Sadio Garavini Di Turno, autor en Runrun

Feb 17, 2016 | Actualizado hace 8 años
Estupidez y Venezuela por Sadio Garavini Di Turno

estuoidez

 

El prestigioso economista italiano Carlo M. Cipolla, en su estupendo ensayo, “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”, nos dice en la Tercera (y áurea) Ley Fundamental: “una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin  lograr  ninguna ventaja  para sí o, para colmo, sufriendo él mismo una pérdida.” (Los que causan daño a los demás, logrando una ventaja para sí mismos, Cipolla los define como “bandidos”.) Cipolla, en el capítulo de su ensayo dedicado a las relaciones entre la estupidez y el poder, nos hace notar que algunos estúpidos causan normalmente sólo perdidas limitadas, mientras otros logran causar daños espantosos, no sólo a uno o dos individuos, sino a comunidades o a una sociedad entera. El potencial de una persona estúpida de hacer daño, nos dice Cipolla, depende de dos factores principales. Antes que nada del factor genético. Algunos individuos heredan notables dosis del gen de la estupidez y gracias a esa herencia forman parte, desde el nacimiento, de la elite de su grupo. El segundo factor que determina el potencial de una persona estúpida deriva de la posición que ocupa en la sociedad. Por tanto,  la capacidad de hacer daño al próximo de un estúpido está peligrosamente acrecentada por la posición de poder que ocupa. Según el viejo testamento: “stultorum infinitus est numerus”, (el número de los estúpidos es infinito), exageración poética, porque, afortunadamente, el número de los seres vivientes es finito, sin embargo, los autores o el Autor del viejo testamento, “pensaban” con una “visión” de eternidad (“sub specie aeternitatis”), en ese caso, el número de estúpidos es, sin duda, infinito. Por eso, el gran Canciller alemán Konrad Adenauer decía que: “si algo injusto había hecho Dios era que habiendo limitado la inteligencia humana, había dejado totalmente ilimitada la estupidez.” Nuestra preocupación, como venezolanos, aquí y ahora, consiste en que el número de estúpidos en las filas del gobierno parece haber llegado a niveles patológicamente elevados. Nos dice también Cipolla que el estúpido no sabe que es un estúpido y que eso contribuye potentemente a darle mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora. La Quinta Ley Fundamental de Cipolla reza: “La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe”, la Ley tiene un corolario: “El estúpido es más peligroso que el bandido”. En efecto, el resultado de la acción de un perfecto bandido representa puramente una transferencia de riqueza y/o bienestar de la persona o las personas naturales o jurídicas dañadas a la persona del bandido. Por tanto, para la sociedad en su conjunto la situación no ha cambiado, permanece estacionaria. En cambio, es evidente que cuando las personas estúpidas causan pérdidas a las demás personas, sin realizar ventajas para sí mismas, la sociedad entera se empobrece. Sin embargo en Venezuela, los bandidos más poderosos se llevan sus mal habidas ganancias al exterior. De todos modos es evidente que el país que tiene un alto porcentaje de estúpidos en el gobierno se acerca a lo que el politólogo italiano Michelangelo Bovero llama la kakistocracia, el pésimo gobierno, la república de los peores y si además tiene muchos bandidos está definitivamente en camino al desastre. Cualquier parecido con la realidad venezolana es pura coincidencia.

 

@sadiocaracas

ViceVersa

Feb 17, 2016 | Actualizado hace 8 años
Estupidez y Venezuela, por Sadio Garavini Di Turno

