Thaelman Urgelles, autor en Runrun

ACTO I

 

Cuando todo estaba perdido y los militares se disponían a entrar al Palacio de la Moneda; cuando quienes resistieron unas horas comenzaban a rendirse, Patricio de la Guardia ordenó a sus subalternos: “vamos a evacuar, según el plan trazado, espérenme que voy a acompañar al presidente». Los hombres se reunieron en el lugar convenido para iniciar el escape de aquella batalla desigual y al cabo de un rato regresó De la Guardia: “El presidente está muerto, luchó como un valiente, vámonos …»

Este es el relato que dieron a sus colegas, los guardaespaldas cubanos del “Compañero Presidente» Salvador Allende, destacados allí por Fidel Castro y aceptados gustosamente por el presidente chileno. Todo veraz, aunque no incluía la escena correspondiente al encuentro entre Patricio de la Guardia y un desesperado Allende, quien según testigos se comportó muy valiente pero al ver todo perdido clamaba a esa hora por una tregua de cinco minutos, según algunos “para negociar la rendición”.

De la escena INT. DESPACHO PRESIDENCIAL – DIA dieron cuenta años después dos agentes cubanos que desertaron en Europa: Dariel Alarcón Ramírez (a) “Benigno» y Juan Vives, quienes se lo contaron al periodista francés Alain Ammar para el libro Cuba Nostra, Los Secretos de Estado de Fidel Castro. El propio De la Guardia se los habría narrado a ellos, a su regreso a La Habana luego de su bien planeado escape del Palacio Presidencial de Santiago de Chile.

Estos serían los hechos: Patricio De la Guardia entró al despacho de Allende, quien muy angustiado ordenaba solicitar la tregua para negociar la rendición, entonces él lo tomó por los hombros, lo hizo sentar en un sofá y le espetó: “Los presidentes revolucionarios no se rinden» y seguidamente le arrojó una ráfaga de su ametralladora. Luego colocó en manos del cadáver el fusil personal que le había obsequiado Fidel Castro, el mismo con el que aparece Allende en otras fotos del mismo día.

Las instrucciones del alevoso magnicidio le fueron dadas telefónicamente al militar por el propio Castro, en términos tales como: “Patricio, no podemos permitir que Allende se rinda o asile en una embajada, el presidente tiene que morir como un héroe… la revolución chilena necesita un final heroico”. En la lógica tanática de Fidel Castro, y en su arrogancia triunfalista que no admite fisuras en la infalibilidad comunista, un proceso político a cuya polarización él apostó tanto no debería tener el infeliz desenlace de una rendición.

Recordemos cómo el dictador cubano –a través de sus secuaces chilenos, de sus propios agentes infiltrados y de su presencia agitadora personal durante 23 días, insólita duración para una visita de Estado-trabajó activamente para profundizar el conflicto chileno y hacer imposible todo curso pacífico como el propuesto inicialmente por Allende y la mayoría de los partidos que lo apoyaban.

Castro no podía permitir que el proyecto socialista chileno naufragara en su propio fracaso. Una premisa de todos los totalitarismos –Hitler y Mussolini incluidos- es la negación a toda salida pacífica, y mucho menos electoral, de su poder. Porque una salida de ese tipo evidencia que la supuesta “revolución popular”, encabezada por el proletariado y apoyada por las “mayorías depauperadas”, ha sufrido el abandono por parte del pueblo debido a su imposibilidad esencial para cumplir con las promesas de redención que las llevaron al poder. En tal sentido, la revolución no fracasa, ella sólo finaliza como producto de la acción demoníaca del opresor imperialista y sus lacayos.

 

ACTO II

 

Cuando en julio de 2011 comienzan a aparecer los primeros síntomas de una dolencia física en el cuerpo del presidente Hugo Chávez, era automático que el primero en saberlo sería Fidel Castro, tal era el grado de control que ya había instalado ese maligno político sobre todos los aspectos del poder en Venezuela. Los médicos, guardaespaldas, asesores de mayor confianza y hasta ciertas amantes del líder respondían directamente al régimen cubano. Chávez fue examinado en Cuba a fines de ese verano y Castro conoció el diagnóstico primero que él: su gravedad, posibilidades de recuperación, posibles tratamientos, etc.

Así que Castro tuvo la oportunidad de evaluar opciones y escenarios, antes que el propio dueño del cuerpo en peligro. Pronto concluyó que estaba ante un dilema: o salvar la vida de Chávez o salvar el proceso revolucionario venezolano, que desde hacía 12 años fungía de única tabla de salvación para una isla hundida en la peor de las miserias por obra del siempre ruinoso socialismo más la corrupción e incompetencia de él y su corte. El dilema estaba fundado en la proximidad de las elecciones presidenciales de Venezuela, previstas para diciembre de 2012; de modo que, para someter  a Chávez a los tratamientos requeridos que efectivamente curasen, o al menos detuviesen por unos cuantos años el cáncer que crecía dentro de él, tendría que retirarse de la presidencia y de la política activa por al menos 18 meses. Y esos plazos no cuadraban con la participación de Chávez como candidato presidencial ante una oposición que se veía crecer unificada, mientras que en el campo chavista no existía una figura de reemplazo que, en tan poco tiempo, pudiera garantizar una victoria electoral.

