Carlos Blanco, autor en Runrun

Carlos Blanco

El abandono del “cese de la usurpación”, por Carlos Blanco

@carlosblancog

1. La tesis de la salida del régimen como elemento central de la estrategia ha sido abandonada, en la práctica, por sus proponentes iniciales y sustituida de manera más o menos subrepticia por la tesis de la elección con condiciones “irrenunciables”.

2. Cabe preguntarse si no es lo mismo aspirar al “cese de la usurpación” que procurar elecciones presidenciales, limpias y justas, pues, al fin y al cabo, se quiere que se vaya la corporación criminal en el poder, precisamente para que haya tales elecciones.

3. La cuestión no es tan simple. He escuchado de dirigentes políticos la idea de que la tesis de 2019 (“cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”) murió de asfixia mecánica; no se logró y ahora habría que pasar a otra cosa más realista. Arguyen que “la comunidad internacional exige elecciones con condiciones” y los demócratas venezolanos ¡cómo se van a negar ante requerimiento tan exigente de quienes han apoyado tanto!

4. Lo primero que hay que decir es que no es una discusión honrada. Se sabe que hay partidos de los que controlan la Asamblea Nacional que están precipitados hacia elecciones de cualquier tipo, con Maduro o sin Maduro, como lo dijera sin ambages el diputado del G4 que tiene a su cargo el manejo del asunto con el PSUV. Lo cual significa, en plata blanca, que se aprestan a elecciones parlamentarias con Maduro y su régimen en el poder.

5. Además, hay que decir que casi todos los partidos están divididos sobre esta y otras materias, lo cual se evidencia en que hay miembros de ellos que están en la AN presidida por Guaidó y otros en la majadería manejada por Parra. Se podrá decir que los que se fueron a la AN de Parra fueron expulsados de sus organizaciones –lo que es cierto–, pero son expresión de agudas contradicciones políticas que no han sido resueltas sino potenciadas.

6. Y es esta realidad, la “mesita de diálogo”, la fraudulenta AN de Parra, el PSUV, partidos de la legítima AN dispuestos a participar en las elecciones parlamentarias con Maduro, de un lado, enfrentados a un sector de la oposición que no va a participar en elecciones de ningún tipo con el régimen en el poder y a una amplia base ciudadana que tampoco lo haría; del otro lado, la que coloca como contrapuestas en forma absoluta e irreductible la salida del régimen y las elecciones con el régimen.

7. Cuando se abandona “el cese de la usurpación” como objetivo que no admite interpretaciones que dejen al régimen en el poder y se opta por elecciones con condiciones, no solo se transmite un cambio inexplicado de objetivos sino que se abre el tortuoso camino para la negociación de condiciones electorales que, mientras Maduro y su corporación criminal estén en el poder, jamás permitirán comicios libres y limpios. Lo que era un objetivo claro y nítido se transforma en un regateo de condiciones.

8. No olvidemos que la comunidad internacional no es la que marca la ruta sino que es –o debería ser– el liderazgo democrático nacional

Este artículo fue publicado inicialmente en el diario El Nacional 

Carlos Blanco Ene 22, 2020 | Actualizado hace 4 años
La gira, por Carlos Blanco

1.- La gira iniciada por Guaidó mueve el cuadro político del país. Hasta comienzos de enero, parecía que se había alcanzado un inestable equilibrio: un gobierno interino envuelto en las ambigüedades de su fugacidad continua, y un régimen minado de cáncer y de viruela que a trancas y barrancas ha logrado mantenerse.

2.- La creación de una Asamblea Nacional paralela y adulterada generó una reacción afortunada e inmediata de la mayoría de diputados, los cuales juramentaron a Guaidó extramuros, y expresaron la decisión de no dejarse arrebatar la legitimidad que ostentan, con un vasto apoyo internacional.

3.- En el marco de una nueva jornada de resistencia –esta vez de carácter institucional– Guaidó emprendió su sorpresiva gira, la que lo ha llevado a Colombia y al Reino Unido hasta la hora de estas líneas. Esa salida colocó el tema de Venezuela otra vez en los titulares. Hay que hacer notar que aunque el apoyo a la Venezuela democrática se ha mantenido, el equilibrio inestable al cual aludimos más arriba, ha llevado a desplazar a niveles secundarios en muchos países el combate contra el régimen de Maduro. El entusiasta apoyo del primer trimestre el año pasado en muchos países se convirtió en una rutina burocrática.

