Francisco José Virtuoso, autor en Runrun

Feb 17, 2016 | Actualizado hace 8 años
Se tensa la cuerda por Francisco José Virtuoso

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La situación venezolana empeora cada vez más. La gran mayoría está en situación de precariedad y grave necesidad. La escasez de alimentos y medicinas, el racionamiento de luz y agua, el incremento del costo de la vida, la inseguridad y la violencia, convierten la vida cotidiana en un tormento. Cada vez más se propagan las protestas y saqueos en las kilométricas colas que rodean los centros de distribución de alimentos y medicinas. La vida de la gente está al borde de una crisis humanitaria, y cada día que pasa sin tomar decisiones adecuadas agrava más el riesgo de caer en esa situación.

Esta es la verdad, la triste verdad de lo que estamos viviendo en Venezuela. Como bien se ha declarado, estamos en emergencia alimentaria y sanitaria, lo cual demanda respuestas inmediatas y acciones que en el corto y mediano plazo restablezcan las condiciones económicas e institucionales para enfrentar estructuralmente las causas que originan estos problemas. Hace falta, pues, un plan programático, con acciones concertadas a nivel nacional e internacional, con un horizonte compartido y con objetivos claros.

Ante la emergencia, el Gobierno emitió el pasado 14 de enero un Decreto de Emergencia Económica, que en esencia establece la suspensión de un conjunto de garantías económicas para que el Ejecutivo Nacional tome medidas directas y discrecionalmente sobre la economía nacional. La Asamblea Nacional, lo rechazó el 22 de ese mismo mes, después de un infructuoso esfuerzo en la búsqueda de información y profundización de las justificaciones aducidas, con los representantes del Ejecutivo Nacional y las instituciones del Estado directamente involucradas. El viernes pasado el decreto fue resucitado por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Es decir, para el Gobierno, y el oficialismo en su conjunto, la solución sigue estando en la aplicación de medidas de control e imposición sobre el sistema monetario, el acceso a la moneda local y extranjera, la distribución de bienes y servicios, el control de precios, la disposición «excepcional» por parte del Estado de bienes privados de producción y distribución etc., sin ningún tipo de control por parte de la Asamblea Nacional.

Con esta decisión de la Sala Constitucional, se materializa lo que desde el resultado electoral del 6 de diciembre pasado ha buscado el gobierno nacional: prescindir de la Asamblea Nacional, anulándola en sus funciones de legislar y controlar. Hasta ahora se había logrado mantener el juego de la división de poderes establecido constitucionalmente y con ello un puente de confluencia, al menos para el debate y contraposición de ideas.

La sentencia de la Sala Constitucional profundiza el conflicto de poderes, sin un árbitro imparcial. El Gobierno tensa la cuerda, con dos objetivos: el primero, anular en la práctica el significado del triunfo de la oposición del pasado 6 de diciembre. El segundo, elevar el nivel de confrontación con la Asamblea Nacional y otros sectores de la sociedad para provocar un conflicto abierto y directo en la calle, donde pudiera obtener beneficios y victimizarse. Si la oposición cae en la provocación y se desvía del cauce institucional, será descalificada e ilegalizada. Lamentablemente hay quienes así piensan.

La gente espera amargamente en las colas, entre angustias, miedo y frustración. La paciencia tiene un límite. Seguir metiendo leña al fogón puede provocar un infierno, en donde los más pobres serán los mayores perdedores. Hay que llamar al protagonismo ciudadano para que ejerza en el marco de la Constitución su soberanía, haciendo escuchar su voz y exigiendo responsabilidad a sus gobernantes.

fjvirtuoso@ucab.edu.ve

Ene 20, 2016 | Actualizado hace 8 años
Racionalidad y sindéresis por Francisco José Virtuoso

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Según las cifras emitidas por el Banco Central de Venezuela, el balance del año 2015 es el de una nación en quiebra. El ingreso de divisas por concepto de exportación sigue bajando abiertamente, la producción nacional está en franca recesión y para cumplir los compromisos internacionales se requieren 16 mil millones de dólares aproximadamente. Este panorama, unido a la terrible escasez e inflación que padecemos, nos puede hundir en muy pocos meses en una abrumadora crisis humanitaria.