Con la capacidad de seducción y manipulación que lo hizo famoso, Castro entró en acción. Y con el apoyo del cuerpo médico cubano, y hasta de santeros y paleros en los que Chávez tanto confiaba, logró convencerlo de que su mal no tenía remedio, que a él le correspondía librar su última batalla, perder la vida y ganar la eternidad, como el líder revolucionario que dio su vida por la felicidad de su pueblo. Sólo habría que adelantar las elecciones un par de meses, para garantizar que él llegara con fuerza hasta ese momento.

Chávez aceptó su destino y su misión; y vaya que la cumplió con creces, hay que reconocerlo. Baste no más recordar el acto de cierre de campaña, en octubre de 2012, cuando habló un buen rato con su energía habitual y bajo un aguacero, hasta caer desmayado en el vehículo donde prácticamente lo arrojaron luego de recorrer un buen tramo de la multitud. La historia siguiente la conocemos: Chávez ganó la elección de 2012 –la ganó, dejémonos de pendejadas- y le salvó la mesada a Fidel Castro por seis años más.

 

ACTO III

 

Los acontecimientos recientes permiten ahorrarnos el recuento y caer en el neto presente, sin mayores descripciones: la dictadura de Maduro se encuentra en una posición insostenible, todo el mundo sabe que el régimen no podrá librarse de este nuevo desafío y que es cuestión de días, a lo más semanas, para que sea echado del poder por el pueblo venezolano, su dirección política y una poderosa coalición internacional a la que estaremos históricamente agradecidos. Ante una situación que no admite dudas, las voces más sensatas del mundo le piden a Maduro que negocie ya su salida; existen diferencias sobre el tono, la forma y las condiciones de esa salida, pero no queda nadie que le pida mantenerse.

Salvo Cuba y su decreciente corte de gobiernos satélites y un puñado de mohicanos individuales. Para ellos resulta indispensable que la salida de Maduro y su pandilla ocurra por una vía violenta, lo más parecida que se pueda a una invasión imperialista con víctimas civiles, mejor si se presentan algunos bombardeos y toda la escenografía victimizada para la ocasión. Si eso ocurriese, no importan las condiciones en que sea provocado, quedaría salvado el tesoro más preciado de esta gentuza: El Relato, la posibilidad de mantener viva la salvaje mentira de que “el socialismo es la mejor vía para la felicidad de los pueblos”. Un sueño milenario que, cuando está a punto de fructificar es truncado por los malvados burgueses e imperialistas.

Hasta ahora la premisa de resistir como Numancia les ha funcionado. Aunque todo el mundo sensato sabe que el ensayo de un “socialismo electoral y pacífico” en Chile fracasó miserablemente, un sector del mundo -minoritario pero muy eficaz y ruidoso para la propaganda- mantiene la tesis del pueblo marchando unido hacia su felicidad, arrebatada por la diabólica «derecha», representada por «la burguesía aliada con el Imperio».

 

EPÍLOGO

 

Lo dicho, sumado a todo lo que hemos visto desde 1999 y particularmente en estos días, me lleva a pensar que Maduro y su corte más íntima resistirán hasta lo indecible, incluso poniendo su vida en ello. No tengo dudas de que Raúl Castro le ha pedido eso a Maduro y que ha ordenado las medidas para que un final como ese se produzca, aun cuando Maduro se eche para atrás a última hora.

Corresponde a nuestro pueblo, a su dirección política y a los gobiernos de la coalición aliada, hacer los mayores esfuerzos para que el designio del comunismo internacional no se produzca de nuevo en Venezuela. No regalarles fácilmente el relato. Tales esfuerzos se han hecho y se siguen haciendo, hay que reconocerlo.

Por supuesto, tampoco podemos regalarles por ello un tiempo más en el poder. Si el afán castro-chavista de que esto termine de un modo violento se hace muy difícil de sortear, y si por ello resulta muy costoso sacarlos por medios pacíficos, no dudo en aprobar que los complazcamos en su obsesión.

Que salgan entonces con las patas por delante.

 

@TUrgelles

No seas cómplice de los ardides bellacos por Thaelman Urgelles

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Está circulando profusamente un video en la red, en el que un «típico joven de clase media», prototipo bien montado de un opositor, hace indignadas preguntas sobre otro video que tiene montado en un monitor detrás de el.

El fulano video del monitor es una cuña donde Jorge Rodríguez «enseña» a votar, con tan pérfida intención que en fulana instrucción «queda demostrado» que las máquinas captahuellas no impiden que una persona suplante a otra en el ejercicio del voto.

Con base en ese video, el indignado «joven opositor» hace unas preguntas a un genérico interlocutor que el espectador del video termina concluyendo que se las formula a la oposición y en particular a sus dirigentes. O sea, el típico lloriqueo que algunos repiten por ahí: «para qué votar si eso es un fraude… etc… etc…» Y por supuesto los culpables de ese fraude no son los que lo cometen sino los que supuestamente lo toleran por ir a elecciones en tales condiciones.

Denuncio enérgicamente esa nueva bellaquería para hacer caer nuevamente a incautos opositores en las leyendas urbanas montadas por los laboratorios del régimen. Y denuncio a quienes, llamándose opositores, difunden esos mensajes con el supuesto interés de «denunciar el fraude».

Sobre el videito de marras sólo les diré: ¿no estábamos nosotros pidiendo la eliminación de las captahuellas? Entonces, si queremos que se las elimine, ¿que nos debe importar si ellas no sirven para un carajo…? ¿Ahora vamos a pedir que funcionen bien unas máquinas cuya eliminación estamos pidiendo? Por mí que las fulanas captahuellas se dañen o funcionen, que se apaguen o que las vendan, me importa un carrizo!

