Julio Castillo Sagarzazu, autor en Runrun

Julio Castillo Sagarzazu

Julio Castillo Sagarzazu Feb 13, 2024 | Actualizado hace 2 meses
Plan B
Construir fuerza ciudadana alrededor de Machado es aumentar las posibilidades de una negociación satisfactoria que nos lleve a una transición democrática

 

@juliocasagar

¿Podrá algún experto actuarial, o algún matemático, explicar la extraña coincidencia de acuerdo con la cual la gran mayoría de quienes piden a María Corina Machado que adopte un Plan B con su candidatura, nunca apoyaron su Plan A? Es decir, quienes nunca le apoyaron, son los que quieren ahora que abandone.

Cada quien puede hacer de su capa un sayo y tener una opción distinta a la de su candidatura, pero “un poquito de por favor”, quedaría mejor decir que no es la candidata de su preferencia y no pasa nada.

Esa opinión es respetable y no es óbice para que quien la ostente sea tildado de chavista o de colaboracionista. Lo que no es respetable es que la empaqueten de responsable y “realista”, cuando su plan A es que ella no sea candidata.

La señora Machado

La señora Machado

La tarea que tienen por delante las fuerzas democráticas venezolanas es descomunal. Hay que enfrentarla con unidad, efectivamente. Unidad para recabar la mayor capacidad de negociación posible. De negociación ¡Sí!, porque, como lo afirmara Carlos Blanco en un reciente artículo, no podemos llegar a un escenario de aniquilación entre los venezolanos.

Esa negociación será compleja, difícil, ardua. Habrá que alinear intereses (unos legítimos y otros no tanto) en todos los términos de la ecuación, dentro y fuera del país; al interior de la oposición y al interior del gobierno, de manera que la unidad de acción de factores disímiles y de diferentes miradas y sensibilidades, será indispensable.

Ahora bien, una de las condiciones para que los frentes unitarios logren sus propósitos es que exista un liderazgo reconocido. Ello es indispensable para que la fuerza detrás de todos esos factores disimiles sea eficaz y sea eficiente.

En Venezuela, el problema de la legitimación de ese liderazgo opositor ha sido resuelto con la realización de unas primarias. Un evento, ciertamente convocado no por la unanimidad, pero sí por un importante sector de la oposición venezolana. El más activo, el de mayor presencia nacional, pero efectivamente, no el único.

Ahora bien, este elemento de la convocatoria terminó siendo secundario cuando el evento en cuestión se terminó realizando. Lo importante de las primarias, efectivamente, no fue quienes la convocaron, sino los resultados que produjeron y la inmensa demostración de los ciudadanos venezolanos, participando masivamente y en las condiciones casi heroicas en que lo hicieron. Ese es el elemento clave de la legitimación del liderazgo que las primarias produjeron.

No obstante, no fue la legitimación solamente lo que las primarias dejaron, como consecuencia. Quizás, lo más importante es el mandato que expresaron representado en una candidatura. Un mandato que contiene también la obligación de luchar por el derecho a elegir de los venezolanos. No se trata del derecho de MCM a ser candidata, se trata del derecho de los venezolanos a decidir quién es su candidato.

Es un derecho humano esencial. Un derecho que no podemos abdicarlo en el gobierno. No podemos hacer un casting de candidatos y desfilarlos en una pasarela para que el gobierno nos diga cual es el más potable. No podemos hacer como Marx (el bueno, Groucho) que decía: “Estos son mis principios y si no le gustan, me lo dice, tengo otros”.

La lucha por este derecho es clave en el destino de Venezuela. Construir fuerza ciudadana alrededor de Machado es aumentar las posibilidades de una negociación satisfactoria que nos lleve a una transición democrática. La obligación de María Corina es seguir recorriendo el país fortaleciendo el gran acuerdo nacional; potenciar la construcción de una fuerza para defender la integridad del proceso y que ese fenómeno de unidad, por la base, que está ocurriendo en todos los estados del país, se convierta en una gran fuerza nacional.

Ese debería ser el plan de todos. El A, el B y hasta el Z.

¿Y qué hacemos ahora?

¿Y qué hacemos ahora?

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
 
 
Julio Castillo Sagarzazu Ene 16, 2024 | Actualizado hace 2 meses
Liberalismo de a pie
Este liberalismo pedestre que no se deja dominar de dogmas y catecismos es el que deberíamos hacer un esfuerzo por analizar, de ello va a depender mucho el futuro del país cuando venga su reconstrucción

 

@juliocasagar

Como el escribidor de esta nota carece de la formación académica y profesional para debatir sobre el tema del liberalismo y su ventaja o no sobre otras doctrinas económicas, nos permitiremos relatar una experiencia concreta que probablemente ayude a echar un poco de luz sobre este debate, a ratos agrio y críptico, entre los especialistas.

Corría la última década del siglo pasado y en Venezuela ya había levantado vuelo el proceso de descentralización política, con la aprobación de la elección directa de gobernadores y alcaldes.