VenezuelaDemocracia

El prestigioso economista italiano Carlo M. Cipolla, en su estupendo ensayo, “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”, nos dice en la Tercera (y áurea) Ley Fundamental: “una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin  lograr  ninguna ventaja  para sí o, para colmo, sufriendo él mismo una pérdida.” (Los que causan daño a los demás, logrando una ventaja para sí mismos, Cipolla los define como “bandidos”.) Cipolla, en el capítulo de su ensayo dedicado a las relaciones entre la estupidez y el poder, nos hace notar que algunos estúpidos causan normalmente sólo perdidas limitadas, mientras otros logran causar daños espantosos, no sólo a uno o dos individuos, sino a comunidades o a una sociedad entera. El potencial de una persona estúpida de hacer daño, nos dice Cipolla, depende de dos factores principales. Antes que nada del factor genético. Algunos individuos heredan notables dosis del gen de la estupidez y gracias a esa herencia forman parte, desde el nacimiento, de la elite de su grupo. El segundo factor que determina el potencial de una persona estúpida deriva de la posición que ocupa en la sociedad. Por tanto,  la capacidad de hacer daño al próximo de un estúpido está peligrosamente acrecentada por la posición de poder que ocupa. Según el viejo testamento: “stultorum infinitus est numerus”, (el número de los estúpidos es infinito), exageración poética, porque, afortunadamente, el número de los seres vivientes es finito, sin embargo, los autores o el Autor del viejo testamento, “pensaban” con una “visión” de eternidad (“sub specie aeternitatis”), en ese caso, el número de estúpidos es, sin duda, infinito. Por eso, el gran Canciller alemán Konrad Adenauer decía que: “si algo injusto había hecho Dios era que habiendo limitado la inteligencia humana, había dejado totalmente ilimitada la estupidez.” Nuestra preocupación, como venezolanos, aquí y ahora, consiste en que el número de estúpidos en las filas del gobierno parece haber llegado a niveles patológicamente elevados. Nos dice también Cipolla que el estúpido no sabe que es un estúpido y que eso contribuye potentemente a darle mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora. La Quinta Ley Fundamental de Cipolla reza: “La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe”, la Ley tiene un corolario: “El estúpido es más peligroso que el bandido”. En efecto, el resultado de la acción de un perfecto bandido representa puramente una transferencia de riqueza y/o bienestar de la persona o las personas naturales o jurídicas dañadas a la persona del bandido. Por tanto, para la sociedad en su conjunto la situación no ha cambiado, permanece estacionaria. En cambio, es evidente que cuando las personas estúpidas causan pérdidas a las demás personas, sin realizar ventajas para sí mismas, la sociedad entera se empobrece. Sin embargo en Venezuela, los bandidos más poderosos se llevan sus mal habidas ganancias al exterior. De todos modos es evidente que el país que tiene un alto porcentaje de estúpidos en el gobierno se acerca a lo que el politólogo italiano Michelangelo Bovero llama la kakistocracia, el pésimo gobierno, la república de los peores y si además tiene muchos bandidos está definitivamente en camino al desastre. Cualquier parecido con la realidad venezolana es pura coincidencia.

@sadiocaracas

Chávez, Maduro y el Esequibo por Sadio Garavini Di Turno

ChávezGuyana

 