En mi opinión, los problemas de nosotros se reducen a esta breve lista:

  1. Completar de una vez las benditas planchas unitarias. El acuerdo perfecto.
  2. Alcanzar el acuerdo de la Tarjeta Única, para lo cual la ciudadanía debe presionar al partido Voluntad Popular, que a esta hora es el único que se niega a adoptar esa fórmula tan importante para garantizar una amplia victoria.
  3. Desarrollar una campaña electoral eficaz y unitaria para llevar el mayor número de electores a votar por nuestros candidatos.
  4. Cubrir el 100% de las mesas electorales con testigos confiables, valientes e incorruptibles (algo que no se ha logrado jamás en estos 16 años), para evitar que los bellacos del PSUV efectúen la mayor trampa de todas las que hacen, consistente en meter votos en la máquina al final de la tarde, en los lugares de  quienes no se presentaron a votar en las mesas electorales donde no hay testigos de la oposición que lo impidan.

Y por supuesto, el más desgastante esfuerzo de todos: andar desmintiendo los ardides que elaboran los bellacos del régimen, apoyados en la entusiasta difusión que les brindan supuestos «opositores indignados».

Si tanto les preocupa el fraude, métanse a testigos. Y vayan a cumplir en los centros más rudos: en barrios arrechos de las ciudades, o en apartados pueblos y caseríos de la provincia, donde los colectivos amenazan a los testigos para que se vayan a las 4 de la tarde para hacer sus pillerías en las máquinas.

Por cierto, la inutilidad de las captahuellas ya la sabíamos. Si no, ¿cómo habrían hecho los bellacos para meter miles de votos en lugar de los abstencionistas, en aquellos centros donde no tenemos testigos a las 4 pm?  #NMJ

@TUrgelles

May 31, 2015 | Actualizado hace 9 años
Sobre una polémica movilización por  Thaelman Urgelles

Marcha#30M1

 

Pues bien, se realizó la movilización que tan polémica resultó en estos días. Al cabo fue una concentración en Caracas y marchas en varias ciudades.  Por lo que muestran las gráficas y videos la asistencia fue sin duda enorme, lo cual revela las energías represadas que alberga el colectivo opositor, urgido de expresar pacíficamente su fiero descontento con la desgracia que nos azota. Y también de expresar a viva voz y en los espacios públicos urbanos su solidaridad con los presos políticos, que nos pertenecen y duelen a todos.

Quienes manifestamos objeciones con la iniciativa debemos reconocer sin mezquindad el éxito que en este sentido se apuntaron los convocantes. ¡Chapeau, pues! Pero es menester también hacer algunas  precisiones posteriores, siempre en procura de la mayor claridad que nos sea posible para entender el momento que vivimos, los desafíos que comporta y las conductas y acciones más adecuadas para encararlo con éxito.

Las multitudes que se congregaron en el Centro Lido de Caracas, en varias ciudades del país y hasta del exterior, no lo hicieron a favor de nadie ni en contra de nadie en la oposición venezolana. Lo hicieron contra la situación opresiva y la devastación social y humana creada por el régimen chavista. Quienes crean que las multitudes congregadas lo hicieron para rechazar o reemplazar a la MUD y a ciertos dirigentes opositores se equivocarían una vez más.

La parte de la convocatoria que esas multitudes acataron fue la que contuvo un cariz de unidad, de defensa sin distinción de nuestros presos y de llamado a la celebración con fecha de elecciones legislativas. El matiz exclusivista de la convocatoria –que también lo tuvo, en aspectos de su tono y de sus procedimientos- negador de la MUD y reclamante de una parcela de liderazgo por sobre los demás actores de la lucha, sólo es compartido ciegamente por un pequeño grupo de fanatizados acólitos o por desesperados partisanos del “vete ya” y del “esto sólo termina a plomo”, quienes encuentran en estas rebeliones contra “la dirigencia oficial” una suerte de ungüento analgésico para su dolorosa frustración por sus repetidos fracasos.

Similar error cometerían quienes vean en esas multitudes inusitadas demostraciones de fuerza propia, o el germen de nuevas rebeliones como la fallida aventura del año pasado. Para comenzar, el significativo público que atendió las concentraciones no es en nada distinto de los que por centenas de miles, y a veces millones, tuvimos en nuestra larga saga antichavista. Es la clase media radicalizada, principalmente la élite socio-económica de esa clase media, la que siempre ha acompañado las movilizaciones pa-cí-fi-cas contra este régimen. Admirable en su consecuencia pero netamente insuficiente para obtener la victoria en cualquier escenario, como ha quedado demostrado en estos 16 años.

Los sectores menos favorecidos, los que sufren con mayor rigor el drama de todo orden que afrontamos, no estaban ahí. A veces y por breves períodos hemos podido sumar franjas significativas de ellos, siempre en situaciones electorales. Esos compatriotas no estuvieron allí y probablemente nunca estarán, mientras la convocatoria posea la agenda netamente política que esta nueva vez la motivó. Pero votarán sin duda, y podremos esta vez lograr que lo hagan por nuestros candidatos, si la agenda que se les propone se refiere a los problemas que a ellos los afectan y preocupan, en vez de los problemas que angustian al sector socio-político que ha sido la oposición hasta ahora. Una agenda social, humana y cultural, perfectamente conseguible por el camino electoral, la que muy pocos están divulgando y que es motivo de las peores ofensas y calumnias contra los pocos que trabajan para ponerla sobre el tapete.