Electos estos funcionarios, el segundo paso fue trasladar competencias del poder central a las regiones. Se trató de un acto de justicia, porque en Venezuela, a pesar del triunfo de Zamora y Falcón, la Federación no paso de ser un monumento en el centro de Caracas frente a Miraflores. Los estados que integraban la República nunca tuvieron, en realidad, responsabilidades y competencias. Claro, en Venezuela, la Constitución ha solido ser “un librito amarillo”.

Entre estas competencias, se transfirió la de la administración de puertos y aeropuertos. El único requisito formal para asumirla, era el de aprobar una ley por parte de la entonces Asamblea Legislativa, regulando la materia y asumiendo el control de los espacios físicos.

El gobernador Salas Romer dispuso que el proyecto de ley que se fuera a presentar se discutiera con los más variados sectores que hacían vida en el puerto. Fue en una de esas sesiones de discusión, donde comienza la experiencia concreta que sirve de base a la conclusión que asomamos en esta nota. En realidad, fue una de esas anécdotas de las que uno aprende más que en cualquier clase de la universidad o cualquier tratado en la materia.

Veamos: habíamos ido a la Cámara de Comercio de Puerto Cabello a realizar una discusión del proyecto con representantes de las principales agencias navieras de la región, muchas de las cuales son centenarias en la prestación de este servicio.

Al regresar a mi oficina de Valencia, me dicen que tengo una llamada de uno de los asistentes a esa reunión a quien le urgía hablarme. Les resumo lo que contó este amigo: “Cuando te fuiste de la reunión, se quedaron los representantes de las empresas discutiendo cómo se podía hacer para formar una sola compañía que se encargara de la administración del puerto”.

Pues, así como lo leen: los piaches de la libre empresa, los líderes empresariales de la ciudad, estudiaban cuál era la mejor manera de monopolizar el servicio, una vez que fuera transferido al estado Carabobo (esta fue la primera pista de lo que no había que hacer).

Luego llego la segunda pista: estábamos en Curazao en una delegación encabezada por el gobernador, para observar el funcionamiento del puerto. Recorríamos las instalaciones en un autobusete. El puerto lucía limpio, pulcro, realmente se podía comer en el piso. El representante de la única empresa operadora hablaba de las virtudes del servicio y en un momento dado señaló: “una de las cosas que hemos logrado es que se acaben los robos, ya no hay ladrones en el puerto”. En ese momento, se pone de pie el representante de la Cámara de Comercio y le interrumpe diciéndole: “discúlpeme, todavía queda un ladrón”. Sorprendido, le pregunta el flamante administrador portuario: ¿cuál? El dirigente empresarial le responde: “ustedes, que cobran lo que les da la gana; cambian las tarifas sin consultar y no podemos reclamarle a nadie”.

Estas pistas, como se ha dicho, llevaron al gobernador a descartar el mecanismo de entregar el puerto en concesión a una empresa y a proponer en la ley graves sanciones a quienes trataran de cartelizar las tarifas o ejercieran prácticas monopólicas. El puerto seguiría en manos del estado y se OBLIGABA (mayúsculas ex profeso) a las empresas, a competir en precios y calidad de servicio.

Para no entrar en una discusión académica, para la que, lo repetimos, no estamos preparados, vamos a reseñar de seguidas cuáles fueron los resultados de esta decisión política, sobre la administración del servicio:

Cuando el servicio se administraba desde Caracas, por el INP que estaba en un edificio de Las Mercedes, donde ni siquiera se ve el mar, el puerto tenía en su nómina, entre fijos y eventuales, más de 3000 personas. El primer año de transferido, esa cifra llegó a 120. Aquí, vale pena anotar esta lindura: los trabajadores fijos (una “cortesía” del contrato colectivo) bastaba que trabajaran 4 días a la semana. En ese momento, pedían un reposo, entraba un eventual y el fijo recibía su salario completo, más el porcentaje que le correspondía al eventual por lo que hacía por carga, descarga, estiba y caleta. Esto, como era lógico suponer, generaba una mafia de tráfico de reposos en el IVSS, que llegó a ser de proporciones babilónicas.

Cualquiera preguntaría, a justo título: ¿pero no se entorpeció la labor del puerto con esa reducción dramática del personal? La respuesta es rotunda. No, no solo no se entorpeció, sino que el promedio de estadía de un barco pasó de alrededor de 110 horas atracado, a menos de 36, el primer año. En menos de un año, las aseguradoras abolieron las sobreprimas que cobraban a armadores y exportadores al puerto por conceptos de ineficiencia e inseguridad. Puerto Cabello se convirtió en el principal punto de llegada y salida de mercancías, no solo de Venezuela, sino también del Norte de Santander.

Y “last but not least”. El puerto, que daba 1500 millones de bolívares de pérdidas a la nación, comenzó a ingresar, el primer año, 800 millones al estado Carabobo, del cual, por la ley, el 10 % debía ser invertido en la ciudad de Puerto Cabello.

