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Impacto

May 23, 2015 | Actualizado hace 9 años
Perder las parlamentarias por Andrés Volpe

Parlamentarias

 

It is remarkable how easily children and grown-ups adapt to living in a dictatorship organised by lunatics. A. N. Wilson

 

Los dictadores se encuentran con la necesidad de enfrentar dos problemas básicos de gobernanza. El primero es inherente a su condición de dictador, ya que todo dictador retiene el poder de manera ilegítima. Por lo tanto, él debe siempre procurar tener una aceptación, sea por miedo o por logros políticos y económicos que de facto le dan prestigio, para impedir que su pretensión al poder se vea debilitada frente a otras élites y la ciudadanía.

El segundo problema deviene de la necesidad de cooperación por parte de los gobernados con el dictador. El argumento es simple, ya que un dictador podría apropiarse de mucha más riqueza si el país en el cual gobierna es afluente y mantiene un orden político apropiado para el desarrollo económico. Debido a que en los procesos de creación de riqueza la cooperación entre el dictador y los ciudadanos es esencial, éste siempre debería procurar que el capital y el trabajo sean destinados a actividades productivas a nivel interno. No obstante, la excepción a este argumento es cuando el dictador puede ignorar a los ciudadanos para la generación de la riqueza nacional, como es el caso de países petroleros, porque el dictador no necesitaría de la cooperación de múltiples sectores productivos, sino de un solo sector de la economía que generaría los más altos porcentajes de la renta.

Este siempre fue el caso de Venezuela durante los años del gobierno de Chávez. Una vez que, como se ha dicho en artículos pasados, los chavistas aseguraron una muchedumbre electoral con una voluntad única que se tradujera en resultados electorales predecibles, el liderazgo del movimiento socialista se apropió del único sector económico que necesitaba para mantenerse en el poder sin depender de la cooperación de los otros muchos sectores económicos del país. El secuestro del sector petrolero por parte de Chávez fue, quizá, el primer paso hacia el aseguramiento de una dictadura que permanecería en el poder incluso dada la situación en  la cual la pérdida del apoyo popular fuese inevitable.

Dada esta situación, es simplemente lógico que los chavistas gobernaran de manera autoritaria, avanzando su plan hacia el socialismo, durante los períodos de la más alta bonanza petrolera. Ellos no necesitaban de nadie en el país, sino lo suficiente para mantener una pretensión democrática que le permitiera seguir adelante con el robo del tesoro público sin ningún tipo de oposición nacional o internacional. Por ello, siempre se permitió una oposición que, aunque siempre trató de organizarse, nunca tuvo un poder real para detener el proceso chavista, ya que no disponía del único sector económico que hubiese podido debilitar a Chávez. Así lo establece Jennifer Ghandi, en su obra Political institutions under Dictatorships, al escribir que cuando un dictador hereda un población políticamente desorganizada, mientras tiene el dominio de los sectores productivos importantes y enfrenta poca presión internacional, él puede gobernar como un autócrata puro sin otras instituciones políticas que lo ayuden, extrayendo todas las rentas del país sin hacer ninguna concesión política.

En el presente, con la caída de los precios del petróleo, el escenario para el chavismo ha cambiado debido al hecho de que, incluso teniendo el dominio del sector petrolero, ya no tiene los recursos necesarios para permitirse ser una dictadura autoritaria pura desprovista de la obligación de hacer concesiones a otros sectores económicos del país. Así lo ha dado a entender Maduro con los múltiples viajes que ha hecho tratando de mendigar préstamos y rogándole a los otros productores de petróleo la subida del precio del barril que lo saque del berenjenal. Es importante aclarar en este punto el tema del narcotráfico, ya que las rentas que se obtendrían de tal actividad no serían destinadas al mantenimiento de la dictadura, como son las rentas extraídas del sector petrolero, sino que serían conducidas hacia el enriquecimiento personal de los cabecillas que organizan y promueven la red criminal denunciada por el ABC de España y el The Wall Street Journal. En otras palabras, la red de narcotráfico no ayuda a la dictadura en su permanencia en el poder, aunque devenga rentas para las élites que la lideran.

La posición de Nicolás Maduro es débil. Esto ya resulta obvio y no merece aquí un análisis profundo, porque ya la escalada del uso de la violencia, así como la imposibilidad de solucionar los problemas crónicos de la escasez, el fortalecimiento de la oposición y el debilitamiento de la moneda, entre muchos otros síntomas, son indicadores claros que la dictadura está llegando a un punto de quiebre.

Frente a esta situación, y bajo el riesgo de perder el poder, Nicolás Maduro debe hacer concesiones para así llegar a un equilibrio político, mediante la cooperación de otros sectores que no sean el petrolero, que le de la oportunidad de conservar su posición de dictador y seguir enriqueciéndose. La manera de hacer esto es simple y, para parafrasear las palabras de Jennifer Ghandi en Political Institutions under Dictatorships, el dictador, para movilizar la cooperación de otros sectores políticos y económicos del país, y evitar mayorías organizadas que formen una oposición contundente, debe protegerse con instituciones democráticas.

Las instituciones democráticas, aún bajo una dictadura, sirven de válvulas de escape para el dictador, ya que mediante ellas se puede canalizar el descontento y la presión de otros grupos para transformarlos en propuestas que pueden debatirse, aprobarse o negarse por medios oficiales. Ejemplo de ello quizás sean las múltiples elecciones que se celebraron durante los años del gobierno de Chávez, ya que servían para disminuir la presión de los grupos descontentos y, además, otorgarle legitimidad al demagogo. Ahora bien, en el presente, para Nicolás Maduro sería mucho mejor hacer concesiones a través de otras instituciones democráticas que aún son vistas como posibles vías de cambio, que bajo la intensa presión que producen los grupos de oposición organizados y movilizados en la calle.