En este escenario el oficialismo ha desarrollado dos líneas de acción. La primera, puesta en vigencia a los pocos días del triunfo de la oposición, ha sido buscar la forma de maniatar a la Asamblea Nacional. En esta dirección se han ejecutado varias acciones, que por ahora han logrado arrebatar a la oposición la mayoría calificada de 2/3 y lo que ello implica: obstaculizar la designación por parte de la Asamblea de dos de los rectores del CNE cuyos periodos vencen este año, impedir la remoción de los Directivos del Banco Central de Venezuela y restaurar su autonomía, paralizar la posible remoción de los magistrados recientemente nombrados, frenar cualquier enmienda constitucional y dificultar la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.

No obstante, la Asamblea Nacional con mayoría de 109 diputados de oposición, logró instalarse, sesionar y ser reconocida por todos los poderes del Estado. El acto de presentación de la Memoria y Cuenta del Presidente de la República el pasado 15 de enero, guardando todas las formas previstas en el ordenamiento constitucional y legal de la República, así como el discurso de réplica que el Presidente de la Asamblea Nacional pronunció a continuación, todo ello transmitido en cadena Nacional de Radio y televisión, fue un claro y contundente mensaje de reconocimiento de que hay un nuevo Poder Legislativo, emanado del voto popular el pasado 6 de diciembre de 2015, en donde los representantes del gobierno son minoría y están obligados a rendir cuentas y ser interpelados por la oposición.

Este hecho puede ser considerado como un «acontecimiento» y marca ciertamente el signo más claro del inicio en firme del proceso de transición política que se vive en Venezuela desde el año 2013. La clave para ello ha sido el correcto uso de la razón política. Los líderes de oposición entendieron que a pesar de la firmeza de sus convicciones y propósitos debían «doblarse para no partirse», como bien lo dijera Ramos Allup, y buscar mediante el diálogo mecanismos de entendimiento con el oficialismo. Por su parte, en el bloque del gobierno, también entendieron que desconocer de plano la Asamblea Nacional era un paso muy arriesgado, de consecuencias impredecibles nacional e internacionalmente, en medio de una crisis económica y social cuyo manejo se puede escapar de control.

El gobierno juega rápido. El mismo viernes 15 de enero se puso en marcha la segunda gran línea de acción. Enfrentar la gran crisis económica y social que se avizora para el 2016, emitiendo un Decreto de Emergencia Económica, en donde bajo la justificación de la guerra económica y la reducción de los precios del petróleo, se propone más discrecionalidad y la aplicación de mayores controles en toda la actividad económica. Se pone de manifiesto así, que no hay ninguna intención de revisión de las causas de la crisis y de rectificación profunda. En este otro round, hará falta nuevamente hacer uso del arte de la política, mediante la racionalidad, la sindéresis y la negociación. Sin el reconocimiento de los errores y sin el logro de acuerdos políticos será imposible avanzar en la dirección correcta.

fjvirtuoso@ucab.edu.ve

El Universal 

Dic 09, 2015 | Actualizado hace 8 años
El desafío venezolano por Francisco J Virtuoso

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Escribo este artículo el lunes 7 de diciembre por la tarde, por lo que todavía, inexplicablemente, sólo cuento con el primer boletín oficial del Consejo Nacional Electoral.

El 6D el pueblo venezolano se pronunció mayoritariamente a favor del cambio político. Con una participación sobre el 74% de la población electoral, el oficialismo terminará obteniendo alrededor del 40% de la votación y la oposición el 60%, sobre el total de votos válidos. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), asegura, de acuerdo con los registros que posee, que su representación alcanzará 112 diputados, lo que significa haber alcanzado la mayoría calificada de los dos tercios.

Ya se ha dicho, pero es muy importante que nadie lo olvide. Esta fue una decisión del pueblo venezolano, que quiso que fuera mediante el voto, ajustándose estrictamente a lo pautado en la Constitución y las leyes, que se produjera este importante cambio en la correlación de las fuerzas políticas para conducir el Estado nacional. Un cambio sustancial y muy profundo, pues está obligando a cohabitar al oficialismo con la oposición, otorgándole a esta última un espacio institucional mandatorio para establecer las directrices normativas del Estado y el control de sus altos funcionarios.

Es una decisión popular que se fragua en medio de un profundo descontento con las políticas del Estado para gestionar la crisis nacional y estructural que vive la sociedad venezolana. Lo hace también de forma valiente y decidida frente a la estrategia del miedo que se intentó aplicar. Y escoge a la oposición porque sus planteamientos y liderazgos lograron convencer y generar confianza.

Lo que menos se puede hacer es respetar esa decisión, no sólo los resultados, sino sus significados profundos, el mandato emanado de la voluntad de la mayoría, ajustándose a ella. De allí al menos se desprenden dos grandes desafíos políticos, inéditos en los últimos 20 años.