La moraleja de este cuento está escrita en mayúsculas (ex profeso) más arriba: la palabra así, escrita es OBLIGAR. Efectivamente, el Estado, que tiene las facultades de obligar, debe hacerlo cuando el sentido común lo recomiende.

Si el estado Carabobo, no se queda con el CONTROL (otras mayúsculas ex profeso) y procede a entregar el puerto a un privado, este pequeño milagro no se habría producido. Desgraciadamente para ellos y afortunadamente para los carabobeños, en otras regiones de país, procediendo de acuerdo con el manual (teóricamente liberal), se entregaron las instalaciones portuarias a empresas únicas y, en pocos meses, perdieron competitividad y eficiencia.

Como advertirá el lector, este liberalismo pedestre que no se deja dominar de dogmas y catecismos es el que deberíamos hacer un esfuerzo por analizar, de ello va a depender mucho el futuro del país cuando venga su reconstrucción.

Los amigos economistas y académicos en la materia se servirán disculpar la temeraria incursión de este lego de a pie en un tema tan complejo y espinoso.

A propósito de Valencia…

A propósito de Valencia…

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Julio Castillo Sagarzazu Ene 10, 2024 | Actualizado hace 2 meses
¿Está Maduro boqueando?
El partido de los pesimistas viene de perder un juego por goleada. Ese juego fueron unas primarias exitosas, un acontecimiento político que está determinando la ecuación del poder

 

@juliocasagar

Por supuesto que no está boqueando, pero no porque su popularidad esté en ascenso, ni porque haya logrado la proporción áurea en el cuadro de los sectores que le apoyan. Ninguna de las dos cosas está ocurriendo. Maduro no está boqueando porque Venezuela no es un país democrático y la ecuación gubernamental no depende del apoyo popular, sino de los factores de poder que la sostienen. En consecuencia, para lograr el cambio se necesita mucho más que preparar los miembros de mesa, buscar unos cobres para la campaña y desplegar los cuadros por el país para recoger ese apoyo popular desafecto al régimen.

En realidad, el quid de la cuestión es cómo lograr las condiciones democráticas para una elección en un país que no es democrático.

Hay algunos que piensan que todo se resuelve si logramos conseguir un candidato que sea aceptado por el gobierno y logremos que, el día señalado en la Asamblea Nacional, Maduro ponga la banda a su “potable”. En realidad, por allí no va la cosa. Esa cabra es muy difícil que se la metamos a quienes han leído las noticias sobre lo que ocurrió a Evo con Arce, a Correa con Lenin y a Uribe, con Santos.

La vía no pareciera entonces la de buscar un candidato lo suficientemente “friendly”, sino en crear las condiciones para que, independientemente de que el candidato les caiga simpático o no, podamos hacer unas elecciones decentes.

¿Es esto difícil? Sí, es muy difícil. Pero es lo que hay, lo que nos ha tocado. Repasemos por un momento algunos acontecimientos recientes y luego saquemos las conclusiones para ver si tenemos razones para ser optimistas o si hay que tirar tierrita y no jugar más.

Sobre las razones para el pesimismo, quizás no valdría la pena abundar. Son tantas y se explican tanto por sí solas, que deberíamos ahorrarnos la ociosidad.

¿En qué clave estamos?

¿En qué clave estamos?

Además, siempre habrá unos sumos sacerdotes de la santa hermandad del vaso medio vacío, a quienes nunca se podrá convencer.

Vayamos, entonces, al lado opuesto. ¿Hay algunas razones para el optimismo? En realidad, son pocas, pero creemos que vale la pena destacarlas, por la sencilla razón de que no está permitido rendirse sin dar la pelea que tenemos que dar.

La primera cosa que hay que constatar es que el partido de los pesimistas viene de perder un juego por goleada. Ese juego fue la realización de unas primarias exitosas. Este hecho fue un acontecimiento político mayor y está determinando las estrategias de todos los lados de la ecuación del poder en Venezuela.

El 22 de octubre no ocurrió el Armagedón final de las fuerzas opositoras que algunos vaticinaban dramática y otros histriónicamente, en los programas de televisión. Tampoco tuvo lugar el pregonado fracaso del proceso por la precariedad de los medios de la CNP. Ninguna de las maniobras, las renuncias, las retiradas, los ninguneos del proceso, resultaron. Hay que reseñar, más bien como positivo, que muchos de los detractores de las primarias hoy admiten que sus resultados fueron exitosos y el punto de partida para el cambio democrático del país.

Desde este punto de vista, las primarias vinieron a corroborar la frase de Víctor Hugo: “Nada tiene más fuerza que una idea a la que ha llegado su momento” y, no cabe duda, de que el momento de las primarias ocurrió.

Las primarias exitosas también hicieron cometer al gobierno costosos errores en su estrategia: primero, las permitieron pensando que sus maniobras ya eran suficientes para hacerlas fracasar. Luego de ellas, se equivocan por segunda vez, lanzando la patética sentencia del TSJ declarando que no había ocurrido, lo que todos vimos que ocurrió. El tercer error, fue la convocatoria del referendo y el show posterior que terminó como todos vimos que terminó. En el tenis, se dice que todas estas pifias califican como “errores inducidos”

De esta manera, las primarias, y su sorprendente resultado, constituyen uno de los más importantes activos que tienen hoy las fuerzas democráticas. El tema de la legitimación y del liderazgo quedaron resueltos. Guste al gobierno o no guste, María Corina Machado y su performance en esas jornadas, son un factor clave en el proceso que tenemos por delante.