Por ende, sería mucho más beneficioso para la dictadura perder las elecciones parlamentarias y permitir una mayoría opositora, que exponerse al riesgo de ganar el parlamento, pero perder el país. Una vez que los grupos de oposición tengan presencia mayoritaria en la Asamblea Nacional, la dictadura puede hacer concesiones en la forma de políticas públicas, auspiciadas por la oposición, que faciliten el reacomodo de las fuerzas políticas y económicas en el país. Se estaría trayendo a los grupos opositores al status quo, forzándolos a canalizar sus propuestas en la Asamblea Nacional utilizando los medios oficiales junto con todos sus reglamentos.

De hacer esto, la dictadura ganaría estabilidad política nuevamente, permitiéndole unos años más de saqueo público, mientras que la oposición podría empezar a realizar los cambios necesarios para el reacomodo del país. Resta solo que el dictador le de la orden al Consejo Nacional Electoral para que permita la victoria, incluso sin los votos necesarios, de la oposición por una mayoría escueta que le permita realizar cambios controlables y predecibles dentro de la Asamblea Nacional. A la dictadura de Nicolás Maduro le conviene perder las parlamentarias para no perder el país.

 

@andresvolpe

El verdadero revolcón: la inflación se come el poder adquisitivo del trabajador por José Toro Hardy

 Inflación

 

El 1 de mayo del 2015 fuimos testigos de un espectáculo curioso. Antes de analizarlo, vale la pena volver las páginas de la historia para revisar el significado que tiene el Día de los Trabajadores que se celebra cada 1 de mayo, en el marco de cuya celebración se le había ofrecido al país un «revolcón».

El 1 de mayo de 1886 tiene lugar en Chicago una huelga general a la cual sumaron cerca de 200.000 trabajadores. El objetivo era luchar por el establecimiento de una jornada laboral de ocho horas, tal como ya había sido promulgado por el presidente Andrew Johnson desde 1868 en la llamada Ley Ingersoll. Los manifestantes convocan a una concentración que tendría lugar el 4 de mayo en la Plaza Haymarket. En esa ocasión se presentaron unas 20.000 personas, que fueron rodeadas por 180 policías uniformados.

Estalla entonces un artefacto explosivo que produjo un muerto y numerosos heridos entre los uniformados. Desconcertada, la policía abrió fuego contra la multitud, matando a un número desconocido de obreros y deteniendo a muchos otros. La policía enfurecida golpeó y torturó a los apresados.

Tiene entonces lugar un juicio en el cual que se violaron todas las normas judiciales de forma y de fondo. Ocho acusados fueron condenados y cinco de ellos murieron en la horca.

En conmemoración de aquellos acontecimientos el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889 proclama que el día 1 de mayo se celebraría el Día Internacional del Trabajo en homenaje a los Mártires de Chicago.

Ya desde 1789 en la Revolución Francesa se había aprobado la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Lo ocurrido en Chicago constituía una violación a esos derechos. Aquella situación adquirió tanto más gravedad porque el juicio que siguió fue una farsa.

Repugna a la humanidad el menosprecio de los DDHH y, cuando esas violaciones aparecen respaldadas por mecanismos de una justicia apañada, entonces el malestar se torna tanto más grave.

Volvamos a los acontecimientos del 1 de mayo del 2015. En el marco de la conmemoración de los acontecimientos antes citados, se concentran en la Plaza O’Leary los simpatizantes del oficialismo. La coyuntura económica del país justificaba la angustia de los ciudadanos que padecen una situación de escasez sin precedentes. Además, la inflación está destruyendo día a día el poder adquisitivo del salario de los trabajadores.

Los congregados en El Silencio poco entendían acerca del funcionamiento de una economía. Quienes menos parecen entenderlo son las autoridades que acompañaban al Presidente. Todos esperaban de su líder alguna forma de anuncio mágico que vendría a resolver su desesperada situación. Pero en economía nunca hay magia, lo que hay son realidades.

Los anuncios presidenciales cayeron como un balde de agua fría en la multitud de simpatizantes, al extremo de que se repitieron pitas y rechiflas de rechazo.

Por otra parte, el Presidente había cometido el grave error de declarar reiteradamente a los cuatro vientos que ese día anunciaría un «revolcón» contra algunos «pelucones» a quienes atribuía la «guerra económica» que según él es la responsable de todos los males.

Muchos pensaron que se refería a la Polar. Para sorpresa del propio Presidente, en los días anteriores se habían conocido los resultados de una encuesta de Datanálisis conforme a la cual el 92% de la población venezolana evalúa positivamente la gestión de Empresas Polar por el bienestar del país y, además, el 87% cree que Polar hace todo lo que está a su alcance para atender y superar la crisis actual. Como si estas cifras no fuesen suficientes, el 84% de la población rechaza cualquier intervención del Estado a Empresas Polar, en tanto que el 90% de la misma manifiesta que una acción en contra de esas empresas afectaría negativamente su evaluación de la gestión del gobierno. Las cifras son contundentes.

Sumado a ello, en los días anteriores al 1 de mayo circuló una carta de Lorenzo Mendoza, cabeza del grupo Polar. Se trató de una misiva llena de sensatez y de logros concretos en la cual se ofrece a contribuir en la solución de la gravísima crisis alimentaria que presenta el país.

El contraste entre las amenazas de un «revolcón» y la invitación de colaborar en una «solución» que plantean los dos personajes, deja muy mal parado al primero. Pareciera que la magia populista de la revolución se está disipando.

Ya el país está harto de amenazas y acusaciones destinadas a desviar la atención. Cada vez es más evidente la diferencia entre ofertas vacías y resultados concretos. Tal como ocurre con los salarios, la percepción que al principio tenían muchos acerca de la revolución, se está diluyendo como sal y agua entre las manos de la población.