La tercera equivocación que deberían evitar los convocantes de hoy es creer que les ha llegado la hora (no será esa la #Hora0 que divulgaron por Twitter…) de reemplazar a la MUD con una alianza que repita la coalición inmediatista que se formó el año pasado para #LaSalida; o de tomar su control “por la fuerza de las masas” hoy congregadas. No creo que sean tan insensatos, pero de las dos peregrinas ideas leí hoy en las redes (incluida la petición de renuncia de Chúo Torrealba), en medio del competitivo triunfalismo de algunos. De cualquiera de las dos ideas saldrían sin éxito, pero lastimarían de tal manera las posibilidades de victoria que no me atrevo a imaginar las consecuencias. Peores errores y tragedias históricas han ocurrido, por lo que no estimo banal alertar sobre ello.

En fin, queda esperar cómo administrarán su éxito los convocantes, en particular quien es el CEO indiscutible de la operación. De la manera como reaccionen dependerá mucho el futuro de nuestra lucha común, lo que habla del poder que ello les otorgó. Pero no exageren, no es para tanto. Hay poderes que sirven más para destruir que para construir, como el que dispuso el piloto alemán que estrelló el avión sobre los Alpes.

Por los momentos, nada más tengo que añadir sobre este particular, en espera de lo que nos deparen los próximos días.

 

@TUrgelles

May 24, 2015 | Actualizado hace 9 años
Es vital sacarlos con votos por Thelman Urgelles

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estas alturas es evidente que Maduro y su camarilla no harán nada para reparar o siquiera aliviar la desgracia de todo tipo que ellos mismos y su «comandante eterno» provocaron. Por el contrario, harán todo lo posible para agravarla. Porque lo que ellos quieren es que el caos llegue a un nivel de tanta gravedad que para el país entero se haga imperativo echarlos de cualquier modo, incluso de manera violenta.

Aunque ahora mismo no se avisora ni se sabe quién está en posición de ejecutar un desenlace “como sea”, ellos mismos provocarán hasta el máximo a la sociedad para que su eyección del poder sea una suerte de golpe de Estado que les permita andar por el mundo quejándose de su «destitución inconstitucional», como Zelaya o aquel pillete haitiano Jean-Bertrand Aristide. Para mantener el mito de Chávez y de su «revolución socialista con masivo apoyo popular», es de vida o muerte para ellos evitar que se cuantifique sin asomo de duda el rechazo que, al cabo de casi 17 años de fracasos, les tenemos hoy los venezolanos; algo que sólo ocurrirá de celebrarse las elecciones parlamentarias.

Por ello, la tarea de quienes aspiramos a construir en Venezuela un futuro de paz, convivencia, progreso y libertad, es lograr que se realicen las elecciones parlamentarias este año. Toda otra solución dejará el desafío del chavismo pendiente y sin resolver. Pongo como ejemplo el drama de la República Argentina, azotada desde hace 60 años por el lamentable mito peronista, originado en la precipitación de unos gorilas militares que tumbaron al General cuando ya su ascendiente popular comenzaba a derrumbarse. Crearon no sólo un mito sino un una auténtica monstruosidad histórica que aun mantiene estancado al hermano país.

Estoy convencido de que el esfuerzo de la comunidad internacional en estos momentos se dirige a impedir que Maduro y su camarilla produzcan o provoquen un arrebatón extra-constitucional que impida el conteo de voluntades que se aproxima. Las exhortaciones al diálogo de diversos países vecinos apuntan a eso. Aunque ellos saben que no hay diálogo posible entre los demócratas y una pandilla delincuencial, intentan cercarlos democráticamente para impedir que se desvíen del cauce constitucional o que busquen alguna excusa externa o interna para provocarlo.

En ese mismo sentido creo que se inscriben las gestiones de Thomas Shannon en sus visitas a Caracas. Más que andar «pidiendo la entrega de Cabello», como apuntan algunos periodistas, Shannon viene a contribuir al armado del cerco democrático, a reforzarlo mediante lazos de relaciones estables con USA. El restablecimiento de nexos con Cuba contribuye también a restarles un aliado para cualquier trastada, o en todo caso a desanimar a Castro de apoyarla.

En fin, para bien de la historia futura de nuestro amado país, para la seguridad y sosiego de nuestros hijos y nietos, es demasiado necesario dejar constancia incontestable del fracaso rotundo de la aventura chavista y eso sólo se logrará con la evidencia numérica del rechazo rotundo y masivo de la población.

 

@TUrgelles

May 07, 2015 | Actualizado hace 9 años
MUD: ¡Tarjeta única ya! por Thaelman Urgelles

CNE12

 

Es indiscutible que asistir a las elecciones parlamentarias con una tarjeta única fortalece notablemente la opción de la MUD en ese proceso. Ello ofrece una imagen de unidad mucho más sólida que la dispersión de tarjetas partidistas en el tarjetón. Algunos especialistas estiman que la votación de la MUD crecería entre el 3% y el 5% si ella tuviese una tarjeta única, lo que podría significar la diferencia entre obtener una mayoría precaria y una mayoría consistente.

Nadie discute esta premisa, que es por ello un clamor de la ciudadanía independiente afiliada al campo opositor. ¿Por qué, entonces, algunos partidos dentro de la MUD se mantienen opuestos a que se tome esta decisión trascendental?

