

Tercero, destroza la estructura ideal de la meritocracia a que debe aspirar toda sociedad sana. Debilita la pasión por estudiar y frena el impulso de los emprendedores. En las sociedades corruptas prevalecen las conexiones personales. “El que tiene padrinos se bautiza”. Esa es la consigna general. Los vínculos son más importantes que el esfuerzo por competir en un mercado abierto y libre. ¿Qué sentido tiene quemarse las pestañas estudiando cuando, para enriquecerse, basta pasarle un sobre bajo la mesa a un funcionario corrupto? ¿Para qué sudar y penar en el esfuerzo por crear una empresa exitosa, si para lograr el triunfo económico basta una combinación entre las relaciones personales y la falta de escrúpulos?

No hay duda: la corrupción acaba con el sistema político, el económico y con los valores morales. Pregúntenles a los españoles que hoy transitan por esa calle oscura e incierta. Por supuesto que la corrupción es una tendencia presente en nuestra especie. Eso se sabe, pero no es una buena excusa. O la combatimos y la derrotamos o nos devora. Así de simple.

 

@CarlosAMontaner

El Nacional

Abr 27, 2015 | Actualizado hace 9 años
Maduro contra España por Armando Durán

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Ahora le ha tocado a España.

Hasta hace poco, el enemigo era Estados Unidos, o sea, el imperio. Con eso le bastaba a esta Venezuela de la decadencia para emprender la solitaria carrera de Nicolás Maduro hacia ninguna parte. No obstante, a medida que la crisis venezolana ha venido haciéndose aún mayor y la pérdida de popularidad de Maduro ha pasado a ser un callejón sin salida, el delirio de la intolerancia más extrema parece haber contaminado fatalmente el aire que se respira en Miraflores.

Esta situación se tornó demasiado irritante para la sensibilidad absolutista de Maduro y compañía cuando el pasado mes de enero los ex presidentes Antonio Pastrana, Felipe Calderón y Sebastián Piñera llegaron a Caracas para participar en un foro sobre la sociedad civil y los derechos humanos, y visitar a Leopoldo López, Antonio Ledezma y Daniel Ceballos en la prisión militar de Ramo Verde. El gobierno impidió la visita y la prensa española, por supuesto, se hizo eco de esa inútil desmesura. Días después, en su edición del 27 de enero, ABC publicó una denuncia presuntamente formulada en Washington por Leamsy Salazar, ex jefe de seguridad de Diosdado Cabello, acusándolo de corrupción y narcotráfico.

Hasta ahí llegó la escasa paciencia de Maduro. A Venezuela se la respeta, bramó indignado, y convocó de inmediato una reunión con los representantes de las empresas españolas que operan en Venezuela. Si el gobierno español no controla a la prensa de su país, les advirtió, el suyo estaba resuelto a aplicar muy serias represalias contra los intereses españoles en Venezuela. Patético intento de querer intervenir por asalto en el derecho democrático de España a la libertad de prensa, que produjo una reacción infinitamente peor que la crítica continua de periódicos como El País, ABC y El Mundo. Después se divulgó la carta firmada por 31 ex mandatarios de España y América Latina exigiendo a Maduro excarcelar a sus  presos políticos y a ello, y a la defensa de López y Ledezma, se sumó de repente Felipe González, una voz que resuena con gran influencia en todo el mundo. Desde entonces, bronca callejera del chavismo contra España e insultos presidenciales del más grueso calibre barriobajero.

La suma de estas incidencias coloca a Maduro en el centro de una tormenta que, dados los acuerdos de la Casa Blanca con Cuba e Irán, quizá se extienda pronto más allá de los límites del universo democrático de las Américas y Europa. En el marco de este imprevisto reacomodo de las relaciones internacionales, tal vez Thomas Shannon le explicó a Maduro en Miraflores, un par de días antes de la Cumbre de Panamá, las nuevas reglas del juego. En todo caso, ausente Chávez, y bajo los efectos de la caída del precio del petróleo y la crisis sin fondo previsible de la economía nacional, a Maduro se le cierra el círculo de su drama existencial y político: o asume la realidad tal como es y rectifica, aunque no le guste, o tendrá que enfrentar al mundo entero a solas y sin petrodólares.