 

@josetorohardy

El Universal 

La oposición frente a la montaña por Elías Pino Iturrieta

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Ya sabemos cuál es la actitud del régimen: no está dispuesto a ningún tipo de cambios, aun cuando las circunstancias más estrechas anuncien la posibilidad de la asfixia. El domingo pasado tratamos de aproximarnos al tema mediante una descripción del discurso del presidente Maduro, entendido como muestra de una conducta dominante en la cual no caben las variaciones, mucho menos la idea de la finitud. El discurso es apenas un testimonio de una vocación de permanencia que jamás se habían planteado entre nosotros los detentadores del poder hasta las postrimerías del siglo XX, y cuyo propósito es el control de la sociedad sin consideración de los lapsos previstos por la ley para la renovación de los poderes públicos. No parece que se esté develando ahora un intrincado enigma, debido a que seguramente les han sobrado a los venezolanos las evidencias sobre ese afán de quedarse con el coroto hasta la consumación de los siglos, como se proclama en las oraciones para fines de naturaleza religiosa, pero el planteamiento de hoy trata de aproximarse a las dificultades de la oposición para el enfrentamiento de un adversario que no concibe su desplazamiento bajo ningún respecto.

Hasta el gomecismo, una tiranía para la cual no importaba el calendario y contaba con el respaldo de una economía sin aprietos y con el miedo metido en el pellejo de los hombres de la época, sabía que tendría que hacer de la necesidad virtud cuando faltara el “César Democrático”, cuando el loquero pasara a mejor vida, para ensayar caminos inéditos que pudieran conducirlo a variaciones inimaginables e incluso a la desaparición. En el chavismo no funciona esa operación propia de los asuntos públicos condenados a la transformación por la pérdida del favor popular o, como en el caso del ejemplo, porque la encarnación de la autoridad da con sus huesos en el cementerio. Languidecen las ideas del principio, y el plan marcha raudo hacia el futuro; la casa roja muestra señales de ruina, y se le pasan pañetas de retoque para que se vea como nueva; muere Chávez, y el cadáver continúa en el reino de este mundo como si cual cosa, determinando el rumbo de la vida; sobreviene una cadena de fracasos y chascos, y como si no sucedieran. Tal es el propósito de un “Plan de la Patria”, esto es, de un designio sacrosanto frente al cual deben rendirse inexorablemente las fuerzas de la sociedad.

¿Cómo debe actuar la oposición frente a un adversario que solo tiene el propósito del continuismo sin día de finiquito, ante un régimen que no va a permitir que se mueva una sola hoja en su ramazón porque no le da la real gana y porque, juran sus portavoces, debe cumplir una misión histórica? No hay respuesta sencilla ni única, mucho menos propuestas capaces de moderar las inquietudes de los factores más radicales de la colectividad hartos de la “revolución”. Desde la MUD se puede tratar al chavismo como a una organización como las del pasado, dispuesta a aceptar las reglas de la alternabilidad y, en último caso, la salida del poder. No ha dejado de hacerlo así, de mantener una ficción que legitime sus empeños de cuño democrático y alimente los anhelos de una población cada vez más insatisfecha con sus gobernantes, pero con un martillo tan blando apenas se le sacan dos chispas a una roca. Puede decirles a sus seguidores que se deben buscar instrumentos de acero para llegar hasta la montaña y escalar hasta la cima después de sacrificios inenarrables, pero sería lo más parecido al anuncio de una conflagración en la cual nadie se apuntaría con comodidad después de haber pasado por una ristra de penurias. Puede llamar a una transición sin el parecer de los supuestos transicionistas, que sería como tocar en el desierto esperando aplausos de un público que solo existe de veras en la fantasía de los proponentes. Y así sucesivamente.

Supongo que los lectores entenderán que el texto que ya termina no se escribió para atacar a la oposición, sino solo para tratar de comprenderla. Para que nos metamos en el suplicio de sus zapatos antes de declarar una guerra civil o, mucho peor, antes de una rendición incondicional. Pero todo depende del conocimiento cabal de las peculiaridades del adversario, tal como es y no como trata él de parecer.
May 04, 2015 | Actualizado hace 9 años
Affaire en el Metro de Caracas por Manuel Isidro Molina

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Todo cuanto tenga que ver con Carlos Aguilera es “top secret” e “intocable”. El clan Cabello lo protege con celo monacal, igual que a otros famosos pudrimillonarios.

90 millones de dólares expoliados al Metro de Caracas (2009) “no son conchas de ajo”, como gusta repetir el presidente Nicolás Maduro Moros en sus alocuciones, cada vez que estampa su firma de aprobación en los proyectos de inversión pública.

Lo de CAMETRO fue la bicoca de 1.850 millones de dólares, aprobados vía emergencia por el entonces presidente Hugo Chávez Frías, para la rehabilitación de la Línea 1 (Propatria-Palo Verde), y resultó en una de las mayores estafas a la nación y al pueblo venezolano. ¿Seguirán impunes sus ejecutores?

Gustavo González López, desde la presidencia del Metro de Caracas, coordinó en 2009 con su consultora jurídica, Marisela Estrada La Riva, y su vicepresidente de Grandes Obras, Francisco Ramírez, el abandono del proyecto de la empresa francesa “Frameca”, especializada en el proyecto Metro desde su inicio, para entregárselo a la española UTM (Unión Temporal Mercantil integrada por las empresas CAF, Constructora Hispánica, Cobra y Dimetronic) fraguada a la carrera, entre marzo y agosto de 2009. ¿Quién investiga?

Los españoles beneficiados con el relancino contrato le depositaron a Carlos Aguilera 90 millones de dólares, equivalente a 4,8 % del contrato por 1.850 millones de dólares. Vean cómo:

En el informe del (español) Servicio Ejecutivo de Prevención de Blanqueo de Capitales (Sepblac) remitido a la Fiscalía consta que las cuatro empresas españolas no sólo estaban unidas en el consorcio que logró la multimillonaria rehabilitación del metro de la capital venezolana. También tenían otro nexo, el de contar con un mismo socio para ‘asesoría’, ‘apoyo comercial’ o ‘representación’, un mismo comisionista para que las ayudara a conseguir el contrato. El agraciado era la empresa Tecnotren de Venezuela, que tiene como importante accionista, -con un 40% del capital- a un cliente de Banco Madrid, Carlos Luis Aguilera Borjas”, según el diario El Mundo, de Madrid.