La controversia territorial entre Venezuela y Guyana por el territorio Esequibo está enmarcada jurídicamente en el Acuerdo de Ginebra de 1966, que tiene como objetivo primordial «buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia». Sin embargo, mientras no se logre la solución de la controversia, el Acuerdo deja a Guyana la posesión del territorio en reclamación, con las consecuencias y ventajas que eso significa. No obstante, basándose en el artículo V del Acuerdo, todos los gobiernos venezolanos desde 1966  se habían  opuesto a que Guyana otorgara unilateralmente concesiones y contratos en la zona en reclamación. El propio presidente Chávez, el 19 de marzo y el 1 de abril de 2000,  expresó su enérgica oposición al otorgamiento de una concesión a la empresa estadounidense Beal Aerospace Technologies, para construir una plataforma de lanzamiento de satélites en el Esequibo. Obviamente, el mantenimiento del «status quo» es, para Guyana, una alternativa preferible a un acuerdo negociado, que implicaría algún tipo de concesión territorial a Venezuela. Por tanto, la posibilidad de desestimular los proyectos de inversión foránea en el Esequibo era una de las escasas herramientas que Venezuela tenía, para deteriorar las ventajas que la posesión del territorio le concede a Guyana. En marzo del 2004, en cambio, el presidente Chávez declaró que Venezuela no se oponía a que Guyana otorgara unilateralmente concesiones y contratos a compañías multinacionales en el Esequibo, si esto favorecía el desarrollo de la región, con lo cual acabó con casi 40 años de diplomacia venezolana y entregó unilateralmente y, a cambio de nada, una de nuestras pocas armas de negociación.  En febrero del 2007, el presidente Chávez afirmó que la reactivación de la reclamación venezolana sobre el territorio Esequibo en 1962, por parte del gobierno de Rómulo Betancourt, fue producto de la presión de Estados Unidos, supuestamente interesados en desestabilizar el gobierno autónomo de izquierda (pero todavía no independiente) del Primer Ministro de la entonces Guyana Británica, Cheddi Jagan. El entonces embajador guyanés en Caracas, Odeen Ishmael, en una entrevista concedida al diario El Nacional,  sustentándose, en esa declaración presidencial, afirmó que el presidente Chávez debería «dar un paso al frente para retirar el reclamo venezolano». En realidad, la posición guyanesa es una absoluta falsedad histórica, que, en privado y me consta, no se la creen los mismos guyaneses. La reactivación de la reclamación fue un proceso absolutamente autónomo, dentro del gobierno venezolano, provocado por la  inminencia de la independencia de Guyana. Además, es obvio que, siendo Guyana en 1962 todavía una colonia británica, para evitar que, en el futuro Estado independiente, surgiese un gobierno filocomunista no fue necesario «utilizar» la reclamación venezolana, sólo bastó que el gobierno británico postergara la independencia hasta que Jagan perdiera las elecciones de 1964. Chávez, muy probablemente por sugerencia de Cuba, que desde mediados de los años ’70 siempre ha apoyado la posición guyanesa, se desinteresó completamente de la reclamación, creyendo también que de esa forma, junto con el subsidio petrolero de Petrocaribe, podía contar con el apoyo de los 15 países de la Caricom en la OEA y en la ONU.

¿Por qué Maduro ahora invierte totalmente el rumbo después de, por lo menos,  11 años de abandono de la reclamación, habiendo además sido el Canciller durante seis años? ¿Por qué, como afirma la prensa guyanesa y caribeña,  «traiciona» el legado internacionalista del «Comandante Supremo y Eterno»? Fundamentalmente por dos razones: 1) El Gobierno cree que exacerbar el nacionalismo alrededor de la reclamación puede hacerle recuperar puntos en el alicaído apoyo popular, distraer la atención sobre el creciente desastre socioeconómico  del país y además «complicarle la vida» a la oposición por la exigencia de la necesaria unidad nacional frente a la agresión de la Exxon, instrumento del Imperio y de sus «títeres guyaneses». 2) Tranquilizar y distraer al sector de la Fuerza Armada, interesado y preocupado por el abandono de la reclamación y la defensa de la fachada atlántica del delta del Orinoco.

El Universal
sadiogta@gmail.com

 