4.- La gira de Guaidó despierta agendas postradas o que han estado centradas en las urgencias domésticas que han aparecido en América Latina con motivo de protestas simultáneas, que sin dejar de tener componentes domésticos tienen la turbina del Foro de Sao Paulo. De tal manera que es una gira cuyos desenlaces no sabremos pero que tiene los aspectos positivos que enuncio.

5.- Sin embargo, cabe hacer notar que hay importantes deficiencias. No me refiero al desempeño personal de Guaidó, que debe superar aspectos en los cuales es de suponer que trabajen arduamente sus asesores junto con él. Me refiero a elementos políticos significativos. El primero de los cuales es haber traducido mucha soledad. Al menos en Colombia no se veía un equipo en acción entre otras cosas porque no se había preparado esa gira con la asesoría que merecía. ¿Premura? ¿Seguridad?

6.- Una de las cuestiones fundamentales que alguien debería comunicarle a Guaidó es que las relaciones internacionales constituyen una disciplina en la que hay muchos venezolanos expertos, unos por formación académica y otros por entrenamiento a lo largo de sus vidas. Esa experiencia no la provee la militancia en un partido ni la amistad cercana con el presidente encargado.

7.- La otra carencia fundamental es que un jefe político como Guaidó debe ir a reuniones de Estado con un objetivo, con una estrategia y con propuestas para lo que aspira que los países hagan. No se trata de qué quiere Estados Unidos que el interinato haga, sino qué propone este a Washington para salir del régimen. Es la dirección opositora venezolana la que tiene que articular la coalición internacional y no al revés.

1.     En el país hay crisis de confianza. A Maduro y a su banda no les cree nadie porque, como dije alguna vez, mienten hasta cuando dicen la verdad. Si hablan es porque quieren ocultar algo; cada gesto es un engaño; cualquier saludo es para centrar la atención en la mano que se agita mientras se mete la otra mano en tu bolsillo. Ni siquiera las alzas de salario son creíbles porque se sabe que los precios se van arriba antes de llegar el aumento. El país no cree en quienes controlan el poder ni en su sangriento teatro.

2.     Para su designio de control se han valido de todos los recursos, uno de los cuales es el lenguaje. Mediante su uso cínico moldean realidades a la carta. Así, la malvada operación de mayor empobrecimiento de la cual se tenga memoria en Venezuela se hace en función de la redención de los pobres; apresar a unos cuantos rojos disidentes en nombre de la lucha contra la corrupción es el velo que pretenden sobre el robo masivo de los dineros de la República; capturar unos kilos de droga es la socarronería que envuelve el tráfico impune. Muchas veces las torceduras del lenguaje envuelven a la oposición; basta pensar que algunos audaces e ignorantes creen que Chávez se ocupó de los pobres.

3.     La tenaz crisis de confianza también abarca a las variadas manifestaciones opositoras. En la oposición no hay unidad porque no hay acuerdo y una razón fundamental para que no haya acuerdo es que no hay confianza. La historia de los años recientes es que muchos de los aliados más cercanos no han cumplido sus compromisos mutuos y lo que sigue es cuidarse del cercano tanto como del contrario, porque a veces se está más próximo a la daga del vecino que a la escopeta enemiga. El elemento central de esa terrible y profunda crisis de confianza es la pérdida del valor de la palabra. Se asegura algo hoy, pero mañana se incumple.

4.     Esta pérdida de confianza es equivalente a la pérdida de certidumbre. Cuando no existen certezas mínimas y los destinatarios se sienten engatusados se produce la distancia, comienza el desamor y, finalmente, a nada de lo que provenga de las fuentes mendaces se le otorga aval alguno.

5.     Esa y no otra es la fuente de la crisis opositora. No es verdad que los ciudadanos se encuentren atrapados en el cuento de la salida rápida: en 20 años se aprende con el cuerpo y con el alma que las salidas no son rápidas. El problema es el de las ofertas engañosas. Haber trastrocado el “cese de la usurpación” por otros objetivos (diálogos, elecciones con el régimen, mamarrachadas como la del 30 de abril) produjo una irreversible pérdida de confianza.

6.     Los mismos actores en el mismo escenario no pueden recuperar la confianza muerta. Solo un escenario diferente y un arreglo diferente de actores puede no recuperar sino construir una nueva confianza. Otra. Eso sí, si se mantiene la palabra.

1. El chavismo construyó una articulación de la mayor parte de los elementos del Estado y de la sociedad para hacerlos funcionales a su proyecto de dominación. Al principio Chávez tenía el gobierno, más adelante la Asamblea Nacional, luego el TSJ y el CNE. Después de 2002 se embutió Pdvsa, la Fuerza Armada y el Banco Central. Finalmente, gobernaciones, alcaldías y otros agentes del Estado, engullendo o neutralizando instituciones de la sociedad civil.