¿Quién investiga, aquí en Venezuela? ¿La Fiscalía general de la República? Le corresponde, según la Constitución y las leyes vigentes. ¿Lo hará Luisa Ortega Díaz, titular de la acción penal en nuestro país? Debería decir algo.

El ministro de Interior, Justicia y Paz, mayor general (Ej) Gustavo González López, presidente de la C. A. Metro de Caracas en 2009, cuando ocurre este affaire impune, debe separarse del alto cargo, por razones obvias. Conocido el caso, ya el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, debió nombrarle sustitutos tanto en  la cartera ministerial como en la jefatura del Servicio Bolivariano de Investigaciones (Sebin), no sólo para facilitar las indagaciones penales del affaire, sino por incompatibilidad por conjugarse la doble condición de presunto implicado y jefe de las investigaciones penales del Poder Ejecutivo, pues a ese ministerio están adscritos el Sebín, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), y la coordinación de la lucha anti delictiva con las policías regionales y municipales, y la Guardia Nacional Bolivariana. Hasta por elegancia militar y político-administrativa debería irse a su casa, y prepararse para enfrentar y aportar elementos a la investigación de un hecho tan irregular ocurrido durante su gestión en la presidencia de CAMETRO.

Este expolio no solo es un problema de dólares y bolívares sustraídos a la C. A. Metro de Caracas mediante concierto con contratistas, sino un extraordinario caso de estafa a la nación por cuanto implicó:

  1. a) Degradación del proyecto inicial con “Frameca” (Francia), pues éste contemplaba la rehabilitación total de la Línea 1 (nuevos trenes y recuperación de la flota en uso,  lozas, rieles, sistema eléctrico, ventilación, escaleras, etc.), más el material rodante de la Línea 5 y los patios de trenes en La Urbina, para la conexión Caracas – Guarenas – Guatire.
  1. b) Abandono de entrenamiento de personal técnico e ingenieril, y renovación tecnológica del sistema de mantenimiento del Sistema Metro de Caracas.

Todo ello fue obviado por los pillos empresarios españoles y sus compinches venezolanos, en detrimento de los intereses de la nación venezolana y la seguridad misma de millones de caraqueños que a diario utilizamos el Metro, desde 1983, cuando comenzó operaciones al público.

Lo que quiero significar es que este mega expolio causó graves perjuicios a la ciudadanía, a la nación y al desarrollo mismo del Metro de Caracas y su conexión con Guarenas-Guatire, lo cual es realmente incuantificable como imperdonable.

Espero que esta denuncia pública motive a cumplir sus altas responsabilidades, tanto al presidente de la República, Nicolás Maduro, como al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, y a la fiscal general Luisa Ortega Díaz.

En 2009, publiqué en esta misma columna varias denuncias documentadas, al respecto. El presidente Hugo Chávez no fue más allá de destituir a González López, “premiándolo” con la jefatura de la División de la Selva del Ejército, en el estado Bolívar, mientras que su consultora jurídica fue también premiada por su amigo larense y ministro de la Presidencia, Luis Reyes Reyes, quien se la llevó a Miraflores, donde trabajó, creo, en la consultoría jurídica y la dirección de personal. De Francisco Ramírez, no supe más nada, “se lo tragó la tierra”, después de haber  montado la criminal jugada con los delincuentes empresarios españoles. Lo de Carlos Aguilera, estuvo en secreto, hasta que explotó el affaire Andorra-España.

  • RICARDO IV MONTILLA OSORIO ha tenido una relación privilegiada con Hugo Chávez Colmenares, tanto en la bolsa como en la vida personal, son socios y amigos. Mercosur Casa de Bolsa (MCB) fue una de las pocas que no cerró el gobierno en la razzia de 2009, y ahora tan hábil personaje reaparece como presidente de laAsociación Venezolana de Operadores (AVO). Cualquiera sospecharía de una entidad supervisada por el Estado como MCB, con saltos tan espectaculares como: aumentó 24 veces su “apalancamiento” en solo seis meses; en doce meses, su pasivo total pasó de Bs.F 1,8 millones a Bs.F 275,8 millones, es decir, aumentó 153 veces de Junio2013 a Junio2014, antes de comenzar a operar el Sicad II. Toda una saga parecida a la más famosa del Reino de España, con una de las princesas y su esposo. Allá ocurre un juicio, y aquí no se mueve una hoja: ni por enterados se dan el Gobierno y la Fiscalía.
  • GERENTE FINANCIERO Y ADMINISTRATIVO DEL SENIAT “es el piloto privado de la familia Cabello Rondón”y se le ha complicado el juego porque “le negaron la vida americana (estadounidense), el lunes pasado… Se le han puesto las cosas color de hormiga, porque tenía previsto un vuelo privado para Miami con la funcionaria María Alejandra Averiana, jefa de compras del Seniat, y Mayerling Alarcón, jefa de División de Infraestructura, amiga de Benito Pereda, el gerente… No saben qué hacer, ahora”. Yo, tampoco.
  • CAMIONETA TIPO JEEP DE LA GNB(Guardia Nacional Bolivariana), placa 02538, con asignación “La Rinconada”, martes 28 de abril, 8 pm., sorprendió  en Plaza Venezuela: sus tripulantes uniformados y armados, estaban distribuyendo cigarrillos ilegalmente, en varios kioscos cercanos al hotel President. ¿Contrabando “bolivariano”?
  • OTROS GUARDIAS NACIONALES fueron filmados traficando papel toalé sustraído de un camión cava 750 hacia un vehículo particular, placas GCO-220. La próxima semana escribiré sobre la impostergable necesidad de depurar la GNB, con todo respeto y justa valoración para sus oficiales dignos y honorables, a quienes perjudica gravemente, la peste de martilladores y extorsionadores de sus filas, a lo largo y ancho del país.
  • AUMENTA SU SINTONÍA en el Área Metropolitana de Caracas el programa “Arroz con mango”, transmitido de lunes a viernes, de 12 a 1 pm., por Radio UNO(1340 AM), con los amigos periodistas Julio Balza y Julio César Balza, en amena charla con personajes de actualidad sobre temas candentes y denuncias de la comunidad. Su transmisión puede escucharse en cualquier parte del mundo por su website http://www.radiouno.com.ve

