¡Soy Robin Williams! por Carlos Dorado - Runrun
Luisana Solano Ago 31, 2014 | Actualizado hace 10 años
¡Soy Robin Williams! por Carlos Dorado

RobinWilliams

 

Hace unos quince años, estando yo en Tailandia, observé con cierta preocupación cómo un grupo turístico de unos veinte japoneses comenzó a mirarme y saludarme con el gesto típico de inclinación que suelen hacer ellos. Me resultó muy curioso. ¿Por qué les llamo la atención? Hasta que uno expresó: ¡Robin William!, y todos comenzaron a decir: ¡Picture, picture! Traté de explicarles en Inglés que yo no era Robin Williams, que quizás tenía cierto parecido; pero que no era. Fueron inútiles mis esfuerzos, y la palabra “picture” era repetida por todos, hasta que uno se puso a mi lado y otro comenzó a disparar su cámara. Fue algo imparable, y uno a uno se fueron tomando la foto conmigo, y quizás me tengan en sus casas, con un gran orgullo, creyendo que conocieron a Robin William.

Después me sucedió algo parecido en un vuelo regresando de El Cairo, y en otras muchas ocasiones me topé con alguien, que creía que yo era Robin William. En algunos casos, cuando me preguntaban: ¿es Ud. Robin William? Les solía responder: “No, Brad Pitt”. Por supuesto, que si tuviese que elegir un parecido, no sería el de Robin Williams, quien no creo que se haya destacado por su belleza; pero sin lugar a dudas que fue una persona de un grandísimo  talento, y quizás uno de los mejores comediantes que ha conocido el mundo. No sé si fue por el parecido, pero fui un gran admirador y fanático de sus películas.

Mis hijos, que han vivido conmigo algunas de esas anécdotas, quedaron impactados cuando leyeron que Robin Williams se había suicidado, y quizás por el hecho de que hacía reír y feliz a mucha gente, nunca se pensaría que fuese el triste payaso del circo: quien logra hacer feliz a todo el mundo, menos a sí mismo. Hablando con ellos sobre este triste acontecimiento, me repitieron la frase que siempre les recuerdo: “¿Cuál es el objetivo de la vida? Ser Felices, y el fin justifica los medios, siempre y cuando los mismos sean legales y correctos”

¿Cómo es posible que un hombre exitoso, famoso, y millonario haya tomado una decisión tan grave? La riqueza y la fama puede hacer que una persona sea más afortunada que otra; pero no pueden hacerla más feliz, ya que la felicidad no debe depender de la buena o mala fortuna. La felicidad está construida al igual que los grandes rascacielos de pequeños detalles (perdón ladrillos), bien puestos uno sobre otro, y la verdadera felicidad está en lo sencillo, por eso casi todo el mundo puede ser feliz sin necesidad de ser rico y famoso; ya que la felicidad extraordinaria generalmente se alimenta de cosas ordinarias, y sería suficiente con cuidar más y mejor lo que más valoramos. ¿Qué es lo que más valoramos? ¡A lo mejor ahí está el error!

Para ser felices es importante conocernos, saber quiénes somos, qué tenemos y qué queremos, sin engañarnos y luchando por aquello que podemos mejorar y no deseando aquello que sabemos que no podemos lograr. Todo tiene solución, menos la muerte; y quizás hay cosas que tardan, y otras ni el tiempo logra solucionar; pero al menos las hace olvidar.

Lo más extraordinario que le ocurre a un ser humano, es cuando abre los ojos cada mañana y percibe que la vida sigue, ¿por qué algunos insisten en continuar con sus ojos cerrados, y otros peor aún; los cierran para siempre? Quizás porque el ser feliz es un deber que descuidamos mucho.

Mi madre solía decirme: “Carlos, sólo es feliz, quien sabe que no merece tanto. Sólo es infeliz quien cree que merece más. Nunca esperes nada, y serás feliz con todo lo que te da la vida”

 

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