2. Para que este nuevo orden pudiera funcionar, el chavismo tenía la necesidad de controlar el sistema circulatorio de la sociedad, el financiero, proveedor de los recursos para hacer que marche –en la medida en que sea– el aparato económico. Para este propósito procedió, a comienzos de siglo, a seducir o amedrentar, según las necesidades y posibilidades, a empresarios de la vieja República. Sin embargo, una vez que los precios del petróleo escalaron niveles inimaginables se les hizo indispensable fabricar una “nueva clase”: la boliburguesía, con sus vástagos bolichicos.

3. Algunos de los integrantes de la nueva burguesía roja eran viejos empresarios menores reciclados; otros, realmente nuevos, enlazados con la mafia roja. Pero era imposible que coparan todos los espacios de la economía de una vez; por esta razón ha habido empresarios que no han formado parte de la mafia y que para seguir trabajando dentro del país bajaron su perfil, pasaron muchos por las horcas caudinas de Cadivi y sucedáneos, y han buscado sobrevivir. Algunos han hecho mucho dinero en medio de altos riesgos y muchos han perdido todo su capital al intentar continuar.

4. A esa economía roja se le sumó desde muy temprano el narcotráfico. El trasiego de droga a través de Venezuela tiene como contrapartida inevitable la circulación de miles de millones de dólares que necesitan ser lavados para luego circular en la banca internacional. Pdvsa, ciertas empresas y algunos bancos han cumplido esa misión. El resultado ha sido un revoltijo infernal que ha contaminado todos los estratos y actividades del país.

5. Se formó un sistema, un orden engranado, una manera de existir, que contaminó e incorporó a las nuevas élites del régimen y de sectores opositores, unos porque se rindieron a lo que pensaban era una evidencia (“o nos acomodamos o nos morimos”) y otros porque carecieron de valores y sucumbieron a la idea de que el fin justifica los medios, sin saber (¿o sabiéndolo?) que los medios pueden pervertir el fin.

6. La villanía se acentúa en la política porque está prohibido el financiamiento público; el privado proveniente de fuentes honradas es perseguido implacablemente; y el ilegal se ofrece para comprometer conciencias y sellar alianzas.

 

7. No es solo que hay corruptos sino que el sistema es la corrupción. La tarea es aún más difícil: quebrar el sistema.

@carlosblancog

Entre diálogos te veas, por Carlos Blanco

En el caos todo puede pasar, incluso que parezca que nada pasa; pero siempre la fuerza subterránea volverá a emerger con más fuerza. La carencia de instituciones, de información, de un mínimo orden, produce este no saber que sí sabe que vienen más brollos.

Apenas admitió Guaidó que su diálogo estaba muerto (tenía semanas tirado en la cuneta y apestaba), salieron Timoteo Zambrano y Claudio Fermín con el anuncio de otro. ¿Qué diferencia y qué empareja esos diálogos?
La operación de Guaidó y Voluntad Popular al abrir el capítulo de Oslo es que convino en que el diálogo era una vía para poner fin al régimen de Maduro, para “el cese de la usurpación”. Así, telegrafió la idea de que no era la fuerza sino la tertulia lo que resolvería la salida de la corporación criminal.

Una diferencia sustancial y crítica con el nuevo diálogo es que Guaidó exigió la salida de Maduro de la Presidencia que usurpa; pero lo hizo de una manera inconsistente.Según acaba de informar, ofreció que si salía Maduro él también abandonaba la Presidencia que como encargado ejerce. Ofreció lo que no tiene derecho de ofrecer, el cargo que deriva de su condición de presidente de la Asamblea Nacional y por ende de jefe del Ejecutivo para la transición por venir. El juramento ante el país no puede ser negociado en las trastiendas a menos que renuncie a la posición que tiene en la AN.

A ese error se suma el que ha rondado en declaraciones de jefes políticos y partidarios, según el cual la jugada era que Maduro y Guaidó salieran de sus respectivas posiciones para medirse en unas elecciones acordadas, sin salir del régimen. Peor aún, ser sustituido por un Consejo de Gobierno “con participación de todos”. No solo habría sido un aprovechamiento indebido de la misión que se le encomendó (“cese de la usurpación”) sino que revelaría un desconocimiento total de la naturaleza del régimen, el cual no se avendrá a su salida mediante la conversa sino por los empujones inevitables, tal vez TIAR de por medio.