 

@manuelisidro21

El confesionario

May 04, 2015 | Actualizado hace 9 años
¿Se acabó la revolución chavista? por Armando Durán

Nicomaduro,

 

Desde varios días antes del Primero de Mayo, Nicolás Maduro avisó que en su discurso de ese día haría importantes anuncios en materia económica. Habló, incluso, de un auténtico “revolcón” para sofocar la guerra económica desatada por el imperialismo y la oligarquía. Nada más natural, pues, que los ciudadanos esperaran sus palabras con razonable desazón.

La inquietud creció considerablemente el jueves 30 de abril, cuando se supo que viajaría esa noche a La Habana para acompañar a Raúl Castro en el desfile de los trabajadores cubanos por la habanera plaza de la Revolución. Sin embargo, durante su breve pero intensa estancia en la isla, Maduro no escuchó a Castro ni a nadie mencionar para nada al imperialismo, como si el fenómeno nunca hubiera existido.

Maduro había comprobado en Panamá que Cuba seguía ahora otros rumbos, pero era difícil suponer que pesaría más en su conciencia, la nueva y desconcertante posición cubana, o la presión agobiante de la crisis, un enigma que a su vez sólo dejaba dos opciones posibles: retroceder en busca de al menos un tenue hilo salvador de oxígeno político, o profundizar aún más la marcha que él se proponía imprimirle a la “revolución” con el delirante propósito de acelerar su fuga hacia delante.

Esta confusión dialéctica se hizo mucho mayor, a las 2:51 de la tarde del Primero de Mayo, cuando Maduro comenzó en la plaza O’Leary su discurso con un implacable bombardeo retórico contra el imperio, la oligarquía y los pelucones. Se agudizó media hora después al manifestar que ese día comenzaba, con las decisiones que se implementarían durante mayo, junio y julio para derrotar a los promotores de la guerra económica contra el pueblo y conquistar la victoria económica, el primer día de la victoria antiimperialista de la revolución socialista y chavista de Venezuela. Y tuvo su punto más ardiente al aseverar que para vencer de manera definitiva a los capitalistas y defender al pueblo, costara lo que costase, él contaba con la Ley Habilitante antiimperialista que le había aprobado la Asamblea Nacional.

Los peores temores se hicieron entonces materia muy palpable. A pesar de todos los pesares habidos y por haber, Maduro estaba por fin a punto de darle una patada a la mesa y aquí, caballeros, se acabó lo que se daba. Sobre todo, porque inmediatamente después confesó que ahora iba a decir lo más importante que había ido a decirle a la clase obrera venezolana.

No sé ustedes, pero yo, en ese preciso momento, aguanté la respiración. Para nada, por supuesto. La voluntad de arrasar con lo que queda de democracia y capitalismo en Venezuela se quedó en la retórica amenaza de siempre, porque lo que en verdad sostuvo Maduro (¿fue eso lo que le dijeron en La Habana?) es que “a la clase obrera venezolana le falta mucho para poder asumir la conducción económica y construir el socialismo”. Por último, afirmó que “todavía no estamos a la altura” y que el compromiso de todos ese día era “prepararnos para lograr este objetivo”. Y añadió que “trascender las luchas reivindicativas (o sea, renunciar por las buenas al derecho democrático de la protesta) es el único camino para enfrentar el desafío socialista”. Como si en Cuba, con el respaldo de la URSS durante décadas, aprendieron a hacerlo.

En definitiva, tantos años nadando (y destruyendo hasta los fundamentos de Venezuela como nación) para derrumbarse así de fácil y tranquilo en la otra orilla del arroyo revolucionario que ya ha comenzado a extinguirse en Cuba.

@aduran111

El Nacional 

La crisis del sistema de salud de Venezuela por Diederik Lohman

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Mientras su bebé de 3 meses se recuperaba de una cirugía de corazón en uno de los principales hospitales públicos de Caracas, los médicos le dijeron a Yamila que debía salir a comprar insumos médicos básicos para su niña, yaInsumos que en el hospital se habían agotado. Le entregaron una lista que incluía catéteres, jeringas para fluidos intravenosos, antibióticos y otros medicamentos, la madre le dijo a un investigador de Human Rights Watch en noviembre.

Yamila debió entonces dejar a su hija e iniciar una búsqueda desesperada para conseguir insumos médicos que son tan básicos que nunca deberían faltar en ningún hospital, y mucho menos en uno de los hospitales universitarios más importantes del país. Pero ninguno de los hospitales y farmacias que visitó tenían los insumos que ella necesitaba. Al final, a pesar de dudar sobre la calidad de los insumos, y sin la certeza de si había conseguido los catéteres y las jeringas del tamaño adecuado para una bebé recién nacida, Yamila no tuvo más opción que comprar lo único que pudo encontrar en el mercado negro, sin ninguna garantía de calidad.

El sistema de salud de Venezuela, que durante mucho tiempo fue motivo de orgullo para el gobierno, atraviesa una profunda crisis. Miles de pacientes no pueden recibir tratamientos médicos esenciales, y miles más están en lista de espera para someterse a cirugías que podrían ser vitales, debido a que los médicos no tienen los elementos necesarios para operar.