El motivo principal que se esgrime es la norma legal de que los partidos, para conservar su registro ante el CNE deben obtener en las elecciones parlamentarias un número de votos equivalente al 1% de la votación total nacional. Los partidos que no los obtengan desaparecen legalmente y deberán reunir de nuevo las firmas requeridas para ser admitidos por el CNE; con el peligro de que la burocracia chavista del organismo electoral obstaculice al máximo las gestiones de ellos para su legalización, como hoy les está ocurriendo a las agrupaciones Vente Venezuela y Marea Socialista.

También incide el factor de competencia entre los mismos partidos opositores, un hecho comprensible y legítimo en el escenario de la política democrática. Cada partido desea medirse respecto de los demás, para así demostrar su mayor preeminencia en el favor de la población. Esta relación en las magnitudes de votos de los partidos ha servido, en las negociaciones internas de la MUD, para asignar los lugares en las planchas decididas por consenso.

Los partidos en la MUD tenían resuelto el asunto con la decisión, que ya había sido tomada, de contar las votaciones de cada partido mediante tarjetas separadas para las elecciones del Parlamento Latinoamericano (Parlatino), mientras se mantenía la tarjeta única para las votaciones –más cruciales- de la Asamblea Nacional. Mas la pervesa maquinación de la pandilla dueña del poder, sabedora de cuánto vale la tarjeta única para la MUD, actuó para impedir esa solución. Fue ese el motivo principal de que la mayoría parlamentaria del PSUV aboliera inconstitucionalmente la elección directa del Parlatino. De ese modo se proponen obligar a los partidos de la MUD a ir con tarjetas separada, so peligro de perder sus registros ante el CNE.

Esta nueva acción perversa del régimen no es más que un nuevo desafío para las fuerzas democráticas y en especial para los partidos de la MUD. Si estos partidos tienen confianza en su política, y con ello en las posibilidades de obtener una sólida mayoría parlamentaria, no deberían tener dudas en sacrificar temporalmente sus registros legales ante el CNE. Después de todo, un cambio sustantivo en la correlación de fuerzas de la Asamblea Nacional, más la previsible victoria en el referendo revocatorio que podrá ser convocado en enero de 2016 (dentro de 8 meses) abrirían las puertas de una transformación radical en la situación socio-política e institucional del país y con ello la reversión de las prácticas tramposas y ventajistas de este régimen.

Si por asumir la muy necesaria tarjeta única los partidos perdiesen sus registros, pues ejecuten un procedimiento de “Firmazo Nacional” para recolectar en pocos días las firmas necesarias para reinscribirlos a todos. La fuerza política que emergerá de una contundente victoria electoral hará sencilla y expedita tal tarea, así como obligará al CNE a acatarlo sin obstáculos inventados. Por otra parte, el renovado país que nacerá de una revocatoria del mandato presidencial conducirá a un replanteo de la configuración partidista de la sociedad. ¿O es que no tienen confianza en el éxito de su política y en su capacidad de aplicarla? ¿O acaso siguen imaginando la eternidad del archipiélago de micropartidos sin fuerza ni identidad conceptual o programática que hoy medran a la sombra de un genérico antichavismo?

Venezuela vive una crisis que los propios voceros de la MUD definen como dramática y sin precedentes en nuestra historia. Pues bien, solucionar una crisis de esa gravedad y dimensiones exige soluciones también dramáticas, con los riesgos y sacrificios que tal solución requiere. No se puede enfrentar una situación extraordinaria y de emergencia con medidas y comportamientos adecuados a escenarios de normalidad.

Tal es el desafío. Si los partidos de la MUD no son capaces de asumir riesgos como ese, definitivamente no merecen ejercer ningún liderazgo sobre los venezolanos.

PD: Existe, por cierto, una modalidad que ya fue ejecutada a satisfacción: en las elecciones presidenciales de 2012 un grupo de partidos se cobijó bajo la tarjeta única de la Unidad mientras que otros mantuvieron sus identidades en el tarjetón. Para esta ocasión, sugiero a los partidos que apoyan la tarjeta única que la adopten entre ellos y dejen a los “identitarios” conservar sus colores. Veremos si estos últimos se atreven esta vez a correr fuera de la Unidad y cuántos votos particulares obtendrán con su arrogancia.

@TUrgelles

Thaelman Urgelles: Hegemonía comunicacional arropa al cine nacional

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El convenio que se informa es otro paso en la conversión del CNAC -Centro Nacional Autónomo de Cinematografía- en un organismo productor de aquellas películas del interés ideológico y político del gobierno.

Se sorprenderán los lectores ajenos al cine de mi disgusto porque el CNAC se ponga a producir películas. A ellos les explico que la misión principal de ese Instituto no es producir películas sino promover los proyectos cinematográficos de los cineastas independientes venezolanos.

Desde hace ya unos años se ha reducido significativamente el número de películas producidas por cineastas independientes bajo el financiamiento del CNAC, tal como lo ordena la Ley de Cine. Los engorrosos requisitos que se mantienen para introducir los proyectos motivan que pocos cineastas se animen a introducir sus proyectos; y aquellos que lo hacen se ven frustrados por las decisiones normalmente sesgadas de la comisión encargada de estudiar los proyectos. En especial los cortometrajistas encuentran un elevado muro para introducir sus proyectos debido a normas que dificultan enormemente su participación.

En lugar de esto, el CNAC ha elevado la producción de cortometrajes y hasta largometrajes que no pasan por los rigores de la Comisión de Estudio de Proyectos, bien sea como apoyo a unas redes populares que se han constituido en el interior del país con criterios más políticos que estéticos, o como coproducciones con cineastas extranjeros alineados casi totalmente con la ideología del gobierno, o bajo la modalidad de «financiamientos de terminación» para películas que han sido ya filmadas, algunas veces con recursos distintos del Estado u otras de escaso interés autoral.