¿Y cuál es ese proceso? Pues el que está en curso: una negociación compleja, con muchos protagonistas, con muchos intereses, con muchas aristas y que, para la salud democrática del país, conviene que concluya con unas elecciones libres.

Quizás lo más relevante de todo esto es que las partes involucradas aún tienen incentivos para este siga su curso. Y esto es también un acontecimiento político mayor.

¿Todo esto puede abortarse? Claro que sí. El gobierno puede ceder ante la tentación totalitaria de Nicaragua y la oposición puede caer en la tentación de fastidiarse de seguir en la vía electoral. Hasta hora, tal cosa no ha ocurrido. Más bien, lo repetimos, pareciera que las partes tienen incentivos para seguir andando en la tesitura en la que están. El gobierno no da ningún zarpazo final. Y Machado se mantiene en la idea de que nadie la sacará del camino electoral.

La fecha de las elecciones, las decisiones del TSJ sobre las inhabilitaciones, el tema de las sanciones, los intereses económicos y políticos de los aliados de ambas partes son los ingredientes de este enorme estofado que se sigue cociendo a fuego lento.

Maduro no está boqueando. Y Machado sigue firme sin caer en provocaciones.

Así son las cosas”, nos diría Oscar Yanes.

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“Impredecible en lo táctico, predecible en lo ético”
Hay que leer la comparecencia de María Corina Machado ante el TSJ no para “recurrir”’ una decisión, de la que nunca ha sido notificada, sino para denunciar una irregularidad y solicitar un amparo a sus derechos

 

@juliocasagar

Decía Luis Aparicio que la base se le robaba al pitcher y no al cátcher, lo cual es absolutamente cierto, aunque las reglas de anotación se lo cuenten, como estadística negativa, al pobre receptor.

Esta nota tiene que ver con un robo de base y está entre comillas porque es un comentario de María Corina Machado en relación con la diligencia que cumplió este viernes ante el TSJ.

Pero veamos, la comparecencia ante el Tribunal no es un acto de pelota caribe. No es un robo de home como el de Elio Chacón en una Serie Mundial que casi le cuesta su carrera por “creativo”. Todo lo contrario. Hay que concebirlo como una respuesta táctica de la estrategia de mantener abierta la vía democrática y electoral para el cambio político en Venezuela.

¿Por qué? Porque la política es un juego de incentivos e intereses y, en estos momentos, la situación de Venezuela en el mundo es objeto de una negociación en la que intervienen muchos factores de poder de la geopolítica mundial y de intereses locales y foráneos.

De allí que el único juego que puede ser ganador para las fuerzas democráticas hoy, es el de alinear esos incentivos e intereses para que el cambio sea viable. Y, sobre todo, para subir el costo al gobierno de salirse de los acuerdos en los que ha participado y en los que han estado sentado observadores y garantes propuestos por ellos.

En efecto, de Barbados salió un acuerdo que, como todos los que se suscriben en este tipo de situaciones, está lleno de eufemismos, de afirmaciones crípticas y de metamensajes, que se interpretan e interpretan las partes en función de lo que va discurriendo.

Tomemos un ejemplo de esta afirmación: estaba estipulado que el gobierno, debía indicar antes del 30 de noviembre una vía para que los inhabilitados pudieran “recurrir” sus inhabilitaciones. Si el gobierno se hubiera sentido con el poder suficiente para meterse esa cláusula en el paltó, pues le bastaba con quedarse callado y reiterar lo que El mazo dando nos dice cada semana, que “los inhabilitados, inhabilitados se quedan”. Pero no ocurrió así. Por un camino verde, e indirectamente, el Reino de Noruega anuncio que la vía era ir al TSJ antes del 15 de diciembre. Se trata de una demostración (endeble ciertamente, pero demostración al fin) de que el gobierno también tiene incentivos para seguir agarrado de ese chorrito de agua que es Barbados. Y, de ello, las fuerzas democráticas deben tomar nota.

Valdría la pena aquí aventurar una comparación (aunque todas las comparaciones tienen su dosis de arbitrariedad y extrapolación forzada) con lo que ocurrió en Nicaragua luego de los acuerdos de Esquipulas, suscrito por todos los presidentes de América Central y que fue el marco que obligó a Ortega (varios meses después) a aceptar los resultados de las elecciones que dieron la victoria a Violeta Chamorro, luego de un proceso de negociación que tuvo como resultado, entro otros, que Humberto Ortega quedara al frente del ejército sandinista.

¿Se puede equiparar Esquipulas a Barbados? No lo sabemos, hay muchas coincidencias, pero también muchas diferencias. Lo que sí sabemos es que debemos crear los incentivos y la alineación de intereses necesarios para que puedan parecerse.

