Diego Arria, autor en Runrun

Consejo de Seguridad de la ONU, analiza crisis en Venezuela bajo la Fórmula Arria

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El Consejo de Seguridad de la ONU celebra una reunión informal la tarde de hoy lunes para analizar la crisis en Venezuela, informaron hoy fuentes diplomáticas a Efe, reseñó Miami Diario. 

Para darle inicio a la discusión, el secratario de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, expresó su pesar por Venezuela y pidió la libertad de presos políticos y  elecciones transparentes.

Además, dijo que es necesario sanciones más fuerte contra el régimen de Nicolás Maduro y contiunuar las investigaciones para determinar si se han cometido crímenes de lesa humanidad en Venezuela.

Solicitada de manera conjunta por Estados Unidos e Italia, la reunión se llevará a cabo bajo la “Fórmula Arria” y no dará lugar a resultados específicos, como la aprobación de una resolución.

Este formato permite una discusión informal entre los miembros del Consejo de Seguridad y a ella pueden asistir invitados, ya se trate de países, de organizaciones o de individuos, que se ven afectados por el tema que se aborda.

Esta fórmula fue creada cuando el venezolano Diego Arria presidía el Consejo de Seguridad, con la finalidad de evaluar la crisis de los Balcanes en 1992.

En una entrevista para un diario en Madrid, Diego Arria esxplicó detalladamente en qué consiste la Fórmula Arria:

 

1.    La primera pregunta es casi una obligación: ¿Qué es la Fórmula Arria?, ¿en qué consiste?

La Fórmula Arria hace referencia a los encuentros informales que se llevan a cabo entre los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con agentes externos al propio Consejo.

Su fin es promover el diálogo directo con los distintos agentes implicados en un conflicto, desde altos representantes de los gobiernos a organizaciones internacionales, que facilite a los miembros del Consejo de Seguridad tomar decisiones informadas de asuntos relevantes, comprendidos en el ámbito de responsabilidad del Consejo de Seguridad.

En los encuentros de la Fórmula Arria se ha logrado agregar actores no gubernamentales a sumarse como invitados con sus puntos de vista sobre cuestiones que les afectan, para construir una imagen más rica de lo que está sucediendo.

Es, por tanto, un medio para poder interactuar, dialogar, debatir y cooperar con representantes y agentes externos en un contexto de confidencialidad y en un ambiente

2.    ¿Cómo nació la llamada Fórmula Arria; en qué momento y bajo qué condiciones surge?

Nace en marzo de 1992, en relación con el conflicto en los Balcanes, durante el periodo en que yo presidía el Consejo de Seguridad de la ONU. Aproveché esa circunstancia para generar una modalidad que, como vemos ahora, se ha convertido en una modalidad informal permanente.

Y nace al yo observar que las principales víctimas del conflicto, que eran los bosnios musulmanes, no tenían acceso directo e informal al Consejo de Seguridad. De hecho, la primera de lo que hoy se llama Fórmula Arria fue una invitación que les hice a los embajadores miembros del Consejo de Seguridad del que yo formaba parte en ese momento a tomar un café con un sacerdote croata Era en un ambiente absolutamente informal. El lugar se llama Mdujorge, en Croacia. Me entrevisté con este sacerdote, que me había visitado en mi  embajada, la Misión de Venezuela ante las Naciones Unidas, de la cual yo era representante, para relatarme cómo estaba aumentando la violencia entre serbios y croatas. La descripción que hizo era tan horrible que contrastaba muchísimo con la ausencia de información de estos hechos que se recibía por parte de la Secretaría General de las Naciones Unidas; lo cual me escandalizó.

3.    ¿Qué ha logrado la Fórmula Arria? 

Agregar actores de la comunidad internacional no gubernamentales a sumarse con sus puntos de vista, contribuyendo a un mejor conocimiento de las realidades que se encuentran en el mundo y enriqueciendo la visión del Consejo de Seguridad, que oficialmente solo se nutre de los informes de la Secretaría General de las Naciones Unidas. Esa es una de las grandes virtudes que tiene la Fórmula Arria es más informal.

