humor archivos - Página 35 de 80 - Runrun

humor

¡Arriba cadenas! por Laureano Márquez

Cadenas

 

  En medio de la hecatombe, como para recordarnos que la única riqueza que tenemos es la cabeza de nuestras gentes, nuestra cultura, nuestros hombres de ideas y de bien, Rafael Cadenas recibe el Premio Internacional de poesía Federico García Lorca como reconocimiento a su trayectoria en la poesía española -«¡na’guará!», que dirían sus coterráneos-. Eso es titular de primera plana a cuatro columnas del periódico libre lleno de cosas buenas que algún día volveremos a ser, un oasis en este desierto, pan del cielo. Uno de los nuestros y todos nosotros con él, hemos sido reconocidos por la belleza en el uso de la lengua de Cervantes ( El jurado celebra el conjunto de la obra del autor por su “refinada sensibilidad para la experiencia poética”). Nosotros, los mismos que hemos convertido las palabras en plomo que asesina -y lo digo sin afán de metáfora-, también podemos decir:

«Que cada palabra lleve lo que dice.

Que sea como el temblor que la sostiene.

Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa

ni añadir brillos a lo que es.

Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.

Seamos reales.

Quiero exactitudes aterradoras.

Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras.

Me poseen tanto como yo a ellas.

Si no veo bien, dime tú, tú, que me conoces, mi mentira, señálame la impostura,

restriégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio.

Enloquezco por corresponderme.

Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.»

 

    No somos solo colas madrugadoras, muerte, desesperanza y empeño ciego en nuestra propia destrucción, también somos palabra que el mundo reconoce, literatura, belleza que ha de prevalecer cuando ya nadie recuerde por qué era que no se podía conseguir el  papel tulalé. Somos poco dados a celebrar nuestra civilidad. Nuestras estatuas son siempre de hombres con espadas, nunca con plumas o libros. El éxito que calibramos en barriles de petróleo, también puede medirse en poemas, en la palabra escrita y meditada. Para un país en el que nos hemos convertido todos en «restriegadores de estafas», este premio es una apelación a  honestidades que también nos distinguen: esta también es la tierra de Bello, de Gallegos, de Uslar y de Cadenas.

    Quizá la tarea de mas acuciante urgencia que los venezolanos tenemos por delante, es recuperar el amor propio, el sentido de orgullo de las múltiples cosas buenas que también somos. Reconocernos en lo que hemos construido no solo con concreto armado -nuestra habitual forma de medir el progreso-, sino también en en arte, la cultura, en las letras.

     El premio se decidió entre 43 candidatos de 18 nacionalidades distintas que fueron propuestos por 78 instituciones.  Es motivo de verdadero orgullo nacional que en el veredicto el jurado diga de un venezolano cosas  como esta: “la poesía en español en los últimos sesenta años no puede entenderse sin Cadenas y sin sus reflexiones”.  Cadenas con mayúsculas, edificando eternidades del lenguaje. Cuando tanto palabrerío vacío pase, cuando ya nadie alcance a recordar las sinrazones del insulto destemplado, sus poemas seguirán allí tan campantes, lucidos, inspiradores y hermosos.

    Gracias  Divina Pastora por este milagrito. Gracias Rafael Cadenas por darnos una fama diferente, que el mundo sepa que este país también tiene gente como usted, buscando «exactitudes aterradoras».

 

  @laureanomar

Laureano Márquez P. Oct 09, 2015 | Actualizado hace 9 años
Sin azúcar por Laureano Márquez

Azúcar3

Siempre que hablamos de nuestro gobierno todos los que le tenemos un poquito de animadversión, nos empeñamos en ver las cosas malas. Justificada es la crítica de  que no tenemos la generosidad de reconocer lo bueno. En el diario «El Nacional» aparece la siguiente información: «El constante incremento de los costos de operación frente al estancamiento del precio de la azúcar ha incidido en la producción del rubro en el país: en la zafra culminada en agosto pasado se produjeron 130.905 toneladas de azúcar menos que en 2014 y calculan que en 2016 la caída sea más alta». Una reconocida endocrinóloga dijo una vez que las dos cosas más dañinas que había inventado la humanidad eran el azúcar y la bomba atómica, en ese orden. Así que el deterioro de nuestra producción azucarera viene a transformarse en un gran beneficio para la población que será, gracias a esta circunstancia, mucho más saludable y menos propensa a la diabetes.