El primer desafío es la gobernabilidad. De ahora en adelante, el gobierno sólo será viable si hay entendimiento institucional con la Asamblea Nacional de mayoría opositora. Lo que requiere de parte del gobierno y de la oposición no un enfrentamiento agónico sino capacidad de acuerdo, y, de manera especial, en torno a los temas que más le preocupan a la gente: inflación, escasez, desempleo e inseguridad. La MUD, a través de sus representantes, ha mantenido un discurso de tolerancia, inclusión y muy apegado a las necesidades sociales de la gente. Por lo que parece que esta línea de acción pareciera estar clara. De parte de los representantes del oficialismo, el discurso se ha centrado en repetir los estereotipos que intentan justificar la crisis colgándosela al enemigo interno y externo. Me atrevo a pensar que se trata de una primera reacción ante la adversidad de los resultados. Si no se llega al nivel de madurez necesario, obviamente que tendremos una situación de guerra instalada en el seno del propio Estado.

El segundo gran desafío es para la ciudadanía en general, para el pueblo soberano. La decisión expresada en las urnas electorales el 6 de diciembre busca obligar al Ejecutivo y al resto de los poderes públicos a tener una interlocución real. El pueblo que expresó esta voluntad sabe que cuenta con recursos constitucionales para hacerla valer, no puede simplemente esperar sino que tiene que actuar haciendo respetar su decisión, a través de la participación activa, emitiendo su opinión, interactuando con sus representantes, etc.

Se inicia en firme una nueva etapa política, a todos nos exigirá un profundo esfuerzo de sensatez y paciencia para que sea promisoria en el futuro de la vida como nación.

fjvirtuoso@ucab.edu.ve

El Universal 

Nov 11, 2015 | Actualizado hace 8 años
Crisis universitaria por Francisco José Virtuoso

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Las universidades nacionales autónomas se han convertido en objeto de confrontación directa por parte del gobierno nacional. Primero fue la imposición de un nuevo sistema de asignación de cupos universitarios. En abierta contradicción con el artículo 20 numeral 6 de la Ley de Universidades y con las decisiones tomadas previamente por el CNU, se estableció que los cupos para las universidades públicas serían asignados en su totalidad y directamente por la Oficina de Planificación del Sector Universitario.

Esta decisión se acompaña con un presupuesto para el año 2016 que las universidades a través de sus rectores cuestionaron abiertamente en diversas instancias por deficitario e incapaz de responder a las múltiples necesidades de funcionamiento de las instituciones que representan.

Al mismo tiempo los docentes de estas universidades, representados en sus organizaciones gremiales y en la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios Venezolana sostienen que sus reclamos salariales no fueron atendidos en la llamada Convención Colectiva II de los trabajadores universitarios y deciden para el mes de septiembre hacer un llamado a la no reincorporación a las actividades académicas, el cual ha sido acatado hasta ahora en 10 universidades.

En el mes de noviembre se han producido varios hechos de violencia en diversas universidades. El más dramático fue el ocurrido en el recinto de la Universidad del Zulia, especialmente en la Facultad de Humanidades y Educación, dejando lamentablemente como saldo un joven herido por arma de fuego y otro fallecido. La Asociación Venezolana de Rectores (Averu) condenó estos hechos, señalando que los mismos tienen presuntamente como origen el conflicto generado ante el llamado a elecciones estudiantiles por parte del gobierno nacional, con la intención de crear una organización que pretende establecer una federación de centros universitarios impuesta y paralela a las organizaciones estudiantes existentes.

El 3 de noviembre pasado la Asamblea Nacional decidió emitir un acuerdo, en el que después de un conjunto de considerandos, sugiere al ejecutivo nacional acudir ante el Tribunal Supremo de Justicia para demandar a los cuentadantes de las universidades, por perjuicio al Estado venezolano. Al mismo tiempo se propone la intervención del Ministerio del Trabajo ante lo que se considera un paro ilegal y se plantea la realización de una auditoría para el análisis de la erogación de recursos económicos para aquellos funcionarios que no han trabajado.

El acuerdo de la Asamblea Nacional, descalifica el paro de los profesores, desconoce la problemática presupuestaria y judicializa el conflicto, pretendiendo resolver la crisis por la fuerza a través de medidas administrativas y judiciales contra las autoridades de las universidades cuestionadas y sus dirigentes gremiales.