El trabajo, en este sentido, de la candidata opositora es mantenerse en la lucha electoral; no dejarse sacar de ella; poner la pelota en el campo del gobierno y dotar de músculo organizativo a la fuerza salida de las primarias, que es lo único que ella puede controlar y que es lo que dará capacidad negociadora a la oposición, dentro y fuera de Venezuela.

Es así como hay que leer su comparecencia ante el TSJ. No para “recurrir” una decisión, de la que nunca se le notificó, sino para denunciar una irregularidad y solicitar un amparo a sus derechos y a los derechos de los electores venezolanos, mientras te quedas en el espíritu del acuerdo de Barbados.

Es cierto que hay un pequeño sindicato de arúspices, profetas de tormentas en vasos de agua y predicadores de la infalibilidad del gobierno, que vaticinaron el palo a la lámpara de MCM cuando la CNP anunció la asistencia técnica del CNE; la imposibilidad de que el gobierno permitiera las primarias, que también decían que Machado no iría al TSJ. Ahora, se refugian en los chistes malos y siguen ligando que la candidata se equivoque para ver cumplido su sueño de sacarla del juego.

Hasta ahora, Machado se les ha vuelto impredecible. No se resignan a confesar que le sorprenden los reacomodos tácticos. Tampoco se resignan a que no haga concesiones éticas al gobierno. Tendrán que aprender a vivir con eso.

Por lo pronto, cada quien a lo suyo. Las fuerzas democráticas a fortalecer la Gran Alianza Nacional; a alinear los intereses y los incentivos para que el gobierno no se salga de la ruta electoral, mientras que estos se ponen a buscar en YouTube los videos, de los buenos defensores del futbol, para saber cómo se devuelve un balón cuando ha entrado a tu campo.

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Julio Castillo Sagarzazu Nov 01, 2023 | Actualizado hace 2 meses
¿Cuándo se toca la bola?
Esta equivocación no es una equivocación cualquiera y ocurre en un momento complejo para el gobierno. No es lo mismo equivocarse con el 60 % del apoyo popular, que con el 10 %

 

@juliocasagar

Si usted es mánager de un equipo de béisbol y manda al cuarto bate a tocar la bola, usted está equivocado. El único tema a dilucidar es cuándo se equivocó: si cuando ordenó la jugada o cuando hizo el line up.

Eso es lo que ha ocurrido con el gobierno y las primarias. Se ha equivocado. Lo que hay que indagar es cuándo lo hizo, si cuando decidió ningunearlas o ahora, cuando el TSJ trata de anularlas y pretender que nunca ocurrieron.

¡Están desconcertados!, pero tampoco hay que culparlos: nadie podía imaginar esos resultados. Pensaron que lo que les salía más barato era que el proceso se cayera por su propio peso; confiaron en que los abandonos, la bajada de brazos, las limitaciones logísticas y hasta un palo de agua, lo hiciera fracasar. Se cayeron de un coco.

Este es un buen mensaje para aquellos que, creando una versión vernácula del síndrome de Estocolmo, afirman a pie juntillas que el gobierno nunca se equivoca, que tiene unas salas situacionales, “cochadas” por el G2 que lo sabe todo y lo anticipa todo. ¡Pura fantasía!

Pero veamos, esta equivocación no es una equivocación cualquiera y ocurre en un momento particularmente complejo para el gobierno.

No es lo mismo equivocarse con el 60 % del apoyo popular, que con el 10 %.

Ni es lo mismo equivocarse con la chequera petrolera de Chávez, recorriendo la América Latina, que hacerlo más limpios que talón de lavandera.

No es lo mismo equivocarse cuando una bolsa CLAP compraba la lealtad, que ahora cuando el atún de cartón y los frijoles con gorgojos solo provoca protestas y malestar.

Tampoco es lo mismo equivocarse cuando un salario de la administración pública o un bono de la patria servía para comprar alguna comidita que, ahora que no da ni para un cartón de huevos.

No es lo mismo equivocarse y remendar el capote con populismo que funcionaba, que tener que montar un referendo chimbo, creyendo que El Esequibo son Las Malvinas y, Guyana, el Reino Unido.

No es lo mismo equivocarse con un cordón protector de gobiernos afines en el continente que con una izquierda que viene palo abajo en los países del entorno.

Y, finalmente, no es lo mismo equivocarse con una oposición fracturada que con una que ha logrado legitimar un liderazgo en un evento singular, y de tanta trascendencia, como el que ha convertido a María Corina Machado en candidata frente al chavismo.

Las consecuencias de estas equivocaciones las vamos a ver en los próximos meses. Probablemente, las más importantes tendrán que ver con el reacomodo y los estragos que dentro del chavismo va a tener todo este proceso. Pero esto es harina de otro costal y objeto de otro análisis digno de comprar cotufas.

Por lo pronto, regresemos al título de la nota. ¿Cuándo es correcto tocar la bola? Obviamente que todo depende de muchos factores.