Según los que han estudiado la materia, la caña de azúcar, que es de de donde se extrae el producto, es originaria de Nueva Guinea con unos 5000 de antigüedad. Con los persas y los árabes se expandió hasta que llegó a nuestro continente. Se denomina azúcar, en el uso más extendido de la palabra, a la sacarosa, cuya fórmula química es C12H22O11. Ya por aquí, sin saber mucho de química uno sabe que hay algo que no anda bien. Una C de más o de menos poco importa, pero 22 H es como demasiado. Según los expertos la sacarosa  es un disacárido, que viene a ser como un descarado en términos moleculares. Ya la semana pasada nos referimos extensamente a esto de los descarados.

El azúcar refinado -que dicho sea de paso, esto de «refinamiento» suena de un escualidismo pelucónico inaceptable- según los investigadores no sólo no produce nutrientes, sino que literalmente le roba al organismo nutrientes que ya posee. Las reservas de tiamina, que es como una tía nuestra que vive recogida en el corazón y en el hígado se ven afectadas con el consumo excesivo de azúcar blanca, porque se requieren reservas extras para procesarla. Como decir que el corazón y el hígado fueran las bóvedas del Banco Central y hay que ir allí a buscar el oro guardado para que el organismo pueda seguir funcionando, al margen de los procesos productivos que realmente tendrían que proporcionarle riqueza.

Del azúcar se ha dicho una de las peores cosas que se puede decir de un producto: su consumo excesivo podría producir cáncer. El asunto es así: las células del organismo secretan un desecho llamado radicales libres (y esto amerita aclaratoria, no vaya a ser…). Explica la Dra. Silvia Jiménez: «Los radicales libres son moléculas inestables (perdieron un electrón) y altamente reactivas. Su misión es la de remover el electrón que les hace falta, de las moléculas que están a su alrededor para obtener su estabilidad. La molécula atacada (que ahora no tiene un electrón) se convierte entonces en un radical libre y de esta manera se inicia una reacción en cadena que dañará muchas células y puede ser indefinida si los antioxidantes no intervienen». De allí la importancia del 6 de diciembre, no podemos perder un solo electrón, porque entonces nos vendría un incremento del metabolismo. ¿No sé si queda claro? Como el azúcar reduce los minerales del cuerpo, los radicales libres se desatan, se reduce la disposición de oxígeno en las células y de allí podrían venir la aparición de efectos cancerígenos en las mismas. Por tal razón, cuide su célula de identidad, que es lo único que le permitirá oxigenar este agobio endocrino que silenciosamente destruye al organismo.

En definitiva, a donde queremos llegar con lo señalado es al hecho de que la reducción en la producción de azúcar es uno de los grandes logros sanitarios de los últimos tiempos. Cuando desaparezcan del todo el cerdo, las harinas blancas y las carnes rojas, además del país más feliz del planeta, seremos sin duda también el más saludable. No nos concentremos en lo malo, veamos también las cosas buenas que este tiempo nos trae.