El acuerdo de la Asamblea Nacional es un acuerdo político. Al final del primer considerando del acuerdo se lee: «es posible que esta sea una política de la oposición venezolana para que los padres de los jóvenes se vean obligados a retirar a sus hijos de estas universidades y llevárselos al exterior, o a las instituciones privadas para que éstas se enriquezcan aún más».

Es terrible que esta sea la percepción de fondo ante el grave problema que padecen las universidades nacionales autónomas. Es también muy triste e injusto que la percepción de la universidad de gestión privada sea la de una casa de negocios que puede sacar provecho de esta dramática situación. Obviamente el acuerdo en su conjunto busca justificar nuevamente una intervención del subsistema universitario autónomo.

fjvirtuoso@ucab.edu.ve

El Universal 

Oct 14, 2015 | Actualizado hace 9 años
Es necesario escuchar por Francisco José Virtuoso

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Los estudios de opinión, incluso los dirigidos por empresas de opinión simpatizantes del chavismo, señalan una evidente necesidad de cambio, ante el contundente rechazo de la ciudadanía a la situación actual. Un muy alto porcentaje evalúa negativamente la gestión del gobierno, la situación social en general y el rumbo de la economía. Detrás de los números se percibe mucho descontento, malestar y sufrimiento.

Ante el próximo escenario electoral, los candidatos de la oposición que representan la Mesa de la Unidad Democrática recogen la mayoría de las preferencias, seguidos de los candidatos que se presentan como independientes. El PSUV y sus aliados son hoy la tendencia minoritaria, según un buen grupo de estudios de opinión.

La gran mayoría, quiere además, un cambio de rumbo a través del voto. Por ello, aunque hay muchas críticas y desconfianza ante el Consejo Nacional Electoral, la gente quiere votar, 87% está resuelta a hacerlo. En ello influyen, al menos dos causas: una profunda herencia democrática y una, no menos profunda convicción, de que sólo por las vías institucionales lograremos salir en paz de esta crisis que agobia al país.

El próximo 6 de diciembre, representa entonces, una gran oportunidad y todos estamos en la obligación de contribuir para que se respete la integridad del proceso electoral y para que la nueva composición de la Asamblea Nacional que resulte elegida abra espacios reales para el cambio institucional.

Desde el Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, venimos abogando por un sistema electoral venezolano, que globalmente considerado, esté más cerca de los principios de la integridad, que actualmente se consideran indispensables para garantizar su confiabilidad y transparencia. El listado contempla varias áreas de atención: los organismos electorales, las leyes electorales, los procedimientos electorales, el registro de votantes, el registro de partidos y candidatos, la campaña en medios, el financiamiento de campaña, los procedimientos de votación, el conteo de votos, y la emisión de los resultados.

Garantizar la integridad del sistema, a través de la participación amplia y plural de organizaciones de observación electoral, partidos y candidatos, medios de comunicación, organismos internacionales y ciudadanos interesados, es lo que efectivamente permite que los resultados electorales sean no sólo obedecidos y respetados, sino aceptados. Hemos insistido que en las actuales condiciones de polarización y conflicto político esos objetivos deberían ser una prioridad para el Consejo Nacional Electoral y para todos aquellos representantes de los poderes públicos interesados en promover la paz y la convivencia entre los venezolanos.

El otro gran tema pendiente es el relacionado con la nueva composición de la Asamblea Nacional a partir del 5 enero de 2016. Es de esperar que los candidatos de la MUD obtengan una representación importante en el número de diputados. A cuánto alcanzará esa representación es muy pronto todavía para aventurarse con cifras. Lo que sí es cierto, es que, si sumamos la representación de la MUD y la de los llamados independientes, la Asamblea Nacional, podría desempeñar un nuevo rol frente al gobierno y al resto de los Poderes Públicos.

Sería un craso error político del PSUV y sus aliados no reconocer esta nueva realidad, así como también sería un error muy grave de la oposición, no entender que la posible nueva composición de la Asamblea Nacional es sólo el punto de partida para un largo proceso de transición que requerirá de mucha unidad de criterios y posiciones. Paciencia, tesón y disciplina, es la clave.

fjvirtuoso@ucab.edu.ve

Sep 30, 2015 | Actualizado hace 9 años
Estamos en guerra por Francisco José Virtuoso

Conflicto

 