No hay, sin embargo, mal que por bien no venga. Tras la decisión española de llamar a consulta a su embajador en Caracas, paso previo a la ruptura de relaciones, Maduro, más aislado de la comunidad internacional que nunca, podría aprovechar su irremediable soledad para reflexionar sin estridencias sobre sus próximos pasos. A su violenta amenaza de actuar en cualquier momento contra los intereses españoles en Venezuela, el canciller Manuel García-Margalo le ha abierto una rendija: no lo deseamos, declaró, pero si España es agredida por Venezuela, responderemos. En cuyo caso, esta innecesaria guerra contra España se ampliaría hasta abarcar a la Unión Europea en pleno. Un hecho que acarrearía, para Venezuela y para el propio Maduro, consecuencias muy costosas.

@aduran111

El Nacional

El bien supremo por Alberto Barrera Tyszka

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Cuando en diciembre del año 2013 se realizó una reunión en Miraflores, donde por fin coincidieron gobernadores y alcaldes de la oposición con el gobierno central, Nicolás Maduro justificó ese encuentro asegurando que él creía “en la paz como bien supremo”. Un año y medio después, la paz en Venezuela es una herida. Está hecha mierda. Da susto. Da tristeza. Da vergüenza.

¿Cuál imagen puede ser más puntual, más exacta? ¿Un hombre delgado y verde, en el pasillo de un hospital, esperando un turno para ser operado? ¿La esposa de un policía, que ya no es esposa sino viuda, llorando a las puertas de la morgue? ¿La cola inmensa de gente, en cualquier lugar del país, esperando un turno para poder comprar jabón o harina de maíz? ¿Los jóvenes o los tuiteros que están presos por protestar? ¿La cantidad de estudiantes cuya única idea de futuro es huir del país? ¿80% de los venezolanos que, según una investigación de tres importantes universidades, no puede comer completo?… Un año y medio después, la paz de Nicolás Maduro lleva uniforme y tiene permiso para disparar contra las manifestaciones.

La idea de que la violencia es la única forma de garantizar la paz no es novedosa. Ha estado al servicio, durante buena parte de la historia, de la explotación y de la esclavitud, de las tiranías y de las guerras. Desde sus inicios, el gobierno de Maduro ha apelado constantemente a este argumento. Maduro asumió la presidencia y se declaró, instantáneamente, víctima de una guerra. Su fragilidad electoral definió un proyecto de fuerza que sentenció que gran parte de los ciudadanos pasaban a ser sus enemigos.

Una de las prioridades fundamentales de estos dos primeros años del gobierno de Maduro ha sido la legitimación de la violencia. El oficialismo se ha empeñado arduamente en lograr que la represión y la censura formen parte de nuestra normalidad. Esta semana, por ejemplo, la Asamblea Nacional se dedicó a debatir sobre una supuesta campaña mediática en contra de la honra de Diosdado Cabello. Se trata de una discusión insólita en un país donde no se consigue Eutirox y donde los policías marchan para que el Estado los defienda. Pero es un procedimiento coherente para que la sociedad perciba que es natural que Cabello demande a varios medios de comunicación, todos ellos independientes y cuestionadores del gobierno.

Es un método delirante y perverso. Una farsa descarada. Hace poco, el mismo Diosdado Cabello acusó a Felipe González de haber “dirigido grupos paramilitares para asesinar personas”. No ha presentado una prueba. ¿No debería el ex presidente español plantear una demanda? Hace dos meses, Diosdado Cabello acusó a Antonio Ledezma y a Julio Borges de tener un plan para “eliminar físicamente” a Leopoldo López. VTV reprodujo la noticia. ¿Le sale demanda? También responsabilizó a Lorent Saleh de la muerte de Robert Serra. Y escribió en su cuenta de Twitter que Henrique Capriles era un mafioso y un asesino. Nunca ha presentado una sola evidencia. ¿La justicia no debería hacer algo con un caso así? ¿Se puede demandar a todos los que retuitearon al presidente de la AN? ¿Se pueden declarar non gratas las cuerdas vocales de Diosdado Cabello?