4.    Qué diferencia la Fórmula Arria de otras prácticas llevadas a cabo en la ONU?, ¿cuál es su secreto o aquello que aporta como diferencia a lo que ya existía?

La Fórmula Arria tiene una gran flexibilidad para que el Consejo no solo pueda interactuar, sino enriquecerse en su conocimiento por la diversidad de actores de la comunidad internacional que pueden asistir.

La Fórmula Arria es una modalidad también informal y confidencial, y no compromete a ninguna acción; pero si bien las informales son oficiales y es el presidente del Consejo de Seguridad el que las convoca, en la Fórmula Arria, cualquier miembro del Consejo de Seguridad puede hacer la convocatoria.

5.    ¿Se llega a algún tipo de acuerdo durante la Fórmula Arria?

La Fórmula Arria sirve exclusivamente para debatir, para discutir; y evidentemente cuando hay debate, cuando hay discusión, cuando hay intercambio entre partes que no forman parte regular del Consejo de Seguridad se enriquece la discusión, y de hecho hay experiencias donde en muchos casos ha contribuido a que luego se tomen decisiones formales gracias a este tipo de decisiones importantes.

Hay temas que determinados miembros del Consejo de Seguridad no quieren que se traten en el Consejo de Seguridad. Y otros miembros que sí les interesa el tema, saltan ese obstáculo convocando una Fórmula Arria, con lo cual obligan, en cierta medida, a que el tema no pase desapercibido y sea tratado aunque sea de manera informal. Eso pasó la semana pasada con Rusia, que no quería abordar un tema, pero otros países propusieron una reunión con la Fórmula Arria, y finalmente Rusia aceptó participar.

Hay algunas reuniones en que los miembros que insisten en que asistan solo los Estados miembros de las Naciones Unidas, otros que son abiertas para que puedan participar organismos no gubernamentales que estén interesados en determinados temas. Ya la Fórmula Arria tiene una gran flexibilidad para que el Consejo pueda no solo interactuar, para que pueda enriquecerse en su visión y en su conocimiento por la diversidad de actores de la comunidad internacional.

6      Desde su experiencia o vivencia personal, ¿cuál ha sido aquella o aquellas reuniones que más le han marcado, y por qué motivo?

La Fórmula Arria más importante fue cuando trajimos al presidente de la Corte Suprema de Justicia de Sudáfrica, Richard Goldstone, en la época del Apartheid. Se estaba discutiendo el informe Goldstone, en el que se creaba un marco legal para ponerle fin al Apartheid de Sudáfrica. Yo hice llegarle un mensaje al cónsul, que viniera a Nueva York a una reunión informal que yo iba a convocar con miembros del Consejo de Seguridad. Y efectivamente vino. Tengamos en cuenta que las Naciones Unidas tenían una larga lucha para ponerle fin al Apartheid en Sudáfrica.

Él luego me hizo una nota donde decía más o menos que saber que venía a las Naciones Unidas provocó en Sudáfrica inmediatamente una gran reacción en la opinión pública y en el propio gobierno, porque pensaron que era una invitación oficial del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre el tema del Apartheid. Y efectivamente él luego en Nueva York se retrata con nosotros en las Naciones Unidas, lo que confirmó para el gobierno y la opinión pública de Sudáfrica que las Naciones Unidas estaban implicadas en el tema. Así que me dijo que había sido muy útil en el proceso final de ponerle término al Apartheid.

7      ¿Qué reconocimiento tiene en la ONU?

Años más tarde recibí una nota que decía: Invitación al Embajador Arria para discutir sobre la Fórmula Arria en una reunión bajo la Formula Arria. Fue por iniciativa del embajador de Portugal, entonces miembro del Consejo de Seguridad, Antonio Montero. Ese día fue que me enteré que mis pequeñas convocatorias de café iban a quedar sistematizadas y que me habían honrado poniéndole mi nombre. Yo he sido la única persona, que sin representar a nadie, sino en su propio nombre, ha ido a una reunión con los miembros del Consejo de Seguridad en toda la historia de las Naciones Unidas. Recuerdo que en esa reunión estaba el actual canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, entonces embajador, que dijo sobre la Fórmula Arria: “Esta es una reunión Triple A”.