Una Tercera Guerra Mundial por etapas ha dicho el Papa Francisco en su reciente viaje. Lo que pudiera parecer una exageración en favor de la retórica, desgraciadamente, no lo es. Una simple mirada exploratoria al mapa geopolítico mundial puede detectar que para mediados del año en curso, la casi totalidad del territorio africano, con excepción de pocos países, está sufriendo una gran variedad de conflictos bélicos de diversa intensidad. Lo mismo se puede decir de toda la región conocida como Medio Oriente, a los que se agregan algunos conflictos de mayor y menor intensidad en Europa del Este y en regiones del Oriente. En todo este mapa de conflictos son especialmente importantes las guerras entre Israel y Palestina y en el norte de Pakistán con la India, así como las guerras civiles en Afganistán, Somalia, Yemen, Nigeria, Siria e Irak.En la actualidad se enfrentan también otro tipo de guerras, distintas a las convencionales. Una de ellas es la guerra del narcotráfico que afecta de manera especial a regiones como México, Colombia y Centroamérica. Otra es la brutal guerra del Estado Islámico que se extiende a 11 países, siendo ésta una variable de una dimensión mucho mayor: la guerra de los fundamentalismos religiosos y nacionalistas.

Ante el horror de la guerra, la respuesta ha sido el desplazamiento forzoso de pueblos enteros en búsqueda de seguridad y de los bienes más elementales para la subsistencia. Las grandes migraciones se dirigen hacia el norte desarrollado y éste se defiende alzando sus muros de protección, con lo cual se ha generado una suerte de nueva forma de guerra, en la cual mueren a diario miles de personas.

El Papa Francisco ha interpretado con clarividencia la gravedad de esta situación para toda la humanidad y, en el escenario que le brindó su visita a Estados Unidos, propuso un conjunto de principios rectores que deberían convertirse en bandera de los grandes organismos internacionales encargados de velar por la paz mundial. Me permito señalar algunos de estos principios:

1. No a fundamentalismos ni reduccionismos simplistas que convierten al mundo cada vez más en un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. El reduccionismo simplista divide la realidad en buenos y malos. El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos.

2. Salir de la «lógica del enemigo» ante inmigrantes y pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad.

3. No al «descarte» de los refugiados. Vivimos una crisis de los refugiados en todo el mundo sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Demos siempre una respuesta humana, justa y fraterna que evite la tentación contemporánea de «descartar» todo lo que moleste.

4. La regla de oro del evangelio: «hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes». Tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados.

5. Abolición mundial de la pena de muerte: «Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito».

6. Trabajar por una economía sustentable y solidaria a nivel internacional como condición insustituible para construir una paz estable y verdadera.

El Universal

fjvirtuoso@ucab.edu.ve

 

La sentencia contra Leopoldo por Francisco José Virtuoso

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La sentencia contra Leopoldo López, emitida el jueves 10 de septiembre, es injusta. Para todos aquellos que quieran aplicar la razón, es claro que no ha habido lo que en derecho se conoce como un «debido proceso», y que la sentencia no hace más que reproducir una decisión política tomada por el gobierno desde el mismo momento de su entrega.

Muchos analistas en el ámbito jurídico han señalado con propiedad las fallas del juicio, y voceros de organismos internacionales como la ONU, OEA, la Unión Europea y hasta la propia Unasur, han mostrado su consternación por la dureza de esta sentencia, por lo cual piden que rápidamente sea publicada en su integridad, para estudiar los argumentos que sirvieron de base para la emisión del veredicto.

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos se mostró consternado por la «dura sentencia» que se le impuso al dirigente del partido Voluntad Popular. Luis Almagro, secretario general de la OEA, aboga por el respeto a la disidencia como base fundamental del fortalecimiento de una cultura democrática de libertades civiles, que no debe ser sancionada con la privación de la libertad, salvo en casos demostrados de violación del orden constitucional. Por su parte, desde la Unión Europea voceros autorizados afirmaron textualmente «los juicios contra el señor Leopoldo López, coordinador nacional del partido Voluntad Popular, y los cuatro estudiantes Christian Holdack, Marcos Coello, Demian Martín y Ángel González no han proporcionado a los acusados las garantías adecuadas de transparencia y debido proceso legal».

Esta sentencia, por injusta y arbitraria, hace un terrible daño a la sociedad, porque contribuye a crispar la polarización existente, exaltando los odios y el rechazo entre chavismo y oposición. El gobierno pretende unificar a sus partidarios presentando a Leopoldo López como el mayor enemigo interno de la revolución, causante de muertes, incendio, instigador contra la ley y el gobierno. Su condena es la respuesta de la revolución que se defiende y castiga a todos aquellos que intentan derrocarla. Para quienes se identifican con la oposición política, la sentencia cierra puertas para el entendimiento y la posibilidad de diálogo, es imposible establecer acuerdos con quien se empeña en destruirte abusando del poder y de la fuerza. De esta manera se profundiza un abismo en la sociedad, un muro infranqueable que conduce inevitablemente al enfrentamiento. Desgraciadamente ese es el mensaje que intenta vender la sentencia.