En nombre de la paz, acorralan a los medios y a los periodistas. En nombre de la paz, organizan maniobras militares. En nombre de la paz, encarcelan a alcaldes. En nombre de la paz, se quedan con los dólares. Y todavía hay un chavismo cándido que cree en el nacionalismo, que se emociona con las consignas, que sigue pensando que esto es una revolución. Vivimos dentro de un espejismo absurdo. El gobierno desarrolla un modelo que –según las viejas y atinadas palabras del historiador Martin Malia– “no es un ataque contra abusos específicos del capitalismo, sino contra la realidad. Es una tentativa de abolir el mundo real, un intento condenado a largo plazo, pero que durante un determinado período consigue crear un mundo surrealista definido por esta paradoja: la ineficiencia, la penuria y la violencia se presentan como el bien supremo”.

 

@Barreratyszka

El Nacional 

María Corina sigue presa por Asdrúbal Aguiar

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Nicolás Maduro, qué duda cabe, sale de la VII Cumbre de las Américas con los trastos en la cabeza. Su impúdico fraude con las firmas planas, ayudado por el Poder Electoral, y las obtenidas bajo coacción e imponiendo un clima de miedo persiguiendo con saña a los líderes opositores y restos – en desaparición – de la prensa independiente, no tiene destino final. Su pedido a USA de suspender las sanciones contra sus esbirros es arena entre las manos.

¡Bajo ruego, previamente amonestado por La Habana, obtiene un saludo de pasillo de Barack Obama! Es el premio por su dócil comportamiento.

Lo grave es que el complejo de su ilegitimidad de origen como gobernante, por hijo de dos golpes constitucionales irrogados por el TSJ y unas elecciones cuestionadas, sigue allí y late fuerte. Le hace desplegar, cada vez más, sus inseguridades emocionales, y el autoritarismo que lo anega es la consecuencia. Carece de la mano izquierda y la visión estratégica y táctica – dos pasos adelante y uno atrás – de la que hace gala su causante, Hugo Chávez, hasta cuando la parca se lo lleva hasta el otro mundo.

Dicho en términos coloquiales, estamos en presencia del marido quien atormentado y sin trabajo, al regresar a la casa se la cobra a su mujer y le cae a golpes a los hijos; pero que se muestra cobarde y tembloroso, eso sí, ante el policía vecinal que le reclama y amonesta.

Envanecido con el poder que apenas hereda, lo dispone con gula y desborda. Compra lo que se le antoja, sobre todo medios de comunicación para que hablen bien de él o le niega el papel a los insolentes. No le dispensa dólares a la economía privada, para que el pueblo sufriente se agache con sus estrecheces. Y a todo aquél que le causa ojeriza lo despacha a rastras, sin más, hacia las “tumbas” del SEBIN.

En su entorno media el servilismo pero también el pánico, pues su onda represora ya no discrimina entre aliados y adversarios políticos. Si no que lo digan el General ex ministro de alimentación o los gerentes de Abastos Bicentenario. De sus dislates otros son los culpables, piensa Maduro.

De regreso de Panamá alicaído y olvidando su pose de utilería como Júpiter tonante, prefiere recibir al emisario del Imperio, Tom Shannon. Le promete que se portará bien. Pero otra vez y al partir éste vuelve con sus sipotazos, arrecian los gritos y golpes contra la mujer e hijos.

Allí siguen los presos políticos. Los “tarazonas” patean la mesa electoral, rebanándola. Saben que en condiciones de competitividad el gobierno las pierde de calle: 80 a 20. Los quinta-columnas anuncian encuestas que mejoran la imagen del Maduro maltratador, quien encarcela a los suyos para que sepan quién manda y asimismo va por los contumaces; los que con dignidad y coraje, con audacia casi irresponsable, a diario le cuestionan su primitivismo.

El país como un todo es preso del ocupante de Miraflores.

No sólo sufren cárcel Leopoldo López o Daniel Ceballos, o Antonio Ledezma. También María Corina Machado, a quién se le prohíbe viajar al extranjero o la bajan de los aviones nacionales, o la persiguen los sapos y patriotas cooperantes asfixiándole la vida cotidiana y su peregrinaje. Y entre tanto, como acontece en el cuento Los Batracios, de Mariano Picón Salas, los camaradas y peones del alzado Coronel Cantalicio Mapanare, al verlo preso por las autoridades, miran de lado y mascullan: ¡Yo no jui, jué él!