Jul 13, 2015 | Actualizado hace 9 años
Guyana y Maduro, por Sadio Garavini

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Con el decreto 1787 del 27 de mayo Venezuela crea y activa unas Zonas Operativas de Defensa Integral Marítima e Insular (ZODIMAIN). En la ZODIMAIN Atlántica, se incluye además de las áreas marinas y submarinas de nuestra fachada atlántica y de la Zona en Reclamación, buena parte de la fachada atlántica guyanesa, pero también aguas correspondientes a Surinam y Guayana francesa, violando además el límite marítimo entre  Guyana y Surinam, fijado en el Laudo Arbitral de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de 2007. El decreto tiene el aspecto positivo de demostrar que en la Fuerza Armada y en el gobierno, después de años de inacción y olvido hay preocupación por las acciones de Guyana, tanto en la Zona en Reclamación del Esequibo, como en nuestra fachada atlántica. Sin embargo el aspecto negativo es la extralimitación del decreto, al afectar Surinam y la Guayana francesa y violando un arbitraje de la CIJ. Después de la protesta de Guyana el decreto fue reimpreso por “fallas en los originales” y se le agregó un párrafo que menciona que las líneas  definitivas se fijarán  una vez que se resuelva la controversia con Guyana según el Acuerdo de Ginebra de 1966. El párrafo y un comunicado de la Cancillería que propone un pronto encuentro entre los dos Cancilleres parecían dirigidos a bajar las tensiones. Por otro lado, Maduro acusa a la Exxon-Mobil, como “instrumento” del  gobierno norteamericano, de ser parte de una “agresión” contra Venezuela en alianza con el nuevo gobierno guyanés, calificado de extrema derecha, por iniciar la exploración petrolera en la concesión Stabroek, que abarca áreas tanto de la Zona en Reclamación como de la fachada atlántica venezolana del delta del Orinoco. Olvidando que en la concesión, la Exxon está asociada con la China National Offshore Corporation (CNOOC), 100% de capital estatal chino  y socia de PDVSA en la Faja del Orinoco y en el proyecto de gas costa afuera Mariscal de Ayacucho. Olvidando también que la concesión fue entregada por el anterior gobierno guyanés. Además decir que el nuevo gobierno es de extrema derecha demuestra una absoluta falta de seriedad. Ambos partidos mayoritarios en Guyana se declaran socialistas y además puedo afirmar que el actual partido mayoritario en la coalición de gobierno, cuando estuvo en el poder antes de 1992, mantuvo una política bastante más a la izquierda que el del saliente Presidente Ramotar. Pero frente a la reclamación venezolana Guyana ha seguido siempre una política de Estado. A lo largo de más de tres décadas, todos los gobiernos han mantenido la misma estrategia y, en buena parte, los mismos asesores y expertos. Maduro anunció en su discurso ante la Asamblea Nacional que, por  sugerencia de Tribunal Supremo de Justicia el decreto 1787 será sustituido y “perfeccionado” por el 1859, y que “se verificarán técnicamente” las líneas de las ZODIMAIN.

Es evidente que en el Directorio que gobierna Venezuela hay diferencias en relación con el tema de Guyana, por una parte un sector resiente la acusación del gobierno guyanés y de la prensa caribeña que el gobierno Maduro, por su debilidad interna, está traicionando el legado” internacionalista” del Comandante Chávez. Otro sector está decidido a utilizar la supuesta conspiración de la Exxon, el” Imperio” y sus” títeres” guyaneses para tratar de recuperar puntos en el decaído apoyo popular de cara a las próximas elecciones legislativas. El discurso de Maduro demuestra que la mayoría del Directorio ha optado por la utilización de la reclamación del Esequibo, así como también del enfrentamiento con la llamada “oligarquía mediática” de Bogotá con el objetivo de exacerbar el nacionalismo en función electoral, distraer la atención del desastre socioeconómico y  tratar de poner en dificultad a la oposición exigiendo la necesaria Unidad Nacional frente a la agresión externa. Maduro llamó a consulta la Embajadora en Guyana y “revisará” todas las relaciones con Guyana, también anunció una campaña internacional de opinión sobre el tema de la reclamación y nombró una Comisión Presidencial de altos funcionarios para asuntos limítrofes. El gobierno, para demostrar seriedad en la reclamación, debería además de mantener el patrullaje tradicional de la Armada en nuestra fachada atlántica, nombrar, con urgencia, un negociador por Venezuela a tiempo completo. El actual encargado, Roy Chaderton,  tiene otros cuatro cargos que atender. El nuevo negociador debe ser asistido por un equipo de funcionarios y apoyado por una Comisión de Expertos. Hace falta una verdadera política de Estado, por encima de las diferencias políticas, para un asunto de Estado.