¿Por qué me invita el Consejo de Seguridad? Eso es lo importante. Porque la Asamblea de las Naciones Unidas, en una de sus resoluciones exigía que la Fórmula Arria no fuese aplicada como un privilegio o concesión que tenían los miembros del Consejo de Seguridad, sino que tenía que ser un derecho de cualquier miembro del Consejo. Entonces, ¿para qué me llaman a mí? Para dar mi opinión

8      ¿Qué le llevó a considerar que eran necesarias un tipo de reuniones diferentes a las ya establecidas?

Lógicamente estas reuniones respondían al deseo de promover la paz la seguridad y la estabilidad internacional, como es el propósito de las Naciones Unidas. Yo pensé que estaba hecho a la medida de las finalidades de la Carta de las Naciones Unidas.

Si yo hubiese sido un diplomático formal nunca se me hubiera ocurrido invitar a tomar café a los miembros del Consejo de Seguridad en la cafetería de las Naciones Unidas para reunirme con un sacerdote que nos contara todas estas barbaridades, pero yo venía de ser antes gobernador de Caracas, y tal vez estaba mucho más entrenado para resolver conflictos diarios como los que hay en toda ciudad, y para ello uno tiene que reunirse con las personas que están en conflicto, sea en la calle, en una plaza, en una oficina. Los parámetros de comportamiento de una persona que tiene una responsabilidad pública como la que yo tenía lo obliga a uno a actuar en las circunstancias que sean posibles.

9  ¿Está satisfecho con el resultado?

El hecho de que lleve mi nombre me produce una gran satisfacción por mí y por mi país, del cual no pueden desvincularme ni siquiera los que hoy me persiguen (ríe), como el gobierno de Venezuela, cuyo embajador ha solicitado una Fórmula Arria para abordar el asunto del Sahara occidental (ríe).  Es curioso porque justamente ese embajador de Venezuela solicitó que se excluyera el nombre de Arria de la Fórmula Arria, lo cual no ocurrió, y ahora tienen que acudir a esa Fórmula que lleva mi nombre.

10  Sabemos que ha habido intentos de crear otras fórmulas o de modificar ésta. ¿Por qué cree Ud. que estos intentos no han tenido éxito?

Sí, entiendo que uno de los intentos fue justamente el del Gobierno de Venezuela que acabo de mencionar. El embajador solicitó a la Secretaria General de Naciones Unidas que le quitaran mi nombre a la Fórmula Arria, lo cual por supuesto no fue atendido. Ese fue el intento. Pero, sin embargo, este mes han tenido que apelar a una Fórmula Arria (ríe nuevamente).

Ene 30, 2017 | Actualizado hace 7 años
¡Bienvenido, Mister Tillerson! por Diego Arria

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El nuevo Secretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Wayne Tillerson es nada menos que el número uno de Exxon Mobil, la empresa más importante del sector petrolero, y la novena más grande del mundo.

Suficiente acreditación para acometer su nueva responsabilidad porque, si de negociar se trata, nadie supera a las compañías petroleras que hacen de la negociación su pan de cada día. La condición democrática no forma parte de la ecuación que aplican para hacer negocios, o para defenderlos. Por eso creo que ninguna persona llega a secretario de estado con un bagaje de experiencia tan global y pragmática en cuanto a las características de con quienes se asocian, y con quienes se enfrentan.

Pero en el caso de Tillerson, hay algo más, porque tiene una experiencia directa de cómo actúa el régimen venezolano. En efecto, desde su posición en Exxon Mobil, Tillerson demandó ante el órgano de arbitraje del Banco Mundial, CIADE, que ordenó al estado venezolano pagar a la petrolera 1.600 millones de dólares por la expropiación de sus activos, ocurrida en el 2007.

Si alguien conoce la imposibilidad de dialogar con el régimen venezolano, es el señor Tillerson. Imaginénse si este es el comportamiento del régimen para pagar una deuda, es fácil deducir a qué estamos enfrentados para rescatar a un país secuestrado por ese régimen que dispone de las mayores reservas mundiales de crudo, y que en 18 años ha dilapidado un trillón de dólares.