@laureanomar

Del caradurismo y otros demonios por Laureano Márquez

mentiras

 

Es muy común en lengua española el llamar «caradura» a las personas  que -como dice el diccionario- actúan con «descaro y sin vergüenza».  Establecer una teoría general del caradurismo no es fácil. Lo primero que hay que decir es que está emparentado  con eso que se denomina «cinismo». Esta última palabra es la mutación en el significado del nombre de una escuela filosófica de la antigua Grecia, cuyo comportamiento era muy comprometido con la ética, cosa que no sucede en la acepción moderna de la palabra.  Un exponente de esta escuela  es Diógenes de Sínope y para dar idea de su actitud basta con recordar una anécdota: una vez le preguntaron por qué la gente daba limosna a los pobres, pero nunca a los filósofos, siendo que estos también llevaban una vida cargada de miserias, a lo que él respondió: «porque todo el mundo piensa que algún día puede llegar a ser pobre, pero nunca a ser filosofo». Los cínicos antiguos -a diferencia de los de hoy- eran emblema de sinceridad y honestidad de vida, mientras que los actuales son expresión de «desvergüenza en el mentir y de la práctica de acciones o doctrinas vituperables».

    Una de las grandes preguntas que uno se hace frente a los cínicos o caraduras, sea en la cotidianidad de la cercanía o en las alturas del poder  es si efectivamente  se creen todo lo que dicen o mienten con premeditación. No deja de ser curioso que uno llame  «descarado» a un caradura, puesto que descaro viene de no tener cara. ¿Y como no puede tener cara quien la tiene de piedra? Cosas del idioma.

    Veamos algunos ejemplos de malos gobernantes: Nerón, para irnos bien lejos. ¿Sabía Nerón que estaba destruyendo a Roma o pensaba realmente que todo lo que acontecía era parte de una guerra religiosa desatada por los primitivos cristianos? Lo que llamamos ideología en el fondo es convertir nuestra particular visión del mundo en doctrina universal.  Marx no mentía, creía que su análisis de la sociedad era como el de Fleming de las bacterias, algo absolutamente científico y objetivo. Parece que muchos gobernantes tienen que perseverar ciegamente en la defensa de su discurso aunque este acabe con su patria. Naturalmente, en este caso los adulantes o como llamamos nosotros » jalabolas», cumplen un papel fundamental en hacerle creer al líder que nunca se equivoca. Stalin, para venirnos mas cerca, cambiaba la historia a capricho. Trotsky, uno de los grandes líderes de la revolución de octubre, termino siendo un traidor porque así lo decreto «el padrecito» y hasta se dispuso que desapareciera de las fotos en las que había figurado y que su vida fuese reinveintada con hechos en los que no tuvo nada que ver. Por algo Orwell tiene a la URSS como fuente de inspiración de sus novelas.

   El caradura puede ejercer su desverguenza conscientemente. En este caso también necesita un ingrediente moral: un fin superior. Hitler culpó a otros del incendio del Reichstag, pero lo hizo por la «superioridad» de su «raza», que para él era lo esencial.

Como se habla tanto de fascismo en estos tiempos es bueno recordar los 11 principios de Goebbels, el propagandista del fascismo:

1) Establecer un único enemigo.

2) Reunir diversos adversarios en una sola categoría.

3) Culpar al adversario de los propios errores.

4) Hacer de cualquier cosa intrascendente una amenaza grave.

5) Asumir que  las masas no son inteligentes y pueden ser manipuladas con engaños hábiles y que creerán cualquier cosa que se les asegure con determinación.

6) Entender que la propaganda debe ser simple, de pocas ideas, fácil de captar para el alma primitiva a la que le resulta mejor verlo todo en blanco y negro.

7) Crear elementos de distracción permanente, para decirlo en criollo, trapos rojos de forma que la gente tenga la mente ocupada en ellos y no sé de cuenta de la miseria que padece.

8) Armar falsedades a partir de la union de muchas medias verdades.

9) Acallar la expresión de todo aquello de lo que no se tenga respuesta coherente y creíble.

10) Fomentar odio a partir de criterios primitivos. Por ejemplo: enemigos fronterizos, xenofobia, etc.

11) Crear sensación de unanimidad, de que el que piensa como el poderoso, piensa como piensa todo el mundo.