33 ex presidentes iberoamericanos han hecho un diagnóstico cabal del mal que nos mata. Los pares de Nicolás evitan avenirse, buscando que la cuestión de Venezuela se estabilice y no les cause, a ellos, más dolores de cabeza. Poco importa que los habitantes de esta gran prisión, situada al norte de Suramérica, agonicen de mengua y hasta pierdan la esperanza de mudarse hacia otros horizontes. Al cabo, como parece, quienes lo hagan habrán de irse ahora con una mano adelante y otra atrás.

El tren del horror avanza hacia las mazmorras. El capataz del legislativo, Diosdado Cabello, liquida los restos del periodismo independiente. La Justicia sirviente y atemorizada procede. Ésta, a su vez, acelera el paso para transformar en historia pasada a Leopoldo López, “re-inhabilitándolo”. La Contraloría hace otro tanto con los líderes irredentos o los aspirantes, como María Corina, Henrique Capriles y Julio Borges.

Luis Vicente León, salvavidas del régimen cada vez que declina y para mineralizar opiniones en contrario, dice que cuando la mujer y los hijos maltratados se quejan con estridencia, la tribuna de los vecinos se molesta con el ruido y saluda con vítores al agresor, para que vuelva a golpearlos hasta que el silencio se los trague. Según aquél, en fin, sólo salen victoriosos los astutos y zorrunos. Él, probablemente, es un ejemplo.

@asdrubalaguiar

Abr 24, 2015 | Actualizado hace 9 años
¿Existe la pava? por Jean Maninat

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Quien se haya formado en el riguroso escepticismo de Voltaire; o en el blindaje conceptual del materialismo histórico frente al más allá; o a quien algún amigo desalmado le haya regalado un libro de Chistopher Hitchens -en plenas navidades- para intentar abollarle cualquier embeleso con lo celestial, y lo haya resistido, seguramente responderá negativamente a la pregunta con convicción, mientras mentalmente se imagina sus dedos convertidos en delicadas pinzas ejerciendo una muy superficial auscultación profesional en la gónada izquierda. Desde la Edad Media, los hombres han repetido -las mujeres no, porque usualmente eran las incineradas- aquello de que vuelan, vuelan. Hábilmente, el género humano ha ido esculpiendo sus contraseñas, sus guiños de ojo, para tramitar su pavor hacia lo inmaterial.

¿Por qué nos cayó esta pava? ¿Qué hemos hecho para merecerla? Se preguntan creyentes y ateos, ambos provistos de una formidable coraza protectora en contra de toda superstición. Y no es para menos, tras dieciséis años de infortunio, de resistir el diluvio rojo de dimensiones bíblicas que insiste en arrasar con todo un país y sus riquezas, uno empieza a sospechar hasta de su menino domesticado, si lo ve pasar bajo una escalera.

¿Cómo, habiendo tanta gente de formación y sensibilidad socialista en el planeta que comprendió que con la economía no se podía improvisar ya que para sostener políticas de  inclusión social era necesario crear riqueza y prosperidad sin cesar, y lo aplicaron una vez que llegaron al gobierno; a los venezolanos nos tocó ser gobernados por el último mohicano de izquierda empeñado en reanimar las consignas económicas que sus pares enterraron hace un buen tiempo? ¿A qué se debe la persistencia en el anacronismo, incluso ahora, que el mito de la revolución cubana quiere ir desandando el camino asido a la mano invisible del capitalismo? ¿Será que estamos empavados?

El domingo pasado, el diario El País, de España, publicó una entrevista al vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, reputado como el ideólogo detrás de Evo Morales, según el diario exguerrillero de Tupak Katari -el nombre impresiona- y reconocido intelectual en los círculos de izquierda latinoamericanos. Veamos algunos extractos. P. ¿Qué desafíos tiene Bolivia? R. Mantener el crecimiento y la distribución de la riqueza. En 10 años, el 20% de la población ha pasado a la clase media. Ese ritmo tiene que seguir los siguientes 10 años. Hay que acabar la gestión con unos niveles de pobreza de un solo dígito, ahora estamos en el 18%… P. ¿Qué futuro le espera a la izquierda en América Latina? R. El riesgo de una inflexión, leve o crucial. Los países hermanos con problemas están a tiempo de hacer un giro de timón que permita reencauzar una buena gestión económica. Lo importante es tener la voluntad política para tomar decisiones, para volver sostenible su economía y la distribución de la riqueza que emprendieron tiempo atrás. Una distribución de la riqueza que no es sostenible puede generar frustraciones terribles de las que uno no se recupera en 20 o 30 años. Estamos a tiempo, sin poner nombre a los países, para dar estos giros.