Recientemente el CNAC convocó a un concurso de guiones sobre Alí Primera, con la oferta de financiar una película con el guion ganador. No tengo nada en contra de que se produzca un film en honor de quien fue un artista nacional de indudable valor, y en vida suya un amigo, pero el CNAC no puede hacerlo de esa manera porque lo que está haciendo es un film de encargo, que deja de ser autoral por el hecho de que el financista estará asignando el tema, eligiendo al guion y también al director, mientras que un autor es alguien que elige libremente sus temas y los dirige él mismo. Si un cineasta propone motu propio un proyecto sobre Alí Primera y el mismo reúne los valores artísticos y de producción que lo hagan acreedor de financiamiento, pues que se haga. Pero no como si el CNAC fuese una productora de películas, que no lo es por ley.

Esta forma de invertir los dineros destinados a la producción de películas se realiza a expensas de los recursos que deben ser asignados al financiamiento de proyectos ideados, escritos y desarrollados de modo independiente por los autores cinematográficos nacionales.

El convenio firmado entre el CNAC y el CENAL constituye una exageración al máximo de la desviación que estoy denunciando. Ahora se van a elegir libros publicados por el CENAL -que, como todos sabemos están alineados temáticamente con la ideología oficial y son de autores de similar alineación- para ser llevados al cine. Yo pregunto: ¿cuáles autores venezolanos han puesto su interés y esfuerzo creativo para llevar alguno de esos libros al cine? Quizás ninguno, pero las películas serán producidas porque así lo decidieron unos funcionarios públicos en un convenio. Todo ello a expensas de los recursos que deberían financiar proyectos independientes de autor.

Todos saben que he defendido al CNAC todos estos años, así como respeto y aprecio a sus autoridades y gerentes. Pero no puedo seguir callando ante algo que he venido venir desde hace ya un tiempo y que ahora se despliega ante nuestros todos sin el menor rubor. Lamento muchísimo escribir esta nota que nunca deseé haber tenido que redactar y publicar. Sé que me traerá disgustos e inconvenientes, pero me sentiría muy mal si no lo hiciera.

Finalmente, sé que voy a estar bastante solo en esta posición. Después de todo, el miedo es libre y cada quien desea cumplir su anhelo de hacer otra película, quizás una primera. Sepan, estimados colegas, que aquí se están cerrando notablemente las posibilidades de acceder al financiamiento del CNAC si sus películas son independientes y escapan al modelo ideológico que se está intentando uniformar.

A una semana de las “Sanciones Obama” por Thaelman Urgelles

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Antes de las sanciones unilaterales de Obama contra 7 funcionarios menores del chavismo, el gobierno se había quedado sin política. La acción política del chavismo se reducía a denunciar una «guerra económica» en la que nadie creía, atentados y golpes de Estado de pacotilla, en fin, a remendar costuras que se le abrían en todos los frentes; y la popularidad de Maduro bajaba indetenible hacia zonas cercanas o inferiores al 20%.

Luego que Obama anunciara personalmente las medidas, con declaratoria de Venezuela entera como «amenaza a la seguridad nacional de USA» el gobierno se dotó de una vigorosa política que le permitió:

– Movilizar a su desalentada maquinaria para la recolección de firmas dirigidas a Obama, refrendos que, obligados y todo, serán millones sin duda; ello incluye eventos de recolección en numerosos países del exterior donde la presencia chavista había desaparecido desde hace dos años.

– El tema ofrecido por USA le permitió también desarrollar una activa diplomacia que -por los motivos que se quiera resaltar- le ha granjeado el apoyo de países que en las vísperas lo habían estado cuestionando y presionando por una apertura a las peticiones de la oposición y de respeto a los DDHH. Las alianzas Unasur, Celac, Alba, Grupo de los 77 (son 77 países, el 40% de la ONU) se han sumado a la petición chavista de que se derogue el decreto de Obama.

– Por si fuera poco, el nuevo escenario le sirvió a Maduro para desviar la atención de Venezuela y el mundo de los graves problemas económicos y sociales que vivimos, hacia el de una presunta agresión del imperio norteamericano, igualmente ficticia pero esta vez sustentada en hechos reales que nunca antes se le ofrecieron en bandeja de plata.

– Todo esto ha incidido en una innegable detención de la caída de popularidad de Maduro, con pequeña elevación de la misma incluida y posibilidad de mayor recuperación, según se desarrollen los próximos eventos.

– Por añadidura, el chavismo obtuvo de las sanciones el escenario de polarización USA-Venezuela que siempre soñó su «comandante eterno», su “mini bahía de cochinos”, regalo que en estos 16 años les fue deliberadamente negado por todos los anteriores gobiernos norteamericanos.

– Esta polarización ha dejado por fuera del juego político a la oposición venezolana toda: a la MUD y a todo el archipiélago de sus «haters» de todo origen y condición. Nos hemos quedado  peleando entre nosotros, o haciendo rounds de sombra sobre un ring vacío. La razón es muy sencilla: si ahora el enemigo confeso del gobierno son los Estados Unidos, cuyo presidente sanciona a sus funcionarios y declara al país «amenaza a su seguridad nacional», ningún factor interno de Venezuela tendrá cabida en ese contencioso. La oposición ha quedado colocada en un dilema: o apoyas a Maduro y a la patria o apoyas a Obama y a su imperio.