    Si últimamente algo de lo descrito le suena familiar, seguramente es que algún cínico caradura se ha atravesado en su camino. Se reconocen fácilmente porque al escucharlos uno siente la sensación de que haber perdido la razón y por otra cosa: huelen a azufre.

 

@laureanomar 

 

Mambrú se fue a la guerra por Laureano Márquez

Guerra

 

    Esta canción que de niños cantábamos, es la versión española de una canción de cuna de origen francés muy popular en los tiempos de Luis XVI, el que vino después de aquel que llamaban «el bien amado»,  quien a su vez sucedió a otro que dijo «después de mi el diluvio». Al pobre le tocó llevar sobre sus hombros el peso del fracaso de su padre. Fue compuesta después de la  guerra de Malplaquet en la que Gran Bretaña y Francia se enfrentaron. Esta dedicada a un Churchill, pero no Winston, sino uno más antiguo, John Churchill,  duque de Marlborough (de allí Mambrú. Ya se sabe que los españoles son malos con los idiomas). En su letra se habla de conflictos bélicos. Seguramente, por los tiempos que corren -en los que varios frentes de batalla se abren simultáneamente- volverá a ser muy popular. Al fin y al cabo qué se puede esperar de quien duerme a los inocentes con canciones que incitan a la guerra.

    Las batallas muestran nuestro lado menos civilizado, pero también para muchos, son el motor de la historia. Ha habido muchas y de diverso tipo. En la antigüedad tenemos por ejemplo las llamadas «guerras médicas» que no fueron las que libraron Hipócrates y Galeno por conseguir mejores condiciones laborales para los doctores griegos, sino la guerra entre los persas y las ciudades estado griegas. Una de las más famosas fue la «batalla de Termópilas» en la que el general espartano Leónidas con 300 valientes frenó el avance del ejército de Jerjes que según algunos estaba cercano al millón de hombres. Cuenta la leyenda que Jerjes dijo «las flechas de nuestros soldados son tantas que oscurecerán el sol»,  a lo que Leónidas respondió: «mejor, así pelearemos a la sombra». Los persas gritaron: «entregad vuestras armas» y los griegos respondieron: «venid a buscarlas». El rey espartano era gente seria, resistió hasta el final.   Una inscripción del poeta Simónides de Ceos, aún hoy recuerda el hecho: «Ὦ ξεῖν’, ἀγγέλλειν Λακεδαιμονίοις ὅτι τῇδε κείμεθα, τοῖς κείνων ῥήμασι πειθόμενοι», para aquellos que no manejan el griego antiguo de corrido, la traducción es: «Oh, extranjero, informa a Esparta que aquí yacemos todavía obedientes a sus leyes», como nosotros, pues.

    Los romanos libraron contra Cartago, la potencia del lado africano del Mediterráneo las llamadas guerras púnicas. El cartaginés Aníbal cruzó el Mediterráneo -que todavía no era «madre nostrum»- con un ejército de 50.000 hombres, 9.000 caballos y 37 elefantes. Estos últimos eran los tanques de guerra de la época. Demás está decir que ganaron los romanos al final  y por eso este escrito está en lengua romance y griego y no en fenicio. Muchos años después Julio César cruzó el Rubicón, como decir el Esequibo de la época. Luego los bárbaros conquistaron Roma y los cruzados Jerusalén, los turcos Constantinopla y todo el mundo a Polonia. Guerras las ha habido siempre, así que no hay nada nuevo bajo el sol. Las ha habido también absurdas, en 1883, Lijar, un pueblo de España de 600 habitantes le declaró la guerra a Francia. También la llamada «guerra del cerdo» entre británicos y estadounidenses, que  duró cuatro meses y comenzó cuando un miembro de la infantería inglesa le deparó a un cochino que estaba en territorio de Estados Unidos. La única baja fue el cerdo, no hay reportes de si fue ingerido o sepultado con honores.