Como Maduro y la banda presidencial que lo acompaña no iban a ceder así, conversaíto, el grupo encabezado por Timoteo Zambrano y Claudio Fermín aprovechó, en obvio entendimiento con el régimen, de desechar ese planteamiento del “cese de la usurpación” y obtener (¿las obtendrán?) unas concesiones que habían formado parte de las negociaciones de Oslo (cambio del CNE, libertad de los presos políticos –¿todos?– y algunas más), mientras el régimen logra una“nueva oposición con la que sí se puede conversar”.

Obviamente los nuevos dialogantes no tienen ni un ápice de la representatividad de Guaidó. Este encarna la AN, más de 50 países y liderazgo nacional del cual aquellos carecen; por esto, Guaidó solo podría recuperar su papel, averiado por los zigzags, si abandona el sectarismo y se vuelve representativo de toda la oposición democrática.

Violar compromisos se paga… Por Carlos Blanco
  1. EL COMPROMISO DERIVADO del artículo 233 de la Constitución es: el presidente de la Asamblea Nacional se encargó de la Presidencia de la República para encabezar un gobierno de transición, al cabo del cual habría elecciones presidenciales. La Constitución ordena la convocatoria en 30 días, pero, dadas las circunstancias, esa convocatoria solo puede tener lugar en forma efectiva una vez que sea desplazado el régimen; es decir, cuando “cese la usurpación”.
  2. El mandato para Guaidó es el de encabezar la salida del régimen y presidir el Ejecutivo hasta las elecciones presidenciales. Es obvio que quien presida la transición no puede ser candidato presidencial. Esta idea, según la cual el presidente de la transición no podría ser candidato presidencial en las elecciones siguientes inmediatas, fue discutida por dirigentes de Voluntad Popular, Primero Justicia y la representación de Soy Venezuela, lo que me consta personalmente.
  3. No dudo que pueda resultar tentador para Guaidó ser candidato presidencial; pero, si es en la primera elección libre después de la transición no puede ser presidente encargado y candidato al mismo tiempo; sería una burla.
  4. Pero están atravesadas las conversaciones Oslo-Barbados. Según lo que allí se ha manoseado Maduro dejaría “la usurpación”, se nombraría un gobierno de transición entre la gente Guaidó y el G4 de un lado, y el madurismo, cívico militar, del otro. Así se forzaría a una candidatura unitaria opositora –la de Guaidó– para contender con el candidato rojo. Obviamente, esto sería la continuidad del régimen; pero, supongamos que es un paso en la dirección de realizar elecciones presidenciales. ¿Es factible esta maniobra?
  5. Sería inconcebible hacer un cogobierno sin Maduro pero con los de la lista de la OFAC, los indiciados por narcotráfico, violaciones de los derechos humanos y el desfalco masivo a la nación. Pero supongamos que Guaidó, sus aliados y asesores consideren que es un pedregullal por el que hay que caminar descalzos. Sin embargo, este atajo es imposible aun si los dirigentes lo quisieran.
  6. El gobierno de transición por definición no podría ser un gobierno represivo. No podría sacar las tropas, policías y colectivos a reprimir; ni encarcelar a los protestantes; menos seguir en la política de la tortura y el asesinato. La ciudadanía se volcaría a las calles y haría saltar de sus eventuales posiciones a los jerarcas cohabitantes del madurismo; agravado el asunto por la carencia de partidos, sindicatos y gremios, capaces de organizar, controlar, morigerar, protestas y rebeliones.
  7. La instauración de un gobierno de transición solo podrá hacerse con legitimidad si se responde a lo ofrecido, sin ambigüedades y medias palabras. Guaidó como presidente encargado, para presidir unas elecciones libres y plurales en las que no sería candidato. Ya él tendrá tiempo más adelante.

 