El gobierno ha estado intentando eludir su responsabilidad, y ha arremetido contra los directivos de una cadena líder de farmacias y detenido e interrogado a médicos que han criticado abiertamente la escasez de medicamentos e insumos. Pero lo cierto es que el gobierno no ha asegurado que medicamentos e insumos médicos esenciales estén disponibles en el sistema de atención de salud pública, mientras que las restricciones cambiarias y los controles de precios impuestos por el gobierno obstaculizan la posibilidad de que estos sean suministrados por empresas farmacéuticas. La caída del precio del petróleo, una fuente de ingresos clave para el país, ha agravado sustancialmente una situación que ya era precaria.

En visitas realizadas recientemente a Venezuela, Human Rights Watch advirtió que había faltantes de medicamentos para el tratamiento del dolor, asma, hipertensión, diabetes y enfermedades cardíacas, entre otras. Había también escasez de jeringas, gasas y agujas, y los hospitales no podían realizar análisis básicos de laboratorio.

En marzo, Médicos por la Salud, una red de médicos residentes que trabajan en hospitales públicos de todo el país, informó los resultados de una encuesta llevada a cabo en 130 hospitales públicos de 19 estados, la cual mostraba que el 44 por ciento de los quirófanos no estaban operativos, y que el 94 por ciento de los laboratorios tienen fallas en el funcionamiento o falta de reactivos. También se comprobó que en los hospitales había escasez o faltantes en el 60 por ciento de los medicamentos o insumos médicos que normalmente se mantienen en inventario, y que la mayoría de los medicamentos incluidos en la Lista Modelo de Medicamentos Esenciales de la Organización Mundial de la Salud no estaban disponibles en farmacias.

Conforme al derecho internacional de los derechos humanos, los gobiernos tienen la obligación de asegurar que estos medicamentos estén disponibles y sean accesibles para todas las personas, sin discriminación. Si bien documentamos estos problemas en países de todo el mundo, pocas veces hemos visto, fuera de zonas en guerra, un deterioro tan rápido en el acceso a medicamentos esenciales como el de Venezuela.

Muchos países de la región han enfrentado desde hace tiempo obstáculos en el acceso a medicamentos y servicios básicos, sobre todo en zonas rurales. Pero el desabastecimiento que se observa actualmente en Venezuela afecta tanto a hospitales importantes como a farmacias privadas. Y las políticas implementadas por el gobierno hacen que sea incluso más difícil conseguir estos medicamentos básicos, no sólo en el sistema de salud pública sino también en el sistema privado.

A fines de 2014, los hospitales públicos tenían en lista de espera aproximadamente a 20.000 pacientes que necesitaban someterse a cirugías,incluidos 4.000 en el Hospital Universitario de Caracas, según datos de Médicos por la Salud. En enero, luego de que, según la prensa, habrían fallecido más de 10 pacientes que esperaban poder ser operados en ese hospital, el establecimiento cerró la unidad de cirugía cardiovascular y envió al resto de los pacientes a sus casas. La unidad reabrió por un período breve en febrero, cuando tras la difusión de las muertes en los medios, las autoridades de salud repusieron algunos medicamentos, según nos informaron médicos venezolanos. Pero dos semanas después, el servicio volvió a cerrar.

 

Médicos del servicio pediátrico del Hospital Universitario nos dijeron que esterilizan y reutilizan las mascarillas para tratar a niños con afecciones respiratorias. A su vez, médicos del Hospital J.M. de los Ríos, el principal hospital de niños de Caracas, indicaron que enfrentaban graves desafíos para efectuar diagnósticos porque carecían de insumos tales como tubos de ensayo o reactivos para realizar análisis.

Al igual que en otros países de la región, se ha producido en Venezuela un drástico aumento de enfermedades virales transmitidas por mosquitos, y en 2014 se estimó que había más de 34.000 presuntos casos de chikungunya y 75.000 presuntos casos de dengue, según estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud. Expertos independientes sospechan que los casos podrían ser muchos más, considerando la gran cantidad de pacientes con fiebre que no reciben un diagnóstico adecuado. Médicos y pacientes nos dijeron que, a pesar de los compromisos expresados por el gobierno de importar medicamentos para tratar el dolor y la fiebre asociados con estas enfermedades, a menudo los venezolanos no podían conseguir estos medicamentos, especialmente durante los períodos de mayor demanda.

No es sorprendente que esta situación haya provocado un profundo malestar entre la población. Desde febrero de 2014, los venezolanos han realizado protestas en la vía pública por distintas causas, incluida la escasez de medicamentos y otros bienes. Miembros de las fuerzas de seguridad han utilizado reiteradamente la fuerza ilegítima contra manifestantes y transeúntes, incluidas detenciones arbitrarias, golpizas y torturas.

Es habitual que el gobierno venezolano intente desviar la atención de las distintas crisis que enfrenta planteando teorías conspirativas o buscando chivos expiatorios. En este caso, ha intentado desviar el enojo popular culpando a médicos, farmacias y empresas farmacéuticas por la escasez de insumos y medicamentos.

A comienzos de febrero, el Presidente Nicolás Maduro acusó a una cadena farmacéutica de “hacer [una] guerra económica contra el pueblo”, luego de que cerrara varias cajas en una de sus tiendas, lo cual provocó una larga fila. No es raro ver largas filas de venezolanos enojados que esperan durante horas en la calle para comprar distintos productos, cuando resulta que estos están disponibles en farmacias u otros comercios. En vez de abordar las causas subyacentes de la escasez de productos, el gobierno detuvo a dos de los directivos de la cadena farmacéutica durante 45 días. Los hombres finalmente fueron liberados de manera condicional pero enfrentan cargos por “boicot y desestabilización de la economía”, un delito creado hace poco más de un año mediante un decreto presidencial.