  Quizá la noticia bélica más absurda es cuando florentinos y genoveses en 1425 decidieron poner fin al conflicto que tenían con una curiosa competencia. Decidieron que ganaría el ejército portador del soldado con el armamento de mayor longitud. El final de la batalla parecía inminente, sin derramamiento de sangre, hasta que a un florentino se le ocurrió proclamar ganador a los genoveses con este argumento: “su miembro viril posee tal longitud que llega a cubrir enormes distancias. ¿Cómo se explica si no que, cuando pasan años a cientos de millas de su hogar, encuentren a su retorno que son padres de varias criaturas?” Demás está decir que los genoveses reanudaron el conflicto.

   Traigo a colación estos ejemplos por si nos sirven de algo ya que «Mambrú se fue a la guerra, qué dolor qué dolor qué pena».

 

 

@laureanomar

Carta al Monedero por Laureano Márquez

Monedero3

 

Es una gran tragedia para Monedero haber sido asesor de un gobierno al que le entraron más de un millón de millones de dólares, porque en su caso el apellido toma una literalidad impresionante y casi todos atribuyen sus opiniones políticas al monedero recibido de Venezuela en años pasados. Leo que Monedero acusa a López de instigar la violencia callejera por las manifestaciones de febrero pasado. El tema de la pertinencia o no de «la salida» puede ser discutible. Sin embargo, lo que sí no acepta discusión es que todos los ciudadanos tienen derecho a solicitar la renuncia de sus gobernantes democráticamente electos si así lo estiman conveniente, porque que se sepa, el absolutismo es cosa de otro tiempo, como el derecho divino de los reyes. Acusar a quien manifiesta públicamente su disidencia de la violencia desatada por el gobierno en contra de los manifestantes, equivale a acusar a una dama de la violación de que fue objeto por las características de su vestimenta.

El señor Monedero muestra claramente varias imprecisiones:

* Aquí nadie salió a la calle a desconocer el resultado electoral. Por el contrario, el prestigio de Capriles se ha visto comprometido por las críticas de quienes le pedían propiciar una marcha de desconocimiento que habría terminado en catástrofe, porque si de algo ha dado muestras el gobierno es que a la hora de reprimir manifestaciones los Derechos Humanos y la vida valen poco. Seguramente Monedero no vio las imágenes de una guardia nacional golpeando a una ciudadana indefensa ni de estudiantes asesinados por cuerpos policiales, ni supo de las torturas, ni de grupos armados, ni de una juez vejada vilmente, ni de medios cerrados. Para Monedero estamos frente a una bella experiencia democrática amenazada por la derecha fascista. Así la historia es mucho más fácil de entender, porque él queda del lado de los buenos.

* Monedero habla del golpe del 2002 y presenta solo una versión del «carmonazo». Allí pasaron muchas otras cosas: la mayor marcha de la historia del país fue reprimida con violencia que está grabada y registrada y sus protagonistas condecorados. La verdad de esos días no fue solo una reacción de la derecha golpista, pasaron otras cosas que para el monedero no cuentan.

* Él habla de «una persona que desprecia las leyes» para referirse a Leopoldo López, un hombre que está inhabilitado por sus opiniones políticas, que no ha tenido un juicio justo, que está incomunicado. Monedero, el mismo que asesoró a un presidente que tomó posesión diciendo «juro sobre esta moribunda Constitución».

* Monedero compara a la oposición venezolana con el terrorismo de ETA. Monedero no ha visto llegar motorizados armados a las marchas opositoras, ni sabe de la señora que murió en Altamira por protestar. Monedero no ve la película, se queda en los tráilers, que están muy bien montados para vender una historia taquillera. Monedero no sabe que ya nadie se atreve a manifestar en Venezuela, no porque este gobierno sea fabuloso, sino porque tenemos miedo. Miedo de que nos asesinen por decir lo que pensamos, miedo de salir a unas calles donde los cuerpos policiales son nuestra principal amenaza, donde las fábricas de balas son las únicas que no han quebrado, donde lo único que le funciona al gobierno son las bombas lacrimógenas, porque parece que en las compras de artefactos de represión nadie se coge los reales.