Lo que sí sabemos es que en un equipo tiene que tener a quien sepa hacerlo. Los bateadores largos y con fuerza son necesarios, pero no suficientes para ganar un título. La mejor prueba de esto son los Rockies de Colorado que, en la temporada de 1997, alineaban a Larry Walker, Dante Bichette, Vinny Castilla y nuestro Andrés Galarraga. Los llamaban “Los bombardeos de la calle Blake” y llegaron a despachar más de 100 jonrones y más de 500 carreras empujadas. Y, aun así, no llegaron al Clásico de Octubre.

El gran encargo de María Corina Machado será integrar un equipo con los mejores talentos y elaborar una estrategia que combine las habilidades de todos. Su principal desafío será sortear las provocaciones de un gobierno que quiere sacarla del camino electoral y que no escatimará esfuerzos para lograrlo.

Hasta ahora, MC los ha sorprendido, no ha caído en ninguna de ellas. Esa capacidad es su mejor aval para lo que viene y un signo distintivo de su liderazgo.

Por lo pronto, que tenga que mandar a tocar o a batear hacia afuera, lo importante es lo que todo buen manager recomienda:

¡NO HAY QUE QUITARLE LA VISTA A LA BOLA!

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Julio Castillo Sagarzazu Oct 25, 2023 | Actualizado hace 2 meses
Small is beautiful
Fue la suma de esas pequeñas cosas lo que al final hizo el suelo fértil para que un liderazgo como el de María Corina pudiera transformar esa emoción en decisión para ir a votar

 

@juliocasagar

Cuando se analiza una situación social y política determinada, lo juicioso, lo natural y lo que recomiendan los especialistas es ir de lo general a lo particular, o sea, de las grandes realidades geopolíticas, las tendencias macroeconómicas y las grandes convulsiones sociales, para luego “aterrizar” en los efectos particulares.

Es obvio que un análisis hecho así debería estar correcto, lo que no estará es completo. ¿Por qué? Pues, porque también es verdad que la suma de pequeños acontecimientos, de detalles, de anécdotas y de vivencias cotidianas, pueden lograr hacer la masa crítica y, a su vez, determinar grandes eventos. Eso es lo que, por cierto, postula una de las famosas “leyes” de la dialéctica: “la cantidad se puede convertir en calidad”.

Con las primarias ha ocurrido algo que nos puede ayudar a analizar la situación actual e intentar hacer algunas previsiones y extraer las tareas que tenemos por delante.

Veamos: ¿las primarias se han realizado, como consecuencia del acuerdo de Barbados? Sí, es cierto, pero la afirmación está incompleta. Las primarias también se realizaron porque la voluntad política de los candidatos que nunca se entregaron, ni bajaron los brazos fue creando, poco a poco, un ambiente que terminó dándole calor popular y ganándose el corazón de la gente.

El gobierno aceptó no entrometerse en el proceso, porque pensó que le saldría más barato que el fracaso de las primarias viniera de dentro, que implosionaran, como trataron de hacer a través varios de sus agentes. El “argumento” más socorrido es que no había logística, ni preparación y que había que suspenderlas. La precariedad de medios era cierta, las presiones, las amenazas contra quien prestaba su casa, su local también y la logística era incierta. Yo mismo me avergüenzo de haber pensado que un palo de agua podía arruinar el proceso.

Lo que pasaba es que no estábamos viendo correctamente. Estábamos viendo las cosas con los ojos de “la razón” de la lógica formal de Descartes y no con la de Pascal, que nos enseña que “el corazón tiene razones que la razón no comprende”. No entendimos, a pesar de haberlo leído tantas veces, lo que el Principito le decía al zorro: “solo con el corazón se puede ver, lo esencial es invisible ante los ojos”.

No vimos esa fuerza que se anidaba en la voluntad de millones de nuestros compatriotas que al final prestaron los aleros, los patios de sus casas para que la g ente se cobijaran del chaparrón; que hicieron café y arepas para los héroes de las mesas. Y no sacamos la cuenta de que el paraguas es un arma tan poderosa como el domo de hierro de Tel Aviv, que puede proteger de cualquier contingencia y que nuestros compatriotas lo usaron para formar un colosal paisaje de voluntades haciendo cola para votar.

Fue la suma de esas pequeñas cosas, lo que al final hizo el suelo fértil para que un liderazgo como el de María Corina pudiera transformar esa emoción, en decisión para ir a votar, en medio de todas las adversidades. Y que las primarias fueran un éxito.

El mandato, así otorgado por los venezolanos, no es entonces solamente la escogencia de una candidata presidencial. Es también para traspasar las barreras que aun hoy se interponen entre las primarias y una elección libre; sin inhabilitados, sin ventajismo, con reglas claras, con observación internacional y con un juez transparente.

Las primeras reacciones de las direcciones políticas han sido positivas, también las de María Corina Machado. Los que quedan rezongando, cada vez son menos.

Ahora toca ir juntando esas pequeñas cosas que aún nos faltan para hacer la gran masa crítica que logre el cambio político. Si logramos hacerlo, lo que hoy vemos como imposible, puede hacerse posible.