Varios médicos han sido detenidos e interrogados por policías tras haber reclamado públicamente por la escasez de medicamentos e insumos médicos, o luego de atender a manifestantes heridos.

En febrero, las autoridades detuvieron a Carlos Rosales, presidente de la Asociación Venezolana de Clínicas del estado de Carabobo, luego de que en una entrevista televisiva criticara la escasez de medicamentos. Diversos medios indicaron que Rosales fue llevado del centro médico donde trabaja e interrogado durante tres horas antes de ser liberado.

 

Pocas semanas después, dos médicos de Táchira fueron interceptados por policías, quienes les pidieron que declararan sobre el tratamiento que habían brindado a manifestantes heridos el día anterior, según informes de medios de prensa. Los médicos señalaron a un medio de noticias local que los policías no les mostraron ningún documento escrito que exigiera que prestaran declaración, pero les dijeron que negarse a aportar estos datos podía constituir “ocultamiento o falseamiento de información”. Fueron retenidos durante cinco horas, y posteriormente liberados.

 

Sin embargo, en realidad, el responsable de esta situación es, en gran medida, el gobierno.

 

Venezuela no cuenta con una industria farmacéutica fuerte, y debido a ello el país tiene que importar la mayoría de los medicamentos e insumos médicos. Incluso en el caso de medicamentos que se fabrican localmente, la materia prima a menudo proviene del exterior. El gobierno obtiene medicamentos e insumos directamente a través de acuerdos bilaterales con otros países, incluidos Argentina, Cuba, Uruguay y China, pero no ha asegurado que el sistema de salud pública cuente con los recursos que necesita.

 

Varios informes recientes preparados por la propia Contraloría General de la República de Venezuela criticaron las deficiencias en materia de planificación y condiciones de almacenamiento, y advirtieron que numerosos medicamentos debieron ser desechados porque se estaban vencidos. Por ejemplo, en su informe de 2011 la Contraloría indicó que había encontrado medicamentos e insumos quirúrgicos en hospitales públicos que habían vencido hasta seis años antes. En 2013, el informe de la Contraloría concluyó que el Ministerio de Salud no había liberado oportunamente productos farmacéuticos que estaban en la aduana, y esto había generado demoras de hasta 168 días. Para septiembre, el ministerio apenas había recibido el 0,84 por ciento de los medicamentos previstos para ese año, mientras que el cronograma de 2013 indicaba que para entonces el 74 por ciento ya debía haber estado disponible. De manera similar, un informe de 2014 sobre el hospital de niños en Caracas indicó que 10 de 11 áreas no estaban prestando servicios adecuados debido a “la carencia de personal médico, equipos e insumos médicos, así como al deterioro de la infraestructura”.

 

Pero para la mayoría de los medicamentos e insumos médicos, Venezuela depende de proveedores farmacéuticos privados. Y la normativa sobre tipo de cambio y controles de precios que ha impuesto el gobierno están obstruyendo este proceso.

 

Los proveedores extranjeros de medicamentos e insumos médicos exigen pagos en moneda extranjera, pero los dólares no se consiguen fácilmente debido a que el gobierno mantiene un férreo control de las pocas reservas que parece tener. Las empresas farmacéuticas privadas en Venezuelanecesitan autorización gubernamental para comprar dólares para pagarles a los proveedores extranjeros. Una vez otorgada la autorización para obtener dólares, deben solicitar al Banco Central de Venezuela que los entregue. Este proceso suele estar asociado con largas demoras, que se traducen en pagos tardíos, según nuestra investigación. Y los proveedores extranjeros se niegan a realizar nuevos envíos a Venezuela hasta que se cancelen las cantidades adeudadas.

 

Dado que la ley prohíbe comprar dólares fuera de este sistema, las compañías farmacéuticas no pueden comprar legalmente divisas de otro modo. Pero aun si esto fuera lícito, tampoco sería económicamente viable. La legislación venezolana aplica un precio máximo a la venta de medicamentos en el país en función del tipo de cambio oficial, que es de aproximadamente el 3 por ciento del valor en el mercado negro. Si las empresas compraran dólares fuera del procedimiento oficial, terminarían pagando mucho más por los medicamentos y los suministros de lo que luego podrían cobrar por ellos.

 

Así es como hospitales y farmacias se quedan habitualmente sin insumos y medicamentos básicos, lo cual hace cada vez más difícil que los médicos puedan hacer su trabajo. Como nos dijo un médico, “es frustrante como médico no poder resolver con medicamentos o con intervenciones las cosas que estamos entrenados para hacer, que es quitar la enfermedad, o por lo menos mejorarla, aliviar el dolor”. Como consecuencia de esto, hay decenas de miles de personas cuya salud o vida se encuentra en riesgo.

 

Abr 29, 2015 | Actualizado hace 9 años
1 de mayo por Francisco José Virtuoso

1mayo

 

Nos acercamos a una nueva conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores y del movimiento obrero mundial. La ocasión es propicia para poner de relieve las diferentes reivindicaciones de los trabajadores venezolanos en medio de la terrible crisis social que enfrenta el país. La UCAB, junto a la UCV y la USB, quiere contribuir con esta reflexión aportando los datos sobre la realidad del empleo en Venezuela ofrecidos por la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) 2014.

La investigadora Genny Zúñiga Álvarez, quien tuvo a su cargo la dirección de esta área de la referida encuesta, nos señala que la tasa de desempleo en Venezuela para finales del 2014 se ubicaba en 7%, lo cual coincide con los datos oficiales de la Encuesta de Hogares por Muestreo del INE para el primer semestre del 2014. Esta tasa de desocupación a nivel nacional no luce alta, sin embargo, es conveniente resaltar que esta tasa es una medida que muestra solamente el equilibrio entre la oferta y la demanda de trabajo, de manera que no da cuenta de otras realidades del mercado laboral venezolano.