Pero no todo fue agua de rosas. A una pregunta sobre la posición dura de Evo Morales con Estados Unidos en la pasada Cumbre de las Américas, respondió con la aspereza  habitual en los Albanos: «Porque hay indicios de que la intromisión… de la Embajada aún se mantiene, no han asumido la construcción de lazos de confianza basados en el respeto. No tienen que enseñarnos nada de democracia. Ni nosotros a ellos. Admiramos el desarrollo industrial y tecnológico de Estados Unidos. Es el mercado más importante del mundo, cómo mantenerlo alejado…».

Se puede estar de acuerdo o no  con la argumentación general, se puede cuestionar, con toda razón, el déficit democrático que arrastra el gobierno boliviano, pero hay ciertamente otro nivel de discernimiento en lo expuesto en la entrevista. No huele tanto a mal agüero y naftalina.

¿Existe la pava? No hay pruebas científicas que lo confirmen.

¡Pero de que gobierna, gobierna… en Venezuela!

@JeanManinat

El Universal

Maduro: dos años de logros por José Guerra

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En realidad, Nicolás Maduro tiene las riendas del poder en Venezuela desde aquel 8 de diciembre de 2012 cuando el presidente Hugo Chávez anunció su salida del país para tratarse el cáncer que lo aquejaba. Pero la formalidad impone que se valore su trayectoria de dos años de gobierno. Ese período recién cumplido ha estado marcado por una crisis económica originada en el fracaso evidente de un modelo económico ya agotado desde hace tiempo y cuyas manifestaciones más claras son la caída de la actividad económica, la escasez, una inflación galopante y un sector externo destruido.

En tan grave la crisis económica que los tres principales entes encargados de elaborar las estadísticas en Venezuela, el BCV, el INE y el Ministerio de Finanzas, optaron por descontinuar la publicación de las cifras fundamentales para el diagnóstico de la economía y el seguimiento de los asuntos sociales. Este es el primer elemento que habría que anotar en el pasivo de la gestión de Nicolás Maduro: el haber destruido el sistema estadístico nacional, para lo cual ha contado con dos excelentes colaboradores; el cuestionado Nelson Merentes, presidente del BCV y Elías Eljuri, ex presidente del INE.

Aunque incompletas, las cifras hablan por sí mismas.  En estos 24 meses la inflación acumula un aumento cercano a 150%, muy superior al promedio de 2 años de cualquiera de los gobiernos anteriores, incluyendo los malos y los buenos. Ello se ha traducido en una caída del poder adquisitivo de los salarios de 12% en 2014 y un estimado de 18% en 2015, de no aplicarse medidas correctivas contra la inflación y aprobarse un aumento de sueldos y salarios. Con la inflación convive un desabastecimiento que ha implicado en los hechos mayores alzas de precios, al tomar en cuenta el tiempo perdido en colas interminables para procurar adquirir bienes ausentes que fácilmente se pueden elaborar en el país.

Por su parte, la economía ha permanecido sumida en un proceso recesivo que amenaza con prolongarse durante todo el año 2015. Con una contracción del PIB de 4% en 2014 y una declinación proyectada de al menos 7% para el año en curso, el resultado no podía ser otro que un aumento vertiginoso de la pobreza. Así, al cierre de 2012, la pobreza  general se ubicó en valores cercanos a 26% mientras que en 2014  alcanzó la inaceptable cifra de 48%, superior al 45% que registró ese indicador en 1998, cuando Chávez resultó elegido presidente por primera vez. Para 2015, según estudios que adelantan las universidades nacionales, la pobreza va a batir el récord histórico, al pasar de 50%.