La moraleja es que lo pequeño, no solamente es hermoso, puede también construir lo grande.

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¿Por qué no se acuerdan del acuerdo?
El 22 de octubre tenemos el desafío de cumplir con lo acordado: todos los candidatos postulados deberán apoyar al ganador del proceso

 

@juliocasagar

Hay gente que anda proponiendo acuerdos sobre lo que debería hacerse en el caso de que un “inhabilitado” gane las primarias.

Lo primero que hay que decir al respecto es que es inconcebible que cuando se toque el tema, ni siquiera se ponga la expresión entre comillas. Esto no es un error gramatical, es un grave error político. En Venezuela no hay ningún inhabilitado. Como lo han explicado varios juristas, e incluso la Plataforma Unitaria, la inhabilitación política solo procede como pena accesoria y dictada en sentencia definitivamente firme.

Ninguno, absolutamente ninguno de los casos de “inhabilitados” por la contraloría lo está ni legítima, ni legalmente. En consecuencia, comprar ese pescado podrido es reconocer como legítima una arbitrariedad.

En segundo lugar, es menester llamar la atención a quienes piden acuerdos “razonables”, “realistas” y “políticamente correctos” que ya varios importantes acuerdos se han hecho y que uno de los esenciales es el que suscribieron todos los candidatos a las primarias de respaldar a quien resultara electo.

De manera que hasta que este acuerdo no se enmiende, no se denuncie o se deje expresamente de lado, está vigente y lo que nos sale a todos los que vamos a votar el 22 de octubre, es echarnos al hombro al ganador sea quien sea.

No deja de ser curioso que algunos anden pidiendo por allí que haya un “orden de sucesión” desde ya. Si admitiéramos tal despropósito, nos encontraríamos con la peculiar y kafkiana realidad de acuerdo con la cual habría candidatos pidiendo que se votara por ellos, pero para que ganaran otros. Perdonen la “falta de ignorancia” pero… ¿cómo se come eso? Solo don Mario Moreno podría darnos la respuesta.

La sucesión

La sucesión

Después tenemos otro fenómeno: se trata de la inocultable filiación sálica de los órdenes de sucesión que se proponen. Como sabemos, la Ley Sálica, vigente desde Clodoveo I en la monarquía francesa durante toda el Alta Edad Media, excluía a las mujeres del orden de sucesión. En nuestro caso, es evidente que la mayoría de los razonamientos y los pedidos de “solución” a este problema, tienen más que ver con el deseo de apartar a María Corina Machado de la carrera electoral, que de verdadero afán por lograr una salida a este eventual conflicto. Si Machado no liderara las encuestas, tanto las de las primarias, como las presidenciales, este tema sería de segundo orden.

Ya bastante tenemos con el fuego graneado y curiosamente simultáneo desde distintos frentes contra el proceso. “Fuego amigo” y “fuego enemigo”, en sorprendente y acompasada ejecución. Las advertencias amigas se mezclan con las amenazas enemigas. Los restaurantes caraqueños conocen de cenas y almuerzos de personajes variopintos que luego participan de este torneo de opiniones contra las primarias. La cocina fusión está de moda.

Todo esto lo que viene es a confirmarnos en la idea de que las primarias son algo más que un acto para escoger un candidato o un liderazgo. Son en realidad, un proceso de construcción de una fuerza ciudadana que rescate el valor de la lucha política y que devuelva la confianza a nuestros compatriotas de que es posible luchar con entereza para recuperar la democracia.

Es un acto continuado de reconstruir una rebelión cívica, democrática; de darle al voto el valor de un arma social; de poner en evidencia que el chavismo es una minoría de espaldas al país.

El 22 de octubre tendremos una estupenda oportunidad de reforzar ese camino. Ese día podemos subir un peldaño más en la lucha por la democracia y la libertad. Tenemos el desafío de cumplir con lo acordado: todos los candidatos postulados deberán apoyar al ganador del proceso.

Ese es un acuerdo firmado. Es a ese acuerdo al que teme el chavismo. Es ese el que tenemos que honrar.

Vamos a acordarnos del acuerdo. Es el más importante que tenemos.

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La aplastante lógica (o dialéctica) de mi mecánico
La señora Machado sigue allí, en su camino y en sus trece, para sorpresa de quienes no logran descifrarla

 

@juliocasagar

Nos hemos preguntado, o al menos hemos sentido curiosidad, por saber ¿cuál es la razón por la que, a pesar de que el nivel de popularidad del gobierno y de Maduro es tan bajo, la gente no ha vuelto a las calles a protagonizar movilizaciones políticas pidiendo su salida de Miraflores?