Por Sadio Garavini Di Turno | @SADIOCARACAS

Abr 07, 2015 | Actualizado hace 9 años
Estados Unidos y Guyana por Sadio Garavini Di Turno

Guayana

 

En febrero del 2007,  el Presidente Chávez afirmó que la reactivación de la reclamación venezolana sobre el territorio Esequibo en 1962, por parte del gobierno de Rómulo Betancourt, fue producto de la presión de los Estados Unidos, supuestamente interesados en desestabilizar el gobierno autónomo (pero todavía no independiente) del Primer Ministro de la entonces Guayana Británica, Cheddi Jagan, quien era un marxista–leninista confeso. En realidad, la reactivación de la reclamación fue un proceso absolutamente autónomo, dentro del gobierno venezolano, provocado por la  inminencia de la independencia de Guyana. Además, es obvio que, siendo Guyana en 1962 todavía una colonia británica, para evitar que, en el futuro Estado independiente, surgiese un gobierno filocomunista no fue necesario “utilizar” la reclamación venezolana, sólo bastó que el gobierno británico postergara la independencia hasta que Forbes Burnham y sus aliados anticomunistas ganaran las elecciones en 1964.

Ahora bien , en 1961, en plena “Guerra Fría”, la Cuba castrista se pasó al bloque de la Unión Soviética y en abril de ese año se dio la fracasada invasión anticastrista de Bahía de Cochinos. En el gobierno de EEUU, se desarrolló la llamada “no second Cuba policy”, que se convirtió en el eje central de la política exterior  norteamericana hacia la América Latina y el Caribe, durante la mayor parte de la década de los ’60. Por su parte, el gobierno de Betancourt se enfrentaba, en los primeros años de la década del ’60, a un movimiento insurreccional, que era inspirado y financiado por Cuba. La coincidencia de intereses entre Betancourt y el Presidente Kennedy es evidente. Betancourt necesitaba el apoyo norteamericano para enfrentar la insurrección izquierdista. Para Kennedy, la democracia representativa venezolana era el modelo alternativo a la Cuba castrista en América Latina. Un modelo para ser atractivo debe ser exitoso, por tanto gran parte de la política de Kennedy hacia la América Latina pasaba por el éxito del experimento democrático venezolano. En el marco de esta “special relationship”, entre Kennedy  y Betancourt, reafirmada en lo personal durante la visita de Kennedy a Caracas, a fines de 1961, el gobierno de Betancourt buscó y logró el apoyo de la administración Kennedy para la reclamación venezolana. Para Venezuela no se trataba solamente de aprovechar una coyuntura histórica única,  para recuperar el territorio perdido con el injusto Laudo Arbitral de 1899, sino de evitar el establecimiento de un régimen que, podría convertirse en una base de apoyo para un potencial foco guerrillero en el oriente del país. Este apoyo se  terminó, después de la muerte de Kennedy, con la llegada al poder de Burnham. A partir de ese año todos los gobiernos norteamericanos mantuvieron una absoluta neutralidad en el tema de la reclamación venezolana de la Guayana Esequiba, aun cuando en repetidas ocasiones, transnacionales norteamericanas estuvieron interesadas en obtener concesiones en el territorio Esequibo y sus áreas marinas y submarinas. Esa neutralidad parece haber llegado a su fin cuando muy recientemente el Encargado de Negocios de los EEUU en Georgetown declaró que su gobierno apoyaba el derecho de Guyana para explorar “su” plataforma continental. Este es el resultado de más de una década de hostilidad venezolana hacia los EEUU. Recordemos que en esos mismos días el gobierno venezolano había manifestado su objeción a que Guyana otorgara una concesión a la Exxon-Mobil para exploración de hidrocarburos. Lo grave para Venezuela es que la concesión no sólo abarca la Zona en Reclamación, sujeta a negociación en el marco del Acuerdo de Ginebra de 1966, sino también la fachada atlántica del estado Delta Amacuro. La línea de delimitación, fijada unilateralmente por Guyana, nos cercenaría centenares de miles de km2 de áreas marinas y submarinas sumamente ricas en petróleo, gas y pesca. Para colmo, también  nos quitaría  nuestra propia salida libre al Atlántico.