Semejante capital le ha permitido comprar complicidades de gobiernos y asociarse a algunas de las más peligrosas causas del mundo al tiempo que llevó al país a la peor crisis humanitaria y económica de su historia.

Sin embargo, llama la atención que en sus respuestas a miembros del Senado de los Estados Unidos sobre la situación de Venezuela el señor Tillerson insistió en la necesidad de “buscar una transición negociada a la democracia en Venezuela, respaldando un diálogo legítimo que resuelva la crisis política entre el Gobierno de Maduro y la oposición”.

Si esta fuese la política del gobierno del Presidente Trump, tal anuncio correspondería a “más de lo mismo”, o sea la continuación de la seguida en años recientes por el Departamento de Estado. Sin embargo creo que sus declaraciones corresponden a los lineamientos de funcionarios que venían manejando el tema de Venezuela, y que sin duda serán relevados de sus cargos por personas con nuevas directrices.

Afirmar que en Venezuela, una tiranía narco militarizada permitiría una salida electoral es absolutamente irreal, aunque se recurra a la intercesión de la Casa Blanca y hasta del propio Santo Padre Francisco. Pero esa es la realidad que debe enfrentar la comunidad internacional. Pues aunque la tragedia venezolana no tenga suficientes solidaridades activas, si tiene, y tendrá, peligrosas consecuencias en otros países. Consecuencias que deben ser evitadas.

Y eso incluye a los Estados Unidos, al punto que el Presidente Obama, el 13 de enero del presente año, prorrogó su orden ejecutiva de marzo de 2015, determinando “que la situación en Venezuela constituye una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”.

Debemos confiar que una vez instalado el nuevo equipo del Secretario de Estado, y de la propia Casa Blanca, se aceptará la realidad de la crisis venezolana. De esa manera, cesaría la promoción de iniciativas que hacen cada vez más lejanas el rescate de nuestra libertad.

A la luz de su experiencia, es presumible que el señor Tillerson entenderá que un diálogo con la pandilla cívico militar adueñada de Venezuela, y que llegó para quedarse a cualquier precio, tiene la misma probabilidad de éxito que un diálogo de Trump con Putin para que devuelva Crimea a Ucrania.

@Diego_Arria

El País ES

Comandante de la Aviación: “Viviremos y venceremos”. Todo un miserable por Diego Arria

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«Dios reciba en su seno a estos capitanes heroicos y que su condición de ‘caballeros del aire’ sea considerada para emplearlos como ‘ángeles custodios’ de nuestra irreversible revolución bolivariana. Viviremos y venceremos», palabras no del capellán de la fuerza aérea, sino las del mayor general Edgar Valentón Cruz Arteaga, comandante general de la fuerza aérea.

Las pronuncia una semana después del siniestro ocurrido el 17 septiembre en el que lamentablemente murieron dos jóvenes oficiales en el avión de combate Sukhoi Su-MK2 que se habría estrellado cuando supuestamente realizaba una acción de intercepción de una aeronave que violaba el espacio nacional.

La supuesta aereonave –si ese fue en realidad el caso– no ha sido identificada ni menos aún encontrada, pero no ha impedido que haya sido calificada por el régimen como portadora de drogas proveniente de Colombia.

Resulta especialmente singular que un avión de combate pueda estrellarse persiguiendo una pequeña areonave, y que sus dos pilotos no hayan podido eyectarse a tiempo. Pocas causas pueden impedir esa acción, como sería en caso de haber ocurrido una explosión  en la areonave, o que no se hubiesen percatado de un ataque para derribarlo –cuestión que el encargado de noticias de VTV no descarta–.

Cabe destacar que de siete accidentes registrados de los Sukhoi en el mundo en solo dos casos los pilotos no lograron eyectarse y sobrevivir. Uno en India y dos en nuestro país.

 

 

No se aclara si la misión era para derribar la areonave o para hacerla aterrizar, como debería ser el caso de no tratarse de un error de orientación de la supuesta aeronave. O si por lo contrario se trataba de un acto de disuasión militar a Colombia, lo cual no es descartable por las denuncias presentadas en días previos por el gobierno de ese país de que aviones venezolanos habían violado su espacio aéreo.