La razón pudiera estar en la reflexión de un viejo amigo, mecánico, quien desde el fondo del foso donde revisaba una fuga de aceite del carro, me decía, a propósito de este comentario: “Julio, lo que pasa es que eso de estar protestando cada rato lo pueden hacer ustedes los universitarios. Yo tengo que trabajar todos los días para comer. Yo, lo más que puedo hacer es ir a votar cuando haya elecciones” (por cierto, lo va a hacer por quien él llama, “la Corina esta”)

Esa es la más aplastante demostración de que las sociedades toman caminos y construyen meandros, como lo hacen las aguas que, por alguna razón, encuentran obstáculos en su curso natural y, entonces, discurren por aquellos sitios por donde es más fácil fluir.

Las estupendas manifestaciones de los venezolanos no lograron el cambio político que se habían propuesto, pero no fueron un esfuerzo inútil. Esas movilizaciones están incrustadas en el inconsciente (o en el subconsciente, los expertos sabrán) como el pico más alto de movilización y de voluntad de luchar.

Lo que hoy ocurre en la conciencia colectiva es que, poco a poco, sin prisa, pero sin pausa ha venido creciendo la lógica irrebatible de nuestro amigo, de acuerdo con la cual, el arma del voto es la más viable y la que se tiene más a la mano para producir un cambio. Aquella fuerza espiritual que llevo a millones de nuestros compatriotas a manifestarse por ese cambio, tiene ahora la expresión de una formula, tan cívica y democrática como la protesta callejera, que es la lucha electoral. Es la dialéctica que contiene la lógica de nuestro mecánico. Una mutación en las formas y el mismo contenido de deseo de cambio.

Hay muchas razones por las que la gente no se ha rendido. Una, seguramente la de más peso objetivo, es que las condiciones de vida de los venezolanos, antes de mejorar, han empeorado ostensiblemente. La mala noticia para Maduro es que este empeoramiento se lo achaca la gente a la gestión de su gobierno. No han podido vender con éxito la tesis del bloqueo y las sanciones. Ese cuento no se lo cree ni la mitad del llamado “chavismo duro”.

La otra razón está vinculada a la concentración de las opciones opositoras en el camino electoral. Este escenario es el que se compagina con la visión de nuestro, tantas veces nombrado amigo. Aquí confluyen, esa aspiración y deseo de cambio con una estrategia viable de la que pueden echar mano la mayoría de nuestros compatriotas.

Tenemos entonces, como marco de la actual realidad política, un país indignado, pero aún con esperanzas, que se está nucleando alrededor de la lucha electoral para lograr un cambio. Esta es una combinación letal para el régimen, una tormenta perfecta en su contra.

Por ahora, el sitio donde todos, Gobierno y oposición, libran esa batalla, es de la de las primarias del 22 de octubre. ¿Por qué? Pues, porque, como decía Víctor Hugo: “nada tiene más fuerza que una idea a la que ha llegado su momento”. Y las primarias han devenido, de esa suerte, en la estrategia mayoritaria para lograr una candidatura unitaria (que no única) para enfrentar a Maduro en las próximas elecciones.

De allí que el gobierno haya incluido a las primarias en su narrativa cotidiana en los actos de campaña del PSUV y que los Luis Ratti (en todas sus versiones) ataquen por todos los flancos. Por eso, tampoco abandonan el arma del TSJ para invalidarlas y aún pende, sobre ellas, como espada de Damocles. Evalúan, día a día, el costo-beneficio de permitirlas o no permitirlas.

Es obvio que este tema de las primarias no tendría la connotación que tiene, si su resultado previsible no fuera el que se vislumbra ahora. En efecto, el hecho de que María Corina Machado, un liderazgo que se sitúa en las antípodas del régimen, aparezca con la primera opción, plantea a las elites políticas venezolanas una serie de desafíos que no tenían hace algunos meses.

Para oponérsele, se han ensayado toda clase de iniciativas. Desde las provocaciones, a ver si la sacan del camino de las primarias y del electoral, hasta el expediente de la “inhabilitación” para no dejarla participar.

Lo cierto del caso es que no logran apartarla y tampoco bajarla de su posición de puntera. Hay interpretaciones, análisis, elucubraciones, refranes, conjuros y todo tipo de maniobras a las que han ha recurrido. Pero nada. La señora Machado sigue allí, en su camino y en sus trece, para sorpresa de quienes no logran descifrarla.

Hay mucha gente tratando de “racionalizar” el fenómeno y tratando de hacer una interpretación de lo que ocurre. La verdad es que, en casos como estos, lo mejor es dejarse llevar de la mano de monsieur Blaise Pascal que nos recuerda que: “el corazón tiene razones que la razón no comprende”

Y es que el caso de Machado es el resultado de un sentimiento que ha prendido en la mayoría de los venezolanos y que, seguramente, no tiene más explicación que es que ella se ha convertido en un eficaz instrumento de cambio y ha logrado comunicar empatía y confianza para lograrlo.

Quizás por eso se hace impredecible y sorpresiva para sus adversarios; quizás, por eso no saben leerla bien; quizás por eso se les está haciendo tan difícil sacarla del camino y del afecto que está despertando en la gente.

Quizás por eso mi mecánico, que una vez votó por Chávez, va a votar ahora “por la Corina esta”

¿En qué clave estamos?

¿En qué clave estamos?

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