La falta de divisas está haciendo estragos en los sectores productivos. Entre enero y marzo de 2012, el BCV liquidó dólares a un promedio de 120 millones de dólares diarios mientras que en similar lapso de 2015, la entrega ha bajado a 40 millones de dólares diarios, asignados estos principalmente a las empresas del Estado, marginando así al sector privado. Pero con la entrega de las divisas se ha movido aparejada la sobrefacturación de las importaciones, hecho típico de los controles de cambio. Se calcula que de cada 100 dólares que se registran como importaciones, alrededor de 15 dólares no ingresan efectivamente al país, sino que se quedan en forma de depósitos en las cuentas de funcionarios corruptos y de quienes reciben las divisas preferenciales.

A esto se agrega un sistema cambiario disfuncional, con 2 tasas de cambio oficiales, donde el mismo dólar cuesta 6,50 bolívares y 197 bolívares al mismo tiempo. Esto es una aberración que solamente puede ocurrir en un gobierno inepto y con un presidente que no encuentra qué hacer con un país que siempre le quedó grande. Mientras esto sucede el país acumula una deuda de más de 16.000 millones de dólares con proveedores del exterior y litigios por expropiaciones, todos ellos perdidos de antemano. Cierran los 2 años con una represión sin precedentes y con violaciones masivas de los derechos humanos.

@JoseAGuerra

Abr 23, 2015 | Actualizado hace 9 años
Miedo electoral por Juan Manuel Raffalli

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El miedo es libre, reza el dicho aunque con otra palabra, y cuando de impopularidad se trata puede ser mucho más libre aún. Los números están allí. Sencillamente son inocultables. La mayoría está descontenta y el deterioro de nuestra calidad de vida ha adquirido magnitudes impensables. Con ese fardo a cuestas es muy difícil ganar una elección y eso de repetir un Dakazo no es poca cosa en los tiempos económicos que corren. Incluso la situación empeora cada día con lo cual, y ante la impotencia de alcanzar soluciones mágicas, se requiere una estrategia urgente que no puede ser otra que ir al hombre y no al balón.

Lo anterior explica la única razón que existe detrás la insólita decisión de suprimir la elección popular de los diputados al Parlamento Latinoamericano para el próximo período constitucional 2016-2021. Seguidamente explicamos por qué esta petición que envió la Asamblea Nacional, sin debate parlamentario, es una aberración antidemocrática que solo se entiende en el contexto del terror electoral. Veamos.

 

–        Negación de la democracia participativa y protagónica:

Esta involución democrática implica arrebatar a los ciudadanos el derecho de elegir directamente a sus representantes al Parlatino, cuando la Constitución bolivariana de 1999, desde el mismísimo preámbulo se jacta de haber abandonado la llamada “democracia representativa” y consagrar progresivamente la llamada “democracia protagónica y “participativa” que reconoce un papel preponderante al pueblo soberano con base en el artículo 5 y 79 de la Constitución, según el cual la verdadera soberanía reside intransferiblemente en el pueblo que la ejerce, entre otros medios, precisamente mediante el sufragio. Sencillamente eliminar procesos electorales consolidados como un derecho adquirido y reconocido constitucionalmente por la Constitución a los ciudadanos, implica negar el protagonismo y la participación del pueblo.

–        El  mandato de la Constituyente:

El poder constituyente expresamente reconoció y calificó de “deber”, la elección popular de los diputados al Parlatino. Por ello este mandato fue incluido en los “Considerandos” declarativos y determinantes del Estatuto Electoral del Poder Público, sancionado por la Asamblea Nacional Constituyente, bajo el tenor siguiente: “Considerando Que los representantes de Venezuela en los parlamentos Latinoamericano y Andino, respectivamente, deben ser elegidos en forma democrática, de manera directa y transparente por el pueblo”.

Este mandato constituyente luego fue acogido por la Ley Orgánica de Procesos Electorales, la cual en su artículo 191 se refiere a la elección de representantes a los parlamentos creados por acuerdos y tratados internacionales, determinando que la elección de estos se hará en forma simultánea a la elección de los diputados a la Asamblea Nacional.

–        Gobiernos electivos:

El artículo 6 de la Constitución claramente dispone que el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables. En consecución, por imperativo constitucional, los diputados al Parlatino deben ser elegidos de manera directa por el pueblo, lo cual excluye precisamente mecanismos como la elección de segundo grado o peor aún la designación como pretende el presidente de la Asamblea Nacional.