El régimen contribuye activamente a fomentar el misterio del siniestro, pues no enseñan fotos ni videos del avión con la ubicación del sitio. Tampoco informan si los cuerpos de los pilotos estaban dentro de la nave. Menos aún se conoce si el mantenimiento del Sukhoi estaba al día. Si contaba con repuestos adecuados. Si Rusia sigue prestando mantenimiento. Si el adiestramiento de los pilotos es supervisado por los rusos, etc.

Estos aspectos que permanecen ocultos para los venezolanos no lo serán para el fabricante ni para el gobierno ruso, cuya responsabilidad y prestigio estaría en juego, y ante lo cual el régimen no se atreverá a alegar injerencia extranjera.

Ahora el irresponsable de Maduro se propone comprar 12 aviones más. Un poco como «ta’ barato dame una docena», en un país medio muerto de hambre por culpa de su pandilla de irresponsables. Cada Sukhoi vale 46 millones de dólares sin incluir comisiones. Casi el doble del precio de aviones de combate similares. Negocio a la vista: 452 millones de dólares, más repuestos y comisiones.

En cualquier país del mundo ya habría respuestas para las pocas, lógicas y simples interrogantes que apunto arriba, a las cuales se sumarán incontables más de los expertos. Pero no en Venezuela donde Maduro y Padrino se limitan a lamentar el sacrificio de héroes de la “gloriosa fuerza aérea bolivariana” que de gloriosa no tiene nada. Una investigación con colaboración externa sería lo correcto pero no lo harán.

Pero ante esta tragedia que enluta a dos familias venezolanas y a los  propios integrantes de la fuerza aérea y a la fuerza armada, el comandante general de  la Aviación, mayor general Edgar Valentón Cruz Arteaga, pronunció las siguientes palabras, dirigidas a los pilotos fallecidos que no deben pasar inadvertidas:

«Los capitanes, hijos de la revolución bolivariana cuentan con el permanente, consecuente e incondicional respaldo de todo nuestro componente y, a través de él, con el de toda nuestra FANB (¿?). Dios los reciba en su seno y que su condición de ‘caballeros del aire’ sea considerada para emplearlos como ‘ángeles custodios’ de nuestra irreversible revolución bolivariana. ¡Viviremos y venceremos!».

No solo es una declaración, ridícula, vergonzosa y deplorable ofrecerles a los capitanes fallecidos el «incondicional respaldo de toda la FANB». Este general lo primero que debe hacer es decir la verdad completa de lo ocurrido. Eso no solo lo merecemos los venezolanos propietarios de la nave siniestrada, sino muy en especial los familiares de los capitanes y el plantel completo de la fuerza aérea, seguramente consternada por este hecho, al igual que por las palabras de Maduro, de Padrino y de su comandante general.

Promover póstumamente a los dos capitanes al grado de  mayores no es para nada suficiente. Decirles la verdad a todos es lo que toca, al igual que indemnizar como corresponda a la familia de los capitanes de acuerdo con los grados de responsabilidad que se puedan establecer de manera independiente –lo cual está por verse.

Este general Cruz Arteaga irrespeta la memoria de los capitanes venezolanos en misión –cualquiera que fuese la que cumplían– montándose sobre sus cadáveres para promover una abominable revolución capaz de promover oficiales como él, que son una vergüenza nacional. Cómplice de toda la tramposería de la que es capaz la pandilla del régimen al cual le sirve ocultando la verdad.

Cruz Arteaga merece el repudio de todos, comenzando por sus compañeros de la fuerza aérea, por su insensibilidad, por su falta de consideración con estos oficiales y con sus familiares.

Todos estos años, y con especial orgullo, he guardado la condecoración «Cruz de la Fuerza Aérea» en Primera Clase –la más alta que se concede–. Claro, era la de la Fuerza Aérea Venezolana. FAV. No esta que, en vez de volar, su comandante general la arrastra y la empantana por tierra.

Es el mismo mayor general Edgar Valentón Cruz Arteaga que, al final de sus palabras, les dijo a los oficiales fallecidos: “Viviremos y venceremos”. Todo un miserable.

 

@Diego_Arria

El Nacional