 

 

@sadiocaracas

Ene 09, 2015 | Actualizado hace 9 años
Nueva posición de Guyana por Sadio Garavini Di Turno

Carolyn-Rodrigues-Birkett

 

En su tradicional conferencia de prensa de fin de año, la canciller de Guyana Carolyn Rodrigues-Birkett, recordó que después del incidente del buque Teknik Perdana, apresado por la Armada venezolana en octubre de 2013, Guyana y Venezuela firmaron un comunicado conjunto donde “acordaron  explorar mecanismos en el marco del derecho internacional para abordar el tema de la delimitación marítima y que en los próximos 4 meses un equipo técnico se reúna para intercambiar opiniones al respecto”. Manifestó que en 14 meses solo hubo una reunión, evidentemente sin resultados concretos. Además, refiriéndose a la reclamación venezolana del Esequibo, afirmó: “Han pasado más de 20 años desde el proceso de buenos oficios (1989). Si en dos décadas no se tiene el progreso que quieres ver y ha habido (temas) que lo han complicado, hay que revisar otras opciones”. Agregó además que su gobierno ya ha solicitado la asesoría de expertos internacionales y mencionó el arbitraje y la Corte Internacional de Justicia como alternativas.

Recordemos que, en estos meses, Guyana ha reactivado su solicitud a la ONU de ampliar la plataforma continental de 200 a 350 millas, incluyendo en la misma no solo la fachada atlántica que proyecta la zona en reclamación del Esequibo, sino la del estado venezolano Delta Amacuro, cercenándonos, potencialmente, centenares de miles de kilómetros cuadrados de áreas marinas y submarinas, ricas en hidrocarburos y pesca, privando además a Venezuela de su salida libre al Atlántico. También ha seguido dando concesiones a transnacionales petroleras tanto en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) del Esequibo como en la ZEE del estado Delta Amacuro. La Cancillería venezolana en el comunicado del 30-12-2014 reitera que el mecanismo de los buenos oficios “sigue siendo la vía jurídica y políticamente adecuada para solucionar el diferendo limítrofe” y solicita que se nombre rápidamente de común acuerdo un nuevo buen oficiante.

Después del incidente del Teknik Perdana, Guyana creía poder negociar solo una línea de delimitación marítima, entre la zona en reclamación y el estado Delta Amacuro, dejando de lado la negociación sobre la zona en reclamación, prevista en el Acuerdo de Ginebra de 1966. El gobierno venezolano, presionado también por los medios y expertos en la materia, no aceptó seguir en ese camino y Guyana entonces plantea, por primera vez en años, buscar una solución definitiva a la reclamación y, dado que los buenos oficios no han funcionado, sugiere el arbitraje o la Corte Internacional de La Haya.

Venezuela debe aprovechar el nuevo e intenso interés de Guyana en ampliar “su” plataforma continental y en las inversiones de transnacionales en “su” territorio en general para replantear la negociación prevista en el Acuerdo de Ginebra. El hecho que el “statu quo” ya no satisface a Guyana puede favorecernos si sabemos utilizar inteligentemente la oportunidad. Insistir simplemente en los buenos oficios cuando Guyana ya los descarta no es una opción. Guyana, en el marco del Acuerdo de Ginebra, puede solicitar unilateralmente al secretario general de la ONU proceder a escoger la mediación como mecanismo de solución de la controversia.

Mientras tanto, frente a la nueva posición del gobierno guyanés, Venezuela debe:

a) Reafirmar públicamente que la salida libre al Atlántico no es negociable.

b) Mantener el patrullaje tradicional de la Armada en nuestra fachada atlántica.

c) Nombrar, con urgencia, un negociador-facilitador por Venezuela a tiempo completo. El actual encargado, el embajador Roy Chaderton, tiene otros cuatro cargos que atender. El nuevo negociador, además, debe ser apoyado por un pequeño equipo de funcionarios y tener también acceso a expertos nacionales e internacionales.

 

El Nacional

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