 

Monedero vino a nuestro país, vio la Venezuela que quiso ver. Eso, uno que simpatizó con la revolución cubana, puede entenderlo. Yo fui a ver la Cuba que me convenía ver, la que me reafirmaba mis ideas. Me parecía que Cuba culturalmente estaba muy bien porque se publicaban muchos libros baratos y el hecho de que los de Cabrera Infante no tuviesen cabida era un detalle intrascendente. Y yo discutía: «¿por qué necesita Cuba elecciones libres, si llego a la verdadera democracia de la mano de un hombre inspirado como Fidel? … es más Cuba es la única verdadera democracia del continente», pensaba yo. Y resulta que el Fidel al que tanto respetaba y el detestado Pinochet son lo mismo, dos caras de la misma moneda, con diferente estrategia de mercadeo, propiciada por gente como usted, porque resulta que la Venezuela de sus asesorías ya no tiene democracia, ni instituciones, ni jueces justos que no salgan en sonrientes fotografías con los funcionarios de los que reciben ordenes.

Monedero debe saber que ha contribuido -sabrá su consciencia en qué medida- a destruir la libertad que hemos perdido. Es de suponer que no es solo su apellido lo que le mueve, pero las palabras tienen fuerza y y al final se transforman -tristemente- en sangre inocente derramada y personas encerradas en la cárcel por pensar diferente.

Pido a Dios que los españoles reaccionen a tiempo y no tomen el atajo de la anti política que usted propicia allá, como propició aquí. Porque a la gente pobre de esta tierra, que ya no puede ni protestar, que no tiene garantía de elecciones honestas y transparentes, ya no le alcanza el monedero ni para comprar un kilo de carne.

 

@laureanomar 

Laureano Márquez P. Sep 10, 2015 | Actualizado hace 9 años
¡Me lanzo! por Laureano Márquez

Sillapresidencial

 

No me queda otra opción, visto lo que acaba de acontecer en Guatemala, donde un colega del humor está a punto de ser presidente de la República.  Debo decir, como dice todo político que se respete: «La verdad, no quería hacerlo; no estaba entre mis proyectos vitales la ambición de poder; de hecho, no tengo otra ambición que la felicidad de la patria, pero si ella exige de mí este sacrificio, no me queda otra que asumir el reto» (aplausos prolongados). 

Yo no solo he estudiado Teología, como Jimmy Morales (el de Guatemala), en mi caso en ITER (Facultad de Teología de la UCAB), sino que además soy licenciado en Ciencias Políticas de la noble y digna UCV, con posgrado en el Instituto Venezolano de Planificación, del que salí con una especialización en Planificación y Gestión Gubernamental. Así es que si alguien reúne en Venezuela las condiciones de cómico y estadista —y me van a disculpar mis amigos y contendores Luis Chataing y Benjamín Rausseo—  ese soy yo.