–        Sufragio y soberanía:

CNE: Los artículos 62, 63 y 70 de la Constitución se refieren precisamente a la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos y al sufragio como un derecho ciudadano. Dichas normas constitucionales disponen que el sufragio es un derecho y el Estado está obligado a facilitar la generación de las condiciones más favorables para su práctica. Vale decir lo contrario a lo que ha pretendido hacer la Asamblea Nacional con esta solicitud de supresión electoral. En este mismo sentido, debemos destacar que el artículo 187 de la Constitución en su ordinal 4, determina que corresponde a la Asamblea Nacional “organizar y promover la participación ciudadana en los asunto de su competencia” por lo cual la Asamblea, al aprobar el pasado 14 de abril la solicitud de supresión electoral para elegir a los diputados al Parlatino, ha actuado a contrapelo de lo que la propia Constitución le ordena.

–        El Tratado de Institucionalización:

La llamada Declaración de Lima recoge los acuerdos alcanzados por los países que integraron la Conferencia Intergubernamental para la Institucionalización de este Parlamento Latinoamericano, entre los cuales obviamente figura Venezuela. De esta forma, la espina dorsal del Parlatino en cuanto a su composición, membresía, propósitos y financiamiento, es dicho Tratado de Institucionalización del 16 de noviembre de 1987 y el Reglamento del propio Parlamento aprobado originalmente en octubre de 1993 junto con su Estatuto General.

Conforme a ambos instrumentos normativos, al igual que el Estatuto del Parlatino, no hay ninguna exclusión en cuanto a la elección directa de los representes de cada país. Por el contrario, el Reglamento del Parlatino de 1993 privilegia por voluntad de los Estados partes, la elección directa de los delegados de cada país al Parlatino. Así se evidencia de su artículo 89 según el cual: “Los representantes que integren la delegación de cada Parlamento miembro, continuarán siendo elegidos, nominados y acreditados en la forma y términos que establecen el Estatuto y este  Reglamento, mientras no sean elegidos por sufragio universal, directo y secreto, según el procedimiento que los Estados partes adoptarán mediante enmienda del Tratado de Institucionalización”. Lo anterior implica que, en el caso de los países como Venezuela, que ya hayan adoptado en su legislación interna, la elección universal directa y secreta para nombrar sus representantes al Parlatino será esta la forma que debe imperar para la escogencia de dichos representes.

–        La Obligación del CNE:

El  artículo 293 de la Constitución, dispone que corresponde al CNE, la “organización, administración, dirección y vigilancia de todos los actos relativos a la elección de los cargos de representación popular de los poderes públicos”. Es decir, el CNE debe siempre actuar en favor del sufragio y la participación política del pueblo y no al contrario. Es decir, el Consejo Nacional Electoral tiene la misión constitucional de organizar y ejecutar elecciones, no suprimirlas.  Además la Ley Orgánica de Participación Política, en su artículo 191, consagra la obligación de ejecutar esta elección e incluso fija la oportunidad para ello, al determinar que la misma debe hacerse en forma simultánea a la elección de la Asamblea Nacional.

Por lo anterior, pedir al CNE que suprima la elección de los diputados al Parlatino es absolutamente inconstitucional, ilegal, y antidemocrático, pero, como dijimos, se trata de una burda estrategia cuyo propósito es uno solo, evitar que los partidos políticos se presenten en los próximos comicios parlamentarios con una tarjeta única en alianza perfecta en todos los circuitos electorales, es decir lo único que se busca es bombardear la tarjeta de la unidad. Lo anterior por cuanto la legalidad de los partidos reposa sobre un número mínimo de militantes y ello obliga a que cada franquicia se cuente por separado, lo cual podía hacerse perfectamente con los diputados al Parlatino donde cada quien podía ir con su tarjeta propia.

La otra fuente de terror, claramente, es evitar que se cuenten votos en una jurisdicción nacional, es decir, evitar el disfraz de resultados múltiples en tantos circuitos electorales existan. La votación al Parlatino es nacional y allí se verá con toda contundencia cuán amplia sería una derrota.

En fin, el miedo electoral es libre, pero el voto ciudadano también.