@carlosblancog
Guaidó cambió su agenda, por Carlos Blanco
  1. GUAIDÓ CAMBIÓ SU AGENDA, que estipulaba como primer punto “el cese de la usurpación”, entendida como la salida del régimen y su asunción como presidente de la República en un gobierno de transición que concluyese en unas elecciones libres y limpias.
  2. Este cambio puede haber ocurrido por considerar que la salida inmediata del régimen se hizo inviable porque aunque hay apoyo de la opinión pública mayoritaria del país y de Estados Unidos, Canadá, Colombia y Brasil, no tendría apoyo de la Unión Europea y de la mayoría del Grupo de Lima. Guaidó, así se habría plegado no a Estados Unidos (que ni propició ni comparte las operaciones de Noruega y Barbados), sino a Europa.
  3. La tesis, entonces, sería buscar afanosamente elecciones sobre la razonable hipótesis de que si son “medianamente libres”, como algún sofista argumentó, no habría forma de perderlas. Por esta razón, lo que se sabe del diálogo es que se ha concentrado en el sistema electoral y la oportunidad de realización de elecciones; los delegados de Guaidó insisten en que Maduro abandone la Presidencia (que “el usurpador” acceda voluntariamente a “cesar la usurpación”) y los del régimen se oponen; pero, en la práctica, la insistencia en el tema electoral empujado sin rubor por los europeos, tiene como hipótesis la de que eventualmente podrían competir Guaidó y Maduro. Este último podría retirarse de “la Presidencia” unos meses antes de las elecciones y así se habría cumplido “el cese de la usurpación”.
  4. ¿Por qué afirmo que en la práctica hay un cambio de agenda? Porque a pesar de que se diga y rediga que el orden de prioridades no ha cambiado, ya se observa que Guaidó anda en campaña electoral, sobre la base de la idea de que debe imponerse en su propio partido y que si la usurpación no cesa, el país democrático estaría obligado a respaldar al candidato único opositor. Por el contrario, si el régimen es el que cesa y las elecciones son verdadera y francamente libres (no “medianamente libres”), no habría razón alguna para candidaturas únicas.
  5. Lo que soslaya todo este galimatías es una cuestión básica: Maduro y toda la banda descompuesta que lo acompaña no quieren, ni pueden disponerse a abandonar el poder voluntariamente, y la amenaza mortífera que lo podría obligar no se puede articular mientras los diálogos adormecedores sigan.
  6. Estimo que una rectificación de Guaidó es posible y es necesaria. Posible porque pienso que comprenderá en algún momento que no puede pasar impune de Presidente de todos a candidato, sin que se erosione su prestigio gravemente; necesaria, porque es la persona que en virtud del artículo 233 de la Constitución puede encabezar una vasta coalición nacional e internacional para, entonces sí, salir del régimen sin Maduro, sin Padrino, sin el Maikel y toda la pandilla.
Carlos Blanco Jul 17, 2019 | Actualizado hace 5 años
Horror a las redes, por Carlos Blanco
  1. El sistema que se ha conformado en 20 años de chavismo le tiene horror a las redes sociales. Se vive como anomalía, distorsión y amenaza. Argumentan los voceros del régimen y una cierta oposición que “las redes no son la opinión pública” o que “Twitter es una porción muy pequeña del país”. Los del régimen persiguen y encarcelan y vejan y hostigan a quienes logran identificar en las redes como enemigos; mientras que en el campo de la oposición más conservadora hay quienes se desgañitan en contra de las redes sociales a través de… las redes sociales.
  2. Todo el mundo sabe que la información y la comunicación han sido transformadas hasta lo impensable por las nuevas tecnologías que han cambiado la naturaleza de la polis, de la plaza pública y de la ciudadanía. Es un proceso irreversible con el cual hay que vivir, guste o no. Por tal razón, resulta un tanto irónico que algunas de las quejas sobre el uso de las redes las consideren como si fuesen dinámicas marginales o reversibles.
  3. Como las redes sociales han adquirido especial relevancia en Venezuela como vehículo para eludir en cierta medida la represión de la corporación criminal en el poder, el debate sobre su significado es especialmente espinoso. Lo más llamativo es que suele revelar, por su inmediatez y espontaneidad, características impensables de quienes las utilizan.
  4. Una de las revelaciones más frecuentes es que quienes critican a los que las emplean, las emplean mucho más; luego, se puede constatar que muchos que se reclaman dialogantes, pierden los estribos con harta frecuencia e insultan a más y mejor en nombre de la moderación que los ilumina. Los moderados, dialogantes y noruegos se vuelven radicales y sacan sus dientecillos cuando se trata de callar la crítica tuitera. Quieren la crítica; pero eso sí, a la medida de su tolerancia.
  5. En el caso venezolano, el territorio de la opinión pública se ha reducido. La acción del régimen se ha concentrado en asfixiar medios; a los periodistas críticos les ha ido cerrando espacios y los persigue. La represión ha minado las fuentes habituales de información, lo que refuerza las tendencias a disminuir el rol de los medios tradicionales.
  6. Hay, sin embargo, otro fenómeno. Las penurias han llevado a una desconexión con la plaza pública, que no sea la de las urgencias en comida, medicinas y seguridad; como resultado, hay ríos de ciudadanos despegados del debate de la polis, del debate político, y los que participan (la Venezuela de la Internet se achica) lo hacen a través de las redes sociales.
  7. En Venezuela la opinión pública se reduce y cada vez más parece ser el espacio de las redes sociales. Ya no es controlada por un puñado de editores y periodistas sino por los plebeyos. Y esto enferma a varios de los antiguos dueños de la plaza pública.