Cuando se discrimina por grupos de edad, se tiene que 2 de cada 4 jóvenes entre 15 y 24 años buscan empleo sin éxito, lo que significa que entre los jóvenes la desocupación es más de tres veces el promedio nacional. Al mismo tiempo, el 65% de estos jóvenes que buscan empleo dejó los estudios antes de cumplir 15 años alegando buena parte que no quiso seguir estudiando o que necesitan comenzar a trabajar.

Por otra parte, el 8% de los trabajadores son «subocupados por razones de mercado», lo que significa que tienen una jornada laboral incompleta (menos de 35 horas semanales) y desean trabajar más horas a la semana. Un 24% de los trabajadores sufre de lo que se conoce como «subempleo invisible», es decir, trabajadores con una jornada superior a 35 horas semanales y con un salario inferior o igual al sueldo mínimo de referencia. El 33% de los ocupados tienen «condiciones críticas de ocupación» lo que se traduce en un desequilibrio entre la jornada de trabajo (más de 48 horas semanales) y el ingreso (cuando no supera los dos salarios mínimos).

Según la Encovi 2014, buena parte de la masa laboral carece de una contratación fija (60%), más de la mitad de la población ocupada no tiene los beneficios mínimos establecidos en la ley y solamente el 20% está afiliado a algún sindicato.

Estos son solo algunos datos de la realidad del empleo en Venezuela. Ampararse detrás de la cifra del 7% de desempleo abierto es un engaño. La problemática laboral requiere de capacitación, diversificación de fuentes de trabajo y un marco normativo que favorezca el derecho a las reivindicaciones laborales. Requiere también acatar los mandatos y recomendaciones de la OIT que cada vez más insisten en la necesidad de favorecer el tripartismo a través de los acuerdos entre patronos, sindicatos y Gobierno, mediante modelos normativos flexibles que favorezcan la negociación.

En esta nueva celebración conviene que los sindicatos expresen con claridad la realidad de los trabajadores y sin gríngolas ideológicas trazar los caminos más adecuados para avanzar.

 

El Universal

Muchas gracias, también por Vicente Díaz

teodoroP

 

Hay seres que nacen para dejar huella, para transformar lo que tocan. Teodoro es de esos. Ha hecho de todo, y en todo ha cambiado todo.

En plena Guerra Fría, cuando la pesadilla nuclear gravitaba sobre el futuro del planeta, y los bloques más poderosos militares amenazaban con destruirse, y destruirnos, Teodoro desde las propias filas del comunismo denunció al totalitarismo soviético cuyos tanques acabaron con los siete meses de liberación y esperanza de la Primavera de Praga.

Rompe con el Partido Comunista y funda el MAS, junto al legendario Pompeyo Márquez, ese otro guerrero épico de la historia contemporánea, cautivando de inmediato la imaginación de buena parte de la juventud política y de la intelectualidad venezolana, quienes veían por fin amalgamarse la posibilidad del cambio social con los valores más caros de Occidente: libertad, democracia y progreso.

Como guerrillero volvió locos a los órganos de seguridad que nunca alcanzaron a mantenerlo en prisión por mucho tiempo al protagonizar las fugas más audaces que se conozcan: la del Hospital Militar, cuando bebió sangre para vomitarla y engañar a sus captores fingiéndose moribundo y así poder descolgarse varios pisos por sábanas amarradas. O la de cuartel San Carlos, a través de un largo túnel excavado para que pudiera escaparse junto con Pompeyo y Guillermo García Ponce.

Como economista, se graduó con honores y terminó ocupando la más alta responsabilidad en la conducción económica de la nación, dejando como ministro una huella imborrable al convertirse de hecho en la cabeza visible y más lúcida del gobierno de Caldera.

Su estilo áspero y frontal le ha valido no pocos enemigos por enfrentar decididamente y sin cuartel al proyecto político de Chávez pero también al golpe de Estado de abril de 2002, y locuras de algunas corrientes opositoras como convocar una huelga en pleno proceso de negociación, cantar fraude sin pruebas en 2004, o boicotear  la elección de 2005.

En su faceta de escritor, varios de sus libros han marcado un antes y un después en la reflexión política nacional, integran acervo cultural del pensamiento político latinoamericano, y se convirtieron en parte  de la chispa que encendió el debate irreverente en la izquierda europea en contra de las atrocidades del socialismo marxista entronizado en el régimen totalitario soviético. Sus titulares  y editoriales en El Mundo, primero, y en TalCual después con aquel memorable “Hola Hugo”, han reinventado el periodismo de opinión, convirtiéndose en referencia orientadora de la oposición democrática.

Teodoro se ha codeado y ha sido amigo de lo más destacado del mundo político, cultural e intelectual del hemisferio. Le acaban de otorgar otro premio, de los más destacados en el mundo periodístico.

Es un orgullo para Venezuela. Hoy está demandado, perseguido, impedido de salir del país, bajo un malévolo régimen de presentación. A sus 83 años de edad, en lugar de hacerle una estatua han intentado arruinarlo y acabarlo. Pero no se deja. Allí está.

Durante mi estadía en el CNE nunca perdí oportunidad para consultarlo. Muchas gracias.

Hoy lo que le han hecho a Teodoro, lo repiten contra los medios que no se han dejado comprar. A El Nacional tratan de quebrarle las rodillas escamoteándole el papel y demandándolo junto con La Patilla.

Tengo profundas diferencias con las líneas editoriales y estilo de periodismo de La Patilla y El Nacional. Pero es su estilo, su derecho. Ojalá hubiesen cada vez más estilos y líneas editoriales diversas que enriquecieran la forma de ver las cosas y estimularan el pensamiento crítico. Todo lo contrario.  Por eso hay que agradecer a los accionistas, directivos, periodistas y trabajadores de esos medios indispensables su tesón y  compromiso para impedir que en Venezuela la única verdad sea la verdad oficial. Muchas Gracias, también.

 

@VicenteDz

El Nacional