 

@juanraffalli

El Nacional 

El paraíso de la clase obrera por Luis Ugalde

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La clase obrera va al paraíso (1971) es una gran película italiana del comunista (antisoviético) Elio Pietri. Hoy nos preguntamos cuál es el paraíso de la clase obrera. Se suponía que al otro lado del Muro de Berlín y en China ya vivían en ese paraíso sin explotadores, pero los paradisíacos sorprendieron al mundo derribando el “muro” para respirar libre. Luego nos quedaba Cuba hacia cuyo “mar de la felicidad” nos conducía el Gran Timonel. Hace unos meses hicieron una encuesta secreta en la isla y 75% se atrevió a manifestar que se iría del paraíso si pudiera. Las respuestas revelan una gran desilusión de los cubanos con su “paraíso obrero” y que la gran mayoría sueña con esperanzas fuera de los estrechos muros del régimen actual: libertad personal de iniciativa, de opinión y de empresa, vivienda propia bien equipada, acceso a bienes y servicios de calidad, libre movilidad y libre comunicación por Internet, celular… Luego de 56 años de control del Partido Comunista ateo, 70% tiene una opinión favorable a la Iglesia católica y 49% se confiesa creyente. Total que para la mayoría de los cubanos felicidad es llegar a ser “clase media”.

En Venezuela la “clase media” es la que más está sufriendo, pero los pobres suspiran por ella. Esto es incomprensible para un marxista, para quien las clases son dos, la proletaria explotada y la burguesa explotadora, enfrentadas a muerte sin término medio. Para ellos “clase media” es apenas un “entre tanto”, un “por ahora”, una pasarela  por donde algunos vergonzantes proletarios en ascenso, renegando de su clase, se quieren pasar al enemigo. Por eso un par de ministros de la revolución han advertido sobre esta condición traidora (aunque tal vez sin maldad) de la clase media y el cuidado necesario para que los pobres al mejorar no se “aburguesen”, ni traicionen a su clase, cosa que ocurre fácilmente con un buen trabajo, vivienda, carro, TV, celular e Internet y con paseos a centros comerciales capitalistas o a los paraísos engañosos del imperio… Y reclaman la libertad de viajar y de opinar. Sin querer queriendo, el bienestar y sus ojos de futuro los convierten en “clase media”, los emancipan del gobierno y del partido y pierden todo el deseo de construir el socialismo estatista, controlador y de pobreza perpetua administrada.

Quienes están en el poder al frente de esta miseria creciente no entienden que desde el año 1850 de Marx a 2015 el mundo ha cambiado. Ya no es cierto que el proletario “nada tiene que perder sino sus cadenas”. Hoy la mayoría de los trabajadores europeos tiene más de 12 años de formación y mucho que perder. Lo peor para un trabajador español, francés o italiano es no tener un  empresario con quien poder trabajar.

Por otro lado tampoco tenemos futuro si la empresa es concebida como el negocio del capitalista, cuyas ganancias dependen del incremento en la extracción de la plusvalía del trabajo ajeno. Hoy al empresario no le va bien, a los trabajadores tampoco y no podrán participar en los beneficios del éxito si la empresa no juega en equipo en el campeonato productivo de un mundo globalizado. En equipo se triunfa o se pierde. Al empresario inteligente y con visión no le conviene un trabajador reducido a “fuerza de trabajo”, sino valorado como “talento de trabajo”, preparado a la altura de los mejores del mundo; pero a 14 millones de trabajadores venezolanos les falta en promedio la mitad de los años de buena escolaridad que necesitan. No hay esperanza con este gobierno ciego y empecinado, pero luego la buena gerencia no brotará espontánea y las virtudes del empresario del siglo XXI son escasas y hay que multiplicarlas.

El afán de superación es una buena cualidad y la revolución de las  aspiraciones un hecho que transforma todo, pero se frustra si queda solo en consumismo, sin el complemento de valores humanos de fondo como la solidaridad y prácticas efectivas que llevan a producir juntos y compartir el bienestar común. Necesitamos apostar en serio y nivelar hacia arriba las potencialidades de la población empobrecida que hoy carece de lo fundamental. La gente no aspira a ser millonaria, sino a tener oportunidades y acceso a los bienes y servicios, al respeto y vida digna con empresas exitosas en la que sean valorados por su talento y productividad. Esta “clase media” es el paraíso soñado por los pobres, que es mucho más que salir de este lamentable y desorientado gobierno.

 

El Nacional