Juan Carlos Molleda, autor en Runrun

Las relaciones públicas amenazadas de convertirse en propaganda: el caso Venezuela

RelacionesPúblicas

 

por Juan Carlos Molleda

 

Desde hace más de medio siglo la profesión de relaciones públicas en todo el mundo ha incrementado su profesionalización, legitimidad y diferenciación como ejercicio estratégico, distanciándose de la pura propaganda. Organizaciones profesionales tales como la Sociedad de Relaciones Públicas de América (PRSA), la Asociación Internacional de Relaciones Públicas (IPRA) y la Alianza Global para las Relaciones Públicas y Gestión de Comunicación han contribuido a este logro. Sin embargo, parece que todavía quedan reductos donde se pone en cuestión la profesionalización y sus estándares éticos.

El 15 de marzo de 2015, la presidenta cubana de la Confederación Interamericana de Relaciones Públicas (CONFIARP), una organización miembro de la Alianza Global, distribuyó una declaración escrita para todos sus miembros y colaboradores, enviada sin consultar a los miembros de su junta directiva, quienes representan asociaciones en otros países latinoamericanos. La llamada “DECLARACIÓN DE CONFIARP a favor de la paz y la integridad de Venezuela como nación” expresa en un claro tono propagandístico, que “[e]s injusto y nada serio pretender convencer al mundo del peligro de Venezuela para la seguridad nacional de los Estados Unidos y de la necesidad de emitir una orden de emergencia nacional para el país más poderoso del mundo”.

También dice que Venezuela enfrenta “una guerra económica sin tregua para provocar descontento en el pueblo”. La declaración después resalta “el sospechoso desplome de los precios del petróleo en el mercado internacional condimentada con una campaña mediática a través de los más diversos soportes y medios que tuvieron en las guarimbas [barricadas] el primer episodio para justificar supuestas violaciones de los derechos humanos”. Finalmente, CONFIARP “llama a todos los relacionistas públicos y comunicadores sociales del Continente a aplicar su capacidad profesional para hacer uso, una vez más, de las herramientas que dominamos para despertar conciencia, movilizar voluntades y desatar la participación ciudadana en defensa de la patria de Bolívar, que es también la defensa de la integridad y soberanía de nuestros países”.

Esta declaración es una clara violación al Código de Estándares Profesionales para el Ejercicio de las Relaciones Públicas de la Alianza Global. Aún más serio, es una amenaza para la reputación y legitimidad de la profesión y del área de conocimiento académico. Si no se frena a CONFIARP en este tipo de acciones de marcada posición ideológica, asociaciones nacionales e internacionales de relaciones públicas corren el riesgo de convertirse en herramientas de propaganda de gobernantes en varios países del continente y del mundo. Las relaciones públicas han batallado durante 70 años por desvincularse de actores como Joseph Goebbels, jefe del ministerio Nazi para la ilustración pública y propaganda. ¿Vamos a dejar que alguien nos despoje de los logros que ha alcanzado nuestra profesión?

El papel de una asociación profesional es representar, abogar y trabajar para el avance de la profesión y sus profesionales. Su rol incluye la promoción de debates, entrenamientos, investigación y educación sobre las estrategias y tácticas empleadas por la función e impacto gerencial y social de las relaciones públicas en todo tipo de organizaciones. Por el contrario, tomar parte de un conflicto político y económico internacional, sin información fiable de todas las partes, es una proposición peligrosa que se excede a su misión, más aún cuando se realiza sin el consenso de los asociados. Esto es aún más contraproducente en una profesión que se esfuerza por dejar atrás una reputación negativa asociada a la manipulación y en la que el mutuo interés y los procedimientos democráticos se consideran como fundamentos de su legitimidad en nuestros días.

Una asociación de relaciones públicas debe entonces esforzarse por aumentar la profesionalización de todos sus miembros y debe tener como centro de acción el interés de la profesión. Esto es por naturaleza una posición universal y neutra, que es indispensable cuando los profesionales se encuentran en el medio de una crisis nacional. Es por eso que se debe amonestar a los profesionales que perjudican a una profesión por sus acciones y conductas. Aunque hay profesionales que trabajan para gobiernos y sus agencias, no debemos permitir que ningún gobierno ejerza excesiva influencia sobre una asociación profesional de relaciones públicas y gestión de comunicación, menos si esta tiene alcance continental.

Debemos hacer todo lo que este en nuestro poder para rechazar y evitar cualquier intento de hacer de la profesión de relaciones públicas y gestión de la comunicación un instrumento de propaganda. Debemos velar por la supervivencia y avance de nuestra profesión, así como por su legitimidad e identidad como función estratégica de las organizaciones e instrumento de desarrollo social.

El ejercicio y la naturaleza de las relaciones públicas se investigan y enseña en muchas instituciones de educación superior del mundo, incluyendo programas ¿estelares? en Latinoamérica. Sin embargo, a creadora o creadores de la declaración de CONFIARP parecen ignorar que las relaciones públicas están basadas en principios democráticos y que prosperan en sociedades donde reinan las libertades económicas, políticas y sociales, así como también en las sociedades donde múltiples voces tienen participación en el debate público y compiten por la atención y el respeto.

A pesar de las respuestas y argumentos contundentes de profesionales y académicos denunciando lo inapropiada y lo perjudicial de la declaración, CONFIARP no se ha retractado de su posición o emitido una nueva declaración sobre la gravedad de la crisis venezolana y las complejas relaciones entre ese país y los Estados Unidos; una posición que sea más conciliatoria y constructiva. Es una farsa tener una confederación regional que toma una posición política/ideológica desafiante y sesgada como representante de una profesión en todo un continente.

¿Qué podemos hacer? Esta situación no nos puede dejar impasibles. Las asociaciones miembros de CONFIARP deben considerar seriamente su vinculación con una entidad que utiliza la propaganda ideológica al margen del consenso de sus asociados. La Alianza Global debe tomar medidas al respecto y evaluar la membresía de CONFIARP. Aún más, las asociaciones profesionales nacionales e internacionales deberían ratificar una declaración universal que reafirme la independencia de las asociaciones de relaciones públicas y gestión de comunicación que permita evitar cualquier afiliación con propaganda de gobiernos.


* El Dr. Juan Carlos Molleda es profesor y jefe del Departamento de Relaciones Públicas de la Facultad de Periodismo y Comunicaciones en la Universidad de Florida, Gainesville. También es miembro de la junta directiva del Instituto para las Relaciones Públicas, del Comité de Asuntos Educacionales de PRSA y evaluador académico de la Certificación en Educación para las Relaciones Públicas de PRSA. Su área de investigación son las relaciones públicas globales y latinoamericanas. Hadado conferencias en todo el continente y ha trabajado como evaluador extranjero de programas educativos en Suramérica que han logrado la certificación internacional de PRSA, tales como carreras de relaciones públicas y gestión de comunicación en Argentina, Colombia y Perú.