Oscar Schemel, analista de opinión que goza de la confianza del gobierno, señaló recientemente que quien va ganando en este momento en el país es el descontento. Lamentablemente coincido con él. Sólo que matizaría los siguientes elementos: más del 80% de la población señala en las encuestas su profundo malestar con la situación económica y social que padece el país, con la incertidumbre sobre cómo vamos a salir de esta situación. Hasta aquí de acuerdo con Schemel. Sin embargo, hay que agregar que ese malestar se hace más profundo cuando se comprueba que se pretende disfrazar esos grandes problemas con falsas batallas creando enemigos internos y externos imaginarios, fantasmagóricos, supuestos causantes de los problemas que nos aquejan.

La oposición no ha pisado el peine que esta sentencia busca, que es caer en la desesperanza y en la búsqueda de salidas radicales, agudizando el conflicto. Todo lo contrario, el mismo Leopoldo ha llamado a unificarse en torno a la salida electoral, convirtiendo el próximo 6 de diciembre en una expresión institucional y democrática de manifestación de rechazo a esta forma de gobierno.

fjvirtuoso@ucab.edu.ve

May 13, 2015 | Actualizado hace 9 años
La fecha por Francisco José Virtuoso SJ

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Es inadmisible que al día de hoy el Consejo Nacional Electoral (CNE) no haya fijado fecha para las próximas elecciones parlamentarias. No hay razón para que no contemos con un día preciso en el último trimestre de este año, cuando desde hace mucho tiempo se sabe que estos comicios deben realizarse en este período. Las razones señaladas en una entrevista reciente por la presidenta del CNE, fueron que las solicitudes de elecciones internas realizadas tanto por el PSUV como por la oposición, complicaron el trabajo normal del ente comicial.

Fijar la fecha de las elecciones parlamentarias, permitiría, en primer lugar, despejar todo tipo de dudas sobre la intención o no de celebrar dichas elecciones. Son muchos los rumores que corren y que contribuyen a crispar el ambiente político, generando zozobra e incertidumbre.

La fijación de la fecha es fundamental para los candidatos y las organizaciones políticas, los cuales pueden planificar mejor sus campañas electorales y sus estrategias. También la ciudadanía en general y las instituciones pueden organizar más adecuadamente su participación en este evento.

Pero más allá de estos argumentos prácticos, lo más relevante tiene que ver con la seriedad institucional, cosa de la que lamentablemente carecemos en demasía por estos tiempos. Si para algo las instituciones son relevantes en una sociedad, es para generar confianza, establecer normas claras, dar ejemplo de apego a la ley y con todo ello marcar derroteros claros para la acción colectiva.

Estas elecciones parlamentarias tienen un significado fundamental en la construcción de espacios para procesar políticamente la crisis que vivimos como sociedad. Dada esta relevancia, el CNE está obligado a generar confianza para la masiva participación electoral y en la generación de expectativas que contribuyan a fortalecer las esperanzas en la composición política del nuevo Parlamento.

Lamentablemente este no es el rol que está desempeñando el CNE en este momento. Muy por el contrario, parece empeñado en contribuir a desmovilizar a la ciudadanía. Por una parte, se decide arbitrariamente suspender la elección directa de los miembros al Parlamento Latinoamericano, ante la solicitud del partido oficial de gobierno. En segundo lugar, se reforma la composición de algunos circuitos electorales, concediendo una clara ventaja a los partidarios del gobierno. Tampoco se acepta la presencia de la observación internacional de organismos de amplia trayectoria y reconocimiento en la materia como son la OEA y la Unión Europea, pretendiéndolas sustituir bajo el artificio del «acompañamiento electoral» de personalidades internacionales invitadas por el CNE. La observación nacional también viene siendo limitada desde hace varios años.

Lo peor que podemos hacer los ciudadanos es caer en la trampa de la desmovilización, haciéndole el juego a quienes están empeñados en desdibujar la institucionalidad del proceso electoral. Los ciudadanos debemos exigir condiciones electorales íntegras, debemos organizarnos para participar en la vigilancia del proceso electoral y, especialmente, hacer uso de nuestro derecho al voto.

 

El Universal

fjvirtuoso@ucab.edu.ve