Hay una circunstancia personal que nunca he revelado y que coloca sobre mis hombros gran parte de la responsabilidad por la tragedia que el país vive y hace que pese sobre mi conciencia una carga de culpa que me siento obligado a resarcir con este lanzamiento. El hecho es el siguiente: quienes me conocen bien saben que nunca fue mi intención ser cómico, que la vida me trajo por estos derroteros y que siempre quise ser una persona circunspecta. En el año 1986, cuando me gradué, traté de buscar trabajo seriamente; fui incluso a la DIM (Dirección de Inteligencia Militar) —¿díganme si puede haber algo más serio que la inteligencia militar?—, donde un oficial vio mi currículo y me preguntó si yo alguna vez había sido militante de izquierda. Confesé que en bachillerato había sido presidente de un centro de estudiantes que resultó de una coalición entre el PRV de Douglas Bravo, del que yo era simpatizante, AD y Copei (mis excompañeros de la época pueden dar fe de ello, porque la noticia fue tan rara que hasta salió en El Siglo de Maracay). El oficial guardó mis papeles y, gracias a Dios, nunca me llamó. Desesperado, fui al Metro —no a intentar suicidarme, sino a buscar trabajo— pues había visto un aviso en el que solicitaban candidatos para el cargo de chofer de metrobús. Presenté mis papeles y me llamaron para la fase de entrenamiento. En el ínterin, mi profesor Andrés Stambouli me gestionó una beca para cursar estudios de planificación, lo que además de permitirme formarme en mi área, me salvaba la vida por un año entero. Fui a la C.A. Metro de Caracas a notificar —responsablemente— que no acudiría al entrenamiento. Vi una larga lista de nombres en la que tacharon mi apellido y llamaron al que estaba antes por la M. Sé que ese día, sin saberlo, cambié el destino de Venezuela. Pido perdón al país y lanzo mi candidatura para resarcir mi error.

La lista de ideas y proyectos que pienso impulsar es larga:

– Quiero institucionalizar el cambio de nombre del país. En cada mandato cada gobernante adjetivará a Venezuela con su proyecto particular. El mío será «República Bachaquera de Venezuela». El bachaqueo será oficial, de modo que las ganancias vayan a las arcas del Estado. Habrá mercados con regulación, colas y escasez y otros donde se consiga de todo al precio que es; como en Cuba, pues.

– Todos los negocios ilegales, como el contrabando de combustible, pasarán a manos del Gobierno, dejando al sector privado solo el terreno de la legalidad. Si la venta de gasolina en Colombia es tan buen negocio, ¿por qué no expropiarlo? Los oficiales no recibirán sobornos, sino una comisión por gandola vendida del otro lado.

– En materia económica propiciaré el capitalismo más salvaje del que se haya tenido noticia, con sueldos de hambre, sin derecho a sindicatos ni huelgas. Es decir, lo mismo que hace el gobierno actual, pero en manos del sector privado y con la diferencia de que habrá que trabajar y los trabajadores recibirán comisiones de productividad con el lema «a cada cual según sus capacidades».

– En el terreno de la seguridad, pondré al frente de Cavim al mismo que maneja la industria cementera, para que nadie pueda conseguir nunca más ni una sola bala o que sean tan costosas que un malandro se la piense bien antes de asesinar a alguien.

– Mi gran revolución será cultural. Los policías serán maestros que  podrán detener a cualquier ciudadano para interrogarlo sobre historia de Venezuela o cultura general, y podrán poner multas por ignorancia. Quiero una nación de gente inteligente cuya conciencia y cuyo voto no valgan un kilo de harina.

En fin, las ideas son muchas y no caben todas aquí: las viviendas de interés social habrá que pagarlas; el deporte será obligatorio y el servicio militar, voluntario; los militares serán civiles uniformados con el único armamento de su ejemplo de virtud; los médicos prescribirán libros junto con las medicinas; mis cadenas serán monólogos de humor; los ministros tendrán que ser suma cum laude por ley (el presidente no), así como administradores de probada eficiencia; los corruptos serán recluidos en conventos con los votos (de pobreza y castidad).

Sobre estas premisas genéricamente enunciadas se conducirá mi gestión. El eslogan de mi campaña será «El joropo llegó y no hay alpargatas». Solo hay un pequeñito detalle que no les había comentado sobre mi candidatura presidencial: no nací en Venezuela.  Vine al país a los siete años. Solo espero de las instituciones electorales que, sobre este punto, tampoco conmigo haya inconveniente.