En fin, hasta ahora las consecuencias de las por muchos celebradas sanciones de Obama a 7 funcionarios menores del chavismo han sido claramente favorables para el gobierno y francamente calamitosas para el esfuerzo democrático por el cambio.

Ante este apabullante cúmulo de consecuencias adversas, específicas y comprobables, los celebrantes y defensores de las sanciones se limitan a tres posturas:

– La primera, relativizar y disminuir el peso de las ventajas que ha obtenido el gobierno de las acciones de USA, para lo cual alegan que ellas son pasajeras, que el fervor nacionalista por ellas creado se diluirá pronto, y que la popularidad de Maduro volverá a seguir cayendo por los problemas económicos (los mismos que han quedado de lado gracias a las sanciones que ellos celebran).

– La segunda, que las organizaciones multilaterales y numerosos países que han entrado a apoyar a Maduro en este asunto son insignificantes en el contexto internacional. Quizás lo sean, pero son mejor que nada. Porque los países que para ellos serían «significantes» mantienen un escandaloso silencio que amplifica las voces de los «insignificantes» apoyadores de Maduro. Si lo ponemos en términos de un score deportivo, el marcador internacional a esta hora es: Maduro 77, Obama 1.

– La tercera y más popular,  a la que se aferran como a un clavo ardiente, es la suposición de que si Obama dio el primer paso de sancionar a unos cuantos corruptos y violadores de los DDHH es porque debe tener un rosario de acusaciones peores muy bien documentadas, que cuando las saque a relucir será la deblacle definitiva del gobierno chavista. Tales supuestos y silogismos lucen muy convincentes y prometedores, salvo que cojean por una de sus patas (o premisas, si a silogismos nos referimos): se tratan de meras suposiciones; sueños, podría decirse, cuando ha transcurrido una semana del decreto y sus consecuencias iniciales.

Porque hasta ahora no se ha visto una sola conducta del gobierno norteamericano que indique el desarrollo contínuo de una política de la que aquel decreto era solo el primer paso. Por el momento, el decreto y la declaración de Obama solo lucen a los analistas más serios como una acción de política interna, una suerte de intercambio de favores con la bancada republicana del Congreso; o un guiño electoral a las derechas de su país, principalmente de la Florida, que clamaban por algún tipo de acciones contra Maduro; o una pragmática, y por ello muy justificada, medida de salvaguarda del sistema financiero de su país.

Como un acto de elemental “fe de sobreviviente”, sigo en espera de una acción, o conjunto de ellas, que demuestre una política coherente de parte del presidente Obama, por quien tengo respeto y fuerte simpatía, hacia la crisis venezolana. Llegado a las chiquitas, no le pediría a al presidente de USA que nos ayude, sino que no nos perjudique a los demócratas con sus acciones.

Si, como algunos suponen o sueñan, Obama me sorprende con una política sencilla y coherente, en el terreno diplomático y multilateral, que al menos obligue a Maduro a liberar presos, mejorar las condiciones y derechos de quienes no sean liberados y abrir el país a la observación efectiva e independiente en Derechos Humanos y elecciones parlamentarias, me daré por satisfecho y con el mayor placer me excusaré públicamente de estas prevenciones.

@TUrgelles

Obama en su hora de la verdad con Venezuela por Thaelman Urgelles

BarackObama9

 

El curso que está tomando el impasse entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela me genera una sensación bipolar: de un lado una preocupación, por la posibilidad nada desdeñable de que Obama se deje torcer el brazo por la presión de Venezuela y un creciente combo de países de América, y conceda una suspensión de las medidas dictadas contra los represores y corruptos sancionados; y del otro un moderado optimismo, ante la perspectiva de que el presidente de USA aproveche el pedido de conversaciones que promueven Maduro y su combo para instalar en el tablero una sencillas exigencias que podrían dinamizar un escenario que luce estancado y lleno de peligros para el campo democrático.

Antes de que me acribillen los que se sienten más gringos que Obama, recordaré que un retroceso o frenazo del gobierno americano en política internacional no sería la primera ni la última vez que ocurriese. Lo hizo en Bahía de Cochinos, cuando luego de entrenar, armar y transportar a una legión de heroicos jóvenes cubanos que intentarían derrocar a la naciente tiranía, les negó el apoyo aéreo que les había sido prometido y sin el cual se reducían a cero sus posibilidades de avanzar en territorio de la isla.

Lo hizo en Afganistán, cuando un grupo de valientes luchadores anti-talibán condujo a una tropa élite de USA al campamento donde se encontraba reunido Osama Bin Laden con la cúpula del Talibán, y cuando el terrorista estaba en la mira de un mortero se consultó telefónicamente a la Casa Blanca si disparaban y el presidente Clinton dijo que no, por razones jurídicas; como consecuencia de la abortada misión y de la falta de cobertura americana, Al Qaeda localizó el escondite de los luchadores que habían guiado a los Seals y los acribilló a todos.

Así que todos sabemos que estas cosas pasan. Y ante ellas surjen a posteriori los pragmáticos sabihondos que te sermonean: “chico, las potencias no tienen amigos sino intereses”. Por ello me preocupa que el presidente Obama se deje llevar por la habilidosa táctica elegida por el chavismo para enfrentar el tema de las sanciones: mientras las aprovecha al máximo para acorralarnos al máximo a los opositores y para desarrollar su narrativa anti-imperialista, de cara al exterior pide negociaciones con USA, con la única y sencilla petición de que las sanciones sean suspendidas. Para ello se vale de un frente armado con sus apoyadores de siempre –Unasur, Alba y Petrocaribe- agrupaciones de escaso peso específico pero que en este caso resultan un portento frente a la ausencia de aliados que exhiben los gringos, dada la elección que han hecho de un camino unilateral. Ya Alba y Unasur han anunciado que emprenderán gestiones para mediar en tal negociación.