@laureanomar

La verdadera historia por Laureano Márquez

paramilitares

A Uribe, en su delirio de grandeza egocéntrica, se le ha metido en la cabeza rescatar la Gran Colombia y quiere ser su primer presidente. A objeto de lograr tal fin se ha confabulado con la oligarquía criolla, pelucona toda ella, para propiciar una invasión de los Estados Unidos a través de Guyana. Realmente las supuestas exploraciones de la compañía petrolera gringa no son tales, sino plataformas de lanzamiento de ojivas nucleares. Para ello lo primero que ha hecho Uribe, con total apoyo de Santos —que simula un odio que no le tiene en verdad— es sembrar de paramilitares la frontera. Estos paramilitares se disfrazan de gente humilde para que, al ser expulsados como le corresponde a todo delincuente, generen en la comunidad internacional y en los organismos de defensa de los derechos humanos, cuyo juicio tanto nos importa, la sensación de que en este país se maltrata y se veja a la gente pobre y se hacen expulsiones masivas contrariando todas las convenciones internacionales sobre la materia. Los susodichos están tratando de llevarse todos los productos venezolanos a Colombia, primero para quebrar su propia industria, de la que ellos mismos son dueños, pero eso lo hacen para disimular, para despistar; es una coartada, como la coartada del Guayabo, para que no crean que son ellos. ¿Qué ganan con todo esto? Que el pueblo venezolano sienta —gracias a la campaña que hacen la oposición, la MUD y Capriles, todos ellos financiados por Uribe, Pastrana y Donald Trump, que también está metido en la vaina porque quiere apoderarse de nuestro petróleo para financiar la construcción de su piazo de muro de 3000 kilómetros— que todo eso está sucediendo por una supuesta ineficiencia de nuestra administración. ¿Por qué lo hacen en este momento? Porque se acercan unas elecciones parlamentarias en Venezuela que el gobierno tiene ganadas de calle con el respaldo de más del 90% de la población, que está clarísima, además, de todo lo que se está moviendo detrás de una agresión internacional en contra de nuestro país.

Mientras esto sucede de este lado del planeta, otra confabulación se pone en marcha por si fracasa la anterior. Rajoy, desde España, con la complicidad de Felipe González, intenta la restitución de la monarquía de Fernando VII en Venezuela. En este caso sería con Felipe (no González, sino de Borbón y Grecia (no el país, que es nuestro aliado, sino el apellido materno), el hermano de Camilo Sesto, cantante español que es, de paso, bastante amigo de Bertín Osborne, que lo que anda buscando es el monopolio del aceite de oliva extra virgen en Venezuela (ignorante, de paso, de que por estos lares nada extra virgen se está consiguiendo). La renuncia de Juan Carlos no es ninguna casualidad. Todo forma parte de un plan cuidadosamente orquestado. Lo de la cacería de elefantes en África fue planificado para destruir su propia imagen y potenciar la de su joven hijo. En esto estuvo involucrado un conocido periodista de runrunes y un cómico venezolano (español de origen y agente encubierto de la Guardia Civil) que se fueron juntos a África a organizar la matanza elefantina. ¿Por qué la oligarquía española de Osborne quería sacar a Juan Carlos? Muy sencillo: se sabe que Felipe, por tener nombre de brandy, tendría mucha mayor penetración en el alma nacional a la hora de la constitución de una eventual monarquía de derecha en Venezuela. Pablo Iglesias, contrariamente a lo que piensan los españoles, no vino a entrenar a los cuadros del gobierno venezolano. Es exactamente al revés: vino a recibir entrenamiento y es nuestro agente allá para contrarrestar esta ofensiva de la que nuestros servicios de inteligencia tenían conocimiento desde hace muchos años. Por ello el ensañamiento de la oligarquía española en contra de Podemos.

Afortunadamente nuestros eficientes cuerpos de seguridad descubrieron a tiempo el plan del eje Bogotá-Madrid. La revolución se ha salvado nuevamente y otra elección está a punto de ganarse por mayoría absolutista.

 

@laureanomar