La sesión de ayer en el Senado americano contó con el testimonio de Mr. Russ Dallen, un valioso ciudadano que ha vivido en Venezuela y ama como nosotros a nuestro país, donde editó por varios años el recordado diario en inglés “The Daily Journal”. Entre otras estupendas opiniones y propuestas, Mr. Dallen expresó que el gobierno de Obama ha subestimado el papel que puede jugar la OEA en la situación venezolana y sugirió que ese país realice una efectiva gestión multilateral, con todo el peso específico que conservan en la región, para que el gobierno de Venezuela modere por lo menos su ofensiva represiva contra la oposición y para controlar sus inminentes maniobras dirigidas a torcer el resultado de las próximas elecciones parlamentarias.

La próxima Cumbre de las Américas, por celebrarse en Panamá el próximo abril, sería el escenario más propicio para que el presidente Obama, si es cierto que quiere ayudar a nuestra causa democrática (y yo creo que es así), lidere una acción política y diplomática que promueva un cambio de rumbo en la estancada crisis venezolana. La anunciada reunión con los gobiernos de las islas del Caribe (previa a la cumbre de Panamá) es un indicio de que pudiese estar marchando en el camino correcto: tal como sugirió ayer Mr. Dallen, USA aporta a esas pequeñas naciones mucho más que el gobierno chavista, pero jamás lo ha capitalizado en términos diplomáticos; y al parecer Obama se propone hablar con ellos de estabilidad energética, algo que parece estar próximo a cojear desde el oportunista lado venezolano.

Una firme declaración de Obama en la Cumbre de las Américas, en favor de los derechos humanos, la transparencia gubernamental y la equidad electoral en Venezuela sería el marco adecuado para que acepte la mediación de cualquiera que haya comisionado Maduro para acercarse a los EEUU. Que se reuna con ellos, escuche las peticiones de Maduro –que hasta ahora se resumen en la suspensión de las sanciones a sus funcionarios- y les entregue un breve pliego de exigencias, de ser posible consensuado y/o consultado con un grupo de países de la región.

En cualquier negociación que se abra, Obama no deberá retirar las sanciones ya emitidas. Ellas me han parecido inoportunas e inconvenientes, no porque no lo merezcan esos corruptos violadores de derechos humanos, pero ya que las dictó tendrá que mantenerlas. Si las retira habrá concedido a Maduro una descomunal victoria simbólica, de esas que le gustan a Fidel Castro mucho más que las económicas o militares, y por consiguiente sería una catástrofe para los opositores. No olvidemos el caso del Pollo Carvajal en Aruba, cuya detención fue ardorosamente celebrada aquí por el anti-chavismo, para recibir en 48 horas una amarga decepción del Reino de Holanda (“las potencias no tienen amigos…”) en lo que fue celebrado como un triunfo apoteósico por el régimen corrupto.

Pero en la eventual negociación, Obama sí podría ofrecer que no emitirá nuevas sanciones si el gobierno venezolano acepta un sencillo paquete de dos condiciones, solicitadas no por los Estados Unidos sino por la OEA y hasta la ONU (por supuesto que también Unasur, que en todo esto será el comodín de Maduro). Serían las mismas que sugirió Russ Dallen en el Senado de USA:

  1. Que un grupo de trabajo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (más la Cruz Roja, si se quiere, como pidió Unasur) visite a los presos políticos Leopoldo López, Antonio Ledezma, Daniel Ceballos, Raúl Baduel y otros, y a los estudiantes presos y sometidos a juicios políticos.
  2. Que una delegación plural y suficientemente integrada de la OEA venga a Venezuela como Observadores Internacionales del próximo proceso electoral parlamentario. Que dicha presencia tenga la suficiente anticipación, en días o semanas, para observar los particulares de la campaña electoral; y que las condiciones de la observación, incluidas las atribuciones y límites de los observadores, sen objeto de un acuerdo negociado entre la OEA y el CNE (esto último no sería una novedad, ya fue así en el pasado con el Centro Carter y con la OEA). Sería inadmisible que esa observación quede reducida a Unasur, solución que será pretendida por el régimen.

Eso es lo que sería negociar. Yo te doy algo y tú me das algo. Lo digo para ilustración de los vengadores errantes, que sentirían la pérdida de un brazo si se los priva del orgasmo que les ocasiona ver sancionados a los pillos y sátrapas que tanto despreciamos.

No estoy seguro de que Maduro esté dispuesto a otorgar alguna de estas dos condiciones. Sobre todo la segunda, referida a dejarse ver por la OEA durante los descarados ventajismos y trapacerías que tendrá que poner en marcha para impedir una arrolladora victoria de la oposición. Pero intentarlo no le resulta nada difícil a Obama, quien obtendría de ello una considerable legitimación de su política hacia Venezuela y un marco multilateral del que hasta ahora ha carecido. En caso de no aceptar Maduro sus dos condiciones, continuaría con las sanciones, esa vez con un amplio ámbito de comprensión y hasta de apoyo de parte de numerosos países de la región.

 

 

@TUrgelles